Natalie Díaz
El Premio Pulitzer de poesía en 2021 le correspondió a la poeta Natalie Díaz y su libro Postcolonial Love Poem [Poema de amor postcolonial], del que compartimos tres poemas en edición bilingüe. Natalie Díaz nació en 1978 y se crió en la reserva indígena de Fort Mohave, en Needles, California, a orillas del río Colorado. Pertenece a la Nación Mojave y hace parte de la tribu indígena del río Gila. Agradecemos la traducción al castellano, en exclusiva para Abisinia Review, al poeta Miguel Falquez-Certain.
El lamento de Asterión
Tú meándrica—tú riberina y plena—
¿por qué Teseo no pudo ser feliz contigo?
Permíteme ser tu tierna capitana, transportar
el hilo ultramarino que desenredaste
de tu madeja—guiar a los más perdidos a lo largo
del laberinto de tu cuerpo.
Avanza, siempre hacia abajo, dijiste.
Sé que otro nombre para sagrado es agua—
he sufrido el daño abrasante de la sed.
Sólo los que no tienen boca no se ungirían
con tu boca, no descenderían por el verde violáceo
serpenteando el bajío de tu clavícula,
estoy viva y atravieso para beber
en el torrente que fluye del esternón al pezón—
descalza, libre de ropajes, mareada
por las cintas verdiplata que nadan
por tus muñecas. Cómo cada una fluye, derramándose centelleante
en las cuencas ágatas de tus palmas. Naufragaré
en el canal profundo que se curva por las dunas
de tus caderas, hasta llegar a los diques de tus muslos.
En tus manos soy un navío que se aproxima,
un barco vacío, deseoso de ser timonel o timoneado,
anclado, atado—encadenado y pleno.
Más peregrinaje que vagabundeo. Más compasión
que asombro. Seguiré este mapa húmedo de ti
a lo largo de lo que sea que quede de los pasillos de mi vida.
Y si logras cerrar los ojos ante el Minotauro
que hay en mí, con cuernos retorcidos y pesados, podré encontrarte.
Avanza, siempre hacia abajo, lo haremos,
para belleza y satisfacción del apetito del monstruo.
Asterion’s Lament
You curving—you rivering and full—
how did Theseus find no joy in you?
Let me be your tender captain, ferry
the ultramarine thread you unraveled
from your skein—to lead the most lost through
the labyrinth of your body.
Go forward, always down, you said.
I know another name for holy is water—
I have suffered the hot hurt of thirst.
Only the mouthless would not anoint themselves
with your mouth, descend the violet-green
zigzagging the shoal of your collarbone,
I am alive, and coursing to drink
on the current of jet flowing sternum to nipple—
barefooted, slipped from the shirt, dizzy
for the silvered-green ribbons swimming
your wrists. How each flickered stream spills
into the agate cups of your palms. I will sink
the deep channel bending the sandhills
of your hips, down the jetties of your thighs.
In your hands I am a coming vessel,
an empty boat, willing to be helmsman or helmed,
moored, made fast—shackled and filled.
More pilgrimage than wandering. More mercy
than amaze. I will follow this wet map of you
along whatever remains of the corridors of my life.
And if you can close your eyes to the Minotaur
in me, with her heavy twist of horns, I can find you.
Go forward, always down, we will,
to the beauty and slake of a monster’s appetite.
Mi hermano, mi herida
Él llamaba a los toros de la calle.
Ellos entraron como un río oscuro,
un aluvión de pechos y pezuñas.
Todo moviéndose debajo, destrozando. Engarzaron
sus cuernos por entre las paredes. La luz zumbó
por los agujeros como avispas con pintas amarillas. Mi boca
era un nido vacío destrozado.
Después, él estaba en la mesa.
Después, en las quijadas de un cerdo.
No estaba hambriento. Era una parada.
Era una manzana podrida. Se estaba atragantando.
De modo que le di un puñetazo en el estómago.
Marte salió volando
y se abrió o floreció.
¿Cuántos pequeños ojos rojos cerrados en las hojas?
Dijo: Miren. Miren. Y miraron.
Me dijo: Álzate la blusa. Y me la alcé.
Me deslizó su tenedor en las costillas.
Sí, cantó. Una herida en el costado de Jesús.
No paraba de sangrar.
Metió la mano
y encendió la lámpara.
Nunca supe que yo también era una lámpara, hasta que la luz
se desprendió de mí, se me escurrió por el muslo,
remontó vuelo y se me atragantó como un canario.
Canario en realidad significa canes, dijo.
Se puso los zapatos.
Comenzaste todo esto con la boca, señaló.
¿Adónde vas? le pregunté.
A pasearme en la noria de la feria, me contestó,
y se me subió adentro como una ventana.
My Brother, My Wound
He was calling in the bulls from the street.
They came like a dark river,
a flood of chest and hoof.
Everything moving, under, splinter. Hooked
their horns through the walls. Light hummed
the holes like yellow jackets. My mouth
was a nest torn empty.
Then, he was at the table.
Then, in the pig’s jaws.
He was not hungry. He was stop.
He was bad apple. He was choking.
So I punched my fists against his stomach.
Mars flew out
and broke open or bloomed.
How many small red eyes shut in the husk?
He said, Look. Look. And they did.
He said, Lift up your shirt. And I did.
He slid his fork between my ribs.
Yes, he sang. A Jesus side wound.
It wouldn’t stop bleeding.
He reached inside
and turned on the lamp.
