Diego Garrido Barreto
Esta entrevista fue realizada en Bogotá el 26 de julio de 2022 para la revista Abisinia Review. Agradezco a John Galán Casanova, a Fredy Yezzed y a Stefhany Rojas Wagner, por la coordinación para este encuentro.
John Galán Casanova. Bogotá, 1970. Poeta, ensayista, traductor, coordinador de talleres literarios. Ha escrito: ALMAC N AC STA, Premio Nacional de Poesía Joven Colcultura 1993; El coraz ´n portátil (1999); AY-YA (2001); Árbol talado, Premio Internacional de Poesía Villa de Cox (España, 2010) y LI poemas para Li (2013). Es autor de la biografía Luis Tejada. Vida breve, crítica crónica (2005). Tradujo El tiempo que me escribe, de Affonso Romano de Sant’Anna (2012), Once poetas brasileros (2013) y Orillas de América Literaria. Poesía brasilera contemporánea (2020). En 2018 se reeditó su obra poética en el volumen Envío vers.o.s. OBRA RE-UNIDA 1993-2018. Literato de la Universidad Nacional, ha enseñado en Los Andes y en la Javeriana. Coordinó el club de poesía de la biblioteca Luis Ángel Arango y el taller de creación de la Casa de Poesía Silva. En julio del 2021, pandemia y paro mediante, editado por Escarabajo de Colombia y Abisinia de Argentina, apareció El inmortal, su sexto libro de poemas. Fotografía por Dominik Fuchs.
Quiero comenzar por decirte mi opinión de estos poemas y es que son un acierto tan tuyo, tan tuyo, que incluso el hablar de ellos lo encuentro difícil, porque siento que son personales, no son íntimos en la medida en que nadie pueda leerlos sino tú, que son personales en el sentido de que eres el que los compartes. Que vienen de tu cotidianidad. Quiero saber ¿cómo fue que creaste este libro?
Bueno, este libro surge de todo mi trabajo anterior, aquí están completos los cinco libros anteriores a El inmortal. Este libro no hubiera sido posible sin esta relación intertextual. Porque es aquí donde yo me atrevo a empezar a hablar de mí, a mencionar mi nombre, mi vida. Una cosa muy personal. Sí, es un escalón en ese proceso de creación poético.
Y juguetón…
Y adolorido también, confesional. Digamos que cínico, a veces desenfadado. Fue la búsqueda de un tono, un tono que a la vez que es excelso es pulpito. El poema como que te agarra, te habla de un pato y con versos muy cortos (gran economía de lenguaje) se le subaparece el poema. Yo creo que sería interesante comparar los libros anteriores con este. Porque este río alimentó a El inmortal en la escritura. Hay elementos de gran unidad, porque desde el primer libro mi poesía es muy biográfica, muy autobiográfica. ALMAC N AC STA es de Normandía, de todos esos parques… estaba el germen de la primera persona. En El inmortal el tema va a ser el poeta y pues en este caso el poeta soy yo. Ni modo, ahí en este caso me tocó exponerme de esa manera.
Y si pudieras decirme algo del título, es pretencioso ¿no? El inmortal, pero lo entiendo como una burla, otro juego, una burla a esa pretensión eterna.
El inmortal tiene ese título por el poema que tiene también ese nombre que yo ya había publicado en un libro anterior. Aparece al final de Árbol talado. Ese último poema fue el que llamó a los otros numerales y así fue que lo armé.
En tu poesía hay momentos en que mantienes la brevedad, ¿por qué?
Sí, sí, vuelve y me llama la atención esos versos cortos. Es un tono quintaesenciado. Mi poesía está impresionantemente depurada en medio de esa sensación de desenfado, que está bien. En todos mis libros hay un tono que no es retórico así como no está recargado en conceptos, adjetivos ni nada de eso. Siempre una cosa muy escueta, como austera. Un tono dosificado.
Al final del libro le defines la poesía a tus lectores, no quiero adelantarme…
Si tú ves a otros poetas que van a definir poesía, que «como decía Wallace Steven», que como decía tal en tal libro, de otros poetas que hablan de otros poetas por haberlos leído, en cambio, yo quería decir lo que me dijeron sin tener que volver a Stevens, la piedra en el zapato, eso me lo dijo ese poeta.
Quiero saber más sobre tus referentes, si son una elección, una herramienta, no sé. Recuerdo tu poema Anacrónica, de eso que se va apagando generación a generación. Por ejemplo, cuando mencionas Pregunta Yamid mientras que a los jóvenes de ahora los anima es el K-pop y habría un conflicto de intereses.
