Written by 3:38 am Cuento, Narrativa

Un corazón bajo una sotana

Arthur Rimbaud en la Revista Mito

 

 

Abisinia Review le rinde homenaje a Mito. En traducción del poeta Jorge Gaitán Durán, reproducimos este cuento de Arthur Rimbaud tomado de la prestigiosa revista colombiana Mito, cuya dirección lideró el propio Gaitán Durán en compañía de Hernando Valencia Goelkel, y cuya circulación de manera bimestral tuvo lugar desde mayo de 1955 hasta junio de 1962.

……Transcribimos la nota de la redacción de Mito: «Esta obra de Rimbaud, que Verlaine cita en carta del 20 de enero de 1888 a su editor Vanier y que Louis Aragon y André Breton publicaron por primera vez en 1924 donde Ronald Davis, ha causado no pocos escándalos: se discutía su autenticidad. Hoy no cabe duda de que fue escrita por Rimbaud hacia 1870, antes en todo caso de su furiosa crisis de anticlericalismo cuyo momento culminante se sitúa en el verano de 1871. Alfred Saffrey incluyó Un corazón bajo una sotana en las Obras completas de Rimbaud, La Pléiade, Gallimard».

 

 

Un corazón bajo una sotana

¡Oh Timotea Labinette! ¡Después de haber recibido las sagradas vestiduras, puedo acordarme de la pasión, hoy apagada bajo la sotana, que el año pasado hizo latir mi corazón de joven bajo mi hábito de seminarista…!

 

1 de mayo 18…

La primavera ha llegado. La vid del abate está llena de yemas; el árbol del patio tiene tiernos retoños cual gotas verdes en las ramas. Hace poco, al salir del estudio distinguí en la ventana del segundo piso algo semejante al hongo nasal del padre superior. Los zapatos de J. hieden. Es la época en que los alumnos salen a orinar con extraña frecuencia; vivían hundidos en los textos como topos, con el rostro enrojecido vuelto hacia la chimenea y un aliento espeso y caliente como el de las vacas; ahora, en cambio, permanecen el mayor tiempo posible al aire libre y cuando vuelven, bromean y se cierran la bragueta minuciosamente, lentamente, con ceremonia: tan pueril operación parece complacerlos mucho…

 

2 de mayo

El padre superior bajó ayer de su cuarto y, los ojos entrecerrados, las manos en los bolsillos, temeroso y friolento, arrastró en el patio sus pantuflas de canónigo…!

……Mi corazón bate a sus anchas en mi pecho y mi pecho bate contra el pupitre grasiento! Detesto el tiempo cuando los alumnos parecían gordas ovejas que sudaban entre sucios hábitos y se adormecían en la atmósfera pestilente del estudio, bajo la luz mortecina del gas, abrumados por el calor viscoso de la chimenea…! Extiendo los brazos! Suspiro, extiendo las piernas…! Siento cosas en la cabeza, oh, siento cosas…!

 

4 de mayo

Ayer, ya no aguantaba más: desplegué como el ángel Gabriel las alas de mi corazón. El soplo del espíritu sagrado recorrió mi ser! Tomé mi lira y canté:

Aproximaos,
Formidable Maria!
Madre querida
Del dulce Jesús!
Sanctus Christus!
Oh Virgen encinta
Oh Santa Madre
Escúchanos!

……Efluvios misteriosos sacudían mi alma mientras yo deshojaba esta rosa poética! Tomé la cítara y como el Salmista elevé mi voz inocente y pura a las alturas celestiales!!!… O altitudo altitudinum!

… …………………………………………………………………………….… …

 

7 de mayo

Desgraciadamente mi poesía replegó sus alas, pero, como Galileo, abrumado por el ultraje y el suplicio, yo diré: Y sin embargo se mueve! —Leed: se mueven—. Cometí la imprudencia de olvidar en mi pupitre la anterior confidencia… J. la recogió, J., el más feroz de los jansenistas y el más fiel confidente del padre superior, y la llevó a este, en secreto; pero antes el monstruo para cubrirme con el oprobio universal, la había hecho circular entre todos sus amigos!

