Santiago Sylvester
La presente nota y selección de poemas están a cargo del poeta Santiago Sylvester, amigo íntimo y conocedor de la obra de Enrique Molina, quien con entusiasmo se ha unido a este pequeño homenaje que Abisinia Review le hace al poeta argentino. El lector encontrará al final las rutas para acceder a todo el contenido del dossier.
Los viajes de Enrique Molina
(fragmento de «La construcción del yo poético»)
El viaje le sirve a Enrique Molina no sólo para armar su personaje, sino para algo más íntimo: construir su yo poético.
…..Le gusta verse a sí mismo como viajero, pero no viajando a cualquier sitio ni de cualquier manera. Yo lo he visto alguna vez en Madrid, y sé de sus andanzas europeas, pero no son estos los destinos que lo atraen para su imagen de poeta. Su idealización son las islas tórridas, las costas, el Caribe o la Polinesia, los puertos, los prostíbulos de los marineros; y los desplazamientos narrados son siempre en barco: el mar con su horizonte abierto. En su propuesta nunca tienen cabida los viajes habituales: el avión no existe en sus poemas.
…..Tiene una idea romántica que alimenta y le sirve para su poesía.
…..Esas menciones ya están en su primer libro; y se vuelven evidentes en sus publicaciones sucesivas: invocaciones a las Islas, a hoteles de paso, bares y fondas tropicales, con sus vidas densas y a la intemperie, y la presencia de personajes como Gauguin o Robinson, tratados con la nostalgia imposible de lo que hubiera querido vivir.
…..Y esta es una clave del yo poético: también se escribe para recordar lo que no necesariamente se vivió.
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…..La construcción del yo literario es inevitable en el hecho de escribir, y no tiene por qué coincidir con el yo personal del poeta. El yo literario tiene que ver, unas veces, con la imagen que el poeta tiene de sí mismo, con la que quiere proyectar; y otras, simplemente con su necesidad o conveniencia. Desde luego, es una construcción, y se hace de un modo involuntario o deliberado, pero finalmente lo ayuda a encontrar su tema, su ámbito literario y a veces su destino. Ejemplos sobran, incluso de no coincidencia entre el yo personal y el yo poético, y es cuando más se nota que es una elaboración. Podría servir la evidencia de que la «literatura de la tierra» que abarcó Latinoamérica fue escrita en las ciudades, pero sería una estupidez pedirle a un poeta que su vida coincida con lo que pondera, como sería insuperable reclamarle a Homero que haya combatido en la guerra de Troya o a Dante que haya bajado al Infierno.
Santiago Sylvester
Descenso al olvido
He aquí los muertos sentados,
inmóviles alrededor del Tiempo;
adorando su pálida hoguera,
extrañamente sombríos en su reunión solitaria.
Ahí están, invadidos por marañas azules;
poblados por húmedas músicas, por cigarras.
Sobre ellos el cierzo ha pesado, y sus gestos de antaño, sus cuerpos de vapor
se condensan de súbito en alargadas lluvias.
No; no hables un idioma olvidado.
No pronuncies tu nombre.
Que no giren con letal lentitud la borrada, tormentosa cabeza.
Que no te reconozcan sus huecos corazones comidos por los pájaros.
De Las cosas y el delirio, 1941.
Sentar cabeza
La raza blanca la raza negra la raza roja la raza amarilla:
yo sólo conozco la raza violeta y la raza verde y la raza de tu lengua que
…..descifra el agua y el fuego
Seré rico -tú sabes- con la miseria y el hambre que hace correr los ríos
rico de errores de desollado y de piedra sobre la cabeza
rico como la paciencia y la piedad puestas al rojo
Y yo no tengo misión ni familia ni otra dialéctica que esos conjuros mortales
…..donde se deshace la espuma de los grandes escrúpulos
Pero obstinado siempre en el furor de un mundo que silba como una sirena de fuga
por cada beso hacia el alma
por cada boca con el pan de las cantáridas
por cada latido que se precipita y estalla bajo el cautiverio de la tormenta
Seré rico -amor mío- bajo las patas de los caballos estrangulado por una
…..contracción de la noche sobre el oleaje
desvalijado por la noche del mar y la rapiña de las caricias
rico hasta la locura como un intruso inconfesable en todas las situaciones de
…..la pereza y en los lugares desiertos de la sangre
donde hay crueldad extravío poder
promesas incumplidas por el cielo
Inadaptación
Mi brazo de mar no cabe en la cocina mi otra mano del Golfo de México tiene una fosforescencia de travesía y un garfio de estibador clavado en la palma y se abre como un delta para derramar su reguero de luciérnagas y estremecimientos
Maldito sea y tampoco mis labios tienen conducta ni sentido como una herida desesperada que mezcla en la sombra todas las brasas del ocio y de la noche
y tan ávidos
que bajo sus besos suelen dormir bellos cuerpos inciertos ¡tantas llamas exhalando el destello de la demencia y el olor de las dársenas!