Pues son referencias muy puntuales. Yo creo que todavía se alcanza a recordar a Pacheco, Animalandia, lo de Yamid. La gente dice —eso no lo van a entender en diez años— pero puedo decir que es un libro con distintos registros. Unos más cortos, más largos. A alguien le tendrá que llegar.
Me impresionaron los poemas sobre tu madre. Yo quiero saber cómo fue que los escribiste. Si los hiciste después de estar con ella o en el momento. De cómo metiste a otros poetas en tu proceso de creación en un poema tan propio y cercano.
Yo veía con sospecha los poemas hechos a la madre. Nunca pensé que le hubiera tenido que escribir un poema a mi madre… es que fue vida y obra. Mientras ella estaba en el lecho yo podía tomar unos apuntes y ahí la acompañamos entre todos mis hermanos. Yo pensé que el poema iba a ser apenas un numeral, pero acabó en diez poemas, o sea con ñapa, porque es como una obra en diez movimientos. Se fue desgranando entre Girardot, José Asunción Silva, Luis Tejada.
Era tratar de hilar entre una silla de ruedas, nuestra prótesis, un observatorio de aves que todas las mañanas nos despertaban a las cinco, la piscina, las plantas. Creativamente intenté hilar todo eso en un día con mi madre hasta que se hizo de noche.
Mientras que tu padre tiene una relación con los sonidos del bolero, en tu poema sobre tu madre en cambio primó el sonido de los pájaros y las plantas. Háblame más de esas dos formas de vida, de tu relación con la vejez, de la naturaleza que no es la misma que escribe El inmortal en Bogotá.
Lo has dicho, la madre era eso. Ella me trasladó el don de cuidar las plantas. Hasta que mi mamá pudo, ella las cuidó. Conté hasta cuarenta y tres. Salíamos y me decía: «¡Ay, por qué no me arranca ese piecito para sembrarlo!»’. Al principio era resistente. Por ejemplo, las heliconias, esas estaban al pie de una piscina «llevemos y sembremos en el balcón». Yo era muy escéptico, muy ignorante, hasta que la entendí. Al día siguiente pasé y se las saqué. Ahora los colibríes pasan por las heliconias, eso es un espectáculo. Yo sigo cuidando ese jardín. Fíjate que a propósito de ella y de su sensibilidad con las plantas, como que ahí continúa la vida, eso quise poner en mis poemas.
…..El poema del padre, como dices, está caracterizado como paciente, hace parte de esa misma idea autobiográfica, de un varón con voz de robot. Hago como un retrato de mi padre después de esa enfermedad. Fue un sobreviviente. Por el cáncer le tuvieron que quitar la voz, pero traté de darle voz a ese momento.
Esa referencia en el Centro de Memoria fue real, antes de una operación puso sus manos pintadas y escribió: «Carlos en momentos difíciles». Fíjate que yo recolecto, yo encuentro y meto, como con la Última lágrima, ese era un letrero en el Cementerio Central. Mis poemas se hacen con lo que meto como esas estrofas que él escribió hospitalizado.
…..Si avanzo un poco más en el poema yo como autor aspiro a que mi lector se meta a Google e investigue. Por ejemplo, si pongo E M y C espero que el lector se detenga en que esa es la fórmula de la energía, la de Einstein, eso por si no lo tiene presente. Pero sé que ahora, tarde, pondría la fórmula para otra edición. Porque pienso el lenguaje de estos poemas como cascaritas, como cascaritas semánticas dentro de una variedad de registros que no se quedan en la primera edición.
Tu padre, vuelvo a él. Quisiera saber cómo lo armas entre león, héroe, de él mismo como alguien desprendido de su voz.
Es bien dramático cómo fui armando estos poemas. Pero quiero hablarte de otro libro, el primero, que de ese primer poema que publiqué la palabra en que termina es muerte. Y me sorprende a mí mismo que el primer poema que publiqué sea eso, muerte. Que frente al mar de Tolú, pude escribir un poema y decirme a mí mismo: esto sí es mío. Toda la verborrea se había ido y que ese primer poema pude aplicarlo a mi padre, a mi madre.
No creo haber visto en otras entrevistas tu forma de tratar Bogotá. Quiero saber ¿Por qué Bogotá? Tus menciones a Normandía, la ciclovía, ese mar que no es mar…
Claro, pero es que es un mar de tejas, rejas, cejas, quejas. Es un mar de muchos, consuelo de pocos. Normalmente en mis libros está toda esta cosa tan autobiográfica que revela en dónde estoy. En ALMAC N AC STA estoy en Normandía, pero el Coraz´n Portátil ya estoy en Medellín. Bogotá ¿por qué no? después de haber estado en Brasil, Venezuela.