……Ayer, el padre superior me llamó: entré a su apartamento y permanecí de pies ante él, seguro de mí mismo. Sobre su calvicie cual relámpago furtivo se agitaba el último cabello rojo; sus ojos brillaban entre la grasa, pero calmos, apacibles; su nariz semejante a una papa se sacudía con el tic habitual. Cuchicheaba un oremus; mojó la extremidad de su pulgar con saliva, pasó algunas hojas del libro y sacó un pequeño papel grasiento, doblado…

……Formidableee Mariaaa 

……Madreee Queridaaa

……Arrasaba mi poesía! Escupía sobre mi rosa! Se las daba de chistoso para ensuciar, para manchar ese canto virginal; tartamudeaba y prolongaba cada sílaba con una risilla de odio concentrado; cuando llegó al quinto verso: virgen encinta! se detuvo y estalló. ¡Virgen encinta!; ¡Virgen encinta! gritaba, mientras un escalofrío agitaba su prominente abdomen; su tono era tan espantoso, que un rubor púdico cubrió mi frente; caí de rodillas, con los brazos levantados al cielo, y exclamé: —¡Padre mío!

… …………………………………………………………………………….… …

……—Su lira, su cítara, jovenzuelo, su cítara! Efluvios misteriosos! Que le sacudían el alma! Hubiera querido ver esto! Joven alma, advierto en tan impía confesión algo mundano, un abandono peligroso!
……Se calló; agitó de arriba a abajo el abdomen. Luego, solemne:
……—¿Joven, conserva usted la fe?
……—¿Padre, por qué me lo pregunta? ¿Bromea acaso?… Sí, creo todo lo que me dice mi madre… la Santa Iglesia!
……—Pero… Virgen encinta… Se trata de la concepción, joven, de la concepción…!
……—Padre, yo creo en la concepción…!
……—Con razón, joven. Es algo, algo…
……Se calló…

……—El joven J. me presentó un informe en el cual se comprueba que usted separa las piernas en el estudio, de modo cada día más notorio. Lo vieron además extenderse cuán largo es bajo la mesa, como si fuera un muchacho… degenerado. Se trata de hechos que no puede usted negar. Acérquese y póngase de rodillas. Más cerca! Quiero interrogarlo con dulzura. Responda: —¿Usted separa excesivamente las piernas en el estudio?

……Luego me puso la mano en la espalda, contra el cuello, sus ojos se volvieron claros, brillantes, y me obligó a decir cosas sobre el modo extraño como yo abría las piernas… Yo sé lo que significan tales escenas; baste decir que fue asqueroso…

……Me habían denunciado, habían calumniado mi corazón y mi pudor y yo nada podía responder: los informes, las cartas anónimas, de unos alumnos contra otros alumnos, al padre superior eran auspiciadas, autorizadas! Y encima de todo tenía que soportar las manos de ese gordo…! ¡Oh, el seminario…….!

 

10 de mayo

¡Mis condiscípulos son espantosamente perversos y lascivos! En el estudio todos saben, ¡qué profanación!, la historia de mis versos. Apenas vuelvo la cabeza encuentro la cara de asmático de D., quien susurra: —¿Y tu cítara? ¿Y tu cítara? ¿Y tu diario?

……Y luégo el idiota del L. encadena: ¿Y tu lira? ¿Y tu cítara? Para concluír, tres o cuatro cuchichean en coro:

……Formidable María
……Madre querida

……Soy un grandísimo tonto! Pero al fin y al cabo no delato, no escribo anónimos. Y me quedan la santa poesía y el pudor…

 

12 de mayo

¿No adivina por qué muero de amor?
La flor me dice: Salud; el pájaro me dice: Buenos días
¡Salud! ¡Es la primavera! ¿Es el ángel de la ternura?
¿No adivina el porqué de mi fiebre, de mi ebriedad?
Ángel de mi abuela, ángel de mi cuna,
No adivina que vuelo como un pájaro,
Que mi lira se estremece y que bato las alas
Como la golondrina?

……Hice estos versos ayer, durante el recreo; entré a la capilla, me encerré en un confesionario y ahí mi joven poesía palpitar pudo y volar, entre el sueño y el silencio, hacia las esferas del amor. Como ahora me decomisan cualquier papel y me revisan los bolsillos día y noche, cosí luego estos versos en la ropa más íntima, la que toca mi piel; así, en el estudio, bajo los hábitos, puedo apretar largamente mi poesía contra mi corazón…

 

15 de mayo

Los acontecimientos se han precipitado desde mi última confidencia, acontecimientos solemnes, acontecimientos que deben influir sobre mi futura vida interior de manera terrible!

