Fredy Yezzed
En el marco de la reciente 13ª Feria del Libro de Caracas, que se realizó en el mes de agosto de 2022, se impartió en la sala Stefhania Mosca el «Taller de escritura creativa: El género del poema en prosa en Colombia y Venezuela», a cargo del poeta Fredy Yezzed, quien ha publicado e investigado sobre esta forma que Juan Ramón Jiménez bautizó como «un largo verso, único y eterno». A dicho taller se presentaron más de treinta participantes, quienes se ilustraron sobre orígenes, autores, obras, controversias y características del poema en prosa.
…..Como consignas de escritura, Yezzed les propuso tres ideas: la primera, escribir un poema sobre una pintura de su gusto; segunda, sobre una composición musical que no tuviese letra; y tercera, elegir a una persona entre la multitud del Parque Sucre Los Caobos-Plaza los Museos, seguirla a una distancia moderada y escribir sobre lo que imaginan con respecto a ella, un texto parecido al procedimiento del poema La viejecilla de Baudelaire. Los participantes tuvieron a partir de esa tarde quince días para escribir sus creaciones y enviárselas al docente vía correo electrónico, quien les hizo sugerencias y retroalimentaciones.
Agradecemos a los poetas venezolanos, Giordana García Sojo y Carlos Duque, quienes hicieron posible la invitación y el evento.
…..A continuación, compartimos los trabajos de tres de los participantes del taller.
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Selene Bulhosa
Nací el 15 de noviembre del 2001 en Caracas, Venezuela. Soy licenciada en Relaciones Públicas, egresada del Instituto Universitario de Relaciones Públicas de Caracas en 2022, y recientemente hice el diplomado Componente Docente en el Centro Interdisciplinario de Formación Permanente del Colegio Jean Piaget. Actualmente me desempeño como redactora de contenido y community manager de la Fundación Editorial El perro y la rana, y como docente en mi alma mater. Otros de mis intereses son el dibujo, la fotografía y el diseño de modas.
Vals sin pareja
Sujeto este, acosador, un poco desgarbado, un poco temerario… Disimula jugar con los niños en la plaza, acecha a una señorita. Se sienta a su lado: «¡Qué linda eres!», lo dice en tres tiempos. El tiempo del vals vuelve a empezar: «¿Cómo te llamas?». Le da la mano. ¿Va a invitarla a bailar?
…..Un diente adornando sus labios busca la epidermis sin encontrarla. Ella parece un azulejo con su falda; él recuerda a Lagardere disfrazado. «¿Eres cristiana?», esa pregunta la salva; un, dos, tres; tres veces se ha presentado, so pretexto de sentirle la mano… ¡Le pidió un beso!
…..La azuleja guarda el beso en una caja; le está reservado a su ruiseñor… y le bosu se va, fingiendo la victoria de una caricia imposible en la plaza de los trece arcos.
Flores de papel
Cerraba los ojos para despertar de la pesadilla de cada día. Violencia, gritos, imposibilidades, infortunios; cualquiera de estas cosas dañaba su delgada paz. El lenitivo eran las flores de papel de su amor; un grillete con manos de hombre, que no es peso para una mujer ilusionada. Aun así, la hacía volar.
…..¿Por qué no? Nadie estaba de acuerdo, nadie entendía su relación. Cartas, tal vez una flor disecada y un sobre con huellas de lágrimas. Pero por un momento de mentiras, de embeleso, de mejillas con el colorete de una caricia imaginaria, podía vivir, sembrando un jardín de orquídeas de seda.
…..¡Déjenla despertar con su amor y sus letras! Aquellos que la juzgan, ¡pobres que olvidan!: el amor es una cosa abstracta y frágil…un papel por escribir, más auténtico que un cuerpo tangible.
Dulce ahogo
El joven se estira para no dejar caer la perla a la eternidad marina. La gravedad lo traiciona y el agua no opone resistencia.
…..Empieza la pugna entre respirar una bocanada de aire o la placenta del mundo. El agua dulcemente le ofrece la quietud más deseada. Pero él no la quiere. La vocecita de su mente le dice «Ve a fundirte con el agua. Solo duele un poco, como un golpe en la nariz». El mar lo abraza, insistente, le tira golpes el muy ingrato. …..Pareciera que sube y baja escaleras. El cascabel en su cuello se alegra.
…..La muerte suena como los cascabeles. El joven se entrega al agua y es bienvenido al fondo marítimo… Sí, la perla fue el precio. Bien por él; un día saldrá del mar, y sus restos seguirán siendo una concha sobre la playa.
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Daniel Escobar Celis
Nací el 19 de junio de 1987 en Caracas, Venezuela. He vivido la mayor parte de mi vida en Ciudad Guayana en el Estado Bolívar, Municipio Caroní. Soy graduado en Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG). Apenas alrededor del 2013, me volví un lector empedernido, pero fue en el año 2018 que decidí tomarme la escritura en serio. Desde entonces he escrito varias novelas y decenas de cuentos. He publicado una novela y un cuento. Desde 2021 vivo en Caracas.
