Edouard Glissant
Nota y selección de Ashanti Dinah
Editora Literatura Afro Abisinia Review
En Glissant la geografía es poema. El paisaje no es escenografía, sino protagonista. Una naturaleza exuberante, indomable que reclama los vestigios de una suerte de cosmopolitismo ancestral. El paisaje es donde se materializa la poética de la relación, tanto como memoria, así como cuerpo físico. El paisaje es identidad e historia (personal y colectiva) antillana; configura el movimiento de la cultura y restablece los vínculos. A veces se torna caótico, pues no pretende acatar la sintaxis normativa del sistema predeterminado de la lengua. El paisaje es la geografía del Caribe como lugar de enunciación y origen: un pensamiento archipiélago que deviene en palabra y se hace viento y germina en árbol con la respiración del viento; y luego como si fuese un fruto maduro cae, se desintegra y regenera.
Los ojos la voz
¡Las antorchas se acusaban del color negro estanque de la noche
Nuestras manos solubles nuestros aires de rapiña boscosa la paja
flameada de nuestros ojos!
Mares, mi silencio a través de ustedes pacientemente renace
A través de ustedes orillas a través de ustedes el lodo
Y la conjunción del hielo y el deshielo.
Antaño antaño
¡Ay! memoria rocallosa sublévate en matorrales
Cada zarzal de memoria oculta a un tirador.
Sobre nuestras cabezas la pulsación del molino
En nuestras noches tosen los ahumaderos
Haga lo que haga el hombre, el grito echa raíces.
El árbol gran árbol
Tus hojas el resabio de los deseos de las trillas ciegas de los brazos de mar
Tus hojas de llaga de la Edad Media en el recuerdo de mis esplendores
tus ramas de hombros de mujer arada sobre la sed de las hierbas filosas
árbol reiniciado tu cuerpo he desprendido de tu cuerpo el caparazón de
mil claridades
tu tronco de vástagos de paja dispersa
tu tronco de luz en el campo negro de las reinas de la noche
tu tronco de raíz que ha echado tronco y la maravilla la cama del
caracol/rodando
tu fronda tus raíces el fuego helado de tus raíces y las masas de hombres
prendidos a los pezones de tus dolores
el sufrimiento como un invierno en la fuente de las profundidades
Para Mycéa
Ay tierra, si es tierra, ay toda-de-luz donde hemos llegado. Ay sumida
en el resplandor de agua y la palabra arada. Mira cómo tus palabras
me han sacado de este largo sueño donde tanto azul sobre tanto ocre
se ha puesto. Y mira cómo desciendo de esta noche; oye
*
Si la noche te deja en lo más alto del mar
No ofendas en ti al mar por el escollo de los dioses antiguos
Sólo las flores saben cómo se escala la eternidad
Te llamamos tierra herida ay qué breve será
nuestro tiempo, así como el agua cuyo lecho no vemos
Canción de agua apilada sobre el agua de la triste tarde
Eres suave con aquel que alejas de tu noche
Como una grava muy pesada hundida en las playas de medianoche
He llevado mi remo entre las islas te he nombrado
Mucho antes de que me designaras para asilo y aliento
Te he nombrado Inasible y Toda-huida
Tu risa ha separado las aguas azules de las aguas desconocidas
*
Te he nombrado Tierra herida, cuya fisura no es gobernable, y te he
vestido de melopeas extirpadas de los recovecos de ayer
Triturando polvo y desplomando mis palabras hasta los cercados y
empujando hasta los bordes los grises toros mudos
Te he consagrado pueblo de viento donde zozobras por silencio para
que tierra me puedas crear
Cuando eleves en tu color, donde es cráter para siempre frondoso,
visible en el porvenir
*
Escribo en ti la música de toda rama grave o azul
Aclaramos con nuestras palabras el agua que tiembla
Tenemos frío por la misma belleza
Brizna por brizna el país ha desamarrado lo que ayer
Llevabas como carga en tu río desbordado
Tu mano congrega esos rumores como novedad
Te maravillas de arder más que los viejos inciensos
*
Cuando el ruido de los bosques se agosta en nuestros cuerpos
Sorprendidos leemos esa ala de tierra
Roja, en el ancla de la sombra y del silencio
Con cuidado cosechamos en la flor de agave
La quemadura de agua donde ponemos las manos
Tú más lejana que el acoma loco de luz
En los bosques donde él aclama todo el sol y yo
Que sin tregua me ensaño con ese viento