……Timotea Labinette, yo te adoro!
……Timotea Labinette, yo te adoro, te adoro!

……Déjame cantar con mi laúd, como el salmista su salterio, cómo te vi y cómo mi corazón saltó sobre el tuyo para hallar un perenne amor!

……El jueves era día de salida: esta dura dos horas, dicho sea de paso. Salí pues. Mi madre en su última carta me había dicho: «… tienes que ir a la casa del señor Cesáreo Labinette, un conocido de tu difunto padre, ante el cual es indispensable que te presentes cualquier día antes de tu ordenación…»

……Me presenté ante el señor Labinette, quien me distinguió mucho haciéndome pasar a la cocina. Su hija, Timotea, cogió una toalla, limpió un gran tazón ventrudo, apoyándolo contra su corazón y me dijo de súbito, después de un largo silencio: —¿Y qué más, señor Leonardo?

……Hasta ese instante, azorado por estar con esa joven criatura en la soledad de la cocina, yo había bajado los ojos y había invocado el sagrado nombre de María; levanté entonces la frente, enrojecí y ante la belleza de mi interlocutora solo conseguí balbucear un débil ––¿qué, señorita?

……Timotea, ¡cómo estabas de bella! Si yo fuera pintor reproduciría sobre la tela tus rasgos sagrados bajo el título: la Virgen del Tazón. Pero soy poeta y mi lengua solo incompletamente puede celebrarte…

……La negra cocina, con huecos donde llameaban las brasas tal ojos rojos, dejaba escapar, desde cacerolas envueltas en delgados hilos de humo, un celestial olor a sopa de porotos y coliflores; enfrente, aspirando con tu dulce nariz el perfume de las legumbres, mirando el gato con tus bellos ojos grises, oh Virgen del Tazón, limpiabas tu vaso! Tus cabellos lacios y claros caían púdicamente sobre tu frente amarilla como el sol; un surco azuloso iba de tus ojos a la mitad de tus mejillas, semejante al de Santa Teresa; el aroma de los porotos inflaba y agitaba tus delicadas narices; un bozo ligero, que serpenteaba sobre tus labios, le imprimía a tu rostro una bella energía; y en tu mentón brillaba un hermoso lunar negro en cuyo centro se estremecían hermosos pelos locos. Tus cabellos estaban juiciosamente recogidos sobre tu occipucio con alfileres; sin embargo, una corta mecha se escapaba… En vano busqué tus senos; nada encontré: desdeñas tan mundanos ornamentos. ¿Para qué necesitas senos, si tienes corazón? Cuando te volviste para golpear con un pie grande tu gato dorado, vi tus prominentes omoplatos y fui atravesado por el amor frente al retorcimiento gracioso de los dos pronunciados arcos de tus riñones…!

……Desde ese momento, te adoré. No adoré tus cabellos, ni tus omóplatos, ni tu retorcimiento inferiormente posterior, sino lo que se debe admirar en una mujer, en una virgen: la santa modestia. Lo que me hace saltar de amor es el pudor: lo que yo adoraba en ti, joven pastora…!

……Traté de que advirtiera mi pasión, tarea fácil, porque el corazón me traicionaba a cada instante. Respondí con entrecortadas palabras a sus preguntas; muchas veces, en mi turbación, le dije Señora en lugar de Señorita. Muchas veces, al oír los mágicos acentos de su voz, me sentí sucumbir; al fin, resolví entregarme, abandonarlo todo, y cuando me interrogó ya no sé sobre qué, me eché hacia atrás en la silla, puse una mano sobre mi corazón, con la otra saqué del bolsillo el rosario, y un ojo dirigido hacia Timotea y el otro hacia el cielo, respondí dolorosa y tiernamente, como un ciervo a una cierva:

……––Ah, sí! Señorita… Timotea!!!

……¡Miserere! ¡Miserere! En mi ojo deliciosamente dirigido hacia el cielo raso cayó de pronto una gota de salmuera, proveniente de un jamón que pendía sobre mi cabeza, y cuando, rojo de vergüenza, bajé la frente, descubrí que tenía en mi izquierda un biberón negro. Del ojo dirigido hacia el cielo fluyó la salmuera amarga! Del ojo que te miraba, Timotea, fluyó una lágrima, lágrima de amor y lágrima de dolor…!
… ………………………………………………………………………………. …

……Aproximadamente una hora después, cuando Timotea me ofreció porotos y tortilla con conejo, emocionado por sus encantos, respondí a mediavoz: ––Tan rebosante está mi corazón que me oprime el estómago.

