Darío Jaramillo Agudelo
Este dossier lo creamos para ir a la caza de joyas de la literatura y para rendirle un pequeño homenaje al lector de poesía. Le preguntamos al poeta Darío Jaramillo Agudelo: «¿Cuáles son tus tres poemas colombianos esenciales desde tu experiencia como lector y desde tu sensibilidad como creador?». Y, sin solicitarle argumentaciones, nos obsequió estas semillas.
Darío Jaramillo Agudelo nació en Santa Rosa de Osos, Colombia, en 1947. Es poeta, novelista y ensayista colombiano. Obtuvo el título de abogado y economista en la Universidad Javeriana de Bogotá. Ha desempeñado importantes cargos culturales en organismos estatales. En 2017 fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía 2017 del Ministerio de Cultura, por su poemario «El cuerpo y otra cosa» y en 2018 obtuvo, en su decimoquinta edición, el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca.
Jaime Jaramillo Escobar
Visita de la ballena
He aquí que una ballena ha venido a visitarme.
Desde lejanas regiones del mar ha venido a visitarme, y me saluda con tres surtidores de niebla,
deteniéndose a la entrada de mi cueva para solicitar audiencia.
Acudo a recibir a la ballena (a quien Dios salude) y habiendo entrado ambos en intimidad inmediatamente,
le hablo de mi juventud en una gruta del alto pico del Aconcagua,
y de la salida del sol detrás de mis orejas,
y, dándole palmadas en su impenetrable piel nos reímos como dos amigos,
la ballena, bus de los mares, y yo que recibo su visita a la entrada de mi cueva,
y charlamos hasta el atardecer, descansando sobre el brillante tapiz de las arenas penetradas de luz.
Ella me cuenta lo que ha visto en las profundidades de los océanos,
los náufragos viviendo en los barcos sumergidos y sus extrañas costumbres,
y lo que sucede en el mar durante la noche.
Después de que la ballena ha hecho uso de la palabra según las leyes de la hospitalidad,
y de las normas que rigen los actos de los visitantes,
yo comienzo a hablarle de las profundidades de mi alma y cuando hago una pausa, a la hora del crepúsculo, no me responde.
Entonces la arrastro y la deposito a la orilla del mar para que éste la recoja,
y al alba, cuando la marea se retira, la despido con mi mano en alto.
La ballena (a quien Dios respete y salude) se aleja rápidamente mar afuera y va a estrellarse contra el disco del sol que acaba de aparecer en el horizonte.
Dando la espalda a este espectáculo regreso a la cueva para besar los escorpiones de mi angustia,
¡Oh monstruo que me habéis recluido en este monte,
a fin de proteger al mundo de mi extraña maldad!
León De Greiff
Relato de Sergio Stepansky
…………………………………….Juego mi vida!
…………………………………….Bien poco valía!
…………………………………….La llevo perdida
…………………………………….sin remedio!
…………………………………….ERIK FJORDSSON
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida…
Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo…
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo…
Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego —o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo o la regalo…:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo…
Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.
Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia,
la pálida morenaza, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por un anillo de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar
la bola…
Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que le llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por
un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca…
o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.
Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos (con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas…
¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres, toda la hartura, todo el fastidio, todo el horror que
almaceno en mis odres…!
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida…
José Asunción Silva
Nocturno
Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
…….Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
…….Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas
Hasta el más secreto fondo de tus fibras se agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
…….Caminabas,
…….Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.
…….Y tu sombra
…….Fina y lánguida,
…….Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectadas
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
…….Y eran una
…….Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
…….Esta noche
…….Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma por la sombra, por el tiempo y la distancia,
…….Por el infinito negro
…….Donde nuestra voz no alcanza,
…….Solo y mudo
…….Por la senda caminaba.
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
…….A la luna pálida,
…….Y el chillido
…….De las ranas
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas
…….Entre las blancuras níveas
…….De las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada.
…….Y mi sombra
…….Por los rayos de la luna proyectada
…….Iba sola
…….Iba sola
…….Iba sola por la estepa solitaria.
…….Y tu sombra esbelta y ágil;
…….Fina y lánguida
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
…….Se acercó y marchó con ella,
…….Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella… ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se juntan y se buscan en las noches de negruras y de lágrimas!…
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de un fragmento de la obra Dal clavicembalo ben temperato di J Bach de © Jorge Eduardo Eielson. Agradecemos a Martha L. Canfield, presidenta Centro Studi Jorge Eielson, Florencia, Italia.