Julio Borromé
Del libro América Latina: ecología, liberación y utopía (Acirema, San Cristóbal, 2019), escrito por el ensayista y poeta venezolano Julio Borromé, compartimos el presente ensayo como una lectura actual y necesaria de la obra y la figura del Premio Nobel de Literatura Derek Walcott.
Al conocer la muerte del poeta Derek Walcott (1930-2017), me dedico a releer sus poemas. La experiencia de leer por segunda vez es amable y terrible, prevalece como principio exclusivo de la experiencia, la docta ignorancia. Como si de este modo se tratase de salvaguardar un primer asombro tras la contraofensiva de un lector virtual y de unos poemas que habitan el silencio más que la palabra.
…..También recuerdo mi viaje a Salamanca, la visita a sus Catedrales flotantes, la piedra mensajera del gótico, los demonios parlantes y su régimen de ocultación, las bibliotecas y los libros, el río Tormes, aguas de mi primer bautismo. En el río una garza blanca detenida en las aguas personificaba el Llano venezolano y su presencia fantasmal. En Salamanca el poeta margariteño Celso Medina intentaba traducir los poemas de Aimé Césaire, paisano espiritual de Walcott, ST. John Perse y C.L.R. James. Estos poetas habían creado una literatura escrita en lenguas distintas.
…..En la habitación estudiantil que servía de albergue, Celso continuaba la preparación de una antología de poesía del Caribe traducida al francés y la escritura de una ponencia para ser leída en Senegal en los días venideros. Gabriel Jiménez Emán y quien esto escribe, compartimos la angustia de Celso por encontrar una palabra adecuada para voces intraducibles. La traducción asume un carácter siempre fronterizo y enmascarado. Se traduce y se traiciona. Es una tercera persona, la última de las hipóstasis.
…..De «Vuelta a la Patria», me dedico a explorar la poesía del Caribe. La poesía del esclavo y la resistencia ardientemente defendida, el viaje y las lenguas, la infancia y la tierra. Estos motivos expresan la dimensión histórica, mítica, cultural y filosófica de la poesía caribeña en toda su extensión y diálogo universal. Inaugura una forma de comunicación en su conjunto y trama, movida al encuentro con la experiencia humana.
…..La poesía de Derek Walcott pertenece a esos sustratos genuinos desbordantes y trascendentes de su propia manifestación y las claves del sentido permiten hacerlos comprensibles. Su palabra forma parte de la construcción del imaginario de las Antillas, de ese imaginario convertido en muchas tierras en el que implanta su morada. Y puede darse entonces a presencia y manifestación, hasta promover un desdoblamiento de sí en la forma y figura de la memoria dada a presencias (lenguas, representaciones, espejos, mar, silencio, islas, inmigración, aldeanos, familias) y aquello que puede contemplar y testificar en visión y en palabra de la historia de las culturas diversas.
…..En ese desdoblamiento el poeta se deja determinar como relación, o correlación entre él mismo hecho recobrado y aquel testimonio humano que da razón de esos fragmentos de memorias: como relación Niño-tierra-viaje-mar, o como formación del propio testigo surgido de la entraña misma de la experiencia de las culturas en su formación de poeta.
…..Hay una voluntad épica en los poemas de Walcott, de la indumentaria narrativa de sus imágenes o del andamiaje de su memoria. La poesía debe verse tejida en la potente reconstrucción de las Antillas. Detrás del rostro de los pescadores, leñadores y esclavos se percibe la obsesión por el dramático conflicto del progreso y la verdadera historia. Pero el drama está vivificado por la poesía que se desprende y regresa origen, tribu, árbol, escritura del poeta que tiene por premisa reinstaurar la huella, la memoria, el monumento.
…..Por sus temas y sus modos de nombrar, los poemas de Walcott están muy cerca de la palabra originaria. Las múltiples voces de su poesía se reabsorben en el murmullo incorpóreo y material del paisaje antillano y las grandes ondulaciones de lo más probable del Caribe borran de su arena los acontecimientos de la historia. Y esto posibilita la reaparición de los sustratos profundos de las culturas orales.