……Y me senté a la mesa. Siento todavía que su corazón contestó a la llamada del mío en ese momento. Ella no comió nada; repetía: ––¿No te parece que tiene un sabor raro? Su padre ni se mosqueó, pero mi corazón comprendía: era la rosa de David, la rosa de Jericó, la rosa mística de la Escritura; era el amor.

……Timotea se levantó bruscamente, se encaminó hacia un rincón de la cocina y ––mostrando plenamente la doble flor de sus riñones–– hundió el brazo en un inverosímil montón de botas y zapatos, de donde saltó asustado el gato. Guardó toda esta basura en una alacena vacía, volvió a su sitio y olfateó la atmósfera con inquietud. Repentinamente frunció las cejas y gritó:

……––¡Todavía huele…!

……––Sí, hiede, respondió su padre con vulgaridad. (El profano nunca comprende!).

……Me di cuenta perfectamente de que mi carne virgen obedecía a los movimientos interiores de la pasión de Timotea: yo la adoraba y saboreé con amor la tortilla dorada; mis manos llevaban el ritmo con el tenedor y bajo la mesa mis pies se estremecían alados entre los zapatos…!

……Pero lo que me envolvió como un rayo de luz, prenda de amor eterno, diamante de la ternura de Timotea, fue el precioso detalle que ella tuvo cuando yo partía: me regaló un par de medias blancas, con una sonrisa y estas palabras:

……––Tome esto para sus pies, don Leonardo!

 

16 de mayo

……—Timotea, te adoro y adoro a tu padre y a tu gato.

………Vas devotionis
Rosa mystica

TIMOTEA                     Turris Davidica, ¡Ora pronobis! 

Coeli porta,
Stella Maris

 

17 de mayo

¡Nada me importan ahora los ruidos del mundo y los ruidos del estudio! ¡Nada valen los condiscípulos que, perezosos o lánguidos, se curvan a mi lado sobre el pupitre! Esta mañana la pesantez del sueño mantenía pegadas todas las frentes a las mesas; un ronquido sordo y lento, semejante al de la trompeta del Juicio Final, se desprendía de tan enorme Getsemani.

……Estoico, sereno, erguido, muy por encima de todos estos muertos cual una palmera sobre ruinas, despreciando los olores los ruidos vergonzosos, sentía que mi corazón estaba pleno de Timotea y mis ojos se confundían con el azul del cielo, entrevisto por el vidrio superior de la ventana…!

 

18 de mayo

Doy gracias al Espíritu Santo que me ha inspirado unos versos encantadores, unos versos que voy a incrustar en mi corazón hasta el día en que el cielo me depare la dicha de ver a Timotea: se los daré entonces, para agradecerle las medias…!

……Se llama La brisa:

En su refugio de algodón
Duerme Céfiro el de dulce aliento.
En su nido de seda y de lana
Duerme Céfiro el de alegre mentón!

Cuando Céfiro levanta el ala
En su refugio de algodón,
Cuando va donde la flor lo llama
Su dulce aliento huele muy bien!

¡Oh brisa quintaesenciada!
¡Oh quintaesencia del amor!
Así la rosa cuidada
Despliega en el día olor!

¡Jesús! ¡José! ¡Jesús! ¡María!
Es cual ala de cóndor
Que acaricia al que ora
Pues nos penetra y adormece!

… ………………………………………………………………………………… …

……La conclusión es demasiado interior y suave: la guardo en el tabernáculo de mi alma. En la próxima salida, leeré estos versos a mi divina y fragante Timotea.

… ………………………………………………………………………………… …

……Fecha incierta. ¡Aguardemos…!

 

16 de junio

Señor, hágase vuestra voluntad: yo no opondré resistencia. Si queréis apartar de este servidor vuestro el amor de Timotea, podéis hacerlo; pero, Señor, Jesús, también habéis amado y la lanza del amor os ha enseñado a aliviar los sufrimientos de los infelices!

