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La escritura aforística en Venezuela

Franklin Fernández 

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Del diario hastío (2009 -2017)
Freddy Ñáñez
Ediciones Acirema
San Cristobal. Venezuela, 2017

 

La escritura aforística se remonta muy atrás en el tiempo, al menos hasta los clásicos de la antigüedad (Heráclito, Parménides, Empédocles). Su tradición nos presenta una amplia gama de fórmulas expresivas, de géneros en los que el pensamiento se plasma con laconismo, minuciosidad y concisión. El linaje de los moralistas franceses sigue el rastro de sus antecesores, con un extraordinario manojo de pensadores -Pascal, La Rochefoucauld, La Bruyère, Chamfort, Joubert- hasta llegar a E.M. Cioran (1911-1995) y Roger Munier (1923-2010). Legítimos herederos de la visión culta, irónica y desenfadada de sus predecesores; pero profundamente sensible, apegada a la condición humana.

En Latinoamérica destaca la obra del escritor y poeta italo-argentino Antonio Porchia (1885-1968), cuyo pensamiento fragmentario quedó registrado en un sólo libro: ‘Voces’. ‘Si Porchia fuera un escritor antiguo sería uno de los mejores poetas del mundo. Le ganaría a Heráclito en su terreno’, comentará Jorge Luis Borges a Adolfo Bioy Cáceres en 1963.

Para el escritor José Balza, el discurso aforístico en Venezuela, comienza con el bibliófilo y lexicógrafo franciscano Juan Antonio Navarrete (1749-1814), cuya visión del mundo pareciera expresarla en su ya célebre ‘Arca de Letras y Teatro Universal (1783). Diario meticuloso y riguroso (y cuya aparición coincide, por misteriosos prodigios, con el año de nacimiento de Simón Bolívar), con anotaciones precisas en su deseo de abarcar todas las vertientes del conocimiento de nuestro país y del mundo: comentarios históricos, tratados religiosos, curiosidades científicas; astronómicas, geográficas, filosóficas, humanísticas, literarias, espirituales, en fin. ‘Sereno testigo de una realidad vibrante… El fraile apunta la vida, es decir, sus ideas…’, escribirá Balza. Y es que Navarrete resultó ser una especie de bibliotecario o archivero clandestino, solitario, intimista… cuya labor no fue más que la de apuntalar ‘axiomáticamente’ durante años, buena parte del saber diario de su tiempo. No en vano, el sentir moderado, meditativo y minucioso de Navarrete formaba parte de sus particulares vivencias: Saltar, brincar, danzar: todas estas palabras abren la inteligencia’.

Simón Bolívar (1783-1830) y Simón Rodríguez (1769-1854), fueron también consumados pensadores, cuyas ideas arrastran arengas, frases y breves expresiones morales, sociales y políticas: ‘La mejor política es la rectitud’. ‘De lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso’. ‘Yo temo más la paz que la guerra’, razonará Bolívar. ‘Sensibilidad intelectual es facultad de pensar. Piensen los Americanos en su Revolución, y recojan los materiales de sus pensamientos’. ‘La terquedad pertenece al capricho, la firmeza es propia de la razón’. ‘El discurso debe ser aforístico: con los sabios debe hablarse por sentencias, porque, para ellos, las sentencias son palabras’, alegará Rodríguez.

A partir de 1893, en el ‘El Cojo Ilustrado’ se recogen una serie de ‘Pensamientos sueltos’, ‘Soliloquios’ y ‘Prosillas’ (verdaderas sentencias, máximas y aforismos), de J. M. Núñez de Cáceres (1822-1911), Eugenio Méndez y Mendoza (1857-1903) y Luis Lovera Castro. Este último enunciará: ‘La ignorancia voluntaria de la sociedad, como del individuo, es la más temible de las pestes’. J.M. Núñez de Cáceres aclarará: ‘La sabiduría, por grande que sea, siempre deja ver que es hermana menor de la ignorancia, a quién sin pensarlo obedece a cada instante’. Y Lovera Castro formulará: ‘Anticonciencia: dolernos del mal que hemos dejado de hacer’.

De Juan Antonio Navarrete a Luis Lovera Castro (cuyos aforismos publicó este último en 1913), transcurrieron 130 años. Y de Lovera Castro a Freddy Ñáñez, 106. Lo que nos da un total de 236 años de escritura aforística en Venezuela.¹

Así pues que, de Castro a Ñáñez, la aforística popular venezolana aparece tan rica, copiosa y variada como las anteriores, por lo que debemos enlazar una modesta pléyade de escritores venezolanos que han expresado a través de la escritura fragmentaria, todos los temas de la vida cotidiana, del pensamiento y de la emoción: José Antonio Ramos Sucre, Julio Garmendia, Juan Nuño, Ludovico Silva, María Jesús Silva, Lotty Ipinza, Alberto Hernández, Fernando Núñez Noda, Pedro Téllez, Reynaldo Pérez Só, Jesús Enrique Barrios, Gabriel Jiménez Emán, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Gustavo Pereira, Juan Calzadilla, Chevige Guayke, Luis Alejandro Contreras, César Seco, José Balza, Víctor Guédez, Josu Landa, Luis Yslas Prado… y más recientemente, reitero, Freddy Ñáñez. Este último nacido en Petare, en 1976.

