Nirmalendu Goon
El poeta Nirmalendu Goon es uno de los poetas más populares en Bangladés. El amor a la libertad y la fe en el espíritu humano impregnan muchos de sus poemas. Los siguientes cinco poemas de Nirmalendu Goon son de la antología 100 Poemas de Bangladés, traducidos del inglés al castellano por Jona & Tobías Burghardt, Edition Delta, Stuttgart (Alemania), 2020.
Tal vez no soy un humano
Tal vez no soy humano, los humanos son diferentes;
Pueden caminar, pueden sentarse e ir de habitación en habitación.
Son diferentes; temen a la muerte, temen a las serpientes.
Tal vez no soy humano. Entonces, ¿cómo es que las serpientes no me den miedo?
¿Cómo puedo estar todo el día de pie, solo como un árbol?
¿Cómo puedo no cantar una canción viendo una película?
¿Cómo puedo ir sin beber vino con hielo?
¿Cómo puedo pasar una noche sin cerrar los ojos?
De hecho, me siento extraño cuando lo pienso
La forma en que me mantengo vivo desde la mañana hasta la tarde
De la tarde a la noche.
Cuando estoy vivo,
Me siento raro.
Cuando escribo,
Me siento raro.
Cuando pinto,
Me siento raro.
Tal vez no soy humano;
Si fuera un humano,
Tendría un par de zapatos propios,
Tendría una casa propia,
Tendría una habitación propia,
Me abrigaría en el abrazo de mi esposa por la noche.
Encima de mi barriga jugaría mi hijo,
Mi hijo pintaría.
Tal vez no soy humano;
Si fuera un humano,
¿Por qué me río
Cuando veo el cielo vacío como mi corazón?
Tal vez no soy humano
Los humanos son diferentes;
Tienen manos, tienen una nariz,
Tienen ojos como los tuyos
Que puede refractar la realidad
Como los prismas refractan la luz.
Si yo fuera un humano,
Tendría cicatrices de amor en mi muslo,
Tendría el signo de la ira en mi ojo,
Tendría una madre,
Tendría un padre,
Tendría una hermana,
Tendría una esposa que me amaría,
Tendría miedo de los accidentes o de una muerte súbita.
Tal vez no soy un humano; si fuera un humano,
No podría escribirte poemas,
No podría pasar una noche sin ti.
Los humanos son diferentes; temen la muerte,
Temen las serpientes,
Huyen cuando ven serpientes;
Mientras que ellos huyen, confundiéndolas con mis amigos.
Me acerco a ellas, las abrazo.
La historia de un rikshawala
¡Tocaste la música de nuestro «crin, crin, allegro»
con tanta ternura esta tarde!
Aquí, por favor, toma estos 25 paisa,
y te consigues un buyo en el camino de regreso.
Dile a Badar que ponga un poco de esencia en tu buyo.
Mejor no tomes el de zarda bajo este sol tan fuerte.
A diferencia de mí, no vas a estar sentado junto a la suave brisa
de un ventilador eléctrico, escuchando las canciones de Atulbabu.
Llevarás a los pasajeros a la estación de tren,
a Noumahal, a Kanchijhuli.
Un borracho incorregible puede subirse a tu riksha,
debes llevarlo al muelle, necesita urgente aire fresco.
Hay ebrios en el tráfico, jeeps rugientes
con el emblema del gobierno,
patanes, tontos, torpes caminando por las calles,
cruces de ferrocarril,
los montacargas, el fastidio de que salte
la cadena de tu triciclo, y las disputas de los pasajeros impacientes.
Tienes que estar constantemente atento.
Tocando un allegro de «crin, crin»
te precipitarías a lo largo de la tarde
a lo largo de los estrechos caminos sin pavimentar.
Bueno, ¡y si de repente comienza a llover!
Los pasajeros fruncirían sus narices
por el débil olor a orina de tu lungi humedecido.
Puede que de pronto recuerdes a tu niño de piel oscura.
Se ha vuelto tan hiperactivo últimamente.
Qué soñadores son sus ojos,
te han estado esperando,
ya debe estar durmiendo en los brazos de su madre,
tu esposa estará pensando en ti mientras cose la colcha
para el vecino de al lado.
¿Cuándo volverás a casa, señor?
¿Ha entrado algo más tu estómago desde
esa comida de arroz sobrante que tuviste
antes de que salieras esta mañana?
