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Muestra de poetas de Yucatán, Campeche y Quintana Roo

Marco Antonio Murillo

 

 

Curaduría de Manuel Parra Aguilar
Editor Literatura Mexicana Abisinia Review

 

La península en tres tiempos:
muestra de poetas de Yucatán, Campeche y Quintana Roo

No volverán esas generaciones en donde la antología era brújula que indicaba los sitos literarios que había que visitar para comprender el mapa poético de determinado lugar. Si uno no aparecía en ese «mapa» era como si su trabajo literario no valiera la pena, o, peor aún, no existiese. Un ejemplo de esto es la célebremente criticada Poesía en movimiento, ideada por Octavio Paz y ejecutada por él mismo junto a los todavía jóvenes José Emilio Pacheco y Homero Aridjis. En dicha antología se omitió el trabajo de autores relevantes.
…..Hoy las antologías han perdido ese halo de totalidad, ahora son vistas y leídas como fotografías generacionales. Por supuesto, el número de personas dedicadas a la labor poética ha crecido en cantidad en las últimas décadas. Eso significa que en estos tiempos existen más puntos de vista sobre qué es y cómo se debe escribir poesía que en el año de 1966, cuando se publicó Poesía en movimiento. Ante ese panorama, resulta difícil para cualquier antologador, y hasta cuestionable, ofrecer una muestra totalizante de cualquier región. Iluso, entonces, el que crea que una antología no propone nombres a leer, sino que los canoniza. Acaso se merece este epigrama de Marcial: Tú que tuerces el gesto y no lees estos versos a gusto, / que tengas envidia de todo el mundo y nadie la tenga de ti, rencoroso.
…..La presente muestra poética es la última de una trilogía dedicada a compilar a autores del sur mexicano. La primera, Casi una isla, publicada en 2015 bajo la Secretaría de Cultura de Yucatán (SEDECULTA), reunía a 9 poetas de dicho estado. La segunda, Fragilidad de las aguas, se lanzó de manera virtual por la revista la Otra. En aquel año de 2018 las posibilidades se ampliaron al sureste mexicano, compilando poetas de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
…..Ahora, con La península en tres tiempos reduzco las ambiciones de la muestra anterior y me dedico a los autores de los tres estados que conforman la Península de Yucatán. No todos los autores nacieron en la Península, algunos son avecindados y otros pasaron la mayor parte de su vida, o cuando menos, recibieron su formación. Los autores que construyen la muestra son: Adriana Cupul Itzá, Lizbeth Peña, David Anuar, Antonio Íñiguez, Sara Hernández (para Quintana Roo); Manuel Iris, Ángel Nimbé, Mónica Olivares Fonseca, Natalia Gómez, Antonio Gamaliel Pérez Castro (para Campeche); y Nadia Escalante, Ileana Garma, Jorge Manzanilla, Daniel Medina, Emi G. Canchola (para Yucatán). Además, se rompe con una constante de las dos muestras anteriores, compilar sólo el trabajo de quienes nacieron en la década de los 80´s. Ahora tomamos en cuenta el último año de los años 70´s, los 90´s y los dos miles. Así, esta compilación da cuenta del movimiento de la poesía en cuatro generaciones distintas.
…..Una de las motivaciones de esta muestra fue que a pesar de que el auge de las tecnologías virtuales ha roto la distancia geográfica entre los poetas mexicanos, los autores del sur, salvo algunos pocos nombres, siguen ausentes en las publicaciones más relevantes del panorama nacional. Asimismo, esta muestra formula una pregunta: ¿Existe la poesía del sur mexicano? Estoy seguro que el lector de poesía, atento, podrá responderse de forma satisfactoria. Por mi parte, no creo que exista una poesía sureña como tal, capaz de formar una escuela con la que se identifiquen varios autores; pero lo que sí existe son algunos rasgos que acaso contrastan esta poesía con cualquier otra que se escriba en las demás regiones de México.
…..La poesía peninsular está signada por lo que el poeta Antonio Deltoro llamaba «poesía de baja velocidad». Es decir, muchos autores de los que aquí encontraremos serán poetas de lo íntimo, como Manuel Iris o Emi G. Canchola: el primero explora en sus poemas la paternidad y su condición de emigrante, mientras que la otra su proceso de cambio de identidad. Otros preferirán hablar de las cosas gastadas, como los textos de David Anuar quien no duda en construir su poesía con referentes de la tradición judeocristiana. Otros, estarán más atentos a la «música del significado» que al impacto sorpresivo de las palabras. En este último punto caen los poemas de Nadia Escalante, quien en «Cómoda» construye su literatura a base de profundizar en el significado de una sola imagen, o bien, Ángel Nimbé que en «Ciudad que ladra» desarrolla su imagen principal en escenas fragmentarias.
…..Algunos más, como Adriana Cupul Itzá y Gamaliel Pérez Castro están enamorados de la demora y el pasmo, por eso lo que abunda en ellos es la poesía de respiración larga y pródiga en imágenes. Pero también hay otros poetas como Ileana Garma, Jorge Manzanilla, Antonio Íñiguez, Daniel Mediana y Sara Hernández cuyos versos toman elementos prestados de ciertas poéticas «experimentales» del Centro del País para llevar a cabo sus exploraciones. Ileana Garma transita con suma facilidad entre el verso, la prosa poética y la prosa narrativa; luego, Jorge Manzanilla sintetiza en un solo poema un cúmulo de sentimientos. Mientras tanto, las poéticas de Antonio Íñiguez, Daniel Medina y Sara Hernández toman el mismo camino de exploración que poetas como Luis Eduardo García, Daniel Bencomo o Ángel Ortuño. Por último, Natalia Gómez y Mónica Olivares Fonseca cuyos poemas muestran una interesante voluntad narrativa.
…..Por supuesto, a la mayoría de estas generaciones de poetas peninsulares (particularmente los nacidos entre los 70 y 80) todavía les tocó criarse en ciudades pequeñas que aún desconocían los ritmos que imponen las grandes urbes mundiales. Ello da una respiración diferente al poema. Por este motivo me parece que las palabras de Deltoro aplican para esta muestra: no es una tradición rural que dé la espalda a la ciudad, sino una urbana que la reconoce, pero que se defiende del ruido, de la inquietud, de lo lleno, del lujo, de la velocidad.

