Fátima Vélez
Jardín en Tierra Fría (Bogotá, 2024) de Fátima Vélez narra veinticuatro horas en la vida de Primera V, cuidadora del jardín en Tierra Fría que durante años Papá V ha construido con plantas traídas de lugares lejanos y ruinas de palacios coloniales. Ella sospecha que el padre quiere un jardín de hijas a su servicio y que ha enterrado allí a las madres. Sospecha también que su novio y su mejor amigo tienen un romance: le ha parecido oírlos juntos en la ducha. En Tierra Fría, de agua escasa y aire turbio, conviven hermanas, dudas y dobles.
…..Abisinia Review le agradece a la hermana editorial Laguna Libros, por permitirle compartir como primicia el primer capítulo de Jardín en Tierra Fría, e invita a sus lectores a adquirirla y degustarla.
I. El chorro
El sonido entra con todo y el chorro de la ducha por el oído de Primera V. Ella se deja llevar por la fuerza de una corriente sin orillas y se funde en una empalizada de ramas de chusque y caracolí y una espuma de tierra ennegrecida se le incrusta en la garganta, algo que presiona esa glándula en forma de mariposa, hormonas saltan, ya se imagina inflándose y preguntándole a Inca si la ve más gorda, y él diciéndole que debe ser la tiroides, que se mande a revisar.
…..Tose Primera V. Se pone una almohada en la cabeza. Deja de escuchar el chorro de agua cayendo y los gemidos. El silencio es tan que cree que se quedó sorda, hasta que reconoce, en un tono bajo bajísimo, las voces de Inca y Enriqueto. Cierra los ojos, El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo, dice la poeta que a ella le gusta tanto, y trata de volver a dormirse, no lo logra, aprieta duro, hasta que duelen los párpados; puede oler el almizcle de pieles mamíferas rozándose bajo el vapor. Escucha el cuidado con que esos dos salen del baño, la manera en que tratan de silenciarse mientras se secan con las toallas ya húmedas, la cautela con que se visten, mucho cuidado, no vayan a despertarla. Sin fuerza para levantarse, sin fuerza para verlos reaccionar si es que ella decide aparecérseles; puede imaginarse a Enriqueto tosiendo, babas de disimulo sobre su chaqueta amarilla de plumas de dragón (sintético); puede imaginarse a Inca diciendo, muy tranqui, Es que Enriqueto me pidió el favor de que le ayudara con unas fotos. Los oye bajar las escaleras, cerrar la puerta. Ni siquiera preparan café. Se van sin decir chao nos vemos más tarde.
…..Primera V busca en su mesa de noche el vaso de agua que puso ahí antes de acostarse,
…..Juro que lo puse aquí,
…..dice, mirándonos, con sus ojos negros y más negros por el delineador sin desmaquillar. No encuentra el vaso, aunque está segura, todavía siente en las palmas el frío del vidrio. Hace un esfuerzo por producir más saliva, y al fin, parte del malestar sale en una exhalación y la otra mitad desciende, se esparce en un dolor de hombros y brazos, un cultivo de tubérculos por su cuerpo acurrucado que aún no logra sobreponerse a la certeza de que Inca y Enriqueto se bañaron juntos esta mañana. La imagen viva y mojada de su novio y su mejor amigo juntos en la ducha la excita, y al mismo tiempo es de una agudeza que se pega a las tripas, a las gotas de lluvia de la mañana, como si el clima estuviera conmovido con lo que ella escuchó y no quería escuchar. Pero tal vez esta sensibilidad no sea más que un estado de recién despertada, de pensamientos desparramados y la frase clave de Este día también se va a acabar. Sacudirse, un impulso vital, sacudirse como si la cama picara, por eso se levanta con esa energía, aunque tampoco es bueno al levantarse golpearse tan duro la cabeza contra el techo. Pero, de no haberse levantado así, no se hubiera golpeado, y de no haberse golpeado, no se hubiera sentado y entonces no hubiera aparecido ante ella el vaso de agua que estuvo buscando con desespero hace unos minutos. La visión del vaso produce el efecto de una aparición sobrenatural; la vez en que se le apareció la Virgen se le puso la cara del mismo color. Lleva los dedos con lentitud hacia el vidrio, confirma que hay realidad en esa materia. Lleva el vaso hacia su boca, atención a cada movimiento, al contacto del vidrio en los labios; a la frescura del agua en sus encías, en sus papilas gustativas, traga, cierra los ojos, El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo, el agua por el esófago, del intestino al hígado, riñones, páncreas, colon, la vejiga cosquillea. Pone una mano en su vientre. La otra mano en la cabeza, en el recién golpe, emana algo abierto y mojado y al mirarse los dedos una manchita de sangre que lame lentamente con la punta de su lengua. No la inquieta la herida, más bien la textura árida de su pelo, cómo es posible que esté así de seco y enredado si anoche, cuando se lo tocó por última vez, estaba suave, con el volumen que a ella le gusta, sin sus hebras delgadas enredándose. Pero ¿qué importa si su pelo amanece así o asá?
