María Negroni
Sus referencias provienen todas, sin excepción, de la cultura norteamericana a la que emigró junto a sus padres después de la Segunda Guerra Mundial: tenía 16 años cuando llegó a Nueva York, proveniente de Belgrado.
…..El gabinete fantástico de Manhattan es todo lo que Simic necesita. Contra ese telón de fondo, desatinado y copioso, proyectará después sus recuerdos de infancia, los teatros mágicos y siniestros del amor, los mataderos de la historia, las desgracias del tiempo, registrando cada detalle, como si fuera un coleccionista de detritus (y otros fragmentos de lenguaje), un ladrón tenaz de lo que ofrece la casa urbana.
…..Lo ha dicho él mismo en una entrevista publicada en la revista The Paris Review a fines del 2005: “Las ciudades europeas son como grandes escenarios de Ópera. Nueva York, en cambio, siempre me pareció una suma de tinglados de feria donde, en cualquier momento y a la vuelta de cualquier esquina, podrían aparecérseme la mujer barbuda, el traga-cuchillos o cualquier otro personaje con aires de circo, barraca o vodevil.”
…..Más afín a James Tate, Hart Crane, Mark Strand, W.S.Merwin o James Wright (todos integrantes del grupo Deep Image Poets) que a los poetas del New York School of Poetry, Simic despliega una codicia que todo lo trastoca, con la vivacidad de los dibujos animados.
…..No se trata sólo de combinaciones raras; se trata de una simbiosis paradojal entre una imaginería inaudita y un estilo terso, aunque elíptico, donde nunca falta el humor o incluso la blasfemia. Cualquier cosa, menos la solemnidad. Porque la solemnidad está asociada a la religión, las ideologías y demás ortodoxias del pensamiento, es decir a todo aquello que quiere reeducar al individuo, encorsetarlo, coartar su imaginación y por ende, su libertad.
…..Simic es más explícito aún: “Una verdad separada y purgada de los placeres de la vida, en mi opinión, no vale un rábano. Hay que poner a prueba las grandes teorías primero en la cocina y después, por supuesto, en la cama.” El objetivo es escribir un poema que “hasta un perro pudiera entender”.
…..Algo más. Más allá de su flirteo con el surrealismo —evidente, sobre todo, en la perspicacia para percibir los vínculos entre sexualidad, crueldad e infancia— nada hay que lo afilie a los severos manifiestos de Breton. Mucho más cerca de Tristan Tzara, de Alfred Jarry o de Apollinaire, esta poesía inaugura su propio Cabaret Voltaire del otro lado del océano.
…..El arte —pareciera decirnos Simic— lee siempre un libro interior que habla de la ciudad del alma. Pero, en ciertas conjunciones o geografías temporales, ese libro y esa ciudad pueden coincidir y proyectar una suerte de museo no figurativo, lleno de juguetes verbales y enigmas sensuales, y un carozo de sombra también, porque no ver es hermoso. Lo que sigue es una fiesta de perspectivas más que humanas.
Del libro Pequeño mundo ilustrado, Caja Negra, Buenos Aires, 2011.
María Negroni publicó numerosos libros, entre otros: Arte y Fuga, Cantar la nada, Elegía Joseph Cornell, Interludio en Berlín, Exilium, Objeto Satie y Archivo Dickinson (poesía); Ciudad Gótica, Museo Negro, El testigo lúcido, Galería Fantástica, Pequeño Mundo Ilustrado y El arte del error (ensayo); El sueño de Úrsula y La Anunciación (ficción). Beca Guggenheim en poesía y Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI, su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco y portugués. Islandia (primera edición Monte Ávila Editores, 1994) recibió, por su versión en inglés (Station Hil Press, 2001), el Premio al Mejor Libro de Poesía en Traducción del año del PEN American Center (Nueva York, 2002).
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de un fragmento la obra Contratiempo de la artista Camila López