 

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Adriana Cupul Itzá (Quintana Roo, 1979-2005). Estudió la licenciatura en Educación Primaria en la Escuela Normal Superior «Javier Rojo Gómez». Mención honorífica en el concurso de hai-kús «Eraclio Zepeda» (1991) y segundo lugar en el mismo certamen (1992). Participó en el XIV Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores (1994). Mención honorífica en el concurso estatal de poesía «Ramón Iván Suárez Caamal» (1995). Segundo lugar en el concurso «Cancún 25 Años» (1995). Primer lugar en el concurso convocado por el Centro de Estudios de Bachillerato de Bacalar (1996). Primer lugar en los VII Juegos Florales de Isla Mujeres (1998). Fue becaria del PECDA en 2001 y 2003. Autora de los libros de poesía: Poseída por la luna (1994), Máscara indígena (1997) y Tsunamis inconclusos (2002). Falleció el 30 de noviembre de 2005. En el año de 2019 el poeta quintanarroense David Anuar se encargó de reunir y analizar su poesía completa en el libro Y mi cuerpo no ha muerto.

 

Adriana me diría o dolería a muerte

Adriana me diría o dolería a muerte
clavada queda si corro alrededor del mundo
sentada durmiese si viéramos el viento
son frágiles los dueños de mis sueños
cantan ágiles las alas de mis dedos
cuánto riese si doliera mi alma adormecida
cuánto rezase
si la cuna es poseída
no sé si lo que escribo es lo que digo
si lo que pido sea cierto
pero es cierto que ceniza está en mi cuerpo
y mi cuerpo no ha muerto
qué sería sin plumas de no resistir al viento
qué sintiera en este minuto
donde vivo detrás de nuestros muertos
dónde me escondería si el muerto está adentro
dónde comería si no hay nada adentro
dónde dormiría si está ocupado el acento
dónde jugaría si el muerto no está muerto
y si yo estoy viva qué haría con el viento
dónde me agarraría si no estoy en este cuento
y si no estuve dónde metería estos engaños
si las letras están juntas
y no hay lugar donde me duela
cuánto sería tu sufrimiento Adriana Ariadna
me conduelo de tu mentira
en este papel dolido
Por qué si no sientes nada te pierdes
dónde quedaría si terminas en la nada
nada de la nada del río
que no llevas dentro
cuánto siento mi desprecio
y cómo arde lo que no tengo
no poseo ramas
mis manos
son dos plumeros que no tengo
pero cuánto no tengo lo que no pienso
tampoco yo me esfuerzo
lo que el desierto el cierto
es mentira la ira de la arena
que hiere un hielo el cielo derramado
cuánta sangre nada
nadé dentro y no
cientos de águilas me comen en el vuelo
que no siento el suelo del duelo que puso
y rizo la columna de una alfombra loca
he visto el agua
fuego juego
siendo y siento…

 

 

Los dioses aman la lluvia (Fragmento)

Abrí la puerta del agua
vi a la tortuga
caminando con lentitud sobre la noche

Si somos árbol no entendemos
si somos piedra no sentimos
Si somos selva la lluvia de mayo nos invita
si somos ceiba una mujer nos llora

También fui piedra
el monte dividió mi sed y se la di a los pájaros
los animales bebieron polvo y sequía de la misma piedra
Los señores del monte tocaron el amor
mientras el huracán acechaba en ascuas por el ojo de la tierra

Hoy quise acercarme al maizal
saber que el hijo del cielo y de la lluvia brotó alegre
pero su boca en penumbras dio un lengüetazo
Y nosotros veníamos como granos de maíz cayendo del cielo
Y nosotros llegábamos como la sequía
como un anciano regando el buche de pájaros y gallinas
picoteando la tierra
Cargo sed
se descalaveran del árbol del nance los hombres
para asombrarnos con la lluvia
Cerca del cielo el caballo azul reveló noches
nos mostró el camino
para que construyésemos en su garganta conchas y corales
y para que llegaran venados azules a comer
y a beber sangre de mi pecho que se parte
Sé que también del agua bendita nació el carrizo
labios y laguna en estambre se tejieron
poblaron el horizonte más allá de la sed adentro de nosotros

Tú mi yo
el agua ceiba que construye mi cuerpo
voz que anuncia sangre

Mi alma serpiente
bebe de la jícara que le pedí a los pavorreales
y ofuscada arrebaté para calmar la sed antigua de mi padre

Un pavorreal: el ojo de la noche que se abre y mira

Esculpí máscaras de agua
las que tengo de indígena y que la selva me dio al nacer del
[árbol y el venado

Soñé a la bestia azul
soñé
y mi cuerpo dentro de la noche la buscaba
soñé

Y no existía

 

ζ

 

 

Nadia Escalante (Yucatán, 1982). Maestría en Cultura y Literatura contemporáneas de Hispanoamérica por la Universidad Modelo. Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013. Poemas suyos han aparecido en revistas como Tierra Adentro, Punto de partida, Casa del tiempo, algunos traducidos al inglés y al alemán. Es autora de los libros de poesía: Adentro no se abre el silencio (2010), Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo (2014), Sopa de tortuga falsa (2019) y La raíz negra de los árboles (2023).