……Había esperado ansiosa y largamente las dos horas de salida del 15 de junio. Había contenido a mi alma diciéndole: ––Ese día serás libre. El 15 de junio peiné mis modestos cabellos con una olorosa pomada color de rosa y los pegué sobre mi frente como las guedejas de Timotea; también me eché pomada en las cejas. Cepillé minuciosamente mis hábitos negros y así superadas ciertas desagradables deficiencias en mi atuendo, me dirigí a la casa del señor Cesáreo Labinette. Luego de haberlo esperado largo rato, apareció por fin, con el gorro caído no sin alguna fanfarronería sobre la oreja; una mecha tiesa y embadurnada le atravesaba la cara como una cicatriz; tenía una mano en el bolsillo de su increíble bata salpicada de flores amarillas y la otra sobre el picaporte…

……Me dijo secamente Buenos Días y arrugó la nariz al echarle una ojeada a mis zapatos de cordones negros. Después me ordenó seguirlo: iba con las manos en el bolsillo y la bata inflada hacia adelante en forma de vela, como hace el padre N. con la sotana, de modo que su trasero se destacaba nítidamente.

……Atravesó la cocina y entré tras él a la sala. ¡Oh, esa sala! En mi memoria la he clavado con los alfileres de la melancolía. La tapicería, de flores oscuras; sobre la chimenea, las columnas de un enorme reloj de péndola en madera negra; dos floreros azules con rosas; sobre los muros, una pintura de la batalla de Inkermann y un dibujo a lápiz de un amigo de Cesáreo: un molino cuya rueda golpea un arroyo no más grande que un salivazo. ¡El mismo dibujo de todos los que empiezan a dibujar! La poesía es preferible…

……En medio de la sala, una mesa con una carpeta verde, ante la cual mi corazón solo vio a Timotea, aunque también estaban allí un amigo del señor Cesáreo, antiguo sacristán en la parroquia de y su esposa, la señora de Riflandoville, a más del propio señor Cesáreo, que se acomodó de nuevo entre los otros, apenas entré yo.

……Cogí una silla acolchonada y pensé que una parte de mí iba a apoyarse en una tapicería ejecutada quizá por Timotea; saludé a todo el mundo y, mi sombrero negro puesto sobre la mesa como una muralla, me puse a escuchar…

……¡No tenía necesidad de hablar, porque mi corazón hablaba por mí! Los señores continuaron la partida de naipes que habían empezado: advertí que ambos hacían trampa y esto me causó una dolorosa sorpresa. Terminada la partida, nos sentamos en torno de la vacía chimenea. Yo quedé separado de Timotea por el gigantesco amigo de Cesáreo. Me sentí interiormente contento de la poca atención que se prestaba a mi persona; relegado tras la silla del sacristán, podía dejar que en mi rostro se reflejaran los sentimientos de mi corazón sin que nadie los notara. Me abandoné entonces dulcemente, mientras la conversación se animaba entre los mayores, pues Timotea no hablaba casi.

……Timotea me lanzaba miradas de amor y, como no se atrevía a mirarme de frente, dirigía sus ojos claros hacia mis zapatos cuidadosamente embetunados. Detrás del obeso sacristán, yo, me dejaba mecer por mi corazón.

……Comencé a ladearme hacia Timotea, con los ojos levantados al cielo. Ella se había retornado. Me estiré y lancé un suspiro: Timotea no se dio por aludida. Moví los labios e hice ligeramente el signo de la cruz: me pareció que no había visto nada. Entonces, enajenado, furioso de amor, me incliné hacia ella con las manos juntas como en la comunión y brotó de mí un jah! prolongado y doloroso; ¡Miserere! mientras yo gesticulaba y rezaba, me caí de la silla con desagradable estrépito. El obeso sacristán me miró con aire de burla; Timotea dijo a su padre:

……––Qué curioso, don Leonardo está acostado en el suelo!

……Don Cesáreo repitió entonces con voz de falsete: ¡Miserere! 

……El sacristán me levantó y volví a la silla acolchonada, rojo de vergüenza y débil de amor. ¡Bajé los ojos, quise dormir! Esta gente resultaba terriblemente inoportuna: Timotea no podía adivinar el amor que sufría en la sombra. ¡Quise dormir! Fue entonces cuando advertí que el tema de la conversación era yo!…

……Entreabrí los ojos…

……Cesáreo y el sacristán fumaban cortos tabacos y hacían toda clase de gestos, lo cual los volvía espantosamente ridículos; la esposa del sacristán, sentada en el borde de la silla, con flaco pecho echado hacia adelante, envuelta en las olas de un inflado vestido, color crema, deshojaba exquisitamente una rosa, se sonreía y sus chupadas encías exhibían triunfalmente dos dientes negros, amarillos, como la porcelana de una vieja estufa. ¡Tú, hermosa Timotea, estabas irresistible, con tu gorguera blanca, tus ojos pudorosos y tus cabellos lacios!