…..Estas culturas ancestrales copulan en lenguajes fragmentados habitantes de las Antillas, sucediéndose al contacto lírico que permanece dramáticamente por la música de la sangre y del llanto de la sangre, música, canto, paisaje, de auténtica luminosidad. Las culturas asiáticas, africanas y europeas temporalizadas en el espacio con recíproca y equivalente correspondencia. Y la poesía de Derek Walcott está encargada de «rehacer la memoria fragmentada». Renombrar la diáspora de las culturas puede por sí mismo ser la forma en que el poeta encuentre otra voz, otro lenguaje, que lo es, por su mismo estremecimiento, vivo, pensado y soñado.
…..Puerto España, templo de «ornamentación barroca», y Trinidad, «fragmentos de lenguajes» son las expresiones de esas culturas conservadas en ese misterioso latido de sangre. Esa vivísima pulsación humana, en sus calles, en sus rostros, en sus imágenes de postales, en su concepto, a la par que la memoria del poeta, ha enriquecido con prolongaciones sublimes el poderoso hechizo espiritual de las culturas, una vez que, la especificidad de sus modos de manifestarse logra establecer una actitud vital, de «convicción sincera».
…..La función de la poesía de Walcott consiste en transparentar la figuración metafórica, entrecruzar la oralidad, el mito y la historia, lo que viene a ser, en definitiva, una cultura de la memoria: «reconstruir sus dioses, frase tras frase, con bastidores de bambú.» La poesía de Derek Walcott se hace oficio de conciencia lúcida y toma expresión crítica de los desbordes del materialismo: cuando el progreso y el turista devorador del mito idílico del paisaje legitiman formas de violencia envueltas en una especie de ilusorio paraíso, la auténtica sobrevivencia de culturas y lenguas ancestrales, yacen perdidas o alquiladas en medio del resort y de las tarifas comerciales.
…..El mensaje de la poesía de Derek Walcott, vuelve siempre memoria el olvido, y en la llameante originalidad de su poesía reconstruye los fragmentos lingüísticos de las Antillas. La poesía entonces aglutina lo disperso respetando cada huella para transformarla en nueva invención imaginativa. La poesía de Walcott, el Orfeo negro del Caribe, convoca la luz del paisaje y fija imborrablemente en la memoria su dolor de árbol para transparentar su terrible verdad, la de la propia vida. Una memoria unida más a la vida que a la escritura, una memoria de «la conmemoración». Memoria antigua, como en Homero-Omero. Memoria de la oralidad que fija y tiene su residencia en las culturas analfabetas. Derek identifica el origen de su poesía con las culturas del asombro y del trabajo, del árbol hecho sudor y hoja:
…..«Desde mi niñez he leído el beneficio del esfuerzo (…) La dura caoba de los rostros de los leñadores: hombres de resina Los carboneros. Un hombre que sostiene con el antebrazo su machete sobre el borde herboso del camino, acompañado de su anónimo perro pardo… (…) He leído a los pescadores y criados de librea, de pie sobre las camionetas que avanzan monte arriba. Todos ellos fueron originariamente fragmentos de África, pero ahora tallados, endurecidos y arraigados con rigor a la vida isleña.»
…..Su voz de paisaje, su virtud heroica, su mar de infancia, no puede dividirse, aislarse, de aquellas culturas que juntas, inseparablemente unidas y dispersas en sus construcciones simbólicas, materiales e históricas, las partes de sus expresiones artísticas (danza, teatro, poesía); son acaso el más hondo y puro mensaje de amor que ha pronunciado una voz humana.
El mar es la historia
Derek Walcott
¿Dónde están tus monumentos, tus batallas, tus mártires?
¿Dónde tu memoria tribal? Señores,
en aquella bóveda gris. El mar. El mar
los ha encerrado. El mar es Historia.
En un principio, era el aceite jadeante,
Pesado como el caos;
luego, como una luz al final del túnel,
la linterna de una carabela,
y ese fue el Génesis.
Luego hubo gritos amontonados,
la mierda, los gemidos:
Éxodo
Hueso soldado a hueso por el coral,
mosaicos
cubiertos por la bendición de la sombra del tiburón,
esa era el Arca de la Alianza.
luego vinieron, desde los jirones
de luz solar sobre el suelo marino,
las arpas reverberantes del yugo babilónico,
como los cauríes blancos agrupados como esposas
sobre las mujeres ahogadas
y esos eran los brazaletes de marfil
de la canción de Salomón,
pero el océano siguió volviendo páginas en blanco,
buscando la Historia.
