Sandro Barrella
Del poeta Sandro Barrella (Buenos Aires, 1967) compartimos siete poemas de su libro La liebre (Bajo la luna, 2021). Poemas suyos han sido incluidos en antologías de la Argentina, México, Francia y Canadá. Participó del volumen colectivo de ensayos Dificultades de la poesía (Ediciones del Dock, 2010).
Canetti o la liebre de los muertos
La nave que lleva el alma
recién muerta de Canetti a la región
de los muertos, ese lugar que en vida Elías Canetti
conjuró como un profeta con palabras
en su caso escritas, líneas y líneas letras de molde y prosa alemana,
la nave, cuya soberanía ejerce un barquero de escasa altura, la nave,
hace un giro profundo y se dirige, antes de concluir
la entrega del alma recién muerta de Canetti,
hacia la isla de la liebre;
una deferencia por parte del barquero, él conoce
cada palmo del archipiélago lo mismo que la obra de Elías Canetti.
Detrás del vidrio la liebre aguarda la llegada del bote
para reproducir la escena que cada día a esa hora repite a condición
de un pago exiguo, una suma que solo ella y el barquero conocen.
Sobre un frontis de madera la liebre inscribe
estas palabras: Me resultan despreciables los sacerdotes
de todas las religiones que no pueden hacer volver a los muertos.
La liebre de la prosa
¿Era una música de viernes Santo? ¿Una música sin tiempo fijo? ¿Era un
réquiem para muertos por venir? ¿Hay otra cosa que no sea Dios o música?
Preguntas de fe las que hace la liebre. ¿Escuchó música Aldo Moro antes
de los disparos? ¿Y los mensajes telegráficos cifrados, eran de música?
¿De música el ambiente en el baúl del Renault 4 que lo dejó en Via Caetani?
¿Formaba un ángulo de cuántos grados el cuerpo de Aldo Moro
en la portada del Corriere Della Sera? Preguntas morales.
¿Era un himno de lucha de la extrema izquierda italiana? ¿Un argumento
para óperas civiles? ¿Un melodrama sobre la guerra de clases? ¿El PCI
para los jóvenes llevado al varieté? Preguntas de muerte.
Detrás del vidrio la liebre apaga la música y anota en su cuaderno una frase
que lee en Sciascia. Son, como se habrá observado, versos; pero los
transcribo como prosa para devolverlos mejor a su insensatez y atrocidad,
pues la prosa no perdona.
Encuentro de la liebre con Nijinsky
Qué del día el lugar la circunstancia del encuentro
entre la liebre y Nijinsky. De este lado del vidrio
una frase escrita. La liebre atesora el momento
como remembranza ajena, igual la noche de la infancia
cuando su aldea fue visitada por tramoyistas ambulantes.
Un Espectáculo de Fantasmagoría rezaba
el cartel a la entrada de la kermés. No consigue
olvidar el esplendor de las linternas mágicas,
la delicia de las manipulaciones ópticas, y no pierde
ocasión de contarlo a quien quiera oír. En cuanto a Nijinsky,
es elocuente el registro en su Diario, Construiré un teatro redondo.
Sé qué es el ojo. El ojo es el teatro. El cerebro es el público.
Yo soy el ojo en el cerebro.
La liebre de la poesía
Lo advirtió Pablo de Tarso al afirmar que este mundo
tal como lo vemos está sucediendo. Poesía eres tú
pregunta la liebre a la luna del armario. Con un solo
movimiento de cabeza niega y afirma mientras
hace la mímica de una canción italiana que llega
desde el combinado. Luz entre los postigos, música ligera,
la imagen de la liebre se deforma en el bisel,
su apariencia variable la vuelve una experta
del escapismo. Al borde de la risa repite la pregunta.
Una corriente de aire. Se cierran las ventanas. La cinta
corre prófuga. Rayas verticales en continuo. La liebre
desaparece.
Liebre de mar
La primera impresión cuando vemos su figura en una lámina
es hallarnos frente a aquello que no existe. Pura fábula,
una tela tejida por la mente. En el ir y venir por el desierto
de la especulación imaginaria, un estuario de contornos difusos,
agua marrón para la pampa del sentido, se abre de par en par
y parte la nave de guerra de las nociones comunes. Bestiario,
gabinete de curiosidades, muerte de un naturalista.
La existencia real o no de la liebre de mar poco importa
a efectos de su descripción. Qué si alguien viniera a decir
un caracol vestido con la capa de una condesa
arrebata su identidad. Liebre de mar. Aplysia punctata.
Una partitura en caracteres cirílicos.
La liebre de las vanguardias
La liebre es hábil para escapar de las vanguardias
aunque estas crean haberla atrapado. La liebre es
el agua del arte. Lo continuo del tiempo a su pesar.
La liebre de la beatitud
Cuando eleva los ojos de agonía hacia el retablo sobre el armario
su rostro se vuelve una figura semejante a aquella en quien se mira.
Como cada cosa que respira en el cuarto que cela su reposo
la liebre apenas mueve las mantas que la cubren. Un soplo
la separa de la muerte, dos fieles la acompañan junto al lecho.
El tríptico recrea las horas de la espera, la imagen de la santa
es una réplica sumisa, acompasada al trance. Aire de la pena
pasa al gozo a través de la línea que la liebre dibuja con su aliento.
De La liebre, 2021, Bajo la Luna.
Sandro Barrella (Buenos Aires, 1967) publicó El álbum de Pascal (Último Reino, 1996), El golf (Alción, 2005), Los pájaros (Bajo la luna, 2010), Los italianos a la guerra (Ediciones en Danza, 2013), Viaje sentimental (Gog & Magog, 2017), Villa Santa Rita (2019), La liebre (Bajo la luna, 2022). Poemas suyos fueron incluidos en antologías de la Argentina, México, Francia y Canadá. Participó del volumen colectivo de ensayos Dificultades de la poesía (Ediciones del Dock, 2010). Fue traducido al inglés, al francés y al italiano.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra
«La burla al amor»,
tinta y cafe sobre papel, año 2017,
de la artista © Alejandra Carabante