Juan Esteban Londoño
«Oráculos de Jezabel» (Sílaba, 2023) de Juan Esteban Londoño es un libro inquietante, lúcido y audaz con una voz femenina que desempolva el camino oculto al misterio. Londoño nació en Medellín, Colombia, en 1982. Es escritor, docente e investigador en las áreas de hermenéutica, literatura y religiones. Agradecemos la traducción alemán del propio autor y la revisión de Selnich Vivas Hurtado.
III
No tengo más religión que la de sentarme a ver anémonas. Ellas hablan y el silencio me acaricia. Mi alma no busca la revelación de la aurora. Estoy cansada de escuchar a sacerdotes babeantes maldiciendo mis caderas.
Mi espiritualidad es una planta venenosa.
III
Ich habe keine andere Religion, als zu sitzen und Anemonen zu beobachten. Sie sprechen und die Stille streichelt mich. Meine Seele sucht nicht nach der Offenbarung der Morgenröte. Ich bin es leid, sabbernden Priestern zuzuhören, die meine Hüften verfluchen.
Meine Spiritualität ist eine giftige Pflanze.
IV
¿Escuchas mi voz cuando me lees? ¿Sientes mi cuerpo envuelto en lienzos?
Oye el crujir de la carne, percibe el olor de la luz que se filtra por las hendijas de mi piel.
Escribo para no morir ahogada en la sangre de los pueblos invadidos.
No hay cielo, me repito, sólo el mar.
La poesía es mi barcaza, la claridad navega en ella.
IV
Hörst du meine Stimme, wenn du mich liest? Fühlst du meinen in Leinen gehüllten Körper?
Hör das Rascheln des Fleisches ab, riech den Duft des Lichts, das durch die Schlitze in meiner Haut dringt.
Ich schreibe, um nicht im Blut der überfallenen Völker zu ertrinken.
Es gibt keinen Himmel, wiederhole ich mir, nur das Meer.
Die Poesie ist mein Kahn, die Klarheit segelt auf ihm.
VI
Al llegar al templo de Venus me maquillo los ojos con ceniza y pinto de carmín los pómulos. El espejo de bronce me agasaja.
Camino descalza por la columna de las meretrices. Un peregrino, oloroso a sales del Mar Negro, me acuchilla el vientre y lame la sangre en la palma de su mano.
Mi vida me ha costado la vida.
VI
Am Venustempel angekommen, schminke ich meine Augen mit Asche und male meine Wangenknochen mit Karmin an. Der Bronzespiegel schmeichelt mich.
Ich gehe barfuß an der Säule der Dirnen entlang. Ein Pilger, der nach Schwarzmeersalz riecht, sticht mir in den Bauch und leckt das Blut in seiner Handfläche.
Mein Leben hat mich das Leben gekostet.
XXXI
Camino entre las siluetas de viejos emperadores. El recuerdo de una lira tañe en un salón lejano. La música es líquida y salada. Suaviza el asesinato de los dacios. La casa fue incendiada por soldados y dos niñas flotan en barriles de aceitunas. La legión merodea en busca de mujeres para subyugarlas. Me escondo en la gruta de los lobos y escribo en sus paredes con un carbón: «Me duele el tiempo».
XXXI
Ich wandle zwischen Silhouetten alter Kaiser. Die Erinnerung an eine Leier spielt in einem entfernten Saal. Die Musik ist flüssig und salzig. Sie lindert den Mord an den Dakar. Das Haus wurde von Soldaten in Brand gesteckt und zwei Mädchen schwimmen in Fässern mit Oliven. Die Legion zieht auf der Suche nach Frauen umher, die sie unterwerfen kann. Ich verstecke mich in der Höhle der Wölfe und schreibe an die Wände mit Holzkohle: „Die Zeit tut mir weh“.
XXXVII
El niño, animal de cercanías, se sienta en el astillero junto a un perro sucio a la espera de un barco. Escucha los lamentos perdidos que arrastra la bruma del mar. En el agua se percibe el reflejo plateado y frío de la luna.
«Algún día volverá papá», le dice al perro que se rasca las pulgas, indiferente y juguetón.
Lo que nunca fue nuestro duele en la madrugada.
XXXVII
Das Kind, der ein Verbindungstier ist, sitzt in der Werft neben einem schmutzigen Hund und wartet auf ein Schiff. Er lauscht dem verlorenen Stöhnen, das durch den Seenebel getragen wird. Im Wasser ist das kalte, silbrige Spiegelbild des Mondes zu sehen.
„Eines Tages wird Papa zurückkommen“, sagt er zu dem Hund, der sich unbeteiligt und spielerisch an seinen Flöhen kratzt.
Was uns nie gehörte, schmerzt uns am frühen Morgen.
XLII
[…] Nos han mentido los predicadores de la llama. La noche es un cielo desnudo. Ella también puede salvarnos […]
XLII
[…] Wir sind von den Predigern der Flamme belogen worden. Die Nacht ist ein nackter Himmel. Sie kann uns auch retten […] […]
XLIII
[…] La naturaleza abre sus ojos en mis ojos. Somos torsos que el asombro acaricia. En mi arena Dios se juega la vida […]
XLIII
[…] Die Natur öffnet ihre Augen in meinen Augen. Wir sind Rümpfe, die das Erstaunen streichelt. In meinem Sand riskiert Gott sein Leben […]
LXXV
[…] Sobre una piedra que tallé hace unos meses, borro mi nombre y escribo con tizne: «la máscara que quiebras es tu rostro» […]
LXXV
[…] Auf einem Stein, den ich vor einigen Monaten geschnitzt habe, radiere ich meinen Namen aus und schreibe mit einem Ruß: „Die Maske, die du zerbrichst, ist dein Gesicht“ […]
Juan Esteban Londoño es poeta y novelista. Profesor de filosofía, teología y literatura. Doctor en Teología en la Universidad de Hamburgo (Alemania), Magister en Filosofía en la Universidad de Antioquia (Colombia) y Magister en Ciencias Bíblicas en la Universidad Bíblica Latinoamericana (Costa Rica). Es autor de la novela Evangelio de arena (Colombia, 2018), del libro de ensayo Hugo Mujica: el pensar de un poeta en la poesía de un pensador (Argentina, 2018) y de los poemarios El país de las palabras rotas (Nueva York, 2019) y Oráculos de Jezabel (Colombia, 2022), con el cual fue ganador del Programa Nacional del Estímulos del Ministerio de Cultura de Colombia.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del artista colombiano © Fercho Yela