 

La cómoda

La compraron juntos:
una cómoda blanca.
«Quedaría muy bien en nuestro cuarto»,
y quedó muy bien junto a la puerta;
la llenaron poco a poco,
alegres y automáticos,
de objetos, instantes
y promesas en desorden.
Abrían y cerraban sus cajones
—inauguración, decían,
y clausura de un espacio solo suyo—
con un ritmo más resuelto cada día;
a veces no podían cerrarla del todo
porque algo lo evitaba:
un cinturón, una avidez intempestiva;
un calcetín, una mirada a punto
bajo jeans y camisetas bien planchados;
un impulso,
una blusa roja
aprisionada en la madera.
La siguieron llenando
hasta quedarse vacíos.
A veces le pedían
esas prendas tan parecidas a ellos
y dejaban a cambio
la posibilidad de ser más que la apariencia.
El tiempo la cubría
de una piel más gruesa.
Dejaron las huellas dactilares,
los nudillos y la fuerza de las manos:
más se resecaba la madera
bajo franelas y pulidores.
Los primores de su tallado,
las manijas firmes y amables
se volvían más frías;
no podía abrirse como antes.
Su interior se fue impregnando
de un contagio oscuro, desmedido
de aislamiento de organismo en su miseria
consumiéndose.
Y los dos frente a ella,
vestidos del olor de la madera
cada noche, cada día,
el otro frente al uno
ya no fueron el otro ni el uno:
dos muebles impenetrables,
consumieron
aquello que habían depositado
cada uno
en el otro.

 

 

Poética

Sabemos que el amor es real
porque deja migajas en la ropa,
el cuerpo y los objetos compartidos.
Podría escribir: «cuando se separaron
lo real permaneció: una mesa, dos sillas,
un colchón king size
con dos bases individuales,
sillones y electrodomésticos.»
Sin embargo, eso no ha sucedido
ni queremos que suceda.
Avenirse es lo deseable,
pero sobre ello no sé cómo escribir:
casi todos mis poemas
han descrito un amor que no se cumple,
un amor en un tiempo que no existe
o un amor en un lugar que no es el nuestro.
Y no quiero escribir
sobre la luz que entra por la ventana
que compartimos
ni palabras que intenten
definirte, disfrazarte en una imagen
para conmover a otros, convencerlos
de la irrealidad de lo real.
Es simple: comer juntos y después
ver la televisión,
saber en qué momento de la madrugada
hay que acercarse
al centro
de esa cama enorme
para encontrarnos.
Y entonces
me arriesgo a ver
esas migajas,
comer el pan
sin cerrar los ojos,
escribir
de lo que no conozco,
arriesgarme
a conocerlo.

 

ζ

 

 

Manuel Iris, Campeche, 1983. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. Poeta Laureado Emérito de la ciudad de Cincinnati, Ohio (EEUU), y actual escritor en residencia del Cincinnati Public Library (Cincinnati, Ohio), y de Thomas More University (Crestview Hills, Kentuky, EEUU). Autor de los libros Cuaderno de los sueños (2009), Los disfraces del fuego (2014), Cincinnati. Historia personal (2019), Lo que se irá (2021). En 2023, la Universidad Autónoma de Chiapas, en México, publicó el libro Traductor del silencio: acercamientos críticos a la obra de Manuel Iris, que reúne ensayos, reseñas y entrevistas de 23 autores acerca de su obra.

 

Soy de aquí

Uno es de los sitios
a los que ha llegado,

del idioma
en el que no puede soñar
y un día sucede
y se despierta preguntándose
cuál es su casa ahora,
cuando siempre hay corazón
en otra parte.

Uno proviene de las calles
que ya nunca son las mismas al volver.

Proviene del momento
en el que decidió partir
y de ese otro en el que entiende
que todo se aleja.

Que es imposible quedarse, aunque te quedes.

Que es imposible, aunque regreses, regresar.

Escribo un verso
que es como una despedida
y lo señalo:

soy de aquí.

 

 

El idioma de la casa

A veces tengo miedo de que hables
el idioma en el que no puedo soñar.

Casi siempre deseo
que primero vivas
el idioma de la casa,
el mismo en que te arrullo,
en el que te imagino
platicándome tus cosas.

(Todavía no distingues
que afuera hay otra música)

Últimamente
tengo miedo de los meses
porque tú has nacido aquí,
en este sitio, en este idioma
en el que soy un extranjero

y yo quiero
vivir dentro
de tu mundo,
del idioma que tendrás,
de tus palabras.

Me da miedo
que conozcas
la imposibilidad de pertenecer.

Pero te harás tu patria, como cualquiera.

Si te preguntan de dónde eres
diles que has venido del corazón de tu padre,
de un corazón
que aprendería cualquier idioma
para hablar contigo.