Adonde he llevado el pasado feroz
*
El agua del cerro es más grave
Donde los sueños no derivan
Todo el verde cae en desnuda noche
Qué hoja arriesga su petulancia
Qué pájaros aletean y chillan
Tupido clamor de lodos mi país
Estación arrancada que vuelve a su origen
Sólo un viento rojo empuja a lo alto su flor
En el oleaje que no tiene profundidad y tú
Entre las flores de mayo lacia cansada
De dónde traes esas palabras que coloreas
Con una sangre de tierra sobre la corteza desvanecida
Gritas tu fijeza a todo país maldito
Es ay navegador el recuerdo
*
Más triste que la noche donde el agutí se detiene
Su pata derecha está lacerada con una espina
En el momento en que llega el día se enconcha y se empeña
Cierra la noche y lame la herida
Así me inclino hacia mis palabras y las reúno
En la ventolera donde venías a apoyar la cabeza
En ese silencio al que dedicas tantas fiestas
Tu vigilia tu desazón tu sueño tus tormentas
El vuelo donde juegas con lo inconcluso
Los destellos azules del tiempo con que nos salpicas
Entonces las palabras me hacen quemar la colilla
El barranco donde duermo es un brasero que se artiga
El día esta noche pone aquella que nos hizo: la herida
*
No escribo para sorprenderme sino para darle medida a este pleno de
impaciencia que el viento llama tu belleza. Lejana, cielo de
arcilla, y viejo limo, real
Y el agua de mis palabras fluye, mientras no la detiene la roca, donde
desciendo río entre las lunas que se pavonean en la ribera. Allí
donde tu sonrisa es del color de las arenas, tu mano más
desnuda que un juramento pronunciado en silencio
*
Y no hay sino ceniza en matorrales apretada
No hay sino extravío donde da a luz el cielo
El agua de agave no apacigua a la flor tímida
Las estrellas cantan como una ahora que no se oye
En la encrucijada donde fue triturada la savia
A tantos que gritan inspirados en el viento
Llamo inesperada andanza
Tú sales de las palabras, huyes
Eres país de antaño dado en recompensa
Invisibles conducimos el camino
Sólo la tierra entiende
Traducción del francés de Mónica Mansour
Edouard Glissant (Sainte-Marie, Martinica, 21 de septiembre de 1928 – París, 3 de febrero de 2011) fue un novelista, poeta, ensayista y filósofo pensador de la Antillanidad, poética de la Relación y de Tout Monde «Todo-Mundo», que marcó el siglo XX más allá de las fronteras lingüísticas francófonas por su militancia anti-colonial y por sus teorías sobre la creolización del mundo. Doctor en literatura, publicó sus primeros trabajos después de estudiar etnografía en el Musée de l»homme de París, historia y filosofía en la Sorbona Ganó el premio Renaudot en 1958 por su novela La Lézarde. En 1992, Édouard Glissant fue finalista del Premio Nobel de Literatura, pero fue el escritor de Saint-Lucien Derek Walcott, quien ganó con una voz. Es la mejor actuación lograda por un escritor martinicano a nivel internacional. Mejor conocido por Le Discours Antillais (1981), Glissant es el autor de una obra conceptual y literaria colosal y de una densa bibliografía. Desde Soleil de la conscience (1956) hasta la Antología de la poesía del Todo-Mundo de 2010, se distinguió en todos los géneros, novela, poesía, teatro, ensayos filosóficos. A menudo clasificado entre las teorías del poscolonialismo, el pensamiento de Glissant es irreductible a una escuela o corriente fija, habiendo siempre redefinido los modelos de una cosmovisión en busca de su movimiento. Sus reflexiones sobre la identidad Antillana han inspirado a una generación de jóvenes escritores, entre los que destacan Patrick Chamoiseau, Ernest Pépin, Audrey Pulvar y Raphaël Confiant. Distinguido profesor de literatura francesa en la Universidad de la ciudad de Nueva York (CUNY), Glissant fue director del Correo de la Unesco de 1981 a 1988 y presidente honorario del Parlamento Internacional de Escritores en 1993. Recibió varios títulos de doctor Honoris Causa de varias universidades de todo el mundo.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra «Albi en la pestiniebla»
Técnica: Tinta china sepia sobre papel acuarel.
Medidas: 25 cm x 35 cm.
Año: 2015.
Colección privada.
del artista © Agustín Iriart