La persistencia de la memoria
El tiempo fluye inexorable arrastrando consigo la vida hacia parajes desconocidos. Inclemente se diluyen los retazos de la memoria. Pedazos de existencia que se degradan a cada instante acercándose a la no existencia. El todo tendiendo a la nada, el orden al caos.
…..Me siento atrapado en la línea del tiempo observando con impotencia mis deseos escurrirse como arena entre los dedos. ¿Cómo encajar la infinitud de los anhelos en la finitud del tiempo? ¿Cómo reparar aquello que no se puede alcanzar? ¿Cómo abarcar más de lo que se puede?
…..Los torbellinos de ensoñaciones se acumulan y son arrastrados por el flujo indetenible. Extenderé los brazos para asirlos antes de que desemboquen en el precipicio. Solo espero arrancar partes de mí, sembrarlas en nuevos rumbos. Senderos alejados de abismos que transiten por eones rozando innumerables vidas y sembrando nuevos asombros.
La joya verde
Pulmón verde generador de vida. Fractal que albergas en tu estructura ingente diversidad. Eres la joya que corona la gema azul que danza alrededor de nuestra estrella. El canto de las aves y el susurro de tus riachuelos nos cuentan leyendas de remotos tiempos. Nos hablan de un pasado en el que los bípedos convivían en armonía en tu interior.
…..Aquella época ahora es solo un recuerdo. Ya no significas su refugio, ni respetan tu ser. Han descubierto el valor de tus entrañas y ansían desgarrarlas. Gajo a gajo, pieza a pieza te diseccionan a placer.
…..¡Ay de aquel día en el que penetraron en ti buscando el brillo del sol! Desde ese momento cayeron ciegos ante él. Se corrompieron más allá de sus límites, te arrancaron trozos del alma y las llenaron con veneno. Te fueron engullendo, convirtieron la joya verde en fango estéril.
…..Y no contentos se devoraron entre sí. Los fragmentos de sol quemaron sus espíritus. Por aquellos pedazos de sol se edificaron torres de muerte. Cadáveres rellenados con plomo; cadáveres mutilados, troceados para alimentar animales; cadáveres emponzoñados con los aglutinadores de soles.
…..Aquellas torres fueron hermosamente decoradas, tapando todo rastro de inmundicia. Allí, en lo más alto se sentaron los señores a observar con desdén a quienes las construyeron mientras disfrutaban de su calor. Intocables e inalcanzables. Pensaron que su reinado sería eterno. Sin embargo, los restos se pudrirán tragándose las edificaciones bajo su propio peso. Entonces, la joya verde convertida en baldío reclamará su voz. Y, los restos disueltos de los bípedos servirán de abono a nuevas tierras. Desde donde surgirán nuevos fractales llenos de vida.
La mujer de la silla de ruedas
Su regreso a casa en metro lo agobiaba. Un mal necesario para ahorrar dinero. Ansiosos y apretujados, la multitud esperaba tras la franja amarilla para la carrera. ¡Preparados ante la llegada del tren! ¡Listos tras detenerse! Y, partida al abrirse las puertas. Todo por el premio del asiento. Sin embargo, aquel día no tuvo suerte.
…..Le tocó el fondo del vagón. Era uno de esos trenes cuyos mejores tiempos habían pasado hacía mucho. Se quejaba en silencio al tener que soportar la falta de aire acondicionado y el malestar de mantenerse en pie por más de seis estaciones. Hasta que la vio entrar en la próxima estación.
…..Tendría más de cincuenta años, piel morena y cabello oscuro. Lo que llamaba la atención era que le faltaban ambas piernas y tenía una cicatriz a lo largo del hueso del brazo. Entró con esfuerzo y se arrimó junto a la puerta de acceso del otro vagón. Entonces, empezó el calvario.
…..La luz verde junto a la bocina anunciaba el cierre de puertas. Así, el carcacho avanzó, saltando cual montaña rusa cada tantos metros. Estaba a un par de pasos de la señora y vio cómo torcía el gesto con cada brinco. Los muñones de sus piernas parecían recientes, uno a la altura de la rodilla y otro más arriba. Dejando ver la forma del fémur al final de este último.
…..La silla de ruedas le quedaba grande y carecía de cojín, por lo que rodaba de un lado al otro al ritmo errático de las vibraciones del tren. Podía ver el suplicio en aquel rostro que había pasado de las muecas a los quejidos, al llanto y terminado en plegarias al cielo.
…..Sintió pena por ella, deseó que se bajase pronto para acabar con su tortura, pero las estaciones pasaron sin que esto sucediera. En su lugar los quejidos se transformaron en gritos y las plegarias en súplicas. Miró alrededor y observó en los rostros una mezcla de incomodidad e impotencia, aunque nadie la veía.
…..Llegó la parada de él y sintió cierto alivio, pero observó que ella también hacía señas para que la ayudasen a salir. Al principio no tuvo la iniciativa. No obstante, al ver que nadie se ofrecía la ayudó. Empujó la silla con el mayor cuidado, como si se tratase de una costosa cristalera. Por fortuna las escaleras eléctricas funcionaban, así que la subió él solo. Durante el proceso seguía quejándose, pero ahora con menor intensidad. En todo momento él sostenía la silla con ayuda de una pierna y la agarraba con fuerza para que se moviera lo mínimo posible. De esta manera lograron llegar. Acompañándola hasta la entrada en donde se despidió. La observó por unos segundos antes de retomar su camino, se preguntó cómo haría para llegar a su destino.