 

ζ

 

 

Ileana Garma (Yucatán, 1985). Es escritora y artista visual nacida en Mérida, Yucatán en 1985. Ha sido becaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) y del Sistema de Apoyos a la Creación y a Proyectos Culturales (SACPC). Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez (2022), el Premio Estatal El espíritu de la letra (2015), Premio Nacional de Poesía Caza de Letras (2012), el Premio Nacional de Poesía Charles Bukowski (2008) y el Premio Estatal de Poesía José Díaz Bolio (2005). Ha publicado los libros: Itinerario del agonizante (2006), 7 Obra poética (2012), Ternura (2013), 29 (2015), Días de fiesta y otros cuentos (2015). Su más reciente poemario Uniformis se publicará por el Ayuntamiento de Mérida.

 

El uniforme de las flores (fragmentos)

XIX

Nadie quiere hablar de los baños brillantes
no hay puestas de sol ni mares ni montañas
ni delicadas flores de seda que abren pétalos lustrosos
aun así
………………hay millones de fotografías
de chicas y chicos en baños públicos
…………en ese único baño

es sólo uno
el baño que Blanca limpia cada día

mi madre se detenía siempre
……le gustaba charlar con aquella mujer
no era su amiga era su compañera su colega
hace 11 años mataron a una de sus hijas
tenía 23 estaba embarazada de 3 meses

su novio arrojó el cuerpo en una zanja
……………………………………rumbo a la playa
imagino el atardecer detrás de la bolsa de plástico
el alterado parloteo de las gaviotas
…………una única bolsa
sólo un cuerpo
Blanca recibió 150 mil pesos como indemnización

nadie quiere saber cómo ciertos días
pueden ser más lentos
y al final
………………impecables

Blanca no platica con mi madre
se concentra en la longitud del espejo
………………reflexión refracción difracción
la manera en la que la luz se dispersa en el horizonte

 

 

XXI

Las sombras son rojas son violeta nunca son grises
las sombras no son
…………………..la jefa de mi madre me giñaba el ojo
mientras se pintaba los labios
……………………………………espejito circular
me guiñaba el ojo cuando atendía a los clientes
cuando se acercaba a sus compañeros
habitante de su propio ritmo dueña de una sombra
profundamente roja
Mary
la vi muchas veces mientras crecía
………………me gustaba su cabello lacio y oscuro
su cabello corto la observaba contestar el teléfono
escritorio minúsculo Mary compacta y morena
la gente es dueña de sombras nacaradas
………………………………de sombras verdes
los ojos de Mary me sonreían

algunas tardes
Mary
tomaba muchos metros de tela de la bodega
y se los entregaba al agente para que los vendiera
en pueblos cercanos

…………decía que tenía muchas deudas
…………debía pagar la manutención de su hijo
…………debía pagar la manutención de su hija

el dueño me va a regalar cien mil pesos

y con eso voy a solucionar mis problemas
le decía a mi madre

una tarde
……policías armados irrumpieron en la oficina se
……llevaron esposados a Mary y al agente
las sombras son rojas son violeta jamás son grises
nunca pude aprender a guiñar el ojo en ningún
momento de mi vida
………………mi madre extraña escuchar a Mary
…………aquellas charlas sobre los viajes que haría
…………aquellos planes sobre la vida que quería llevar

yo puedo ver uniformados llevándose a uniformados
en medio de sombras oscuras

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Jorge Manzanilla (Yucatán, 1986). Estudiante del doctorado en Estudios Culturales por la Universidad de Arizona, Maestro en Escritura Creativa por la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: Que me sepulten recostado en la palabra (2011), Escarnio (2014), Diáfano 23 (Fondo Editorial Tierra Adentro, Col. La Ceibita, 2014) y Vitral de todos mis cuerpos (2015). En El Paso, Texas, obtuvo el galardón Creative Awards 2017. Obra suya se ha publicado en el New York Times y se ha traducido al portugués.

 

Recortes de lo que no he nombrado

V
Este poema encarna entre los muertos
y entierra la sangre por debajo de la lengua.
Afuera de nosotros, nadie viene
Adentro de nosotros, nadie viene
Entonces despojamos al padre
de todo credo y toda fe
porque nadie está sentado a nuestra izquierda.
En la derecha está la madre
y hace un padrenuestro
que apenas puede taparnos
cuando tenemos frío.

 

 

VI
Dios tiene las manos flacas de mi padre,
No tiene tímpanos y muere los sábados
porque busca el descanso eterno.
Ojalá los ángeles rezaran por él.
Todos necesitamos el cirio bendito,
el incienso y el canto de los santos.
Si alguien ha visto a Dios,
repórtelo a la camilla cuarenta y seis.
Jueves de once a una
y que venga solo
sin sus páginas
sin sacerdotes.

ζ

 

 

Lizbeth Peña (Acapulco, 1987). Becaria en el Festival de Literatura Interfaz-ISSSTE (2014), el Festival Internacional de Escritores de San Miguel de Allende (2019) y el PECDA Creadores con Trayectoria (2023-2024). Galardonada con el Premio Sasil 2023 a los artistas más destacados de Q. Roo en el rubro de letras en prosa. Graduada de los diplomados: Mediadores de lectura (UAM-Xochimilco), Enseñanza de Escritura Creativa (Skribalia) y Creación Literaria (INBAL). Trabajó como editora en la revista Tropo a la uña, es la coordinadora general de los proyectos de Tokonoma y de La Tlacuila. Reside en Cancún desde 1993.