Aparte de un ‘Gopal bidi’ que fumaste hace un par de horas,
no has tenido tiempo para ti mismo.
Sólo pasajeros, pasajeros tras pasajeros.
«Hey, muévete, maldito bastardo!»
Estabas descansando un momento al lado de la calle
por tu fatiga
antes de que la policía de tráfico te echara.
Vuelves a casa, destrozado,
abatido, exhausto.
Aún así, estás contaminando a los peatones
con tu dulce allegro de «crin, crin».
En tus dos puños tienes las gargantas
de dos cobras venenosas sujetas con tesón.
Tienes sudor en tu espalda,
ampollas en tus pies, lágrimas en tus ojos.
La corona moribunda
¿La tierra está ahora llena de cráneos malditos?
Posiblemente, también brilla la corona
del limitado conocimiento humano en mi cabeza!
Exijo la libertad incondicional de la luz
que la cortadera anhela todos los días.
Tiemblo de pena por la terrenalidad del hombre,
cuando la civilización con sus millones de manos
detiene la procreación de la naturaleza,
en una pervertida pasión por su propia existencia.
Con un tirón más fuerte en mi arco
destrozo la implacable tierra sin arar;
mi tiempo, el tiempo eterno, fluye, como yo
intoxicando mi millón de ojos con la vista
sobre los cultivos excedentes.
El crimen perpetrado por los hombres contra hombres
me sacudió en un ataque de temblor;
arranco la corona moribunda del egoísmo
de mi cabeza indignada.
En esta tierra natural cubierta de flores,
las hojas, la tierra y el agua,
alimento al recién nacido con la sabiduría
que reuní a través del esfuerzo.
¡He aquí, llega el hijo del comunismo!
¡Liberará al mundo y liberará al país!
Yo, el padre de la civilización de la riqueza acumulada,
me inclino aquí, rogando su perdón,
nada más que su perdón.
Fuego
Hay una gran multitud en la estación de policía.
Soldados suspicaces en la ciudad se están llevando todas las armas de fuego.
Ciudadanos asustados, de acuerdo con las directivas de los militares,
están depositando sus escopetas,
rifles, pistolas y cartuchos como ofrendas prometidas
en algún santuario sagrado. En la mesa
yace la mano del santo como una flor.
Sólo yo desobedezco la directiva militar,
convirtiéndome en un leve rebelde. Regreso francamente
a mi habitación y ahora descansa conmigo
un arma de fuego terrible como el corazón.
No la entregué.
Qué pecado me redimiría
Nunca he probado la fruta
del árbol prohibido,
he estado esperando – esperando –
como el mar que espera al río,
o el río la marea alta,
con la remota esperanza
que un sentimiento se arrastraría hacia arriba
desde el interior de las rocas
y me encendiara el corazón con pasión.
Nunca he estado en un burdel,
ni nunca me revolqué en ese placer prohibido,
he estado esperando, esperando –
me gusta la revolución que se cuece a fuego lento
y espera con impaciencia la hora cumbre,
o como el pecho agitado de una joven doncella
esperando a su primer amor.
Nunca he dormido con ninguna placentera joven
con la esperanza
que el amor, como un monstruo marino
agitando el mar en un violento duelo de apareamiento,
me enseñara el arte.
Dime, alma sabia, por favor hazlo,
qué pecado me redimiría.
Traducción del inglés al castellano de Jona & Tobías Burghardt
De 100 Poemas de Bangladés, Edition Delta, Stuttgart (Alemania), 2020.
El poeta bangla Nirmalendu Goon nació en 1945. Es uno de los poetas más populares en Bangladés. Su primer libro de poesía fue publicado en 1970. Desde entonces, ha publicado cincuenta poemarios y veinte colecciones de prosa. El amor a la libertad y la fe en el espíritu humano también impregnan muchos de sus poemas. Los títulos de sus libros de poesía son: «Premangsur Rakta Chai», «Na Premik Na Biplobi», «Banglar Mati Banglar Jal», «Prithibi Jora Gaan», entre otros. Recibió el Premio de la Academia Bangla (1982), el Premio Nacional Ekushey Padak (2001) y el Premio Swadhinata Padak (2016), entre otros.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de un fragmento de la obra Quipus40T1 de © Jorge Eduardo Eielson. Agradecemos a Martha L. Canfield, presidenta Centro Studi Jorge Eielson, Florencia, Italia.