Ivonne Bordelois
Celebramos esta carta de deseo e ironía que son los poemas de Torcaza y Delantal Celeste (Editorial Nudista, Córdoba, 2022), el reciente libro publicado de Ivonne Bordelois, quien es poeta, escritora y ensayista argentina. En palabras de Leopoldo Castilla: «Ivonne cuenta cosas de su vida y el tiempo cae en la trampa: pasado y futuro se rinden al imperio de su presente continuo cuya potencia late en esta hermosa canción a la existencia».
Autorretrato
Me fui muchas veces sin llegar del todo nunca
sin regresar nunca del todo tampoco.
Me enseñaron a ser cauta los amigos ilustres
que golpeaban a sus mujeres
y un amigo asesino que tengo, con su piel de magnolia.
Una vez hice el amor con un marinero griego
bajo un cielo invencible.
Odio a los mentirosos, los avaros y los cobardes
pero adúlteros, ladrones y vagabundos
son costumbres de mi compañía.
Los varones me temen
pero los chicos y los animales no se me resisten.
Me gusta reír con mujeres de los ridículos horrores
que los hombres inventan.
También el vino es de mis amigos, y en la noche la música
y las ciudades cuando oscurecen
bajo el rumor callado de mis pasos.
Sueño a menudo con pájaros, gatos o caballos
con casas oscuras de amplias escaleras donde casi naufrago
entre objetos antiguos y hermosísimos
y con seres y cosas que se perdieron solo en apariencia
y reaparecen con gloriosa fidelidad.
La vida es una lengua demasiado enigmática
para seres humanos
y la pena de descifrarla acaso más alta
que el esplendor de todo abrazo.
Soy yo así, solitaria y deslumbrada.
Hombres de poca fe, yo elegí la mejor parte.
Deseo
Verte llegar con el verano
jugando al aire, al agua,
cachorro
moreno
alto
acariciándome con tu llegar estremeciéndome
jarcia moviéndote
riendo con tus dientes de león feliz
brillando con tus ojos alegría
mirándome
playa tu cuerpo vello azul
llamándome
tu sombra de gaviota por la arena alzándome
alcanzándome
en el centro
del verano
verano vos
vos mismo
entrando en mí
tu suave
resplandor
Cuando arde
Cuando arde la casa del amor y su alegría
súbitamente a veces me pregunto sin embargo
por la sombra que el mundo embosca
fuera de sus hermosas puertas
por la amargura que amenaza con arrasarla
si repentinamente vuelves la cabeza para irte.
Porque el amor alza una lengua nueva
y un cuerpo nuevo para cada ser
pero la muerte atenta traza su paralelo de silencio y nada
para todos
y a cada encuentro asigna el hueco preciso
de una desesperación insólita
que desande el camino secretísimo y precioso
de cada palabra de ternura:
olas de llanto acechan a sus órdenes
las diminutas playas del abrazo
a fin de anegarlas para siempre.
Por tanto, amor,
alza la blanca torre de tu pecho
y guárdame fuertemente entre tus brazos
a fin que Ella no alcance a descubrir
lo que dulcemente tejimos en la sombra
y no pueda existir en el mundo un maleficio comparable en poder
al fulgor maravilloso
del pájaro que nos custodia
cuando arde la casa del amor y su alegría.
Retrato de Catamarqueño con Perro Yacente
En su volumen apacible yace.
Cordillera lejana hay en su pecho
Suave
Un tambor de nostalgia lo apacienta
Y una nube de lana cariñosa
Lo custodia
En el aliento tibio acompañante
Hay amor y esperanza y confituras
De antes
Ambrosía le llega desde lejos
Porque él es inmortal y bien lo sabe
Desde siempre
Una pradera clara le aparece
De amigos y de vinos y poemas
Muchos
Pero mirada más conmovedora
De amor no existe sino la yacente
Cerca.
Dos ojos donde cabe sin descanso
La música tranquila de un alma
Eterna.
Para Leonardo Martínez y su Perro
Pido perdón
Mis antepasados no fueron ilustres.
Es verdad que he frecuentado algunas instituciones famosas
Pero también es cierto que anduve por algunos manicomios.
Pido perdón.
No me he casado.
Nunca tuve hijos.
Pido perdón.
Supe andar en bicicleta
Pero ahora tiendo a accidentarme.
No cocino muy bien.
Tampoco sé planchar.
Tuve amigos célebres
Pero los que más quería acabaron suicidándose.
Pido perdón.
A veces pienso, algunas tardes, que he escrito algunas cosas necesarias.
Pido perdón.
Siempre me asombra el mundo
Por ser tan injusto como bello.
Soy vieja.
Peso sesenta kilos.
Todavía me como las uñas.
Pido perdón
Ivonne Bordelois es poeta y ensayista. Se doctoró en lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts con Noam Chomsky, y ocupó una cátedra en la Universidad de Utrecht (Holanda). Recibió la beca Guggenheim en 1983. Ha escrito varios libros, entre los cuales se destacan El alegre Apocalipsis (1995), Correspondencia Pizarnik (1998) y Un triángulo crucial: Borges, Lugones y Güiraldes (1999, Segundo Premio Municipal de Ensayo 2003). En Libros del Zorzal ha publicado La palabra amenazada (2003), Etimología de las pasiones (2005), A la escucha del cuerpo (2009) y Del silencio como porvenir (2010). Ganó el Premio Nación-Sudamericana 2005 con su ensayo El país que nos habla. Fotografía por Leandro Teysseire.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la fotografía «Las chicas» del artista © Juan Sebastián