Andrés Restrepo Gómez
Museo de vos
Cuán distinto es el mecanismo del olvido
aún siendo el mismo amor
desamándose.
Lo que me aterra es lo fresco
aunque empozado y fétido
que tengo el llanto.
Negocio en vano con mi tinta agotada:
basta dejarte aquí
para sacarte de mí.
Que si redacto el dolor, no dolerá.
Que si escribo una anécdota idílica
no regresará
como pesadilla pastel.
Pero qué estruendosa sombra
de tu nombre
comienza a alzarse sobre mi soledad
cuando la escritura desiste.
Y me aterra saber de mí
un gigantesco museo de vos
y pensar
apenas intermitente
mi fantasma tuyo.
Luego el cine, los libros,
el teatro y el óleo.
No quedó arte sin pincharme
ennegrecidas las venas
para olvidarte un rato.
Quizás leés sobre Buenos Aires
y algún pensamiento hacia mi porvenir
se te colará entre el flequillo.
A mí me basta para evocarte
la mantequilla.
Lady Macbeth, los Renault blancos
y los vestidos floridos.
Sybil Vane,
las medias tobilleras, los cheesecake,
la barbacoa y una clavícula.
Hasta ese maldito polvo
que desprenden los telones al caer.
Telegrama del gusano
Dicen que de mí
murió primero la vergüenza
y cualquier verdad que quiso ser dogma.
Que de aquellas sirvieron más sus restos
pues me abonaron desvarío.
Soy apenas una esponja, que descosida,
contuvo y expulsó con igual brío
todas las angustias y todos los júbilos
del estornudo temporal que cayó XXI,
al sur.
Atraviésame el pecho, minutero goloso,
y colecciona de mis pupilas fotogramas.
Pido perdón y salud
por los excesos que no he cometido.
¿Qué aventuras les susurrarán
los carroñeros a mi calavera?
Sólo deseo más tiempo para acabar de contar
a los bebés bostezando
los ancianos cebando mate
y los senitos asoleados del Parque Centenario.
Salto del yoga al clown.
De cada café
me llevé una servilleta,
oriné en todos los bares.
Degusto cada arista
del pensamiento humano.
Quisiera libertad suficiente
para salir de una corrida de toros
a una marcha anti taurina.
Seré un cínico, lo sé.
Pero uno enamorado
de cada realidad, de su fragilidad inevitable.
Me pregunto si quien mastica ahora mis carnes
tendrá siquiera idea de cómo amé
hasta la podredumbre.
Se consumió completo, comenta la hambrienta lombriz
que entre mis costillas sólo encontró una estela.
Búsquense otro muerto, les injurio en silencio,
Uno que se haya llevado consigo algo,
que se haya guardado para algún más allá.
A mí sólo me quedan memorias
y todos sabemos que eso
indigesta a cualquier animal.
Polvo eres
Por sexo he lamido sobacos velludos
he soportado caderas obesas
he jurado amor a todas mis amigas.
Por sexo he viajado de madrugada en tren
a Provincia de Buenos Aires
he amanecido en talleres y tejados
he regresado resacoso de Uvita
de Termidor, de Michel Torino.
Por sexo he tiritado al borde
de una camita de residencia
alarmado de una verga que me duplicaba
y de un cariño gay
tan ajeno a mi sed flexible.
Por sexo me compré una bici.
Por sexo me volví feminista.
Por sexo he dedicado canciones
que dediqué por amor
he transbordado subtes,
buses, sábanas y taxis.
Por sexo he archivado condones
como prenda de empeño
los he olvidado, los he estirado, los he roto
se los ha tragado el cigoto
o han deprimido mis erecciones.
Por sexo no asistí a la agonía de mi abuelo
he pagado habitaciones caídas
ollas de tres horas en el centro de Medellín.
Por sexo canté Britney al karaoke.
Por sexo he mejorado mi inglés
he limpiado mi departamento
he cocinado algo diferente
a lentejas con huevo.
