Pablo Montoya
Este dossier lo creamos para ir a la caza de joyas de la literatura y para rendirle un pequeño homenaje al lector de poesía. Le preguntamos al poeta Pablo Montoya: «¿Cuáles son tus tres poemas colombianos esenciales desde tu experiencia como lector y desde tu sensibilidad como creador?». Y, sin solicitarle argumentaciones, nos obsequió estas semillas.
Pablo Montoya nació en Barrancabermeja, Colombia en 1963. Es poeta, novelista, ensayista y docente. Doctor en Literatura de la Universidad de La Sorbonne. Premio Rómulo Gallegos 2015 y Premio Casa de las Américas-José María Arguedas 2017 por su novela Tríptico de la infamia. En el año 2016 obtuvo el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra. Actualmente, es profesor titular de literatura de la Universidad de Antioquia.
Álvaro Mutis
[Bogotá, 1923-Ciudad de México, 2013]
Nocturno
Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales.
Sobre las hojas de plátano,
sobre las altas ramas de los cámbulos,
ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima
que crece las acequias y comienza a henchir los ríos
que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales.
La lluvia sobre el cinc de los tejados
canta su presencia y me aleja del sueño
hasta dejarme en un crecer de las aguas sin sosiego,
en la noche fresquísima que chorrea
por entre la bóveda de los cafetos
y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes.
Ahora, de repente, en mitad de la noche
ha regresado la lluvia sobre los cafetales
y entre el vocerío vegetal de las aguas
me llega la intacta materia de otros días
salvada del ajeno trabajo de los años.
De Los trabajos perdidos, Editorial Era, México, 1965
Fernando Charry Lara
[Bogotá, 1920-Washington, 2004]
Llanura de Tuluá
Al borde del camino, los dos cuerpos
uno junto del otro,
desde lejos parecen amarse.
Un hombre y una muchacha, delgadas
formas cálidas
tendidas en la hierba, devorándose.
Estrechamente enlazando sus cinturas
aquellos brazos jóvenes,
se piensa:
soñarán entregadas sus dos bocas,
sus silencios, sus manos, sus miradas.
Mas no hay beso, sino el viento
sino el aire
seco del verano sin movimiento.
Uno junto del otro están caídos,
muertos,
al borde del camino, los dos cuerpos.
Debieron ser esbeltas sus dos sombras
de languidez
adorándose en la tarde.
Y debieron ser terribles sus dos rostros
frente a las
amenazas y relámpagos.
Son cuerpos que son piedra, que son nada,
son cuerpos de mentira, mutilados,
de su suerte ignorantes, de su muerte,
y ahora, ya de cerca contemplados,
ocasión de voraces negras aves.
De Los adioses, 1963
Giovanni Quessep
[San Onofre, Sucre, 1939]
Mientras cae el otoño
Nosotros esperamos
envueltos por las hojas doradas.
El mundo no acaba en el atardecer,
y solamente los sueños
tienen su límite en las cosas.
El tiempo nos conduce
por su laberinto de hojas en blanco
mientras cae el otoño
al patio de nuestra casa.
Envueltos por la niebla incesante
seguimos esperando:
La nostalgia es vivir sin recordar
de qué palabra fuimos inventados.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de:
Niño de tierra
Escultura
30 cm x 16cm x 18cm
de © Jorge Lopez