 

La pecera

No lo veas directamente
Lo miré
No por mucho tiempo
Me acomodé en la cama
y miré sin pestañar

Constante o no
usa protección
Lo miré aún
directamente
con los ojos
al desnudo

Recuerda
solo aquí hay vida
allá no
Miré fijamente
y un pez habitaba la Luz

Ver directo te ilumina en una vidente o mueres
Lo sigo mirando sin tener premoniciones

No es el astro lo que daña
son sus manchas
Miré directo
a esa pecera
incandescente
sin protección
hasta quedar ciega

El lado oscuro del sol no existe
y no viven en él conejos lumínicos
Bajo mis párpados hay una pizca solar
pequeños animales se impulsan en la luz
con sus patas oscuras

Incluso ahora
no debes mirarlo
durante mucho tiempo
o puede quemarte
Pienso dónde está el punto luminoso
ya ciega
dirijo mis ojos hacia él
y la claridad del recuerdo
me incendia

 

 

La psicología de mi madre sobre el color

Los zapatos de sangre
te convierten en mala mujer
mujer marcada

Sólo abajo son rojos, madre
Y en su cara le muestro la cara de mis suelas

El rojo me marea, dice, y es genético

No es el tono, es la sangre, le digo
Pero comienza la arcada

No es el fuego lo que incendia
no olvides, es el rojo, dice mi madre

Arriba, mareo, lo logro
Abajo, el piso se mueve
Sigo bajando y ya no hay peldaños

Mira, madre, una grieta se extiende
hasta el corazón del mundo
Si sigues viendo
te vas a marear más

No es así, madre mía,
cálido rojo muy grande
calma el mareo y el ansia

Sigo bajando y tropiezo

A mí madre le da miedo lo oscuro
al negro lo llama azul noche
al tono de mi piel lo llama tierra

Como digas, madre,
el nombre no hace al color

Una bolsa azul noche
guarda el agobio
azul noche arriba
y raíz es mi cuerpo

 

ζ

 

 

Ángel Nimbé (Veracruz, 1988). Periodista y promotora cultural. Estudió Literatura en la Universidad Autónoma de Campeche. Ganadora del Premio Estatal de Poesía 2015 y Becaria del PECDA de Campeche en 2012. Es autora del poemario La danza de las serpientes. Reside entre Campeche y Quintana Roo desde hace varios años.

 

Diversas escenas del crimen

I
La nieve ya reposa
bajo el árbol.
El pájaro cayó sin dar un grito.
Al sol se estanca el agua enfurecida.
El cuerpo se pudre lentamente.

 

II
Los cuerpos son una masa informe
mientras las sombras se sientan a comer helado.
Están cansados de posiciones y sexos.
Siempre es lo mismo.

 

III
No puedo ver más que mi roja soledad
que se abre al mundo.

 

IV
No hay recuerdos,
testigos,
ojos,
lengua,
manos o sonrisa.
Todo está desperdigado sobre el piso.

 

V
No existió nunca nadie
tan feliz como yo,
pero me sepultarán al lado
de los que nunca rieron.

 

VI
Alguien me dijo que lo mejor
era hacer el amor
mientras el mundo agoniza
de regreso al paraíso.

 

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David Anuar (Cancún, Q. Roo, 1989). Licenciado en Literatura Latinoamericana y maestro en Historia. Becario del PECDA, de la Fundación para las Letras Mexicanas y de Jóvenes Creadores (FONCA). Escritor residente del International Writing Program 2022 de la Universidad de Iowa. Ganador del Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011), del Premio Francisco Javier Clavijero (2019), del Premio Estatal de Poesía Tiempos de Escritura (2020), del Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos (2020), y del Certamen de ensayo Luis Alberto Arellano (2021). Autor de varios libros, entre ellos, Memoria de Gabuch (2020) y Alguien hunde mi cabeza (2021). Fundador y director de Archipiélago: talleres de literatura.

 

Mi madre tiene los clavos más hermosos del mundo

los he visto azules en las radiografías
como espíritus que han decidido
aparecer entre sus vértebras

quisiera saber la tibieza de su metal fantasma
acariciar con mis dedos la columna
y recuperar mi fe
en los rayos X y los médicos

en la espectrografía
los clavos ya son parte de su alma
la sostienen
la fijan a su sitio
le devuelven el equilibrio
entre lo óseo
la carne
y mis nervios

 

 

Jardinería

Arrancar la hierba fresca del jardín
es como escribir un poema.
Hay que ensuciarse las manos
dejar que las espinas toquen la superficie de la piel
y si es necesario, que penetre la lluvia
contenida por las hojas,
que la tierra se nos abra
sin mediar los estragos
o la profundidad de las rocas.

Y cuando finalmente hayamos espurgado todo
será necesario comenzar de nuevo
porque volverá a llover
y crecerá la hierba
y el jardín siempre estará ahí.

 

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Natalia Gómez (Campeche, 1991). Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Maestra en Ciencias de la Educación. Egresada del II Diplomado Virtual de Creación Literaria del INBAL. Ha sido beneficiaria del PECDA (2020), del Festival Interfaz ISSTE y del FONCA (2023-2024). Ha participado en algunas antologías como Rebelde y fiera, Anuario bilingüe de poesía de San Diego, Artivismo: La poesía como espacio de resistencia, y Novísimas: reunión de poetas mexicanas Vol. II. Actualmente es profesora de educación media superior, Superior y Posgrado, para el área de lengua, literatura, comunicación y pedagogía. Es miembro del Proyecto de Escuela de Escritores Campechanos y del consejo editorial de Kracken Fanzine.