Es bueno destacar aquí que Rafael Cadenas, Jesús Enrique Barrios, Gabriel Jiménez Emán, Luis Yslas y Freddy Ñáñez, han renovado el discurso aforístico en Venezuela.

Ñáñez es poeta, titiritero y editor. Fue Ministro del Poder Popular para La Cultura en el año 2016. Y presidió durante varios años la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte), de la Alcaldía de Caracas. Actualmente se desempeña como Presidente de Venezolana de Televisión. Entre sus libros de aforismos destacan tres compilaciones: ‘Del diario hastío, (2009-2012)’. Edición del Autor. Caracas, (2013); ‘Del diario hastío, (2013-2015)’. Edición del Autor. Caracas, (2016); y ‘Del diario hastío, (2009-2017)’. Ediciones Acirema. San Cristóbal, Edo. Táchira, (2017). Recopilados y ordenados por el mismo Ñáñez y prologados por Juan Antonio Calzadilla Arreaza y Luis Britto García, respectivamente.
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Estos ‘Diarios’ son más que un conjunto de observaciones, esbozos, ocurrencias de los acontecimientos fortuitos o espontáneos que día a día Ñáñez supo aglutinar hasta constituir la sustancia de un libro. Reflexiones frescas que matizó sobre el papel con minucioso cuidado. Centrémonos, pues, en este último libro de Ñáñez (y en el que se recogen los dos tomos anteriores).

‘Del diario hastío, (2009-2017)’, es un volumen extenso, de 402 páginas. De color amarillo y formato tradicional. Hermoso, muy bien editado. Eso en cuanto a su estética. En cuanto a su contenido, los textos se imponen con inesperada soltura e inadvertida autoridad. Con un lenguaje pulcro. Ñáñez maneja con maestría tanto el lenguaje poético como el lenguaje filosófico, es decir; el lenguaje aforístico. Sus reflexiones no exigen una extremada penetración. Son fáciles de leer, porque su estructura verbal es pura y despojada. Hay madurez en su lenguaje. Hay expresividad en su lenguaje. Hay sensibilidad y ardor en su lenguaje.

Hay presencia y sentimiento humano, porque por él fluctúan sus pasiones mundanas, sus guiños, sueños, visiones, convicciones, candilejas, miedos, temores, necesidades, rabias, angustias… en fin: su conocimiento del mundo y de la vida, su intuición de ser, su inteligencia inquisidora y espíritu desafiante: ‘Dios existe como fe, no como verdad’.

¿A qué se debe la fortuna de este libro singular y cuáles son sus méritos? En principio, en esta selección de aforismos de Freddy Ñáñez, se agrupan diversos modos del ‘pensar’ y del ‘sentir’. El afán de anotar mínimamente, se convierte aquí en un modesto espacio de meditación y reflexión. Un discurso que a manera de crítica ejerce una interpretación valorativa de su producción artística. Freddy Ñáñez pretende asomarse al mundo discretamente por la rendija del aforismo. Incluso por la hendidura de la prosa. La parte atractiva de este ‘Diario’ de Ñáñez, es que sirve para animar ese ejercicio de lectura y el acercamiento a cada fragmento nos permite contemplar también por el ojo de la puerta.

Reitero que este libro trata temas generales, y en parte es autobiográfico. Sacan a la luz los temas centrales de su literatura (el tedio, el poema, el amor, la escritura, la soledad, la religión, la política, la humanidad, la muerte). ‘El aburrimiento es una investigación’, escribirá Cioran. Y es precisamente sobre esa idea del hastío, del tedio, del aburrimiento… que se encuentran algunas de las cualidades investigativas que fundamentan y sostienen intelectualmente la obra de Freddy Ñáñez: ‘Contra la voracidad del tiempo, cultivo la flor del tedio’. ‘El ritmo en la escritura es involuntario: es la expresión de tu fatiga’. ‘Pensar en algo exige dejar de pensar en algo’. Algunos plenos de un dolor tonificante o de un malestar irónico y hasta humorístico: ‘El problema no son los premios (sus aciertos, sus equívocos). El problema es la alfaguarización de los sentidos’.

