Correspondencia
Carta de Pizarnik a Bordelois, 1970
XV
domingo 16, medianoche
Chère et admirée Ivonne A., «dentro de poco llegarán», dijiste en tu última cartuja haciendo referencia al objeto CUADERNO. Yo no sé, yo no soy el príncipe Hamlet, nunca lo quise ser, de modo que me abstengo y pido el silencio – silencio que te hará mandar cualquier lindo cuaderno en tanto espero la llegada del Magnífico. ¿No me aleccionaste tanto con acceder a la mediación? Alors, un cuadernúsculo para tu discípulita ( obvio agregar que el apuro es fingido; es para asustarte).
Tengo una muñeca nueva que se llama Lytwyn; no sé por qué es un poco rara.
D’ accord con la tentación del robo, si bien a mí no me pasó en U.S.A. – nada quise extraer ni sustraer de ese país mal nacido y peor desarrollado. Sí, LOS HERALDOS NEGROS tienen versos y estrofas y aún poemas enteros muy preciosos. A la vez, hay un rayar con la uña en el pizarrón, me refiero a ese elegir la palabra más fea, la casi inhallable de tan fea.
D’ accord con el caso Sarduy. A duras penas terminé DE DONDE SON…etc. Me parece un vivo porteño disfrazado de cubano-francés. «Vivo» porque hace un collage con todos los hechos y nombres que dilatan el presente – su insistencia con Lacan, par ex., un psicoanalista tan olvidado tantos años. En fin, te confieso que cuando quiero respirar bien debo apelar a Kafka, a Michaux, y a los Grandes que, según parece, no dejaron sucesores. (…)
Me enamoré de tu gato pero muchísimo más del móvil japonés, que no se encela ni hace pipí en la recepción. Ay de mí si no me avisás a tiempo cuando regresás de modo de que yo te mande dólares ( los verdes – como le oí a un sujeto muy reo) y vos, si no es lejos ni pesado, me comprás El Japonés Inmóvil, título de nuestra próxima novela. Ojalá saltés hacia aquí en enero- febrero; pero avisame antes por favor.
Pasar del japonés inmóvil a la teoría de los amantes que manifiesta la 3a. Elegía de Duino es un tantico difícil. La verdad, debería releer al gran, gran Rilke. Creo recordar su admiración por las que se consumen en un amor no correspondido – por decirlo así. O sea: por las que afrontan la ausencia y en vez de llorar o resignarse, aman soberanamente a un OTRO que está ausente.
Estéticamente, me suscribo; sin embargo, un poquito de desconfianza no viene mal y es entonces cuando me sublevo contra tanto martirizarse al divino etc. Enfin, creo que no hay suscripción posible a ninguna teoría. El amor y / o la terrible ausencia caen y se desvanecen como la lluvia. No se trata de entregarse al azar pero ni el amor ni la poesía ni la muerte se relacionan con la voluntad a favor o en contra. Por mi parte, no dejo de vincularme por muy poco tiempo a algún OTRO pero lo hago partiendo de la no-esperanza ni, mucho menos, espera. Quiero decir, me siento mejor que hace unos meses, me peino, me baño, me dicen que soy linda, etc. Sin embargo, no me vincularé amorosamente con nadie. Claro es que lo deseo pero por otra parte me fui demasiado lejos en la zona de la soledad mortal ( no hago literatura! por favor!) y creo que no existe el regreso. Pero ya hablaremos con más extensión ( siento que hice un resumen incomprensible). Bueno, unos jóvenes » vanguardistas » de Barcelona publicaron una preciosa plaquette con poemas míos(1)… Apenas lleguen los ejemplares te mando uno. Y vos, ¿escribís?
¿ Es buen mozo Jakobson? Hasta prontísimo, y ojo con los ángeles. muchos besos tiernos de tu
Alejandra
PS
Por desgracia no encuentro la carta que me mandó Bonnefoy como respuesta a mi envío de mi libro. Lo esencial es su verdadera euforia por la para él valiosa traducción (la revisó el año pasado con Octavio, en la India). Ese párrafo se dirige a nosotras dos y es halagador, además de exquisito.
1. Se trata de Nombres y Figuras, editado por La Esquina, en Barcelona, que se subdivide en Figuras del Presentimiento y Figuras de la Ausencia, reproducido luego en sus Obras Completas.