Luego vinieron los hombres de ojos pesados como anclas,
Que se hundieron sin tumbas,
Bandoleros que asaron ganado,
Dejando costillas carbonizadas
como hojas de palma en la playa;
Luego las fauces espumosas e iracundas
de la manera que se traga a Port Royal,
Y ese fue Jonás,
Pero ¿dónde está tu Renacimiento?
Señor, está encerrado en esas mismas arenas marinas,
Más allá del bajío afanado del arrecife,
Donde los hombres de guerra yacían luego de flotar;
póngase estos lentes, yo mismo lo llevo hacia allá.
Es todo suave y submarino,
Por entre columnatas de coral,
más allá de las ventanas góticas de abanicos marinos
a los que el áspero mero, de ojos de ónix,
le parpadea, recargado por sus joyas, cual reina calva;
y estas cuevas vaídas con crustáceos,
horadadas cual piedras,
son nuestras catedrales
y la caldera ante los huracanes:
Gomorra. Huesos triturados por molinos de viento
Hasta hacerlos marga y harina de maíz,
y ese fue el libro de las Lamentaciones
—fue sólo Lamentaciones,—
eso no fue Historia;
luego vinieron, como escoria sobre el labio reseco del río,
los cañaverales oscuros de los poblados
encubriendo y petrificándose en pueblos,
y al anochecer, los coros de enanos,
y por encima de ellos, las agujas de las iglesias,
alanceando el costado de Dios,
como lo dispusiera Su Hijo, y ese fue el Nuevo Testamento.
Luego vinieron las hermanas blancas aplaudiendo
Al ritmo del oleaje del progreso,
Y esa fue la Emancipación
—júbilo, oh júbilo—
que se desvaneció raudamente
como el encaje del mar se seca al sol,
pero eso no era Historia,
era tan sólo fe,
y luego cada roca se resquebrajó para hacer su nación,
luego vino el sínodo de moscas,
luego vino la garza secretarial,
luego vino la rana gruñidora clamando por un voto,
luciérnagas con brillantes ideas
y murciélagos como embajadores que vuelan
y mantis, como policías en uniforme Icaqui
y las velludas orugas de los jueces
que analizan cada caso en detalle,
y luego las oscuras espigas de los helechos
y en la ahogada risa salada de las rocas
con sus piscinas de mar, hubo un sonido
como un rumor sin eco alguno
de la Historia, que en verdad comenzaba.
De América Latina: ecología, liberación y utopía.
Acirema, San Cristóbal, Estado Táchira, República Bolivariana de Venezuela. 2019.
Julio Borromé (Valera, Trujillo, República Bolivariana de Venezuela). Poeta, investigador y ensayista. Forma parte del Equipo Nacional de la Escuela Nacional de Poesía Juan Calzadilla y del Comité de redacción de la Revista Resolana. Magister en Literatura Latinoamericana por la Universidad de los Andes. (Núcleo Trujillo «Rafael Rangel»). Sus últimos libros de ensayos: Crítica de la lectura instrumental. Del sentido, la interpretación y el libro en Venezuela (2014). América Latina: ecología, liberación y utopía (2019). Viaje de raíz (2023). Co-autor entre otros de los libros: Salvo el fulgor. Decir un día. Lectura comentada de un libro (2021). Bolívar desde la razón poética 5 lecturas a «Mi delirio sobre el Chimborazo» (2022). Bitácora del río. En torno a la poesía de Pedro Ruiz (2023). Ha publicado los poemarios Tiempo de pájaros dormidos (2002), Camisa de plumas (2004), Salmos al exilio (2006), Desnuda te ves más alta (2007). Genealogía del bosque (2010). Metafísica del Tartamudo (2013). Ha sido ganador de la Primera Bienal de Poesía Manuel Felipe Rugeles. Ganador de la Primera Bienal de Poesía Gustavo Pereira. Foto Autor: José Gregorio Vásquez
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de
la escultura en hierro con acabado oxidado
del artista venezolano © Daniel Suarez