…..Va Primera V restregándose la sangre crujiente en el pelo, se acaricia los crespos de hebras delgadas como quiere que lo hagan los dedos largos de periodista de Enriqueto. Él le dijo que le gustaban las mujeres de pelo cortico y Primera V nunca le ha dicho que ella se lo quiere dejar largo, hasta la cintura, y por eso sigue dejándoselo crecer sin importarle los gustos de su Enriqueto, ni el comentario que le hizo Inca,
…..Pero las pelilargas se ven más bajitas,
…..cuando ella le contó sobre su intención de dejarse crecer el pelo para siempre. Aún con todo lo pesado que se puede poner su amigo al tocar temas tan susceptibles para Primera V como el pelo y la estatura, Inca es el único que le dice,
…..Tienes el pelo espectacular.
…..No entiende cómo pudo bañarse con Enriqueto, y quién sabe qué otras cosas, y quién sabe desde hace cuánto, solo unos días después de esa conversación en la que para resumir ella le había dicho,
…..Tú eres de esos homosexuales que les encantan a todos porque creen que eres heterosexual y fantasean con ser tu primera experiencia.
…..Y justo Inca se baña con Enriqueto. Recordar el episodio hace que Primera V pierda el hilo. Lo que debe tener son unas ganas de orinar y de tomarse un café.
…..Voy a tener que lavarme el pelo también hoy, nos dice.
…..Y para evitar que siga poniéndose como un rey de ratas tendrá que salir a comprar algo para humectarlo. De dónde saca la imagen del entrecruzamiento de colas de muchas ratas en un nido para hablar del estado actual de su pelo. Ante la idea de salir, mejor acurrucarse. Antes de hacer planes, la cotidianidad de este día debe hacerse, no hay otra opción, sí, otras, pero dónde. Hay que vivir este día como si se tratara de cualquier otro. Primera V no sabe por qué. Pone un pie descalzo en el piso de piedra negra fosilizada, el helaje de la piedra sube hasta su cuero cabelludo. Se para, esta vez con cuidado de no golpearse, sin tender la cama, baja cuatro escalones, entra al baño en forma de caracol, se sienta en el inodoro, orina la corriente sin orillas, la empalizada de ramas de chusque y caracolí, la espuma de tierra ennegrecida, el chorro de agua cayendo, los gemidos, orinándolo todo como si ella fuera el cielo, la mañana, Tierra Fría, y mirándonos, con sus ojos profundos de delineador negro, dice Primera V: Cuidar el pelo como cuidar las plantas, cuidar las plantas como cuidar la casa, cuidar la casa como cuidar a Papá V.
Fátima Vélez nació en tierra volcánica. Es escritora, profesora, productora cultural, estudiante y mamá. Le encantan los procesos colectivos de escritura. Hace parte de Como un lugar, un colectivo de poetas latinoamericanxs que desde Nueva York hacen fiestas, libros, residencias y talleres de escritura. Ha publicado los libros de poesía Casa Paterna (2016), Diseño de Interiores (2019), Del Porno y las babosas (2022), y las novelas Galápagos (2021) y Jardín en Tierra Fría (2024). Vive en Nueva York donde está haciendo un doctorado en Estudios Culturales hispanoamericanos.
La máscara que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la serie Legado de razas,
modelado en caolín, horneada a leña,
del escultor ceramista ©Mauricio Pablo D’ Amico