Me refiero también a esa dedicación amorosa que le tienes a Bogotá.
Como yo fui recopilando apuntes para este libro que resultó diverso, simplemente recopilé los que tenían que ver con Bogotá y en esa misma apuesta puse los registros más breves que encontré.
¿Va por esa misma fórmula de Baltasar Gracián, lo bueno si breve dos veces bueno? ese detalle de imágenes en cada espacio, hasta ese templo sin víctima en la cruz en el parque Simón Bolívar. La Bogotá de El inmortal y tu atención al espacio.
Es que es mi ciudad, en ella nací y por eso está en el libro. En ella he estado estos últimos años aunque creo que la pregunta que me haces la responde la foto. Esa foto salió bonita, se vende. En esa foto ahí estoy, justo antes de la última lágrima en el código, al final del libro.
…..Quería decir algo antes de que se me olvidara, sobre las palomas en la plaza de Bolívar. Ahí en ese poema le hago un homenaje a Nicanor Parra, que él tiene una oda a las palomas y le está mamando gallo a Neruda, su papá, allá en Chile. Yo diría que esto se puede relacionar con una antipoesía. Esa forma en la que él se burla para presentar en cualquier tema poesía.
Hay unos poemas entre religiosos, espirituales, críticos, pop. ¿Por qué meter a Cristo en tu poesía?, ¿cuál es tu propia imagen de él? Y la forma en que El inmortal lo hace ¿Por qué Superstar?
Nunca había tocado ese tema de Cristo. Hace parte de mí, pero no lo había llegado a tocar. Creo que es la primera vez. Pues me parece muy delicado por mi familia, por mi madre, por mi hermana, por no querer ofender a gente cercana que es gente de iglesia. Pero me dije, este es mi Cristo, voy con Vidales y tú sabes que Tejada fue mentor de Vidales, así que ato todo eso y me lanzo con este poema.
…..Claro, es cuando él dice que «donde dos o tres estén reunidos ahí allí me les pego». Así mismo cierro con una poética, Jesús nos da una teoría literaria que para mí es una poética. En el principio era el silencio, luego el hálito, después: ventana. Este Jesús es ese mismo Jesús. Entonces, me dí una licencia con lo religioso desde el recluso contemporáneo. Ese poema lo puse primero en Facebook con una imagen del musical que creo que era del 69, Jesucristo Superstar, que estaba como tomando un vaso de agua junto a María Magdalena y otro actor en el set de grabación. Esa imagen estaba perfecta para este poema.
Eso de la burla en tus poemas me da pie para decirte que se sienten frescos, como recién sacados del horno, pero a la vez sé que han tardado en salir, que fueron pensados. Dime algo sobre el cinismo de El inmortal, he leído poemas, no son suficientes poemas, pero no son como el de esa lectura de Juan Manuel Roca (risas).
Lo que tú dices, el cínico… es que hasta eso, un pedo. ¡Un pedo! ¿Metió un pedo? ¿En la lectura de Roca? Nooo. Tenaz ¿No? Joder y eso fue real. Bueno, el pedo no fue real, solo lo de la marquilla. Sino que en el proceso de armar un poema caí en cuenta de que no le tenía mucha fe. Esto es como una huevonada, me dije, como un chiste. Lo de la marquilla ocurrió en realidad en una lectura de Juan Manuel Roca, fue una epifanía como dice el título, realmente eso fue un instante, una visión ahí. Pero yo decía que con eso no tenía todavía el poema. Juan decía la canción de él de los espejos. Yo no estoy seguro que realmente Roca leyera ese poema en ese momento, eso ya es elaboración mía… El horror y la belleza. ¡El horror aquí es que esta chica se va a echar un pedo! No es para forzar al lector, sino que en medio de un tono muy clásico, eterno, estoy hablando desde una contemporaneidad.
¿Qué me puedes decir de tu lector?
Yo le doy al lector algo muy exquisito, perverso, pensado. Hay mucha elaboración en este libro. Un artificio deliberado. Cada coma está puesta con un propósito.
Tengo un poema que cada vez que me invitan a un festival de poesía lo leo. Así me esté burlando, eso es con amor. El infalible poema de cada recital de poesía. Me gusta usar referencias que espero que capte mi lector, que si quiere averiguar que busque y ya. Si a mí la realidad me regala algo yo la meto al texto. Hay referencias a Pinsky, Báez, Cardenal, Belli. En cuanto al final de este poema juego con el lector para que encuentre una cifra que es el título de otro poema y así sigo, un juego.
