Gregory Pardlo
Los tres poemas que ofrecemos fueron tomados de Digest (Nueva York, Four Way Books, 2014), libro con que Gregory Pardlo obtuvo el Premio Pulitzer de Poesía en 2015. Pardlo nació en Filadelfia en 1968. Actualmente es doctorando en inglés de la City University of New York. Agradecemos la presente traducción al castellano, en exclusiva para Abisinia Review, al poeta colombiano Miguel Falquez-Certain.
Escrito por él mismo
Nací en minutos en un comedero al borde de la carretera
una sartén susurraba mi nombre. Nací en agua de lluvia
y lejía; nací en la otra ribera del río donde fui adoptado
con pinzas de prender ropa, un diente de grada,
páginas impresas cosidas en los zapatos. Regresé,
aunque le plazca, sin que fuera culpa mía, los bolsillos
repletos de poso de café y cáscaras de huevo.
Nací muerto y supersticioso; cargaba un fardo inesperado.
Di a luz, di bendiciones, suscité sospechas.
Nací abandonado a la intemperie en el aire moldeado por el calor,
el aire arrastrándose como espíritus y viejas ventanas.
Nací un número, un quebrado y un asiento de libro mayor;
fui un índice de primeros renglones cuando nací.
Nací obstinado hasta la cintura en el agua llorando
acaso no soy mujer y camarada nací
en este salón de espejos, esta historia de terror nací
con un prólogo de referencias, perseguido
por mosquitos y ladrones, nací escurriendo
el bulto del siglo veinte: nací.
Leía pensamientos antes de que pudiera leer peces y panes;
caminé un tramo del camino solo antes de que naciera.
Written by Himself
I was born in minutes in a roadside kitchen a skillet
whispering my name. I was born to rainwater and lye;
I was born across the river where I
was borrowed with clothespins, a harrow tooth,
broadsides sewn in my shoes. I returned, though
it please you, through no fault of my own,
pockets filled with coffee grounds and eggshells.
I was born still and superstitious; I bore an unexpected burden.
I gave birth, I gave blessing, I gave rise to suspicion.
I was born abandoned outdoors in the heat-shaped air,
air drifting like spirits and old windows.
I was born a fraction and a cipher and a ledger entry;
I was an index of first lines when I was born.
I was born waist-deep stubborn in the water crying
ain’t I a woman and a brother I was born
to this hall of mirrors, this horror story I was
born with a prologue of references, pursued
by mosquitoes and thieves, I was born passing
off the problem of the twentieth century: I was born.
I read minds before I could read fishes and loaves;
I walked a piece of the way alone before I was born.
Problema 4
A los trece le pedí a mi padre un tatuaje.
Es como si le hubiera pedido un benei mitzvá.
Me dijo que no tenía ningún derecho a modificar el cuerpo
que me había dado. Parodiando lo poco de Marx que había
aprendido con las hermanas vecinas que se ponían medias
negras rotas con botas del Dr. Martens, le respondí
que yo era un hombre porque podía reclamar mi cuerpo
y el valor de su trabajo. Esto quería decir que podría
adornarlo o hacer de él lo que me viniera en gana. Los tatuajes,
dijo mi padre, son como los hijos: cuando tienes uno,
se te antojará tener otro. Sabía que había una relación
entre el cuerpo ornamentado y la reproducción.
Era por eso por lo que quería un tatuaje. Sin embargo
pensé, no exactamente así, que su analogía sólo es valedera
en el caso de la propiedad, es decir, mi cuerpo me pertenece,
pero mis hijos no me pertenecen. Su carcajada
fue mi primera lección en el esquema Ponzi
humano del paternalismo, una semi esclavitud
consentida con la promesa de una herencia material,
hombres que aducen una autoridad hueca porque,
sencillamente, sus padres habían aducido
una autoridad hueca. Consciente de que yo no sabía
exactamente cómo sería el tatuaje
que proponía, mi padre me ordenó que me fuera
a mi habitación e hiciera un bosquejo con los pasteles
que me había regalado de aguinaldo. Con base en
su apreciación, dijo, tomaría en consideración mi propuesta.
Sin embargo, ya le había quitado brillo a mi pavoneo.
¿Cómo puedo embellecer algo que no me pertenece
y pensar que sea algo diferente a un grafiti? Chris Rock dice
que mi primera obligación es evitar que mi hija
termine bailando en el tubo de un bar. Esté o no de acuerdo
con él, entiendo su punto de vista. Como padre que soy
ahora veo cada declaración sediciosa de independencia
como el anuncio de que la niña de mis ojos
terminará en mala compañía. Richard Pryor
dice que estamos destinados a joder a nuestros hijos
de uno u otro modo. Mi padre haría la salvedad:
así como te traje al mundo, diría,
asimismo puedo sacarte de él y traer a otro
exactamente igual a ti.
Problema 4
At thirteen I asked my father for a tattoo.
I might as well have asked for a bar mitzvah.
He said I had no right to alter the body
he gave me. Aping what little of Marx I learned
from the sisters down the street who wore torn
black stockings with Doc Martens, I said
I was a man because I could claim my body
and the value of its labor. This meant I could
adorn it or dispose of it as I chose. Tattoos,
my father said, are like children: have one,
you’ll want another. I knew there was a connection
between the decorated body and reproduction.
