Antología de poesía colombiana sobre la violencia
A las generaciones más recientes de la poesía colombiana les ha resultado imposible evadir el tema de la violencia en sus obras, nos recuerdan Henry Alexander Gómez y Héctor Cañón, quienes compilaron Si después de la guerra hay un día (Editorial Escarabajo, 2020). En esta primera entrega ofrecemos cinco poemas escritos por mujeres e invitamos a pensar el país a través del verso.
Aquí y allá, en el recuerdo, en la realidad
Lauren Mendinueta (Barranquilla, 1977)
Cuando miro hacia atrás,
hacia los años primeros de mi juventud,
veo El Danubio, la finca de mis abuelos,
sus naranjales, el arroyo,
la capilla en la que no se casó nadie,
el pozo, la sierra,
el gato montés con sus ojos esmeralda,
la gruta,
el murciélago muerto que enterré con mis primos,
la mecedora de mi abuela en el portal de la casa.
Detrás de todo eso
⎯enloquecida, irritada, resuelta⎯
la violencia, siempre ella,
corriendo hacia nosotros
como una yegua desbocada.
De Una visita al museo de historia natural, inédito
La estación dolorosa
Ela Cuavas (Montería, 1979)
Vivo en un lugar lleno de árboles y vacas, y mujeres con niños en sus brazos que caminan largos trayectos buscando un poco de leña, un poco de agua, un poco de leche; mujeres hechas de viento, de madera gastada y de sed.
…..Mujeres que amasan el barro del desamparo en sus costillas y encienden sus lámparas con el aceite que brota de sus muslos.
…..En el verano el lugar que habito se llena de polvo, el sol quiebra el rostro de los animales y Dios se esconde como un niño detrás de los árboles.
…..Todo se transforma en esa estación dolorosa, hay una llaga que acosa el pie izquierdo y un ángel lanzallamas juega con su aburrimiento a las puertas del cielo.
…..Pero el invierno es lo peor, el barro se pega al alma como una maldición y no hay manera de transportarse, el camino se llena de Cristos con sus cruces a cuestas y sólo caminar nos vuelve mansos.
…..Me toca vivir aquí, cada día debo ponerme una máscara que oculte las lágrimas; yo que soñaba con una casita frente al mar y pescadores de piel renegrida hablando de sus dulces preocupaciones; hablando del sol, del viento y la marea.
…..En este lugar hay una montaña donde ayer hubo hombres con la inteligencia de un pequeño dios, el alma blanca y las manos cuarteadas por el trabajo.
…..Aquí Dios ha olvidado sus zapatos para que recordáramos que no todo es luz en su reino.
…..Y a mí sólo me ha tocado el viento amenazando con llevarse mi casa, y dentro de poco no seré más que un cristal esparcido después de la estampida.
De Juntar los huesos, 2011
A una sombra
Lucía Estrada (Medellín, 1980)
Sueño teñido por la locura: noticias de barcos perdiéndose en la lejanía, dolor de sal que habla a través de las bocas de las mujeres. En las manos de alguien leo su desamparo.
…..Noticias ahora fragmentadas como antes lo estuvieron sus cuerpos.
…..Reaparecen, nos miran. Todas las posibilidades del horror reunidas en el espasmo de saberlos vivos en algún lugar respirando un aire de ceniza que los lleva lejos, más lejos que la muerte.
…..Alguien grita sus nombres, pero es a nosotros a quienes llaman.
De Katábasis, 2018
Fin de año
Diana Carolina Daza Astudillo (Bogotá, 1980)
El héroe nace cuando muere
y la hierba verde renace de los carbones.
Ernesto Cardenal
Los juegos pirotécnicos anuncian el año rojo
espigas de fuego caerán
para limpiar la casa y la mirada.
Vendrá el mar
a sanar promesas y cartas muertas
quedarán las hojas en blanco
los sobres vacíos
el pincel creador de un nuevo calendario.
Quedaremos tú y yo
sobrevivientes del incendio de la vida
habitando una esfera
donde levantaremos la ciudad de los arqueros
las brujas y las olas.
Trapecistas de finales
improvisadores
héroes del holocausto de nuestro tiempo.
Inédito
Mestizaje
Laura Castillo (Bogotá, 1990)
Una mujer negra aproxima sus caderas
como si en su vientre recogiera un golpe de origen.
Observa el borde del camino,
con esos ojos que derrumban memoria,
con el letargo de su boca
mordiendo palabras como agujas del tiempo.
Basta ver su rostro para entender
que la luz situada en sus manos
poco a poco se adormece.
El viento lo sabe:
no hay lugar que cobije su historia
ni que sostenga tanto
De Prolongación de la Lluvia, 2017
Selección de voces femeninas por Stefhany Rojas Wagner.
Héctor Cañón Hurtado. Bogotá, 1974. Ganó el Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2018. Escribió los libros de crónica En la intimidad de sus bibliotecas y Hazañas colombianas y los poemarios Los Viajes de la Luz y Cuarteto Elemental. Es coautor de la selección y el prólogo de Si después de la guerra hay un día. Antología de poesía colombiana sobre la violencia (Editorial Escarabajo, Bogotá, 2020). Algunos de sus poemas han sido traducidos a inglés, portugués, italiano y esloveno.
Henry Alexander Gómez. Bogotá, 1982. Es director del Festival Ojo en la tinta. Entre otros, recibió el Premio Casa de Poesía Silva y el Premio Internacional de Poesía José Verón de España. En 2018 publicó La noche apenas respiraba, Mención Honorífica Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz y finalista del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura. Es cofundador de la Revista La Raíz Invertida.
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de una ilustración de la artista Christian Schloe