También mi cabeza es inapta como un hormiguero usado como velador como una esperanza en este lugar de desencuentros como un indicador de caminos en este país de élitros rotos y de insectos aplastados por la luz
Estéril como un médano de mi lengua saborea el mar ponderando la delicia de la alimaña que orina en un cáliz
A cada paso pueden cortarme los pies pueden clavarme como a un murciélago sobre la puerta dorada del día
¡Y yo no tengo costumbres ni abuelos porque bebo mi vino y lo injurio para bendecir sus grandes resortes secretos que levantan en vilo el peso muerto de la tierra!
La vida natural
Busca con tu lengua de amazona
con tu crueldad con tu olor de mujer que pasa
paladeando en sus lágrimas su sabor de deriva y de franquicia.
Busca lejos lo más próximo mío. Busca a mi lado
lo más lejano mío. Caen las estrellas
orgánicas
y busca ahora el ídolo de labios constelados
cuando con un gemido deposita en el viento
su gran bola de fuego.
Que nos libren sus uñas de estos trapos empapados por la miseria.
Hemos luchado como perros yo y mi temperamento con su desnuda y salvaje
inconsciencia. Una bestia se aferra a mi garganta como un lazo de lluvias.
Y tú busca la sombría brasa de no hacer nada y de perder pie. Busca en
mí tu rostro y tu sombra de guardiana contaminada por la tortura porque
no hay estrella más preciosa que toda esta hierba de las islas convertida
en deseo.
¡Y el ídolo con su roja mirada de fogonero entre el humo mojado de la locomotora
y su negro calor de tribu jadeando en el andén!
¡Que nos entregue su almendra táctil al borde del mundo!
Ese tesoro de decapitaciones
su hocico suave y cálido de asno que hecha su aliento en los sentidos
todo su misterio en el enjambre de violetas y besos desplegado por tu cuerpo
entre las maravillas de la noche.
De Costumbres errantes o la redondez de la Tierra, 1951.
Muerte de una mosca
Planeta fulminado
Con un reverbero de vendaval de flores devorado por la pestilencia
A través de las piernas de Orión
Y de la aterradora belleza de la Gran Osa ha caído sobre el mantel
Junto a mi plato
El abismo de su millón de ojos ciegos su seca gota de vino del Siroco todo el calor de sus élitros de la nada
Mosca
Surges con mi primer vagido de este mundo una emanación de la tierra donde dice «aquí yace» una casi imperceptible mueca verde y sin salvación
Y en todo tiempo y lugar
Me veo siempre cautivo en mi jaula de moscas en el interior de una negra rosa vibratoria de infinitos estremecimientos
Nacida de la descomposición y de lo orgánico con esa fiebre obscena
Donde las cosas se irisan como un arco iris infestado
Demonios gesticulantes salud y exterminio
Sobre las confituras en el fondo del cielo sentencias vivas enjambres que nacen de todo vínculo horizonte o delirio
Aunque esta mosca haya expirado
De Las bellas furias, 1966.
Dama gótica decadente
No importa la ruina, injurias
en la verdosa luz del bar. La vieja dama
acaba siempre de nacer y se aferra a la vida,
…..…..…..…..…..…..…..…..…..y tiene que haber un antro aún
donde abrir su corpiño con roídas castañas de Navidad.
Ignora que una mano invisible la estrangula
junto al mostrador. Y sólo hay allí
un whisky pedregoso y sin alma que el barman
sirve con labios secos y una cuerda al cuello.
La macilenta dama de ojos de lagarta jamás comprenderá
que está llena de espectros desesperados, su historia
ha sido muy larga y muy loca, y ahora se instala
blanca y majestuosa en su trono, y una hilera
de pájaros calvos pasa volando sobre su cabeza,
de modo que se siente inclinada a cantar,
poniendo los ojos en blanco, una partitura de burdel.
