José Watanabe
El dossier «Poética en verso» de nuestra sección de «Escritura Creativa» desea acercar al lector a aquellos poemas que preguntan e intentan definir a la poesía, el poema, la página en blanco y al poeta en nuestra sociedad. En este número ofrecemos una selección de textos del maestro peruano José Watabane (Trujillo, 1945-Lima, 2007).
Los versos que tarjo
Las palabras no nos reflejan como los espejos,
así exactamente, pero quisiera.
Escribo con una pregunta obsesiva en las orejas:
¿Es ésta la palabra exacta o es el amague de otra que viene
…………………………..no más bella sino más especular?
Por esta inseguridad
tarjo,
toda la noche tarjo, y en el espejo que aún porfío
sólo queda una figura borrosa, mutilada, malograda.
Es como si cumpliera la amenaza de la madre sibilina
Al niño que estaba descubriéndose, curioso,
en su imagen:
“Tanto te miras en el espejo que
algún día terminarás por no verte”.
Los versos que irreprimiblemente tarjo
………………………….se llevarán siempre mi poema.
De la poesía
El niño entró en la sombra de su árbol de extramuros
donde dejaba diariamente sus quehaceres de intestino.
Y si otro niño en árbol vecino de acuclillaba
………………y se aliviaba
brotaba entre ambos
la honrosa complicidad de la depuración
…………………..del buen animal.
Esta vez, sin embargo,
una visión suspende al niño, lo fija
con estupor
………..bajo su árbol:
en medio de una anterior limpieza
……………..crecía
una incipiente y trémula plantita.
…………Y lo estremeció la imaginación del viaje
de la pequeña menestra
a lo largo de su cuerpo, su recorrido indemne,
incontaminado
……….. y defendiendo
en su íntimo y delicado centro
…………..el embrión vivo.
Y en la memoria del niño,
………….con difícil contento,
comenzó a elevarse para siempre
la planta mínima, tú principio, tu verde banderita,
…………………..poesía.
La jurado
Dolorosas mudanzas de entrecasa
han convertido el cuarto de la difunta
en este desordenado escritorio
donde leo poemas de cien jóvenes
y con ignorancia
califico.
En la pared
queda una suave mancha de grasa
donde la difunta apoyaba su coronilla
de madre.
Desde allí
viene a leer conmigo.
Ella siempre fue petulante: yo soy el jurado
pero ella me adelanta
en el juicio, me condena otra vez
a hijo.
En las páginas de ustedes, muchachos, la muerte
tiene más nombres que la vida
y baila
ebria,
sonora, las mejillas pintadas como muñeca
de teatro y literatura.
Sólo un verso brillante, sólo dos y el resto
puras fintas, me dice
la jurado. La muerte
de verdad
es como la poesía: mírala venir
como una forma
de la templanza.
Planteo del poema
Yo quería escribir un poema,
un estudio del canguro hembra que termina de procrear su cangurito
en una bolsa membranosa que lleva a guisa de delantal.
Ampliando un poco la imagen
debía identificar esa bolsa materna con mi dormitorio.
Y dentro de la bolsa de dormitorio estaría mi hija recién nacida
y un tanto edípicamente yo mismo. Mi mujer,
la cangura, debía administrar esa bolsa de cemento como parte de su cuerpo,
estableciendo su maternalismo sobre ambos, incluso sobre las cosas.
Cuando llegó mi hija yo sospeché esta conversión, y tuve miedo.
Mi hija pudo tener alas y largarse por la ventana
pero decidió ser como papá y mamá que no saben volar.
Por eso fue menester que la habitación se convirtiera en marsupia
donde ella terminaría de criarse arrojándome sus olores
de talco y caca, y convirtiendo los bellos pechos eróticos de mi cangura
en pechos nutricios.
También debía hablar de mis actitudes de mono alrededor de su cuna
diciéndole “cara de poto”, pero babeante, pero progenitor,
pero a sus órdenes.
Yo debí escribir ese poema. Espero hacerlo algún día.
Los poetas
Abelardo me ha hecho un honor,
me ha pedido que presente su libro. Ay amigo,
exímeme de larga opinión. Bien sabes
que cuando un poeta honrado lee a otro honrado
sólo se le busca una palabra, una sola, la que hace sonar
……..a las otras.
Rosebud, dijo Kane. Una palabra así
como caída del cielo ¿Cómo hallarla entre las astucias
de la poesía y del mucho ingenio
que banaliza los poemas?
Yo la estoy buscando sin prisa, entre todos
los honrados, y con un resabio de sangre en la boca
como si estuviera masticando
mi propia lengua.
De Poesía completa, Editorial Pre-textos, 2013
José Watanabe. Poeta y dramaturgo peruano nacido en Laredo, Trujillo en 1946. Hijo de un inmigrante japonés y una campesina de la sierra peruana. Por su primera publicación, Álbum de familia, publicada en 1971, recibió el premio Poeta joven del Perú. Su segundo libro, El huso de la palabra, sólo apareció en 1989 y lo consagró como uno de los poetas más importantes de la poesía peruana contemporánea. Parte de su obra está contenida en publicaciones tan importantes como, Cosas del cuerpo, 1999, El guardián del hielo en 2000, galardonado con el premio Lezama Lima de Casa de las Américas, Elogio del refrenamiento, 2003, La piedra alada, 2005 y Banderas detrás de la niebla, 2006. Se destacó además como guionista para cine y teatro. Falleció en Lima en abril de 2007.
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de una ilustración del artista Chloe Joyce