Carta de Bordelois a Pizarnik
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12 de noviembre
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Querida Alejandrusca:
Qué bueno sería compartir un té contigo —te dije que aun aquí encontré amigos que me regalaron un té de jazmín?— y la muy hermosa y melancólica protesta de Vivaldi en esta noche de noviembre, tan temprana y lluviosa en estas latitudes.
La niña que cae en un colchón me hizo inevitablemente recordar a Alicia —lo primero que hice en N. York fue comprar el libro con el manuscrito de Carroll que tanto te envidié. Ahora me acompaña, me fascina y me aterra. Carroll me es muy necesario porque es alguien que sabía a la vez lo que son los sueños, las palabras y los números y no lo olvidaba nunca, ni sacrificó ninguna de las partes al extraño y maravilloso todo en que vivían.
Lo que hacen los americanos con las palabras: a veces me pregunto lo que te parecería. Un juego violentísimo y muy rápido del que salen oraciones y oraciones; lo que importa es la velocidad y el ajuste de la máquina y nunca o casi nunca qu’est-ce que ça veut dire.
Con mi espíritu dialéctico puedo decirte que pienso que este revés de la trama con el que me veo enfrentada no me parece perverso y creo que puede dar “par raccroc” cierta extraña luz sobre lo que ocurre en el fondo; supongo que sin esta esperanza no hubiera podido sobrevivir a esta selva de números y operaciones algebraicas que se han abatido sobre mí súbitamente.
De Octavio supe que había renunciado a su embajada en la India luego del problema de los estudiantes. ¿Sabes si vuelve a París?
Me han apenado mucho las separaciones de los Porrúa y los Cortázar —tan siniestramente simultáneas— es el tipo de acontecimiento que forma parte del “noyau infracassable de nuit” que me deja sin palabras.
Del espacio actual ¿qué decirte? Una ciudadela de acero purísimo que disuelve a los árboles y hasta el río cerca. A Dios gracias, se pueden ver caras a menudo, y cosas como encontrar Swedenborg en la biblioteca de mis compañeros, el que mi profesor de matemáticas esté fabricándose su propio clavecín y el que Chomsky abrevie alguna de sus clases para dar una conferencia contra la guerra del Vietnam, dicen que aquí también pueden vivir la poesía, la libertad y muchas de las cosas indispensables para la vida.
Los papeles y las librerías son muy hermosos y te fascinarían por su abundancia, su riqueza y sobre todo porque las gentes y el espíritu de donde proceden parecen ser completamente catacumbales en esta sociedad donde ese tipo de sutileza que se necesita para hacer buenas papelerías y librerías no aparece para nada en el trato corriente, ni en la vida en general. Si quisieras merecer alguna prueba de esta calidad de hermosura de la que te hablo podrías recordar que ha dos años débesme correspondiente regalito de onomástico, de tal manera que un doble envío de poemas absolutamente originales tanto en su diagramación como en su inspiración podría aliviar tu deseo y llenaría de gozo y ternura el alma de tu no por lejana menos afectuosa amiguita
Ivonne
Estas careta proceden de Correspondencia Pizarnik, editada por Seix Barral en 1998
Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 1936 – id., 1972) Poeta argentina. Obtuvo su título en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires y posteriormente viajó a París hasta 1964 donde estudió Literatura Francesa en La Sorbona. Es una de las voces más representativas de la generación del sesenta y es considerada como una de las poetas líricas y surrealistas más importantes de Argentina. Su obra poética está representada en las siguientes obras: La tierra más ajena en 1955, La última inocencia en 1956, Las aventuras perdidas en 1958, Árbol de diana en 1962, Los trabajos y las noches en 1965, Extracción de la piedra de locura en 1968, El infierno musical en 1971 y Textos de sombra y últimos poemas, publicación póstuma en el año 1982.
Ivonne Bordelois es poeta y ensayista. Se doctoró en lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts con Noam Chomsky, y ocupó una cátedra en la Universidad de Utrecht (Holanda). Recibió la beca Guggenheim en 1983. Ha escrito varios libros, entre los cuales se destacan El alegre Apocalipsis (1995), Correspondencia Pizarnik (1998) y Un triángulo crucial: Borges, Lugones y Güiraldes (1999, Segundo Premio Municipal de Ensayo 2003). En Libros del Zorzal ha publicado La palabra amenazada (2003), Etimología de las pasiones (2005), A la escucha del cuerpo (2009) y Del silencio como porvenir (2010). Ganó el Premio Nación-Sudamericana 2005 con su ensayo El país que nos habla. Fotografía por Leandro Teysseire.