 

 

La insolencia del arbusto

Tengo una insolencia tan grande
como la de un arbusto
y me planto
justo en tu cara
para que mires que tu presencia
siempre me resulta insignificante
Tengo la insolencia de una rama
crezco ante los reclamos
indirectas
y pendejadas
que van de tu voz
hacia cualquier integrante de la mesa
Soy la mayor insolencia de la familia
como has dicho
lo soy
más que como un arbusto
como un bosque entero
soy ofensa
descaro
insulto
y es por ello
que debes saber
que lo que dices
a los demás de mí
no me aflige
pero me colma
y que a diferencia del arbusto
la rama
o el bosque
yo sí puedo sacarte los dientes

 

 

Poema para un viejo ridículo

Para Ángel Ortuño

Un poeta no debe morir así
no de improviso
(Julio Peniche)

Debiste avisarnos que pensabas partir
hubiéramos hecho una despedida
con chelas banqueteras
metal y riopan

Debiste decir que pensabas irte
que lo harías un viernes
y no arruinarnos
el fin de semana

Debiste anunciar
ca/na/lla
que nos dejarías
para ir a molestar a los santos
o a la madre del diablo

Debiste quedarte
para no extrañar tus poemas
tu cara
ni tus gatos

Debiste
viejo ridículo
resistir como siempre

 

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Antonio J. Iñiguez (Cancún, 1991). Ha publicado en distintas revistas literarias como La Noria (Cuba) y Río Grande Review (Estados Unidos). Es autor de los libros Nueva tierra (2018) y Radiografía border (2020). Obtuvo la primera mención honorífica en el XIX Premio Regional de Poesía «José Díaz Bolio» 2019 y, recientemente, el Premio Nacional Universitario de Poesía «José Emilio Pacheco» 2023. Obtuvo en el 2018 y 2023 la beca del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA), de Quintana Roo, en la categoría de literatura. Codirige el fanzine Cracken y la editorial Tang Ping.

 

Una grieta es una línea trazada por la muerte
(Fragmentos)

hay un día en que abres los ojos
y sientes la horma partida a la mitad

entonces intentas descubrir ese punto
en que surgió la línea que atraviesa tu estructura

esa parte de ti que cedió primero al movimiento
y sin embargo no encuentras

sólo sabes que existe
porque algo cada tanto se conmueve

y sientes miedo de no desmoronarte

…………….

siento compasión
por las formas a punto de quebrarse

su frágil integridad
pareciera recobrar incluso más belleza

que aquella mostrada
antes de sufrir desgaste

la natural muerte
que otoña siempre su estructura

adoloridos seres vivos
que me reconocen como suyo

disímiles objetos que me cercan
a nada de inservir o derruirse

a todos quisiera remendarlos
ser con ellos una faz distinta

 

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Mónica Olivares Fonseca (Campeche, 1991). Licenciada en Contaduría y Maestra en Administración por la Universidad de Campeche. Es miembro del Taller de literatura «Proyecto Escuela de Escritores Campechanos». Becaria del PECDA. Ha publicado en diversas revistas como: Revista Tierra Adentro, Punto de Partida, Otro Páramo, Revista Almiar, entre otras. Es autora del poemario El dorso de las Sirenas (2022), y coautora de la antología Sureñas: Narradoras y Poetas Jóvenes de la Zona Sur (2017).

 

Vicios (fragmentos)

El lobo te abre las puertas de su oficina
te ofrece una silla
te invita sentarte
tomar el té

El lobo custodia calcomanías
desarruga cuerpos
los adhiere a su colección
seduce, acecha,
lame los dedos,
da privilegios,

Su bandera es una tregua laboral
come varias veces lo servido en la mesa
devora y hace daño
te estalkea en Facebook,
su voracidad es alimento del click

Ahora los ojos,
las manos, los oídos, son virtuales
nos incrustan los dientes sin filtros
Ahora en nuestros sueños todo es una simulación
el gran lobo nos acecha.

La lujuria busca almas débiles
Intimida los huesos ajenos
Los aromas tímidos

Ahora la mirada cae por rebanadas
todos comemos hasta explotar sobre la mesa
todos estamos vigilados.

 

 

49

Te dije que No te metieras con casados
Son manipuladores y les gusta tener el control
Si no haces lo que quieres
Se empeñan a destruirte

Estos tiempos son feroces
cambiar de cuerpo
es un acto banderizado
somos el trofeo
el monte Sinaí

La estabilidad marital
es un calabozo
donde los esposos
olvidan encender las velas

El lenguaje del estrés
sostiene los muros
los millenials tienen miedo de casarse
el amor es un gasto ceremonial
con tarifas altas
cajeros automáticos en la cocina
tienen miedo de ser infelices
comer el mismo plato
sin sentir la satisfacción
del primer sorbo

Ahora lo entiendo
las generaciones pasabas
cuidan con los dientes
la mentira, las garras
el dinero, la estabilidad
el oro, las arras
el poder y el estatus

He visto la disfunción familiar
eclipsada a las costumbres
con las amantes felices
la vulgaridad
todo es tan propiamente normal y correcto,
por eso no te metas con casados
sus esposas te van a destruir.