……––Es un muchacho con porvenir; su presente inaugura su futuro, decía el sacristán y arrojaba una bocanada de humo gris.

……––Don Leonardo honrará la sotana, afirmó con voz gangosa la esposa del sacristán y mostró sus dos siniestros dientes… Me ruboricé, como hace en casos así un joven correcto: ellos alejaron las sillas y cuchichearon…

……Timotea insistía en contemplar mis zapatos; los dos dientes sucios me amenazaban; el sacristán reía irónicamente; yo continuaba con la cabeza gacha…

……––Murió Lamartine, dijo súbitamente Timotea.

……¡Querida Timotea! Era por ayudar a tu adorador, a tu pobre poeta Leonardo que lanzabas en la conversación el nombre de Lamartine. Levanté la frente y creí que el solo pensamiento de la poesía iba a devolver la virginidad a todos esos profanos; sentí que mis alas se estremecían y dije, radiante, con la mirada puesta en Timotea:

……––El autor de las Meditaciones Poéticas tenía bellas flores en su corona.

……––El cisne de los versos ha exhalado su último suspiro, dijo la esposa del sacristán.

……—Pero cantó su canto fúnebre, respondí entusiasmado.

……—Qué coincidencia, exclamó la esposa del sacristán, don Leonardo también es poeta. Su madre me mostró el año pasado los productos de su musa.

……Me volví audaz: —Señora, no traje mi lira, ni mi cítara, pero…

……––Ah, su cítara! ¿Por qué no la trae otro día?

……––Aunque no venía preparado, si mi intervención no desagrada a la honorable concurrencia, voy a leer algunos versos… Se los dedico a la señorita Timotea.

……––Sí, sí, muy bien, joven, ¡recite! ¡recite! Pero de pies y al otro lado de la sala…

……Retrocedí… Timotea miraba mis zapatos… La esposa del sacristán se las daba de Madona… Los dos señores hablaban en voz baja… Yo me puse colorado, tosí y canté con ternura.

En su refugio de algodón
Duerme Céfiro el de dulce aliento…
En su nido de seda y de lana
Duerme Céfiro el de alegre mentón…

……La asistencia reventaba de risa; los señores se decían groseros chistes, pero lo más espantoso de todo era la esposa del sacristán: con los ojos en blanco, fingía el éxtasis místico, mientras mostraba con una sonrisa de perro sus horribles dientes! Timotea, Timotea, tú también te morías de risa, te tenías el estómago con ambas manos! Esto me hirió mortalmente.

……––Un dulce Céfiro entre algodones es algo suave, muy suave, decía resoplando don Cesáreo…

……Me pareció oír un ruidito vergonzoso… El nuevo estallido de risa apenas duró un segundo; todos trataron de ponerse serios…

……––Continúe, joven, está bien, muy bien!…

Cuando Céfiro levanta el ala
En su refugio de algodón,
Cuando va donde la flor lo llama
Su dulce aliento huele muy bien…

……Esta vez una enorme carcajada sacudió al auditorio. Timotea seguía con los ojos fijos en mis zapatos: mis pies ardían bajo su mirada y nadaban en sudor. No en vano yo había pensado: estas medias que llevo puestas desde hace un mes son un don de su amor, las miradas que ella arroja sobre mis pies son un testimonio de su amor: ¡Timotea me adora!

……Advertí entonces que un olorcillo malo salía de mis zapatos y comprendí las macabras risotadas de la asamblea.

……Comprendí también que, perdida en esa sociedad perversa, Timotea Labinette nunca correspondería libremente a mi pasión. Comprendí que tendría que vencer el doloroso amor clavado en mi corazón desde un mediodía de mayo, en la cocina de la familia Labinette, frente al retorcimiento inferiormente posterior de la Virgen del Tazón!