Por sexo he mentido mi edad
he inflado mi talento
he adulado lo que odio.
Por sexo he eyaculado en plena turbulencia
en la cabina del baño de una aerolínea africana.
Por sexo entendí al Marqués y a Medea,
a Dorian Gray y a Bertolucci.
Por sexo he aspirado cocaína
sobre el retrato de mi familia.
Por sexo he desayunado fernet
he almorzado café
he cenado fluidos.
Por sexo he cancelado maratones de pajas,
Nouvelle Vague y nachos
me he fumado recitales de poesía
en lenguaje inclusivo.
Por sexo he lubricado oídos
he chupado narices,
he escupido ortos como quien pendula
un gargajo sobre pozo seco.
Por sexo reemplacé a Sísifo
una larga jornada.
Por sexo empeñé la bohemia
que pagaron mis padres.
Por sexo saludo a mi vecina
y puteo al gobierno
doy propina y marcho en marchas.
Por sexo he navegado en incógnito
he podrido de virus mi compu
he buceado en las categorías
más escatológicas del porno.
Por sexo he hecho competencias de gemidos
entre las paredes de un motel.
Por sexo le copié a Allen Ginsberg esta estructura.
Por sexo compré un metro para medirme el grosor
y una máquina de rasurar que se me descargó.
Por sexo he hecho un Frankenstein mental:
voluptuoso, onanista, pagano y sacro,
entre mis rechazos, mis amores
y Sophia Loren.
Por sexo acuchillé duchas, inundé bañeras
eyaculé azulejos,
robé jabón, esparcí shampoo
y aprendí a sacar copas menstruales
sin derramar sangre.
Plegaria embolatada
Te agradezco lenguaje
tus crías felices
falaces
bastardas e incorrectas
excluidas de la literatura
mas vitalicias en la oralidad.
Qué hermoso poder cagar y no defecar
como manual de biología.
A ti gracia, castellano
que existe paja pal’ onanismo
culear para el coito
y el tan libre negro del afrodescendiente.
Incluida en mi pecho
siento a la lesbiana que merece ser torta
y al homosexual que me permite el marica.
Que el cigarrillo sea por siempre garro.
Que la birra sea pola, la pola chela
la chela fría
y que sólo los futuros antropólogos borrachos
encuentren empolvada
a la cerveza
en el diccionario.
Y llamemos chorro al licor
y puta a la meretriz.
Yuta a la polocha, merca al perico
bondi al colectivo.
Hoy te reivindico, lengua ordinara.
Aunque en vano
pues te sé tan inevitable como las cantinas
pues primero murió su merced que su mercé.
Concédeme lecturas distendidas
y esdrújulas en las conversaciones.
Dame un neologismo diario
y déjame verbalizar todos los sujetos.
No dudemos en amañarnos
en descalabrarnos la infancia
y en esculcar corazones.
Porque vale la pena bregar y fregar estrujar y jartar
trapiar y arrimar
achacar y estorbar.
Porque es mejor, maldita sea,
andar por la vida embolatado que perdido.
Elegía sin duelo
Si este poema fuese tu vida debería empezar
con un botón a punto de estallar,
un verso verborrágico, voraz, rechoncho, enumerativo, XL.
Veinteavosílabo.
Si este poema fuese tu agonía se enteraría, por acá
de que ochenta fue suficiente.
De que el temor es igual de gélido con el cielo ganado.
De que se evaden impuestos
pero jamás
al traje de madera.
Bastó un fin de semana
un par numeritos malos
en la sangre
para arrancarte el apetito
el porvenir modesto de otra navidad con tus hijos
de otro viaje en carrito por Wallmart
de otra siesta en el medio tiempo de una copa mundial.
Y como si sólo hubiese que mencionar a la muerte para que arribe
tu diagnóstico cortó al verso
a decasílabo
y reunió generaciones
en torno a un reloj de arena.