 

ζ

 

 

Daniel Medina (Yucatán, 1996). Poeta, editor y tallerista. Autor de los libros Una extraña música (2018), El dolor es un ensayo de la muerte (2020), El sonido de los cascos al chocarse (2020) y XVIII (2021). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara 2014, Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017, Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco 2019, Premio de Poesía Punto de Partida 2021 y Premio Nacional de Poesía Timón de Oro 2023. Fue beneficiario del Programa Jóvenes Creadores del FONCA (2021-2022) y del PECDA Yucatán en dos ocasiones (2017-2018, 2023-2024). Dirige Ediciones O desde el año 2015.

 

La oscuridad puede con todo

Si a las tres de la mañana
te sujeta el frío con mal cuerpo
y notas que la sombra del árbol
…………ya no está

si la puerta se abre y tú caminas
quedándote por fuera del todo
fijando la vista en veintitrés escalones
que alguien sube lento, demasiado lento

no habrá nada

sólo tu cerebro apagándose
como linterna.

 

 

Nuevo manual de poesía

1. Los poemas son herraduras
2. y las herraduras necesitan clavos
3. los clavos la fuerza del martillo
4. el martillo cinco dedos
5. que a la vez necesitan un impulso
6. una extensión de mí es la herramienta
7. pero soy felizmente innecesario
8. no como los clavos el martillo y los dedos
9. que hablan por sí mismos
10. en términos líricos son ellos el poema
11. lo curioso es que las herraduras cambian
12. las hay de hierro cuero y plástico
13. también las hay artificiales
14. a este propósito comparan el oficio del herrero
15. con la orfebrería o la pesca
16. hacen joyas dicen atrapan peces
17. pero ellos odian esta situación la odian
18. y en consecuencia han dejado de golpear
19. sus talleres están completamente vacíos
20. afirman que los materiales de ahora son más blandos
21. lo íntimo abisal y fulgurante lo silábico qué triste
22. lo único que resta de las herraduras es el fuego.

 

ζ

 

 

Sara Hernández (Toluca, 1999). Reside en Cancún desde 2009. Egresada del CEDART Ermilo Abreu Gómez. Autora de zhi lan, Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2021. Becaria del Curso Xalapa de Creación literaria de la FLM y la Universidad de Xalapa en 2021. Su obra se encuentra publicada en espacios digitales e impresos como Tropo a la Uña, Revista Espora, Pliego16 y la antología Novísimas, Reunión de poetas mexicanas Vol. II (2021). Es parte del taller online permanente de poesía Archipiélago.

 

todas las mañanas
de mi vida
se hilan sin rueca

no es posible deshacer
todos los nudos
por eso
empecé a hacer

macramé

el arte de tejer
a base de nudos
cosas que no lo son

¿se puede tejer un espejo?
¿un rostro que no se ha visto?
¿un mapa para ese rostro?

habrá que aprender

mientras tanto alguien juzga
en silencio
mi trabajo desde la esquina

será dios, la muerte
o una araña

 

 

lectrolit fresakiwi

no aprendí a nadar en el mar

soy

sirena
de cloro y azulejo

extraño
náufrago
pez

arrancado del caribe

limpias tus googles
inseguro

mientras ato
mi cabello
en una trenza

arrojé tus lentes por la borda:
………………….recibiste el agua
………………….y mi elixir
………………….rosado
………………….de ternura
………………….cítrica

………………….con ojos cerrados
sólo
arde
un
instante

luego

el placer
del hundimiento:

eléctrico
………………….como superficie de alberca al mediodía

 

ζ

 

 

Emi G. Canchola (Ciudad de México, 2000). Mujer trans. Estudió Creación Literaria en el Centro Estatal de Bellas Artes de Yucatán (CEBA). Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA 2022-2023. Fue seleccionada para participar en la estancia literaria Material de los Sueños en las Islas Marías (2021). Ganadora del primer lugar en el Duodécimo Concurso Caminos de la Libertad para Jóvenes en la categoría de poesía (2021), el premio estatal de poesía Tiempos de Escritura (2020, Yucatán), el Séptimo Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro Aura (2020) y el XVI Concurso Nacional de Expresión Literaria La Juventud y la Mar (2016).

 

Quiero un bosque

Quiero un bosque para mí sola,
uno en donde quepa,
porque dicen que estoy muy grande,
que mis hombros son anchos
y mi pecho un muro de concreto,
dicen que estoy tan grande
que ya no quepo en la casa.
Quiero un bosque en el que me sienta ligera,
un bosque enorme en el que llueva mucho
y caiga un rayo tras otro,
en el que la vegetación sea monstruosa
y áspera, muy áspera.
Agua que me parta a la mitad.
Luz que me deshaga el cuerpo.
Hojas que sean mi furia.
Quiero un bosque tan enorme, inhóspito y oscuro
que sólo pueda ser habitado por una mujer

 

 

Pequeñas diosas

Crecer parece un destino irremediable:
deudas que no acaban, el tiempo metido en la cabeza
y charlas incómodas sobre hijos y matrimonio.
Una ya no puede flotar por los aires a la espera
de cualquier corriente que, amable, acepte llevarnos.
Ser adulto es perder las llaves de la cabeza
y tener que llamarle al cerrajero. Yo les diré
lo que verdaderamente significa crecer:
crecer significa no ser dios.
Por eso yo decido crecer para el lado contrario,
hacia adentro. Sentarme tranquila en la oscuridad
e inventar la luz. Mover la lengua y crear razas
humanas, alienígenas o, por qué no, diosas bardas.
Pero, sobre todo, el mayor incentivo de no crecer:
el mundo es tan imperfecto que puedo
ser mejor diosa que Dios

 

ζ

 

 

Antonio Gamaliel Pérez Castro (Campeche, 2001). Estudiante de la Licenciatura en Literatura de la Universidad Autónoma de Campeche. Ganador del segundo lugar del concurso «Poesía Joven 2019» del Estado de Campeche. Forma parte de las Antologías de escritores Todo lo que el silencio habita (2019) y La palabra después de los muelles (2023).  Director de Revista Hora libre. Actualmente se desempeña como miembro activo del Proyecto Escuela de Escritores Campechanos impartiendo talleres.