Exaltada por glorias difuntas, caballeros que invoca,
viciosos perritos con nombre de bombón,
en el museo de cera, entre las pelucas
el amor la flagela con ortigas.
Vampira de labios de nata, ávida como una semilla,
en pos de una gota de sangre que reviva su corazón,
así, grandiosa con su rojo baby-doll,
lanza su súplica, un trago más hasta el Apocalipsis,
la última brizna de estar viva.
Que semejante señora se retuerza en su sueño,
en el desierto vals de los murciélagos
con el aullido del drama pasional.
Y extrae deformes cartas de amor, reliquias,
fotografías de la juventud, con la serpiente en el Jardín,
con tanta compasión por sus muslos que crujen
…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..¡Dios mío!
nunca demasiado tarde contra la negra promesa
de la muerte.
Correspondencias
Sueño, tal vez,
con esta cama donde duermo,
me he desvestido en otro sitio,
hay músicas aquí, algo que ondula,
enormes cosechas de hibiscus y mariposas
en la selva del Aduanero, verde y turquesa,
y no algo imaginario sino un canto de flauta
que sopla la encantadora de serpientes;
y redes chorreantes, extraídas del mar,
vaciadas por las pescadoras gigantas
–botas de goma y manos enrojecidas–
mientras la encantadora de serpientes
insiste en su melodía ritual,
el tiempo perdido con ojos de fantasma,
pero ahora esa mujer insólita
es el lugar donde vivo, la lámpara,
todo cuanto alberga este cuarto,
la cama involuntaria, el sentimiento
de la extraña plenitud de jamás,
zapatos, mis libros, un paraguas.
Acaso la luz son tus labios,
¿y su torso, entre los juncos,
al borde del río donde vibró la flauta,
a qué corresponde en la mesa tendida?
¿Al rumor de las conversaciones?
¿Al hilo de humo que sube de los platos?
¿Y cuáles son sus vínculos
con el viento que sopla en la ventana?
De Los últimos soles, 1980.
Enrique Molina (Buenos Aires, 1910 – id, 1996). Poeta argentino, una de las figuras más destacadas de la Generación del 40, que tuvo una actitud de extremo vitalismo y de celebración de la sensualidad y la materia. Estudió derecho en la Universidad de La Plata, pero nunca ejerció como abogado. Fue tripulante de barcos mercantes, viajó al Caribe y a Europa y vivió en diversos países de América Latina. Recuperó en 1952 junto con A. Pellegrini la revista literaria argentina Que, que se llamó en su segunda etapa A Partir de Cero.
…..Desde la publicación de su primer libro, Las cosas y el delirio (1941), que señala la aparición de la llamada generación del cuarenta, su obra es en efecto un recorrido por el surrealismo en el que, tras inspirarse en Paul Éluard, Jules Supervielle o Pablo Neruda (Pasiones terrestres, 1946), ahonda en los temas de América (Costumbres errantes o la redondez de la tierra, 1951) y en el tratamiento de lo cotidiano (Amantes antípodas, 1961; Fuego libre, 1962). Se ocupó de la guerra del Vietnam en Monzón Napalm (1968).
…..En su producción figura una novela de amplio vuelo lírico, Una sombra donde sueña Camila O´Gorman (1974), en la cual evoca, con gran libertad imaginativa, un episodio sangriento del gobierno del dictador Juan Manuel de Rosas. La novela recibió el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires y fue llevada al cine. Entre sus títulos posteriores cabe mencionar Los últimos soles (1980), El ala de la gaviota (1989), Hacia una isla incierta (1992) y El adiós (póstuma, 1997).
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Santiago Sylvester nació en Salta en 1946. Es autor de doce libros de poesía, de un libro de cuentos y uno de ensayos en Argentina y España. Ha recibido los premios Provincia de Salta, Nacional de Poesía, Gran Premio Internacional Jorge Luis Borges y Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. En España recibió los premios Ignacio Aldecoa, de cuentos, y Jaime Gil de Biedma, de poesía. Es autor de dos antologías de la poesía del Nordeste Argentino, de una antología de la poesía de Manuel J. Castilla, y ha realizado ediciones críticas de obras de Juana Manuela Gorriti y Federico Gauffin. Codirige, en Ediciones del Dock, la colección Época, de ensayos sobre poesía.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la fotografía «Deja vu» del artista © Juan Sebastián