Y entre gelatina y morfina
esa panza que admiré
por irremediable
languideció como un globo pinchado.
Si este poema fuese todo lo que quede de vos
diré, en fin: Humberto.
Diré abuelito
diré
bisílabo
diré respiración pesada
como el Gómez que llevo a cuestas.
Diré camisa marrón a cuadros
correa aflojada, zapatos ortopédicos,
un reloj
aferrado a las venas
y una hermosa
hermosa viuda, a quien lloraré más que a vos
en su momento.
El ano de mi novia
El ano de mi novia se expande como el cosmos.
Se abre pero presiona, me contiene y destierra.
Pone las reglas de un juego que ella decide
empapado o árido.
El ano de mi novia busca, como una margarita, el sol.
Enraizada en las rodillas
su culo se deshoja en dos y su interior florece
tan tórrido
que me abismaría al instante
a la locura
de no avistar sobre sus vértebras, el horizonte.
El ano de mi novia es autónomo en sus fluidos.
Mas sabe del mar
de duchas
de babas
de lubricantes acaramelados
transpiración y sangre menstrual.
El ano de mi novia puede succionar la melancolía más sepia.
Puede apresar todos mis huesos
hasta el colmo de la libertad.
El ano de mi novia es la extensión de mi lengua
y el principio de su agonía.
Mi agonía es el final de la suya
es el principio de un yacimiento petrolífero.
El ano de mi novia es un búnker para la guerra atómica.
El ano de mi novia anula la resaca
restituye toda flora extinta, le extirpa al tedio
su apéndice insoportable.
El ano de mi novia repunta la curva de la dicha.
De un sobrio pedo
desploma Wall Street y devalúa al dólar.
El ano de mi novia es barroco y minimalista.
De lejos un punto del puntillismo.
Cercano, un atelier
terrible,
huracanado, irrevocable y hondo
como una sobredosis de óleo.
El ano de mi novia
descifró la Esfinge
hospedó a Sísifo
y sobornó a Caronte.
El ano de mi novia se salvó
del incendio en Sodoma.
Lo apagó.
El ano de mi novia me desanuda los sesos.
Amansa y amasa
mil caballos de plastilina.
El ano de mi novia orbita sobre sí mismo
y mi verga al rededor suyo.
Su lado oscuro encandila mi vientre.
En reposo
es apenas trémulo
pero erguido y ancho
dilatado.
El ano de mi novia, el culo de mi novia, la vulva de mi novia, el vientre de mi novia, los muslos de mi novia, los vellos de mi novia, las tetas de mi novia, los huesos de mi novia, el alma de mi novia, las cenizas de mi novia y mi novia
y yo,
que a esta altura me fundo también
en su metalurgia sacra.
El ano de mi novia que es, en fin, el mundo, lo juro
trepida atávico
antediluviano
tectónico
como cuando Dios, si existe, soñó por primera vez volcanes.
De La bohemia que pagaron mis padres, Vásquez Editores, Medellín, 2020.
Andrés Restrepo Gómez (Medellín, Colombia, 1996). Realizador audiovisual, guionista y poeta. Reside en Buenos Aires desde el 2016 donde se egresó de la Escuela Profesional de Cine de Eliseo Subiela. Actualmente estudia la Licenciatura en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes y es, además, docente de la cátedra de Guion I y II de la facultad donde egresó. Dirigió y escribió los cortometrajes, Muerte, no seas mujer (2018), El corazón es la cuarta pared (2019) y Muhamab el zurdo (2021), con los que participó en diversos festivales internacionales. En el 2020 resultó finalista del 38° Premio Nacional de Literatura, modalidad dramaturgia o guion, de la Universidad de Antioquia, con su guion de largometraje Ir por ahí. Ese mismo año publicó en Medellín su primer libro de poemas: La bohemia que pagaron mis padres (2020), con Vásquez Editores.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra:
Mascara
50x 40
De la artista mexicana © Ninfa Torres