Jordi Doce
Se dice que el aforismo viene del griego ‘definir’, y se le considera como una sentencia que pretende expresar una idea de manera concisa, coherente y en apariencia definitiva. Sin embargo, en las manos del poeta español Jordi Doce, adquieren, además, enigma, profundidad y vuelo poético. Presentamos a continuación, como primicia para Abisinia Review, 21 aforismos inéditos. Doce ha publicado en prosa los cuadernos de notas y aforismos Hormigas blancas (2005), Perros en la playa (2011) y Todo esto será tuyo (2021), así como La vida en suspenso. Diario del confinamiento (2020).
Llegó la hora de sembrar astillas.
Carece de propósito, pero tiene sentido.
Las manos ahuecadas, para recoger el aliento de los caballos al amanecer.
Ser el que titubea en la penumbra, entre dos tramos de escalera.
La lengua, blanda y húmeda, como una culebrilla que anida entre palabras, esos fósiles.
Estoy silbando la partitura de mis cicatrices.
Refugiado a mi pesar en el bosque, me subo cada mañana a lo alto de un gran árbol para espiar el ajetreo de la abadía.
Siempre me sorprende vagamente despertarme a la mañana, entrar en la cocina y no encontrar huellas de ningún visitante nocturno: ni un plato manchado, ni un carozo de fruta, ni un vaso a medio beber en la encimera. Esa pulcritud.
Un lápiz mordido por una de sus puntas: pararrayos.
Ocupa tu lugar en el duro banco y emprende la tarea; si vas a escribir, procura no sacar los codos ni estorbar al vecino. Somos animales de tiro de camino a ninguna parte.
Me pareció ver a un hombre sentado contra una roca. Era un tronco negruzco, desmochado muy cerca de la base.
Ser lo que siempre he sido: un perro callejero en una calle de mi invención.
De noche, oímos el estrépito de los grandes carruajes que viajan de un lado a otro del país. Por la mañana, bebemos del agua escarchada que colma las rodaduras y las huellas de los caballos.
Destinaron el árbol más vistoso, el árbol en lo alto de la loma, para horca.
Sé de gente que nunca me ha leído, ni ganas, pero que no vería con buenos ojos el que yo dejara de escribir.
Los pliegues del cerebro, convertidos en nichos.
Aprendió a dibujar en los mandiles de los carniceros.
Identifica bien tu surco y serás buey de arado.
Me preparo para un oficio antiguo: vendedor de semillas.
Siempre hay algún árbol lindero que prefiere dar la espalda al claro del bosque.
Estoy oyendo ladrar a un perro en una alquería de la Edad Media. Las hojas fluctuantes que vi de niño en el tapiz de mi abuela no dejan de transmitirme y amplificar su queja. Pero es noche cerrada y ya sé que nadie vendrá a desengancharme de este poste.
Inéditos
Jordi Doce (Gijón, 1967) ha publicado siete poemarios, entre los que destacan Lección de permanencia (Pre-Textos, 2000), Otras lunas (2002), Gran angular (2005) y No estábamos allí (Pre-Textos, 2016; mejor libro de poesía del año según El Cultural). Recientemente ha visto la luz la antología En la rueda de las apariciones. Poemas 1990-2019 (Ars Poética, 2020). En prosa ha publicado, entre otros, los libros de notas y aforismos Hormigas blancas (2005), Perros en la playa (2011) y Todo esto será tuyo (2021), así como La vida en suspenso. Diario del confinamiento (Fórcola, 2020). Ha traducido la obra de numerosos poetas de habla inglesa, y en Libro de los otros (Trea, 2018) reunió las traducciones comentadas de poesía angloamericana que fue dando a conocer en su blog Perros en la playa: http://jordidoce.blogspot.com/ Crédito de la foto del auto: Luis Burgos, 2020.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de un fragmento de la obra
«Los Reyna en el 44 de Chuña a san Juan»,
dibujo a tintas sobre cartón, año 2019,
de la artista © Alejandra Carabante