……El reloj de péndola dio las cuatro, hora de la entrada. De hecho, consumido por el amor y loco de dolor, agarré mi sombrero y hui tumbando de paso una silla. Al atravesar el corredor, murmuré: ––Adoro a Timotea. Me encaminé al seminario sin detenerme en ninguna parte…

……Los faldones del hábito negro volaban tras de mí en el viento cual pájaros tenebrosos…!

… ……………………………………………………………………………… …

 

30 de junio

Dejo ahora que la divina musa arrulle mi dolor. Mártir del amor a los dieciocho años, como he perdido a la mujer que amo, voy a amar la fe! Que Cristo y María me reciban en su seno; les seré fiel: ni siquiera soy digno de desatarle los cordones de los zapatos a Jesús. Pero mi dolor y mi suplicio valen algo. A los dieciocho años y siete meses, yo también cargo la cruz y llevo corona de espinas: mi mano no sostiene una caña, sino una cítara, por la cual se juzgará mi llaga…!

… ……………………………………………………………………………… …

 

Un año después, 1 de agosto

Hoy me han impuesto las sagradas vestiduras. Voy a servirle a Dios. Tendré un cuarto y una modesta sirvienta en una rica aldea. Mi fe es grande: trabajaré por mi salvación y sin ser derrochador viviré como un buen servidor de Dios con mi sirvienta. Nuestra Santa Madre Iglesia me abriga en su seno. ¡Bendita sea! ¡Bendito sea Nuestro Señor!

……Cuanto a la pasión cruelmente acariciada que guardo en el fondo de mi corazón, sabré soportarla. No le infundiré nuevo ardor, pero algunas veces podré extasiarme con su recuerdo: cosas así son muy gratas. Por lo demás, yo nací para el amor y para la fe. Quizá algún día, cuando regrese a esta ciudad, tendré la felicidad de confesar a mi querida Timotea…

……De ella conservo un dulce recuerdo: desde hace un año no me quito las medias que me dio…

……Con estas medias, Dios mío, entraré en vuestro santo paraíso.

 

 

Arthur Rimbaud (Charleville, Francia, 1854 – Marsella, Francia, 1891) Poeta francés, uno de los máximos representantes del simbolismo, tendencia dominante en la segunda mitad del siglo XIX que suele señalarse como el inicio de la lírica contemporánea. A pesar de su efímera carrera literaria (escribió su último libro a los veinte años), la importancia de su obra es equiparable a la de los otros grandes nombres de esta corriente: Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine. Verlaine, a quien había enviado algunos poemas, le invitó a París. Rimbaud llegó con un poema, El barco ebrio, quizás la mayor expresión de su genio visionario, que impresionó profundamente a su anfitrión. En vida solo publicó Una temporada en el Infierno en 1873, cuando tenía 19 años. En 1896 se publica Las Iluminaciones, cuando Rimbaud vivía en Abisinia.

 

 

Jorge Gaitán Durán (Pamplona, 12 de febrero de 1924-Guadalupe, 21 de junio de 1962). Periodista, cuentista, ensayista, dramaturgo, traductor, viajero inquieto, poeta y crítico colombiano. En 1953, después de intermitentes estancias en Europa, regresa a Colombia e inicia su proyecto de fundación de la revista Mito junto con Hernando Valencia Goelkel; la revista contó 42 números y colaboraciones de Octavio Paz, Alfonso Reyes, Álvaro Mutis y Alejandra Pizarnik, entre otros. Se destacó por su obra crítica en diversos campos tales como la literatura, el arte, el cine, y también por su persistente crítica social. Su poesía se caracterizó por enfocarse en la experiencia erótica, entendida no sólo como un elemento de fiesta y de placer, sino como un espacio tanático, según Juan Gustavo Cobo-Borda.

La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del poeta, pintor y crítico de arte venezolano Juan Calzadilla ©

 

año 5 ǀ núm. 22 ǀ enero – febrero marzo  2025
Etiquetas: , , , , , , , , Last modified: abril 17, 2025

Morada al sur / Casa al sud

AUTOR

Aurelio Arturo

ISBN

978-9587-39472-6

PRECIO COLOMBIA

COL $100.000

PRECIO ARGENTINA

El cuidador de rebaños
El pastor amoroso

AUTOR

Fernando Pessoa /Alberto Caeiro

ISBN

978-631-90088-6-9

PRECIO COLOMBIA

COL $65.000

PRECIO ARGENTINA

Estrellas de mar sobre una playa

Los poemas de la pandemia

AUTOR

Margaret Randall

 