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Carlos Rangel
Música en la playa
Caminaba descalzo por la playa, en ropa ligera, franela blanca holgada y pantalones cortos. La marina totalmente sola, azul verdoso, y transparentes sus aguas. La arena tibia había refrescado, con el talón levantaba el agua espumosa de las olas que se expandían en la costa, una columna de palmeras se balanceaba por el viento con un ligero zumbido. El sol se ocultaba con unos colores rojo, naranja y amarillo. En mi andar introducía mis pies en la arenilla suave, rica y cálida. Una agradable brisa, algunas veces fuerte, deseaba poderosamente que mi hiciera despegar, «volar»; claro, no dejaba de hacerlo en mi imaginación. De repente paraba para ver el esplendoroso astro, pareciera que estuviera bendiciendo al planeta. Me lo gozaba, respiraba profundo y continuaba; más todavía, ya venía percibiendo una música desconocida para mí, no sé, si venía de alguna parte o era mi imaginación, estaba allí melodiosa, encantadora, inspiradora de estas letras, el sonar de una guitarra, batería, bajo y bongo, tarara, tararara, tararara, tarara, tararara, que me obligaba a extender los brazos, girar en círculos desplazándome a su ritmo. Saltaba a su compás, otro brinquito y tarara tararara tarara. Quizás algún curioso pensaría: «Y a este loco qué le pasa?». En verdad la oportunidad de gozo era invalorable, disminuí el paso, me trasladé lentamente deleitándome, admirando el extraordinario paisaje, a la vez agradeciendo al creador, a la naturaleza el poder tener esta enriquecedora vivencia. Creo que me quedaré para disfrutar algo más grande, el amanecer. ¿No es esto la felicidad? Tarararararaaaaaa.
No te preocupes Van Gogh
No te preocupes, Van Gogh, porque van y vienen, sin dar en el blanco, ignoran lo que realmente es pintar.
…..Ellos se ocupan en buscar dinero nada más, y el tiempo se los traga, porque no entendieron que no hay como el placer de captar y sentir. Hay alguien que, sí moldea la realidad. La oportunidad que tuvieron no la supieron aprovechar. Se encuentran lejos de comprender lo que realmente es vivir una vez más.
…..Se burlan amigos y pintores, porque tus árboles tocan el cielo y según ellos, eso no es la realidad.
…..Jamás sabrán que captabas sus aspiraciones de llegar a tocar el cielo y que el pincel disfruta y complace el esfuerzo del que pretende.
…..Se burlan a carcajadas porque tus estrellas son como cardioides, círculos concéntricos, y algunas, hasta parecen corazones con gran luminosidad deslizándose, danzando en el universo.
…..Jamás entendieron, habría que verles la cara, si todavía vivieran, para cuando cien años después, cuando apareció el telescopio que se demostró que las estrellas son como las viste.
…..Chismorrean que nunca vendiste un cuadro. La verdad es que tus esfuerzos eran el gozo de pintar.
…..Jamás entendieron, mientras recibías hospitalía de tu hermano, que disponías del quince por ciento para hospedaje y comida, y lo demás para lienzos, materiales y pinturas.
…..¿Por qué será? En grandes exposiciones, tus cuadros de cuarenta, cincuenta, setenta centímetros, acomplejan a los de cuatro, seis, ocho metros de largo. El amor que impregnaste en tus obras todavía se siente e irradia en cualquier lugar.
…..No te preocupes, Van Gogh, porque van y vienen, y jamás entendieron.
Fredy Yezzed nació en Bogotá, Colombia, en 1979. Escritor, poeta y activista de Derechos Humanos. Después de un viaje de seis meses por Suramérica en 2008, se radicó en Buenos Aires, Argentina. Tiene publicado los libros de poesía: La sal de la locura, (Premio Nacional de Poesía Macedonio Fernández, Buenos Aires, 2010), El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein (Buenos Aires, 2012), Carta de las mujeres de este país (Ed. Bilingüe español-inglés, Nueva York, 2019) que fue Mención de Poesía en el Premio Literario Casa de las Américas 2017, La Habana, Cuba, y la antología La orilla de los heterónimos (Bogotá, 2020). Como investigador literario escribió los estudios Párrafos de aire: Primera antología del poema en prosa colombiano (Editorial de la Universidad de Antioquia, Medellín, 2010), La risa del ahorcado: antología poética de Henry Luque Muñoz (Editorial Universidad Javeriana, Bogotá, 2015) y en coautoría Yo vengo a ofrecer mi poema. Antología de Resistencia (Editorial Escarabajo, Bogotá, 2021). Retrato de autor por Amadeus Longas
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra
«Niñitos en espera»,
dibujo a tintas sobre papel, año 2020,
de la artista © Alejandra Carabante