Sandra Uribe Pérez
El inmortal
John Galán Casanova
Abisinia Editorial – Escarabajo Editorial
Buenos Aires – Bogotá, 2021, 118 pp.
En El inmortal, el escritor y traductor bogotano John Galán Casanova (1970) deja al descubierto su insistente preocupación por el paso del tiempo e intenta definirse en su deseo por alcanzar la inmortalidad a través de la poesía. Aunque existe una tensión permanente entre la vida y la muerte, que se revela en la presencia del dolor, la enfermedad y la decadencia (o mejor, la ruina) del cuerpo, esta relación se ve matizada por la ironía, el humor y los juegos de palabras que suelen acompañar los poemas de este autor, después de libros como ALMAC N AC STA (1993), El coraz´n portátil (1999) o LI poemas para Li (2013), entre otros.
…..Si se trazara una línea del tiempo, se podría observar que desde el nacimiento del yo poético el pronóstico era reservado y la inmortalidad estaba “en vilo”. No obstante, y a pesar de salir victorioso de ese “coctel precoz / de drogas y aislamiento” recibido en la incubadora de una unidad de cuidados intensivos (pp. 80-81), el poeta acude a Jorge Luis Borges para mantenerse al borde de ese abismo de indefiniciones: “Ser inmortal es baladí; (…) lo divino, lo terrible, / lo incomprensible, es saberse inmortal” (p. 25).
…..En todo caso, por momentos se aleja de la idea tentadora de la eternidad y se aferra a lo terrenal, porque ¿para qué ser inmortal si con esa condición no le alcanza para pagar “las cuentas de servicios”? De hecho, con este hallazgo comienza a dibujarse su interés por reflexionar sobre el contexto del poeta y el mundo editorial. Entonces comprende, gracias a uno de sus amigos (Germán Cañellas), que “«la poesía / es una piedra / en el zapato»”, y más que eso, es
Piedra
en la lengua,
en la retina,
en el riñón
a cada paso.
…..De este encuentro con su zancadilla personal –que entorpece su andar en cada etapa de su existencia–, se desprenden algunas de sus certezas: “Fui y seré escritor, / adolorido y no. / Vivo del silencio / y en la palabra yazgo (…) Me pudro cargado de semillas. / Mi cosecha es el fin de los tiempos” (pp. 28-29).
…..Y esa verdad, lo lleva también a reconocer que la poesía está devaluada y no constituye un medio de subsistencia (menos aun cuando los editores “ningunean” al poeta y abusan de él, o cuando uno de sus libros premiados, a pesar de ser publicado en una editorial de renombre, no se vende).
…..Para que el lector comprenda mejor esta premisa, en el poema titulado “Gotas amargas” (p. 45) se propone comparar a José Asunción Silva con Gabriel García Márquez, y paradójicamente toma como punto de contraste el valor monetario que se le atribuye a cada uno de ellos (y al género que representan: poesía vs. narrativa), en los billetes que circulan en el mercado colombiano (cinco mil y cincuenta mil pesos, respectivamente). Su conclusión es contundente:
El poeta quebrado,
el Nobel regio.Diez Silvas por un Gabo,
Cada cual en su sitio.
…..Volviendo al asunto de la “ruina”, en este caso del cuerpo, el yo poético se desdobla en otros cuerpos (como el de la madre, el padre, los amigos del barrio o incluso el de un desconocido), y esto hace que la memoria asuma también un papel preponderante. Así, los poemas dedicados a la madre y el padre son puro dolor y temblor, la constatación de la vejez y de un tiempo oscuro cercado por la muerte: “mamá es un cuerpo en pena” (p. 34), dice, y agrega:
Papá es un sobreviviente,
un héroe del quirófano.Le quitaron la tiroides,
la laringe,
parte del esternón, de la tráquea
y media clavícula (p. 36)
…..Por ello, ante el estado deplorable de un cuerpo torturado que es casi un objeto (y que antes fue la certidumbre de la belleza), da cuenta de prótesis, medicamentos, sillas de ruedas, y de lo “despiadada” que es la existencia con sus pequeñas y grandes desgracias. Y no dejan de aparecer los reclamos: “¿Cuánto tiempo más así?” (p. 34) o “gradúame de agonías” (p. 35). En esa pelea por la vida, también termina reconociendo a la muerte “en un rostro irreconocible” (p. 83).
…..Entre otros intereses del autor, podrían mencionarse los escenarios urbanos (el supermercado, un banco, un bar, un balcón, un cementerio, una feria del libro, la cancha del parque, el barrio, el edificio), y en particular algunos de la capital colombiana, a través de los cuales se va completando ese recorrido por la memoria.
…..Cambiando un poco de tono y del modo en el que se trabaja el lenguaje, llama la atención su predilección por otros espacios en los que el cuerpo se diluye, se desmaterializa y se siente como un “recluso contemporáneo” (pp- 99-101), tales como las redes sociales, las plataformas y sus coordenadas:
Calle Facebook,
carrera Twitter,
transversal Zoom.Inodoros,
incorpóreos,
insaboros,
ahí nos vemos.
…..Uno de los apartados en los que más impera el humor en la obra se denomina “Detrás de un nombre” (que también es el título de un poema). En estas páginas se discute, entre otros aspectos, si el nombre del autor es un seudónimo o no. La dureza de los poemas que aluden a la muerte se desvanece aquí, de modo que es importante no pasar por alto estos poemas, con el fin de adentrarse en otra atmósfera.
…..En realidad, son muchos los aspectos que sobresalen en este libro que, para el lector, termina siendo un feliz descubrimiento. Además, la edición es bellísima y ha sido cuidada hasta en el más mínimo detalle, por lo que habría que agradecer a los “amigos editores” de Abisinia y Escarabajo, que en esta ocasión supieron darle el valor que se merece para que, llegado el momento, pueda inmortalizar a su autor.
…..Finalmente, cabe resaltar el lenguaje fresco y reflexivo que se conduce muy bien a través de la ironía, la brevedad y la contundencia del aliento. En definitiva, la voz de John Galán Casanova es una de esas imprescindibles en el panorama de la poesía colombiana, y se debe degustar, leer y releer para sorprenderse siempre.
Sandra Uribe Pérez nació en Bogotá, Colombia, en 1972. Poeta, narradora, ensayista y periodista, arquitecta, especialista en Entornos virtuales de aprendizaje y magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana. Ha publicado los libros de poesía Uno & Dios (Bogotá, 1996), Catálogo de fantasmas en orden crono-ilógico (Chiquinquirá, Alcaldía Municipal de Chiquinquirá, 1997), Sola sin tilde (Quito, Arcano Editores, 2003) y su edición bilingüe Sola sin tilde – Orthography of solitude (Bogotá, 2008), Círculo de silencio (Bucaramanga, UIS, 2012), Raíces de lo invisible (Popayán, Gamar Editores, 2018) y La casa, Antología (Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2018). Parte de su obra ha sido traducida al inglés, italiano, francés, portugués, griego y estonio, incluida en diferentes antologías y publicaciones nacionales e internacionales, y galardonada en diversos certámenes. Actualmente es docente de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca (Bogotá). Fotografía: Fredy Yezzed
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de:
Incidencias/fragmentos
s/t
Lápiz grafito sobre papel
2021
de © Amadeus Alessandro Longas.