Elaboro con ironía, me burlo de mí, me expongo. Es un ejercicio de observación del mundo. En los poemas que trabajo sobre mi nombre habría querido en una próxima edición añadir lo que Jaime Jaramillo Escobar anotó en mi ejemplar de 13 Poetas nadaístas: «John Galán Casanova es nombre de escritor, tienes la responsabilidad de responder a ese reto». Una observación que cambia.
…..En la misma mamadera de gallo hay rarezas tipográficas, retos. Es un riesgo escribir entre poemas cortos y largos para un lector y ya.
…..Un registro que como dije en un poema: «la pantalla en blanco, el cerebro vacío, nada por aquí, nada por allá, al final del fondo del sombrero, entre humo, sudor y lágrimas, asoma las orejas, los dientes, la ancha cola del poema».
Dame un par de consejos para los poetas. ¿A dónde sería bueno echar los ojos? Yo sé que suena reiterativo leer poesía norteamericana, pero no sé si desde tu ojo haya que apuntar a otras lecturas. No lo digo con una relación canibalista de comernos lo que se produce en otro lado, pero sí para revisarnos como parte de un supuesto llamado tradición.
Pues mira, yo creo que ahí yo he sido muy omnívoro. Yo leí lo clásico. En la universidad tuve la oportunidad de leer la poesía griega, la poesía latina, los orígenes de la poesía española. Yo creo que todo eso es tan importante como leer a Elvira Sastre. Un poeta que escriba en español creo que tiene que leer a Manrique, a Lope, a Góngora y a Garcilaso, bueno, en fin… a San Juan, Santa Teresa y a Fray Luis de León. Yo leí todo lo que pude. Si soy poeta en español yo digo que hay que leer la tradición de nuestra lengua, si eres colombiano, ¡coño!, yo creo que también hay que leer la tradición colombiana, sí o sí.
…..Como un plan de lector metódico bebí, bebí y bebí los lugares comunes inevitables, Benedetti, Gonzalo Arango, todo eso lo puedes leer en cualquier momento así después estéticamente uno no sea capaz de defenderlos.
…..Que en este momento yo dijera que te recomiendo leer, pues casi que no vale la pena, porque cualquier dirección es válida. Puedes estar leyendo a los chicos del performance, a Li Po, o puedes estar leyendo a Gomez Jattin. En todo eso puede que haya poesía o no, lo que le toca a uno es estar ahí.
¿Y cómo ves a la nueva poesía colombiana? Me refiero a las nuevas lecturas de la tradición, a los festivales y a la promoción de la lectura, a la cantidad exhorbitante de poetas nuevos y de que hayan oscuridades antagónicas que no se entienden y que se hacen cada vez más difíciles de comentar más allá del gusto. Obviamente no por eso desconozco que hay buenos poetas…
Creo que tengo escepticismo. Es un escepticismo de qué tanto de eso sea bueno. De que no haya filtros. Eso hace que a mí ya no me interese leer blogs. Cuando hacía talleres sí, porque había contacto. Me fijaba en que había mucha hojarasca y poca hondura. Es algo injusto que El inmortal se queja, que entre todos somos muy reacios a reconocernos. Primero, entre tanta profusión es difícil destacar. Por ejemplo, hay una dinámica en la que me pueden mandar su libro y a los seis meses todavía no lo he leído. Yo no estoy tan convencido y por eso mantengo mi escepticismo, además, Diego, tú me quieres picar la lengua.
Es por eso que dejaré por terminada esta entrevista y seguiremos hablando afuera de estos guiones.
Al paso que vamos mi cuarto de hora será postmortem.
Cuando el muso visita a Diego Garrido Barreto para dictarle un poema a mitad de la noche, él prefiere seguir durmiendo. Bogotano, finaliza estudios de literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, aunque eso no lo ha bautizado poeta. Otros de sus poemas se encuentran en la revista 20/20. No le cae bien la Amalia de Mármol y el Emilio de Rousseau. El autor sigue preguntando a los pastores, allá por las majadas al otero, si por ventura vieron a aquel que él más quiere. Pide al lector una oración por la beatificación de Carlos Obregón, la conversión de los nadaístas, por el papa Francisco y las vocaciones del Císter. Solo tú le darás respiro es su primer poemario, así que no le reclamen mucho que lo hizo con amor. Forografía: Toyé.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra
«Cantante sin orquesta,
técnica dibujo con tintas y acuarela, 2017,
de la artista © Alejandra Carabante