Varias autoras
¿Reseñar un libro publicado hace casi 30 años? Abisinia Review le rinde homenaje a la poesía escrita por mueres en Nicaragua, por tal motivo tomamos la siguiente selección de poemas del libro titulado La mujer nicaragüense en la poesía, compilada por Daisy Zamora y publicada por la editorial Nueva Nicaragua en febrero de 1982.
Dedicado a todas las poetas nicaragüenses
Preparación para la magia
Hojas de yerbabuena
y limonarias
crema de almendras
y té de manzanillas
verduras frescas
eliminada la carne
para que el cuerpo limpio
y purificado sea un cervatillo
ágil e inocente
y como el vidrio
pura alma delicada transparente
vibre como un arpa al toque suave
de tu tacto, para que como violín
o guitarra se tense la columna
los pechos más erguidos que nunca
piernas de potranca listas
para el vuelo, avión o pájaro
y el de los pies inconmovible
y todos los latidos al unísono
ahora que regreses.
Gloria Gabuardi, 1945
El vendedor de cocos
De la fila de acacias junto al adoquinado
El hombre siempre escoge la misma sombra.
Cada día es el rito vaciar el carretón,
separar los cocos, y al filo del machete
ir pelando cada coco hasta dejar
la blanca esfera de carne descubierta.
La mujer los ofrece de dos en dos o tres en cada brazo,
sorteando buses,
saltando entre motocicletas y taxis;
pendiente del semáforo
para pegar carrera a recoger más cocos.
Desde lejos, la blancura de los cocos brilla
como los cráneos de los setenta y cinco niños mískitos
muertos por la guardia somocista en Ayapal:
WAN LUHPIA AL KRA NANI BA TI KAIA SA
(MUERTE A LOS ASESINOS DE NUESTROS HIJOS)
gritaban sus madres.
Los hijos del vendedor de cocos
desayunan un coco en la mañana
y almuerzan un coco a medio día
bajo la acacia circundada de cáscaras.
TAWAN ASLA TAKS, TAWAN ASLA TAKS,
(pueblo únete, pueblo únete)
gritaban las madres.
BAILA WALA WINA, BALAYA APIA
BAILA WALA WINA, BALAYA APIA
BAILA WALA WINA, BALAYA APIA
(DEL OTRO LADO, NO PASARÁN).
Daisy Zamora, 1950
Yo amanezco persiguiendo un canto
El día se tiene que resolver
y yo amanezco persiguiendo un canto.
La humedad de hoy no me sugiere
precisamente ¨Dry Cleaning¨.
La grama no clama por su corte periódico
sino por mis pies hundidos en ella.
El patio me llama en el mango enano,
en la caña, en el plátano,
y en el incipiente heliotropo
que ya asoma.
Hoy no será el lienzo
en los vidrios empolvados
sino la promesa de liberación
que es una ventana.
Un avión atraviesa las nubes
con la vertiginosa potencia de su máquina,
pero ya antes los pájaros
tomaron posesión del cielo.
No escucharé la radio que me recuerda
el tiempo de los relojes,
haré mi día sin horas
porque hay que resolverlo todo
y he salido temprano en busca de un canto.
Vidaluz Meneses, 1944
Huelga
Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, de piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.
Quiero una huelga
de tiendas, de choferes
de palomas, de flores
de técnicos, de obreros
de niños de mujeres.
Quiero una huelga grande,
que hasta al amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj el plantel los colegios
las fábricas el bus la carretera
los comercios los puertos.
Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos
del tirano que se marcha.
Áspera textura del viento
Nacida de la selva me tomaste
arisca yegua para estribos y albardas.
Durante muchas noches
nada se oyó
sino el chasquido del látigo
el rumor del forcejeo
las maldiciones
y el roce de los cuerpos
midiéndose la fuerza en el espacio.
Cabalgamos por días sin parar
desbocados corceles del amor
dando y quitando,
riendo y llorando
el tiempo de la doma
el celo de los tigres
No pudimos con la áspera textura de los vientos.
Nos rendimos ante el cansancio
a pocos metros de la pradera
donde hubiéramos realizado
todos nuestros encendidos sueños.
Gioconda Belli, 1948
Como la tormenta, amor, como la tormenta
Como la tormenta, amor, como la tormenta.
Como el rayo, quemante, como el rayo.
Como la lluvia, como los robles ante la lluvia.
Como las flores, amor, como las flores.
Como el madero que retoña en los cercos.
Como quien despierta a medianoche gritando un nombre
y oye que ese nombre le responde.
Como quien toma unas manos tendidas desde siempre.
Como un niño ciego
que busca su juguete preferido.
Como un cauce que se llena a la llegada del invierno.
Como una mujer ama a su hombre
así, amor, te he querido.
Y ahora,
ante mi dolor y tu cólera
ante tu imagen y mi deseo,
ante tu ausencia,
como la tormenta, amor,
así te quiero.
Michèle Najilis, 1946
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de una ilustración del artista Keika Hasegawa