Y ya que nombramos a Cioran, hagamos una breve pausa para confrontar algunos de los textos de Ñáñez con la de otros escritores. ¿Con qué escritor o grupo de escritores vincularía sus textos? En principio, los relacionaría con las ‘Voces’ de Antonio Porchia (1885-1968). Escribe Freddy: ‘El reencuentro es un poco de eternidad’. Y Porchia: ‘El recuerdo es un poco de eternidad’. Por universos singulares, se accede a universos alternos. ‘Un pensamiento llena la eternidad’, escribirá William Blake. ‘El aforismo, la sentencia, son las formas de la eternidad’, aclarará Nietzche. Y Ñáñez: ‘La escritura es el arte de hablar con la eternidad’.

Vincular los aforismos de Ñáñez con los de E.M. Cioran (1911-1995) o Friedrich Nietzsche (1844-1900), no es un error. Cuando sus puntos de vista coinciden en lo oscuro y son en extremo crudos, avinagrados y excesivamente ácidos, no hay temor a errar o equivocarse. La ironía y la agudeza de Ñáñez lo aproximan a ambos autores. Ñáñez escribe: ‘Me informan que Carlos Andrés Pérez ha muerto de un infarto esta mañana. Sentí vergüenza: ¡los dictadores no pueden morir de muerte natural!’. ‘Ser hombre es impracticable’. ‘La algarabía de los adictos al luto. ¡El peor de los espectáculos!’. ‘Lo eterno de la eternidad: su funeral’. ‘Al poema no se llega por oficio sino por desesperación’. ‘En el cementerio, absorto ante una fosa. Pensé que miraba el abismo: en realidad posaba para él’. ‘Alegría: estado afirmativo de la incertidumbre’. ‘Tengo miedo de perder el miedo al fracaso’. Tono de pesimismo, pero que, al igual que en Cioran o en Nietzche, se nutre finalmente de cierto optimismo y vitalidad: ‘Todo lo que amamos está en riesgo’. ‘La vida es la lucha en sí: se necesita vigor hasta para rendirse’. ‘Luchamos a diario por un poco de autocompasión’. ‘Un problema verdadero no tiene solución. Luego no es un problema sino una existencia que persiste’. Y, finalmente, vincularía sus aforismos a los del maestro Juan Calzadilla (1931): ‘Cada quien carga con su punto de vista. Que lo lleve como una cruz o como una bomba de tiempo, eso es asunto suyo’. (Juan Calzadilla, Cara o Cruz. En: ‘Editor de Crepúsculos, máximas y mínimas’. Caracas, 2014).

La literatura fragmentaria es un sistema literario. Complejo, íntimo, vivencial. En lo personal, me gusta escribir a cuentagotas, sin tantos palabreos, como lo hicieron los grandes: Heráclito, Nietzsche, Cioran, Munier, Porchia. Amo profundamente ese pequeño fulgor que es el aforismo. A través del adagio logro armonizar la abundancia de cuanto anima mi espíritu. Cosa que no puedo lograr a través del poema en prosa.

A fin de cuentas, nuestro Freddy Ñáñez es uno de los grandes cultivadores del género en el país. Ha creado su propio lenguaje. Sus aforismos brillan con luz propia y poseen una intensidad pura.

El aforismo es un fulgor, dice Munier. ‘El fulgor del pensamiento’, el fulgor del instante. Ñáñez, sin duda alguna, escribe bajo el impulso del instante. Es su naturaleza. Porque el fulgor del instante es la necesidad misma del aforismo: ‘En la escritura fragmentaria hay tanta pletórica verbal como luz en los relámpagos: lo suficiente’.

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Nota:

1. No incluimos en este inventario la colección de cien aforismos filosóficos de los ‘Axiomata Caracensia’ de los que habla José Balza en su ensayo ‘El discurso aforístico’, con respecto a Antonio José Suárez de Urbina y de Francisco José Suárez de Urbina, y publicados ‘posiblemente’ entre 1758 y 1764.

 

 

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Franklin Fernández
(Caracas, Venezuela, 1973). Promotor cultural, egresado del Taller de Poesía del Celarg (1999). Licenciado en Artes Plásticas (2003) por el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (actualmente Uneartes, Universidad Nacional Experimental de las Artes), en Caracas. Su trabajo plástico y literario ha sido publicado en diversos diarios y revistas de su país. Ha publicado los libros Poemas-objeto: cuerpo y textura de la poesía (2015), La Escritura y tú (2010), La Imagen Doble (2006), Simples (2006)  y Breves (2000).

La composición que ilustra este post fue realizada a partir de la fotografía ( Zigzag Shadow ) de PhotoartBK

 

año 1 ǀ núm. 1 ǀ septiembre – octubre 2020
Etiquetas: , , , , , , Last modified: noviembre 12, 2020