Cristina Maya
«La poesía de Cristina Maya es la búsqueda del presente a través de los objetos de la memoria, sus sílabas palpan hacen memoria con los dedos, exploran la cadencia y el ritmo de los instantes», dice Fernando Denis. Ofrecemos en el presente número de Abisinia Review un poema inédito y un conjunto de textos del libro El fuego de la escritura. Poesía reunida, (Bogotá, 2017). Agradecemos la traducción al inglés de Gabriela Mercedes Arciniegas.
Jardín
Este es el jardín
que el tiempo aún no ha derrotado.
Si pudiera contar los días y los años
de sus metamorfosis,
si pudiera adentrarme en sus brumas,
en sus menudas lluvias donde reposa el aire
o en sus feroces aguaceros,
si pudiera contar las piedras, las hormigas y los pájaros,
todos los seres que lo habitan,
sabría que mi tiempo corre paralelo con el suyo,
que cada oscilación de su existencia
marca un minuto de mi vida,
que hemos crecido cada cual con su angustia:
la suya vegetal, la mía humana;
que sus enredaderas henchidas de capullos
se enhebran a mis sueños en las noches de luna
y el recuerdo regresa como si fuera fábula
de un tiempo inagotable.
Inédito
Garden
This is the garden
That time has not yet defeated.
If I could count the days and the years
Of its metamorphosis,
If I could enter its enveloping mists,
its brittle showers on which the air is resting
or its ferocious downpours,
If I could count the stones, the ants and the birds,
All the beings that dwell there,
I would know that my time runs parallel with it,
that each oscillation of its existence
marks a minute of my life,
that each one of us has grown with its own anguish:
one vegetative, the other human;
that its vines bursting with buds
thread themselves into my dreams on moonlit nights
and memory returns as if it were the fable
of an inexhaustible time.
La ciudad y la noche
La noche
se posa en las azoteas solitarias,
sobre balcones de ceniza,
entre rincones abandonados.
Cae lentamente sobre agrietadas calles,
pasea por los jardines,
oscurece los estanques,
cubre los tejados,
las chimeneas de las fábricas,
los aposentos secretos
donde el llanto se encumbra.
La noche cae con su sombra de terciopelo
sobre los amantes,
poco a poco va apoderándose
de espacios amados:
la habitación, la biblioteca, el patio,
lugares secretos del alma,
los más abscónditos recodos
de la conciencia.
La noche palpita conmigo
en duermevela,
me diluye en su vaho misterioso
y me invade
como un agua impalpable.
Night and the City
Night
alights on the solitary terracex,
on balconies of ashes,
seeps through abandoned corners,
falls slowly on broken streets,
takes a stroll through the gardens,
darkens the ponds,
covers the rooftops,
the factory chimneys,
the secret rooms,
high up where weeping rises.
Night falls with its velvet shadow
on lovers,
little by little it steals
beloved spaces :
the bedroom, the library, the patio,
the soul’s secret places,
the most recondite angles
of our conscience.
Night throbs in time with me,
we doze together,
It delutes me in its mysterious vapor
like an invasion of impalpable water.
El laberinto
¿Cómo romper la cáscara del tiempo
enredada en la entraña del pasado…?
¿Cómo salir, soltar la amarra
de ese espacio compacto del recuerdo…?
Soy la misma que refleja su imagen
en la memoria ajada de los días,
la que adopta una máscara idéntica
y repite el vestuario de la escena,
la que viaja y regresa
por el mismo camino hasta la orilla.
La que al cerrar los párpados
refleja sus sueños en la pupila inerte
de la noche.
La que vive el amor y el desamor
y repite por siempre la historia circular
del laberinto.
The Labyrinth
How can I break the shell of time,
entangled in the core of the past…?
How can I go forth, cast off the moorings
of that compact space of memory…?
I am the one who reflects her own image
in the wrinkled remembrance of days,
who chooses an identical mask
and repeats the wardrobe of the scene,
who travels and returns
down the same path to reach the shore.
Who, when she closes her eyelids,
mirrors her dreams on night’s
motionless pupil.
She who lives through love and unlove
and repeats forever the circular story
of the labyrinth.
Desolación
Crece la noche
en su fragor secreto de resinas,
como un hilo de sangre en la espesura
crece la noche
sin otra voz que el sordo murmurar del tiempo.
La luna eclipsa su presencia
y como sombra tenue
se posa entre las ramas desoladas,
en los oscuros quicios de las puertas,
en los senderos olvidados
donde la luz naufraga de nostalgia.
Un preludio de alas
anuncia el vuelo de la tarde
y mientras crece la noche,
yo escucho la canción de los crepúsculos,
la voz oscura del misterio que enreda sueños
en el telar vicioso de las horas
y mece entre los mágicos follajes,
las larvas del silencio.
Desolation
Night is growing
in its secret clamor of resins
like a thread of blood in the forest.
night is growing
with no other voice than time’s subdued murmur.
The moon eclipses its presence
and like a tenuous shadow
alights among desolate branches,
in the dark frames of doorways,
in forgotten paths
where light sinks in nostalgia.
A prelude of wings
announces the afternoon’s flight,
and as night grows,
I listen to the song of all the twighlights,
the dark voice of the mystery that tangles dreams
in the hours’ vicious loom
and rocks amid magical foliages
the larvae of silence.
El parque
Cuando evoco mi infancia
recuerdo un parque y un lago
que reflejaba inmóvil el entorno.
El agua traslucía hojas doradas
y el aleteo de los pájaros avivaba su cauce.
Entonces sentía el transcurrir del tiempo
en el breve alboroto de las alas.