 

Mis perros me ladraron al entrar a casa

Mis perros me ladraron al entrar a casa
me desconocen hasta que huelen mis manos
y saben que soy y estoy con ellos

«El tiempo es implacable, la literatura también»
dijo Witz en el 98
cuatro años antes de que nacieras
y hoy cuando subimos al tercer piso
tus pasos se llevaron el reclamo del poeta que muere
y es olvidado horas después de su homenaje por la Secretaría de Cultura

Sudo la poesía implacable mientras me aferro en tus pantorrillas
y comparto asilo con el frío de estos salones
donde te recuestas en mi hombro
y el tacto entre nuestras ropas me hace olvidar las voces afuera de mí
que se preocupan por cómo no morir de hambre
que se preocupan por cómo no morir
que se preocupan

Cada día entiendo más por qué al poeta le rugen las tripas cuando hace corajes
y por la tarde nos llega la sed de alcohol de cantinas baratas
congresos, encuentros, certámenes, revistas
el dicho y hecho de los pobres muchachos que se tiran un peso al hombro
y la literatura sigue como el derecho al entretenimiento
al circo del crítico o la bilis de otro igual
mi piel viaja contigo
sobre estas calles que se estiran hasta al fondo de mi psicosis
y juntos
podemos intuir que hoy todos mueren de pie
antes de llegar al mercado
antes de llegar a la universidad, antes de publicar y recibir
el visto bueno
de la Institución

Pero tú me posees
—dice una voz que pocos encontramos al terminar un trip
de drogas prescritas—
miro al espejo
me quito las lagañas y remojo las cejas y la frente
mientras la lluvia aún cae y no paran en tus brazos tu falta de sueño y hambre
pero te seco las lágrimas
y oramos por los perros que somos
y se acomodan afuera del bar unos sobre otros
en busca de calor

La poesía sigue siendo una resistencia entre pasillos,
cantinas y camiones que no se detienen, aunque quieras bajar
para dejarlo todo
y yo
acepto al tiempo y a la literatura
y al miedo y a la ira
y al insípido café en una presentación de libro
cuando todavía lucho por encontrar mi cordura
entre páginas que no hablan del mal olor que dejó la Ría
al taparse

Buscaré la poesía actual campechana por todas partes
excepto en tu cuello
ahí donde los poemas no tienen sentido
a menos que sean susurros contra tu carne;
tal vez encuentre la poesía debajo de mi cama de madera
junto a mis chanclas y un charco
de orina de mis perros que debo limpiar
cuando la encuentre no te olvides de ella como yo no te olvido
a ti, a tus sombras y voces
mientras entro a casa y mis perros me ladran
y no soy el único que hoy
no me reconozco

 

ζ

 


Marco Antonio Murillo (Mérida, Yucatán, 1986). MFA en Creative Writing por la Universidad de Texas en El Paso. Premio Nacional de poesía Rosario Castellanos (2009), Premio Estatal de la Juventud en Artes (2015) y Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco 2020 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Ha sido Becario del FOECAY (2009), del University Grant (2013- 2016) de la Fundación para las Letras Mexicanas (2016-2017 y 2017-2018), del FONCA Jóvenes creadores (2019-2020 y 2021-2022) y del PECDA Creadores con Trayectoria (2023-2024). Es Autor de los poemarios Muerte de Catulo (2011 y 2013), La luz que no se cumple (2014), Derrota de mar (2019), Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos (2020) y La tradición del viaje a solas (2021). Como antólogo fue coautor del libro Casi una isla: Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta (2015) y autor de Fragilidad de la isla. Antología poética del sureste mexicano (2018). Ha sido editor de la revista Bilingüe Río Grande Review (2013-2015), parte del Consejo de Redacción de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea (2015-2016) y de la revista Pliego 16 (2016-2018). Actualmente se desempeña como editor de poesía en la revista Carátula.

La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra Retrato de niña de negro, 1914,
del pintor, ilustrador y escenógrafo francés © André Derain

 

año 4 ǀ núm. 19 ǀ enero – febrero – marzo  2024
Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , Last modified: agosto 4, 2024

Morir es un país que amabas

Poesía y memoria por nuestros líderes y lideresas sociales

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Stefhany Rojas Wagner & Eduardo Bechara Navratilova 

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978-628-7546-85-1

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Bonnefoy y Pizarnik,
una amistad con la poesía

AUTORA

Ivonne Bordelois

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COL $80.000

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Señora mía de mí 

AUTORA

Maria Teresa Horta 

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Estrellas de mar sobre una playa

Los poemas de la pandemia

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La sal de la locura

Le Sel de la folie

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Carta de las mujeres de este país

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En este asombro, en este llueve

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El país de las palabras rotas

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Las semillas del Muntú

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Mónica Viviana Mora

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Las voces de la tierra

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Lo que se desvanece

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Por el ojo del pincel

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