This is why I wanted a tattoo. Yet I reasoned,
not in so many words, his analogy only held
in the case of possession, i.e., I possess my body,
but cannot possess my children. His laughter
was my first lesson in the human Ponzi
scheme of paternalism, the self-electing
indenture to the promise of material inheritance,
men claiming a hollow authority because,
simply, their fathers had claimed
a hollow authority. Knowing I had little
idea as to what my proposed tattoo might
resemble, my father sent me to my room
to sketch it using the pastels he had given me
for Christmas. Based on his critique, he said,
he would consider my request. But he had
already taken the shine from my swagger.
How can I beautify what I do not possess
and call it anything but graffiti? Chris Rock says
my first job is to keep my daughter
off the pole. Whether or not I agree with him,
I get his point. As a father myself
I now see every mutinous claim of independence
as the first steps toward my sweet pea’s
falling in with a bad crowd. Richard Pryor
says we are bound to fuck up our kids
one way or another. My father would
split the difference: I made you, he’d say,
I can un-make you, and make another one
just like you.
Kierkegaard: El que realiza el trabajo da a luz a su propio padre.
Coopere, dicen los médicos, y nadie se hará daño. Un día
te maltratan en un cuarto de exámenes. Al día siguiente
te imaginas que les ves en todas partes, siguiéndote,
hablándoles a las mancornas en el Jardín Botánico, espiándote
detrás de los periódicos mientras juegas con tus hijos.
Muy pronto recuerdas una y otra vez la desilusión de tu papá
por el mal estado en que conservas tu propio cuerpo, pero esta vez oyes
Pásame un riñón, como si fuera un balón, esa cosa que
a ti no te sirve. El cuerpo se siente apremiado. Arrojas advertencias
como migas de pan mientras tus hijos se desploman riñéndose sobre
el cúmulo de cenizas de los cerezos en flor que bordean
el malecón mientras la Dirección de Parques drena la quebrada
cercana. Una manguera se alza de las hojas podridas como la derivación
que regula la sangre de tu padre toda la semana. Desde que
comenzó a oler a cansancio y jabón fenicado, su lobo al estilo de
los vestidores de gimnasios te produce picazón en todas partes.
La evaporación no te liberará del espejismo que ahora ves acercarse,
caminando sobre nubes de pantuflas de hospital azul celeste. Te alarga la mano.
Quizá ésta sea la última oportunidad que te brinde de finalmente ser importante.
Kierkegaard: He who does the work gives birth to his own father.
Cooperate, say the doctors, and no one gets hurt. One day
they’re roughing you up in an examination room. Next day
you imagine seeing them everywhere, tailing you, talking into
cufflinks in the Botanical Garden, spying over newspapers while
you play with your kids. Soon you’re replaying your pop’s chagrin
at how poorly you sport you own body, but this time you hear
Toss me the kidney, as if it were the football, that thing of no use
to you. The body is under duress. You drop warning like bread
crumbs as your children tumble rough in the ash heaps of cherry
blossoms filed along the esplanade while the Park Dept. drains
near the ravine. A hose rises from the leaf-rot like the shunt
that spigots your father’s blood all week. Since he began to smell
of fatigue and carbolic soap, his locker room-style wolf
tickets nettle you everywhere. Evaporation will not relieve you
of the mirage you see approaching now, walking on clouds of sky-
blue shoe booties from the hospital. He is reaching out his hand.
He is offering the last chance he may give you to be worth a damn.
De Digest, Nueva York: Four Way Books, 2014.
Gregory Pardlo nació en Filadelfia en 1968. Tiene una licenciatura en inglés de Rutgers University, una maestría en bellas artes de New York University, una maestría en ensayo de Columbia University y actualmente es doctorando en inglés de la City University of New York. Totem (Copper Canyon Press, 2007), su primer libro, recibió el Premio Honickman en 2007. Sus poemas han sido publicados en American Poetry Review, Boston Review, The Nation, Ploughshares, Tin House, así como en Angles of Ascent, la Antología Norton de poesía de afrodescendientes, y en dos ediciones de The Best American Poetry. Ha sido becario de The New Foundation for the Arts en poesía y de The National Endowment for the Arts en traducción. Asimismo, ha recibido otras becas de The John Simon Guggenheim Foundation, The New York Times, The MacDowell Colony, The Lotos Club Foundation y Cave Canem. Jefe de redacción adjunto de la revista Callaloo, actualmente se desempeña como profesor en el Departamento de inglés de la Universidad de Rutgers en Camden (Nueva Jersey). Los tres poemas publicados hoy por Abisinia, con traducción al castellano de Miguel Falquez-Certain, fueron tomados de Digest (Nueva York: Four Way Books, 2014), poemario que obtuvo el Pulitzer Prize en 2015.
Nació en Barranquilla, Colombia, en 1948. En poeta, cuentista, novelista, ensayista y crítico literario. Es Licenciado en literaturas hispánica y francesa en Hunter College y cursó estudios de doctorado en literatura comparada en New York University. Su obra poética, dramática y narrativa ha sido distinguida con numerosos galardones y ha sido incluida en numerosas antologías. Ha publicado una veintena de libros. Su último libro de poesía publicado se titula Hipótesis del sueño. Antología personal (Nueva York, 2019). En octubre 2020, Escarabajo Editorial de Bogotá publicó su novela La fugacidad del instante. Vive en Nueva York desde hace más de cuarenta años y se desempeña como traductor en cinco idiomas desde 1980.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del artista español © Juan Carlos Mestre