Pero pronto volvía el sosiego a reflejar paisajes
sobre el espejo impávido del agua,
como si el tiempo se hubiera detenido,
como si un reflejo devolviera su imagen
a otro espejo inerme.
Hoy continúo el camino del árbol y la piedra
unida al misterio de las sombras del parque,
sin entrever apenas el paso de los años,
sin saber que todo es memoria,
recuerdo enmudecido
que quiere volver a los primeros días,
arrebatándole las horas
a la muerte.
The Park
When I recall my childhood
I remember a park and a lake
that reflected my surrowndings without moving.
Its water revealed golden leaves
and the birds’ fluttering quickened its course
in a fleeting commotion of wings.
But soon calmness would return to reflect the scenery
on the water’s impassive mirror,
as if time had stopped altogether,
as if a reflection gave back its image
to another defenseless mirror.
Today I retake the path of tree and stone,
being one with the mystery of this park’s shadows,
barely glimpsing the flow of the years,
not realizing that everything is memory,
muted remembrances
that strive to reach the first days again,
snatching the hours
from death.
Memorias
Hay tantos horizontes más allá del mar,
más allá del refugio de anémonas y gaviotas
y de acantilados donde se mece perezoso el viento.
Hay tantos territorios,
caminos de lado a lado de los sueños,
árboles que desprenden frutos de un paraíso anónimo,
cielos por donde cruzan míticos relámpagos,
selvas que aprisionan ríos en un infierno verde.
Hay calles por donde pudimos caminar horadando la noche,
rincones que nos acogieron cuando el amor se iba,
esa casa que aún perdura en la memoria,
puertas, ventanas abiertas hacia donde ya nadie espera,
el fuego aún presente en la madera,
un jardín abrumado de aromas,
el tinglado de tu voz por siempre en el teléfono,
una promesa dilatada en el tiempo, una carta, un olvido.
Hay escaleras que conducen a extrañas buhardillas
que alguna vez quisimos habitar.
Y tu mano, tu mano en esa despedida azul
cuando el sol encendía las paredes en esa tarde única.
Hay habitaciones donde reinó el silencio,
libros que nunca dijeron sus secretos,
barcos, mares, murallas, leyendas que alguna vez nos extasiaron
y hay noches que demoran sus horas
al compás de un reloj que ya no existe.
Memories
There are so many horizons beyond the sea,
beyond the refuge of anemonae and gulls
and cliffs where the wind sways lazily.
There are so many territories,
roads that stretch on each side of our dreamas,
trees that shed the fruits of an anonimous paradise,
skies traversed by mythic lightning bolts,
jungles that lock rivers in a verdant hell.
There are streets where we could pierce the night as we walked,
nooks that sheltered us when love went away,
that house that still lingers in our memory,
doors, windows open to what is no longer expected,
fire still burning on the wood,
a garden overwhelmed with fragrances,
the deception of your voice forever on the telephone,
a promise dilated in time, a letter, an oversight.
There are stairs that lead to strange garrets
that at some time we wanted to inhabit.
And your hand, your hand in that blue farewell
with the sun lighting the walls of that one afternoon.
There are rooms where silence reigned,
books that never told their secrets,
ships, oceans, walls, legends that once filled us with ecstasy
and there are nights that slow down their hours
to the rhythm of a clock that has long vanished.
La tarde
Qué paz
la de esta tarde, qué refugio de cosas
idas y por venir evoca el aire
casi quieto en el imán del cielo.
La lentitud es como un éxtasis
y el silencio el reposo de un dios.
Ya viene la lluvia, ya viene.
Busquemos un albergue
para soñar bajo el cauce
del agua.
The afternoon
What peace
in this afternoon, what refuge of things,
departed and to come, the air evokes,
almost still in the magnet of the sky.
Slowness is like an ecstasy
and silence like a god´s repose.
Now rain is coming, it’s coming.
Let’s find a shelter
where we can dream under the flow
of the water.
De El fuego de la escritura (poesía reunida)
Editorial Uniediciones, Bogotá, 2017
Cristina Maya nació en Bogotá, Colombia. Hizo sus primeros estudios en el Institut de L´Assomption en París, Francia. Es Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes, donde fue profesora de literatura colombiana y de cultura griega. Miembro de Número y directiva de la Academia Colombiana de la Lengua. Su trabajo poético está recogido en varios libros entre los cuales figuran: De pie sobre la vida (1999), Las voces de la casa (2005), El sueño de Isis (2006), Los vestigios del tiempo (2014), El fuego de la escritura (2017). Es autora de varios ensayos sobre literatura colombiana e hispanoamericana. En 2014 fue ganadora del Premio Nacional de Poesía de la Casa Silva, ha sido condecorada con la orden cívica de la ciudad de Chiquinquirá, en grado de Caballero, y fue jurado del Premio Cervantes. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés y al portugués.
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Gabriela Mercedes Arciniegas, colombiana, creció rodeada de libros, pues su padre fue el escritor e historiador Germán Arciniegas. Pasó su infancia y adolescencia en los Estados Unidos y se inició escribiendo prosa y poesía en inglés. Publicó poemas en revistas como Hyperion de San Francisco y otras de los años setentas. Hoy en día escribe en castellano, pero mantiene una gran admiración por los escritores anglosajones. Trabajó como traductora en la Editorial Norma de Bogotá y también en doblajes para la televisión latinoamericana. Ha publicado tres libros: Una casita en el aire (Plaza y Janés, 1982), El misterio de Candleia (Norma, 1987) y La armónica de cristal (Planeta, Editorial Bronce, 2021).
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del artista español © Juan Carlos Mestre