Margaret Randall
para Rhoda Waller
Es cierto. Marchábamos en algún lugar
y hacía frío, y compartíamos los guantes
porque sólo teníamos un par entre las dos,
y un policía de New York City compartió también
los suyos, grandísimos, conmigo –qué extraño,
él estaba allí para mantener el orden
y entonces podía ofrecérmelos y yo aceptarlos.
Marchábamos por el Santa María, un barco
portugués cuya tripulación se había amotinado.
Ellos exigían asilo en el Brasil de Goulart
y nosotras desfilábamos en su apoyo
en medio del invierno, en New York City,
yendo y viniendo frente al Consulado de Portugal,
Rockefeller Center, 1961.
Fijo la fecha por mi primer hijo–Gregory nació a finales de 1960–,
como fijo muchas otras fechas por el primero, la segunda,
la tercera, la cuarta,
y siento su cuerpo en este instante
de nuevo junto a mi pecho,
sostenido contra el frío
por nuestros fuertes pasos de dignidad.
Esa fue mi primera protesta pública, Rhoda,
extraño es que la recuerdes ahora,
en esta carta que habla de una amistad
que ha sobrevivido tantos años.
Cuántas protestas desde aquélla, cuántos
desfiles y concentraciones por causas más grandes,
guerras más largas, heridas más profundas,
tocadas o no por nuestra pasión.
Hoy por nada del mundo un policía se quitaría
los guantes, ofreciéndolos con insistencia
para que me proteja las manos violáceas.
Hoy un niño, apretado contra mi pecho, sería un hijo
de mi hijo, una generación adelante.
El mundo es más viejo y yo dentro de él he envejecido.
Ardo más lentamente con las mismas pasiones.
Las pasiones son cada vez más viejas y, por tanto,
yo cada vez más joven, porque las vivo
con más conocimiento de causa, y me muevo dentro
de ellas, preñada de miedo, pero sin doblar las rodillas.
Los guantes siguen allá, en el frío
y pasan de mano en mano.
The Gloves
for Rhoda Waller
Yes, we did march around somewhere and yes it was cold
we shared our gloves because we had a pair between us
and a New York City cop also shared his big gloves with me
–strange, he was there to keep our order
and he could do that and I could take that back then.
We were marching for the Santa María, Rhoda,
a Portuguese ship whose crew had mutinied.
They demanded asylum in Goulart’s Brazil
and we marched in support of that demand
in winter in New York City, back and forth
before the Portuguese consulate
Rockefeller Center 1961.
I gauge the date by my first child
–Gregory was born late in 1960–
as I gauge so many dates
by the first the second the third the fourth
and I feel his body now again, close to my breast
held against cold to our strong steps of dignity.
That was my first public protest, Rhoda,
strange you should retrieve it now
in a letter
out of this love of ours alive these many years.
How many protests since that one, how many
marches and rallies
for greater causes, larger wars, deeper wounds
cleansed or untouched by our rage.
Today a cop would hardly unbuckle his gloves
and press them around my blue-red hands.
Today a baby held to breast
would be a child of my child a generation removed.
The world is older, and I in it am older
burning slower with the same passions.
The passions are older and so I am also younger
for knowing them more deeply and moving in them
pregnant with fear, but fighting.
The gloves are still there in the cold
passing from hand to hand.
Traducción de Víctor Rodríguez Núñez
De Memory Says Yes, Curbstone Press, Willamantic, Connecticut, 1988. Publicado originalmente en español en Espejos cortados a la medida, Margaret Randall, selección, prólogo y traducción de Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez, Colección Torreones Poesía, Caza de Libros, Bogotá, Colombia, 2019.)
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Margaret Randall. Poeta, escritora, fotógrafa, militante feminista y activista social. Es autora de más de 150 libros de poesía, ensayo e historia oral. Nacida en Nueva York en 1936, vivió por largos períodos en Albuquerque, Nueva York, Sevilla, Ciudad de México, La Habana y Managua. También mantuvo breves residencias en el Perú y Vietnam del Norte. En 1990 se le otorgó el Premio Lillian Hellman y Dashiell Hammett para escritores víctimas de la represión política. En 2004 PEN Nueva México le entregó el primer Premio Dorothy Doyle por una vida dedicada a escribir y al activismo en favor de los derechos humanos. En 2019 Casa de las Américas (La Habana, Cuba) le otorgó su Medalla Haydée Santamaría y la Universidad de New Mexico le confirió el Doctor Honoris Causa en Literatura. En 2020 fue merecedora del George Garrett Prize de AWP. Los últimos libros de poesía de la autora son She Becomes Time (2016), The Morning After: Poetry and Prose for a Post-Truth World (2017) y Against Atrocity (2017).
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de un fragmento la obra Mas o menos no siempre de la artista Camila López