María Barrientos
«En El estado subterráneo de las cosas la miel y el malestar se mueve alrededor de la literatura y sus protagonistas, quienes no son ajenos a las ambiciones, la sensualidad, el ego, el dolor, el sacrificio, la culpa y las deudas del amor. El ritmo del presente puñado de hojas es fluido y armonioso, gracias a un lenguaje sencillo y sin adornos». Compartimos seis poemas de María Barrientos publicada por Abisinia Editorial en su colección de poesía Concierto Animal, Homenaje a Blanca Varela.
NO RECUERDO EN QUÉ PISO ESTABA
el aula donde se daría el taller
nuestra juventud brotaba de cada ángulo
(las fotos lo prueban)
y nos creíamos protegidos de la mortalidad
fui a conocer a la profesora
con mi peor cara
la que tengo ante los desconocidos
y ella respondió en consecuencia
me hablaba sobre la rigurosidad del taller
con una mirada intensa
me escrutaba como preguntándose
quién era yo para ir a su altar
la había imaginado
lánguida, de pelo ondulante
sin embargo,
llevaba un peinado anticuado
y pomposo
como un casco negro
me mostró la cartelera
en donde los mejores alumnos
del año anterior
exhibían sus textos
me detuve en un poema firmado sólo con iniciales
la necesidad de dejar oculto el nombre
me pareció extraña
y permanecí un buen rato
mirando esas letras
la profesora me dijo que había sido escrito
por uno de los alumnos más talentosos
y sin dejarme leerlo
me despachó como si yo fuera
la serpiente
que hundiría su altar.
HASTA QUE UN DÍA
glorioso o desgraciado día
empezamos a hablar
en la esquina del instituto,
ya todos se habían ido,
y mis palpitaciones empezaron
a agitarse
y ya dejé de verte necio
era invierno
y la gente corría hacía sus casas
y nosotros no sentíamos más
que esas ganas de hablar
como si el tiempo se hubiese detenido
y una mano blanca
nos sostuviera en el paraíso
la pasión nos golpeó en el pecho
y no pudimos retroceder
nuestras palabras eran golosas
encantando al otro
al unísono
atropelladamente me contaste
parte de tu vida
mientras apretabas un libro
y hablabas con entusiasmo, en una faceta
del ardor que no te conocía
me dabas un voto de confianza
que me convertía en la sacerdotisa
venías de una familia tradicional
pero
tortuosa también
tus palabras eran fuego
en mis ojos
…..entonces nos reconocimos
estábamos hechos a la medida
aunque quisiéramos tejer esa noche
la novelita del amor romántico
…..…..quien dice que la pasión es breve
…..…..…..…..…..nunca vivió una
es ya no poder estar separados
sin desgarrarse.
Le conté la conversación
a mi amiga
y al ver mi cara embelesada
gritó
¡no!
como si intentara tirarme a un precipicio.
TRAJIMOS AL CACHORRO
en una caja
con delicadeza como si fuera un semidiós
en su trono
objetos frágiles
se iban rompiendo
a su paso y lo retamos
como a un niño
…..…..…..le dimos de comer
era nuestro bebé extranjero
una especie de padre hipnótico
salía de tus ojos
el cuidador nos dijo
que no era una raza doméstica
(que estaba destinada a atacar)
pero igual lo trajimos
con eso que llaman valentía
y que no es más que equivocación
y consentimos
unos ladridos
demasiado intensos.
El perro finalmente me mordió
y la violencia hizo que el nuevo bebé
saliera de tus manos, muerto.
«Vieron, les dije», nos recordó el cuidador.
Lo enterramos a la noche
en el terreno abandonado
sin hablar más del tema
fue entonces que comenzamos a saber
sobre el estado subterráneo de las cosas.
DURANTE MUCHOS AÑOS
hablamos de Dios:
necesitabas alguna seguridad
algo que cerrara el ojo
que había abierto tu madre
con la navaja del desamor
esa acción te había dejado vacío
y congelado para cualquier movimiento
que no fuese el baile de la ira,
danza que no hacía reír a nadie
excepto a mí
…..…..cuando me empujabas al ojo abierto
donde todo el que caía
era marcado con tus dientes,
aun así decías que a ese monstruo lo tenías
controlado
y que no sería tu destino
caer en tu propia trampa.
CON EL TIEMPO
fuimos expulsados de nuestro tálamo
(no quieran conocer de estas sábanas,
son campos de batallas blancas)
peleándonos con ira
dándonos mordiscos de tristeza
abrazos que asfixiaban
y que yo rechacé para irme
y tu ira con la forma del dolor
se desató contra mi lámpara preferida
que voló en mil pedazos
con la forma de la ira mi propio dolor
ante el fracaso
era una leona
que mordía y mordía
y rompió con los dientes
tu espalda
y caíste en tierra con un grito.
DESDE ALGÚN LUGAR
mirarás con una paz silente
aquella isla
en que la fruta crecía en los cestos
y no podíamos hacer otra cosa que comer
al unísono.
Sé que dictás
unos versos perfectos
con la caligrafía de los doctorados
y la materia (su problema)
obedece órdenes tardías
empieza a desaparecer
como aquellas frutas del verano
¿Encontraste muchos maestros?
¿Les hablaste de las parábolas perfectas,
de la importancia de la repetición del nombre,
del fraseo especular?
Esta escena es póstuma
aunque abriéramos
la reserva de nuestra memoria
nada permanecería igual
como el carro que vimos
arrastrado por aquellos niños
cantaban
con boquitas que podrían
entrar en la cartera
de una reina.
María Barrientos nació en Buenos Aires, Argentina. Publicó libros de poesía y de narrativa. Cross (1993) Poesía. Finalista Concurso Hispanoamericano de Diario de Poesía. Sociales (2011) Narrativa. La duración (2013) Poesía. Este último libro fue seleccionado para el proyecto Ibuk Biblioteca de Poesía, creación de los poetas Marión Berguenfeld y Ramón Fanelli. Traducida parcialmente al francés y al portugués; poemas y relatos suyos han sido publicados en revistas de Brasil y México. Figura en el Inventario Relacional de la Poesía en Lengua Española 1951-2000, de Juan Ruiz de Torres y José Javier Márquez Sánchez. Es profesora de literatura y coordina talleres de escritura. Sú último libro de poesía El estado subterráneo de las cosas fue publicado por Abisinia Editorial el presente año.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra
«Los mareados»,
dibujo tinta sobre papel, año 2017,
de la artista © Alejandra Carabante