ISBN

978-958-52793-1-5

PRECIO ARGENTINA

ARS $20.000

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

La sal de la locura

Le Sel de la folie

AUTOR

Fredy Yezzed

ISBN

978-1-950474-12-7

PRECIO ARGENTINA

Agotado

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

PRECIO AMAZON

Pronto Disponible

 

Carta de las mujeres de este país

Letter from the Women of this Country

AUTOR

Fredy Yezzed

ISBN

978-1-950474-09-7

PRECIO ARGENTINA

ARS $18.000

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

PRECIO AMAZON

Pronto Disponible

 

La canción que me salva

The Song that Saves Me

AUTOR

Sergio Geese

ISBN

978-1-950474-03-5

PRECIO ARGENTINA

Agotado

En este asombro, en este llueve

Antología poética 1983-2016

AUTOR

Hugo Mujica

ISBN

978-1-950474-15-8

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

El país de las palabras rotas

The Land of Broken Words

AUTOR

Juan Esteban Londoño

ISBN

978-1-950474-05-9

PRECIO ARGENTINA

Agotado

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

Las semillas del Muntú

AUTOR

Ashanti Dinah

ISBN

978-1-950474-22-6

PRECIO ARGENTINA

Agotado

PRECIO COLOMBIA

Agotado

Paracaidistas de Checoslovaquia

AUTOR

Eduardo Bechara Navratilova

ISBN

978-1-950474-25-7

PRECIO ARGENTINA

AR $10.000

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

PRECIO AMAZON

Pronto Disponible

Este permanecer en la tierra

AUTOR

Angélica Hoyos Guzmán

 

ISBN

978-1-950474-82-0

PRECIO ARGENTINA

ARS $10.000

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

La fugacidad del instante

AUTOR

Miguel Falquez-Certain

 

ISBN

978-958-52674-5-9

PRECIO ARGENTINA

Pronto Disponible

PRECIO COLOMBIA

COP 100,000

PRECIO AMAZON

Pronto Disponible

 

Mudar el mundo

AUTOR

Ana Gandini

ISBN

978-987-86-6012-7

PRECIO ARGENTINA

ARS $10.000

El guardián de la colmena

AUTOR

Leandro Frígoli

ISBN

978-987-88-0285-5

PRECIO ARGENTINA

ARS $10.000

El diario inédito del filósofo
vienés Ludwig Wittgenstein

Le Journal Inédit Du PhilosopheViennois Ludwing Wittgenstein

AUTOR

Fredy Yezzed

ISBN

978-1-950474-10-3

PRECIO ARGENTINA

ARS $16.000

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

PRECIO AMAZON

Pronto Disponible

 

Fragmentos fantásticos

AUTOR

Miguel Ángel Bustos

ISBN

978-958-52096-8-8

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

El bostezo de la mosca azul

Antología poética 1968-2019

AUTOR

Álvaro Miranda

ISBN

978-958-52793-5-3

PRECIO ARGENTINA

Agotado

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

Geografía de los amantes del Sur

AUTOR

Mónica Viviana Mora

ISBN

978-958-53033-2-4

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

Geografía de los amantes del Sur

AUTOR

Mónica Viviana Mora

ISBN

978-958-53033-2-4

PRECIO COLOMBIA

COP 35,000

Yo vengo a ofrecer mi poema

Antología de resistencia

SELECCIÓN & CURADURÍA 

Fredy Yezzed, Stefhany Rojas Wagner

y Eduardo Bechara Navratilova

ISBN

978-958-53033-3-1

PRECIO ARGERTINA 

AR $20.000

PRECIO COLOMBIA

COP 80,000

El inmortal

AUTOR

John Galán Casanova

ISBN

978-95853-39439

PRECIO COLOMBIA

COL 35.000

 

Las voces de la tierra

AUTOR

Yanet Vargas Muñoz

ISBN

978-958-49-3124-5

PRECIO COLOMBIA

COL 35.000

 

Lo que se desvanece

AUTOR

Luis Camilo Dorado Ramírez

ISBN

978-958-53394-8-0

PRECIO COLOMBIA

COL 35.000

 

Por el ojo del pincel

AUTOR

Mónica Fazzini

 

ISBN

978-987-86-5317-4

PRECIO ARGENTINA

ARS $10.000