Lauren Mendinueta
La vocación suspendida es un poemario orgánico, cerrado, completo: una teoría del «dolorido sentir», tensa hasta el desgarramiento y, a la vez, contenida. Lo suficientemente contenida como para permitir una lectura analítica y serena, que no es poca virtud y maestría. Lauren Mendinueta se revela aquí como una de las voces más individualizadas de su generación. Una voz extraordinariamente madura, dueña de sus recursos, que ha sabido edificar una tradición a su medida, sin dejarse dominar por ella, sometiéndola a lo que debería ser el proyecto de todo poeta auténtico: la creación de un personaje dotado de una vida moral autónoma.
Jon Juaristi
Autoabandono
Apenas ayer tenía cuarenta y nueve años.
Hoy, primera mañana de abril de 1977,
busqué mi rostro en el espejo,
mi rostro aún más roto
en el espejo roto del baño.
Cuerpo mío inasequible
¡¿por qué sigues terco reflejándote?!
Soy culpable de vivir.
Puedo verte derruido
y en el pasado también fresco y tembloroso,
todo tu peso sobre la liviandad del sueño.
Te vi caminar entre las dentaduras cariadas
del puerto en la niñez,
correr sobre piernas esparcidas
como por entre robles,
cobijarte en las manos sudorosas de ciudades trajinadas
y dar el pecho a infantes que en vano
buscaban líquidos distintos de la piedad.
Te vi, cuerpo,
descansar el rostro sobre la tumba modesta
que ahora evoca tu propio rostro.
Soy casi un escombro,
una mancha indistinguible
en los espejos de asilos y supermercados.
Sé que estoy viva porque siento dolor;
el cuerpo es una prolongación
absurda y obligada de la mente.
Letting Myself go
Only yesterday I was forty-nine.
Today, the first morning of April, 1977,
I looked for my face in the mirror,
my face even more broken
in the cracked mirror of the bathroom.
Dear body beyond my reach,
why do you stubbornly continue to show your reflection?
I am guilty of living.
I can see you’ve fallen apart
and in the recent and trembling past
your entire weight rests upon the lightness of sleep.
In childhood I saw you walking among the carious smiles
of the harbor,
running with legs spreadeagled
as if dodging the oaks,
covering yourself with sweaty hands zigzagging the busy cities
and nursing infants who
searched in vain for other liquids, not mercy.
I saw you, body,
rest your face upon the modest grave
that now evokes your very face.
I am nearly rubble,
an indistinguishable stain
on the mirrors of asylums and supermarkets.
I know that I am alive because I feel pain;
the body is an absurd obligatory
extension of the mind.
Bogotá, después de una visita a Helena Iriarte
No hay relación entre las cosas
y aquello que las encarna.
La realidad acaso es un vacío
y su copia en el espejo
la evidencia de su precariedad.
Los nombres van por el mundo
retratando la angustia de no ser lo que nombran.
La gente corre afanada
hacia el vagón del metro o el autobús
porque la vida depende de un concepto.
Tampoco la puntualidad corresponde a su palabra,
pues no se puede llegar con retraso al destino.
¿Es posible que convivan alma y cuerpo?
¿No serán un binomio inseparable,
una sola cosa que no sabemos nombrar aún?
En estos temas, como en tantos otros,
me atropella la retórica,
y vuelvo a preguntarme si será posible
nada más vivir.
Bogotá, following a visit to Helena Iriarte
There is no relationship between things
and what embodies them.
At best, reality is a void
and its copy in the mirror
the evidence of its precariousness.
Names traverse the world
depicting the anguish of not being what they name.
People hurriedly run
towards the subway car or the bus
because life hinges on a concept.
Not even punctuality corresponds to its word,
since it’s not possible to arrive at destiny behind schedule.
Can spirit and body ever coexist?
Would they not be an inseparable binomial,
one lone thing we still fail to name?
With these themes, as with so many others,
I stumble over rhetoric,
and I ask myself anew if it is possible
just to live.
Olvido de mí
Octubre ha llegado dominado por las lluvias,
y los demás meses lo han seguido hasta aquí.
De repente este amontonado tiempo lo ha llenado todo,
el verde de la casa, las sillas, la manta que cubre el piso
cuando en el verano me recuesto a leer.
En mí no es posible el abandono del tiempo;
la gracia que supone el olvido
me hubiese salvado de esta invasión.
Ahora debo caminar con cuidado
para no maltratarme con tantos recuerdos.
¿Me engañaré o será verdad lo que voy a decir?
Renuncio a esta visita, no le temo a la soledad.
I forget myself
October has arrived controlled by the rains,
and the remaining months have followed it here.
Suddenly this pile of time fills everything,
the green of the house, the chairs,
the blanket that covers the floor
when I lie down to read in the summer.
I am not able to abandon time,
had forgetfulness bestowed its grace on me
I would have been saved from this invasion.
Now I must step cautiously,
not mistreat myself with so many memories.
Will I deceive myself or will what I say be true?
I refuse this visit, I am not afraid of solitude.
Así pasan los años
Pasan los años,
y aunque la vida me acusa de inmovilidad,
también yo he viajado.
Como una partícula de polvo
he revoloteado por la casa y me he prendido a los libros.
Como un insecto he reposado a la orilla de las acequias,
o simplemente he sido una mujer que de tarde en tarde
ha mirado hacia el mar
buscando barcos olvidados por la neblina
y que vuelven a la memoria,
sin esperanza distinta de la muerte.
The years pass thus
The years pass
and though life accuses me of immobility
I have also traveled.
Like a particle of dust
I have fluttered through the house
and taken root on the books.
Like an insect I have rested on the banks of ditches,
or I have simply been a woman
who has looked out to sea
from afternoon to afternoon
searching for boats, forgotten by the fog,
which return to memory,
without any hope
aside from death.
Traducción de Constance Lardas
De La vocación suspendida,
Difácil Editores, Valladolid, España, 2022.
Lauren Mendinueta nació en Barranquilla, Colombia, en 1977. Es poeta, ensayista y traductora. Ha publicado once libros de poesía editados en Colombia, México, España, Italia y Portugal. En Colombia ganó tres premios nacionales de poesía, el Premio del Festival de Poesía de Medellín (2000), y el Premio Nacional de Ensayo y Crítica de Arte del Ministerio de Cultura (2011). Además, obtuvo en España los premios internacionales Martín García Ramos por La vocación suspendida (2008) y el Premio César Simón por Del tiempo, un paso (2011); así como el Premio Barranquilla Capital Americana de la Cultura en 2013 por Una visita al museo de historia natural (2021). Actualmente reside en Lisboa, donde a la par de su escritura, desarrolla una intensa labor de divulgación de la poesía colombiana.
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Constance Lardas studied anthropology at the University of Pittsburgh and lived in Latin America for several years. She is a translator and a professor of Spanish at the University of Cincinnati.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la fotografía «Venus» del artista © Juan Sebastián