I never knew I was also a lamp, until the light
fell out of me, dripped down my thigh,
flew up in me, caught in my throat like a canary.
Canary really means dogs, he said.
He put on his shoes.
You started this with your mouth, he pointed.
Where are you going? I asked.
To ride the Ferris wheel, he answered,
and climbed inside me like a window.
Poema de amor postcolonial
Me enseñaron que las restañasangres pueden curar una mordedura de serpiente,
que pueden evitar una hemorragia—la mayoría de la gente olvidó esto
cuando terminó la guerra. La guerra terminó
dependiendo de qué guerra hables: las que comenzamos,
antes de ésas, hace milenos y de allí en adelante,
aquéllas que me iniciaron, que perdí y gané—
estas heridas irrestañables.
Me formaron las disputas. De modo que hago el amor y peor—
siempre otra campaña por la que hay que atravesar
una noche en el desierto por el destello de cañón de tu piel pálida
instalándose en la laguna plateada de humo en tu seno.
Me apeo de mi caballo negro, me doblego allí ante ti, te emancipo,
la intensa atracción de todos mis deseos—
aprendí a Beber en un país agobiado por sequías.
Nos disfrutamos hasta el dolor, dejamos marcas
del tamaño de piedras—cada una un cabujón bruñido
por nuestras bocas, yo, tu lapidaria, tu molinete lapidario,
girando—rojo moteado de verde—
los jaspes de nuestros deseos.
Hay flores del campo en mi desierto
que toman hasta veinte años para florecer.
Las semillas duermen como geodas debajo de la arena caliente de feldespato
hasta que una crecida desborda el arroyo, arrastrándolas
en su corriente cobriza, abriéndolas con la memoria—
recuerdan lo que les insufló su dios
en las costillas: despierten y sufran por sus vidas.
Donde tus manos estuvieron hay diamantes
en mis hombros, en mi espalda, en mis muslos—
soy tu culebra.
Me arrastro por ti en la tierra.
Tus caderas son cristales de roca peligrosos,
dos carneros de cuernos rosados que surgen de un arroyo tranquilo en el desierto
antes de que el cielo de noviembre desate un diluvio de cien años—
el desierto regresó de improviso a su mar prístino.
Surjan el heliotropo silvestre, la phacelia crenulata,
la phacelia campanularia que porta el morado de la forma en que una garganta puede portar
la forma de cualquier mano formidable—
Manos formidables fue como ella llamó a las mías.
Con el tiempo vendrán las lluvias, o tal vez no.
Hasta entonces, nos tocamos los cuerpos como heridas—
la guerra nunca terminó y de algún modo comienza nuevamente.
Postcolonial Love Poem
I’ve been taught bloodstones can cure a snakebite,
can stop the bleeding—most people forgot this
when the war ended. The war ended
depending on which war you mean: those we started,
before those, millennia ago and onward,
those which started me, which I lost and won—
these ever-blooming wounds.
I was built by wage. So I wage love and worse—
always another campaign to march across
a desert night for the cannon flash of your pale skin
settling in a silver lagoon of smoke at your breast.
I dismount my dark horse, bend to you there, deliver you,
the hard pull of all my thirsts—
I learned Drink in a country of drought.
We pleasure to hurt, leave marks
the size of stones—each a cabochon polished
by our mouths, I, your lapidary, your lapidary wheel,
turning—green mottled red—
the jaspers of our desires.
There are wildflowers in my desert
which take up to twenty years to bloom.
The seeds sleep like geodes beneath hot feldspar sand
until a flash flood bolts the arroyo, lifting them
in its copper current, opens them with memory—
they remember what their god whispered
into their ribs: Wake up and ache for your life.
Where your hands have been are diamonds
on my shoulders, down my back, thighs—
I am your culebra.
I am in the dirt for you.
Your hips are quartz-light and dangerous,
two rose-horned rams ascending a soft desert wash
before the November sky untethers a hundred-year flood—
the desert returned suddenly to its ancient sea.
Arise the wild heliotrope, scorpion weed,
blue phacelia which hold purple the way a throat can hold
the shape of any great hand—
Great hands is what she called mine.
The rain will eventually come, or not.
Until then, we touch our bodies like wounds—
the war never ended and somehow begins again.
Traducción al español de Miguel Falquez-Certain
De Postcolonial Love Poem [Poema de amor postcolonial], Graywolf Press, 2020
Natalie Díaz nació en 1978 y se crió en la reserva indígena de Fort Mohave, en Needles (California), a orillas del río Colorado. Pertenece a la nación mojave y hace parte de la tribu indígena del río Gila. Su primer poemario, When My Brother Was an Aztec [Cuando mi hermano era azteca], ganó un American Book Award en 2013. Obtuvo una beca MacArthur en 2018, así como un Lannan Literary Award y una beca de la Native Arts and Cultures Foundation. Le otorgaron el premio nacional de poesía Holmes y una beca Hodder de la Universidad de Princeton. Hace parte de la junta directiva de United States Artists, a través de quienes anteriormente recibió una Beca Ford. Natalie Díaz enseña poesía moderna y contemporánea en la Universidad Estatal de Arizona. Los tres poemas traducidos al castellano por Miguel Falquez-Certain fueron tomados de su más reciente poemario, Postcolonial Love Poem [Poema de amor postcolonial], por el que le otorgaron el Premio Pulitzer de poesía en 2021.
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de un fragmento la obra Melgar no será lo mismo sin ti de la artista Camila López