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A pedir de boca: 7 poetas de Argentina

Valeria Melchiorre

 

Nota crítica y curaduría de Valeria Melchiorre

 

Que sean siete y no nueve; que hayan nacido después de 1970: el recorte es aleatorio. La franja etaria que me propusieron explorar ha sido una ocasión de indagar y de leer, de intercambiar y de comparar, de asignar valores o de desdeñar, de hacer hipótesis sobre el espíritu de cada tiempo y los contextos de producción de la obra, de imaginar causas y filiaciones en esa ilusoria línea que es la historia literaria. Ahora bien, en este preciso momento en que la partición estanca en dos géneros huele a resabio de un mundo ido, cuestionados y desbordados los límites de ambas categorías hombre/mujer, sacudida la pelusa de la intachable esencia, pareciera un anacronismo traer a colación su vigencia. Además, y ya que estamos insistiendo en el género y la biología como un tándem indisoluble, me hubiera gustado, debo confesarlo, hacer una antología sobre poetas hombres, especialmente por el placer que hubiera obtenido en redactar el siguiente título: 7 poetas hombres de Argentina. ¿A qué sonaría eso? ¿A ignorancia respecto de lo que nuestro canon occidental ya ha legitimado con creces? ¿Sería una burla? ¿Acaso un intento por equiparar las condiciones y relegar al rincón del género, como quien en un apartado anota lo que sucede en el margen, lo que existió siempre en el mainstream? Lo cierto es que todavía hoy el hecho de que sean mujeres las autoras de los poemas elegidos pareciera ser digno de destacar, y seguramente resulte, para estos lectores salteados que somos los de la red, sumamente seductor. Los debates de los 70, e incluso posteriores, acerca de si existe o no la escritura femenina, sin que necesariamente los textos respondan directamente a la anatomía de quien los escribe —algo así de si existe o no la fisonomía «mujer» de una escritura— han hecho agua o se han disuelto: ha habido marañas más urgentes en el siglo XXI, problemáticas a desentrañar que exigían plazos, dilemas menos centrados en ese objeto casi autónomo que fue el texto en el momento en que Hélène Cixous, Julia Kristeva o Luce Irigaray le dedicaran hondas reflexiones. Igualmente, como con las brujas, de cuya elusiva presencia nos quejamos, pero de la que no dudamos tanto, mientras los cuerpos no estén sujetos a intervenciones capaces de transformarnos radicalmente y accesibles para todos los que vemos la luz en esta tierra, podemos seguir suponiendo que hay marcas de fábrica, improntas que en la corriente de la praxis se acarrean y se llevan a la concreción de la obra, al aire que allí se respira. De las influencias culturales, claro, no renegamos tanto. Es por eso que podemos aseverar, sin riesgo de levantar la polvareda de una inútil polémica, que en el caso preciso de la poesía argentina de los últimos cincuenta años ha habido dos figuras faro, mucho más visibles en su alcance, en su posibilidad de articular un linaje y de dejar secuelas fácilmente verificables, que cualquier luminaria o fogonazo proveniente de mano de varón. Me refiero a Alejandra Pizarnik, cuyo tono y constelación léxica —no la de los textos póstumos, desde ya— recuperaron hasta el hartazgo las mujeres que hoy rondan los setenta o más; y a Diana Bellessi, cuyo modo de leer en público ha sido imitado sin tapujos, o en cuyas elecciones líricas e imaginario han abrevado —vía Juan L. Ortiz, es verdad— muchas de las mujeres que hoy rondan los cincuenta años: mis coetáneas. Ni Roberto Juarroz, uno de los poetas más traducidos y vendidos en el extranjero —profeta de allende las fronteras—, ni el peculiar y patrio Leónidas Lamborghini, ni nuestro contemporáneo Arturo Carrera han logrado tanto. Si un poeta como Alberto Girri ha sido ampliamente leído hace algunas décadas, su herencia son esquirlas un tanto dispersas, adhesiones que no llegan a configurar una línea contundente ni, menos que menos, un techo y una traba para cualquier disidencia o la obsesión estéril —por lo redundante y poco imaginativa— de una entera generación. En cuanto a los descendientes de Néstor Perlongher, se pierden en esa marea que es el neobarroco latinoamericano. Alejandra y Diana han sido en cambio dos estandartes: son, de hecho, dos nombres que se bastan por sí solos, sin necesidad de apellidarse, y que, al par que desnudan una prometedora propensión de la poesía argentina a dar sus frutos entre las legiones de mujeres que escriben, han colaborado en derribar estereotipos acerca de lo que sería una mujer: se las han ingeniado, las dos, para sortear la ñoñería y el miriñaque sin tanto combate ni aspaviento. Ambos estilos, sin embargo, han tenido su hora de gloria. El apogeo ha ido declinando y la estirpe acuñada parece estar a esta altura del partido más callada, sosegada, o simplemente en estado de latencia. Las poetas argentinas que hoy tienen menos de cincuenta años, y que aquí acercamos a esta pluralidad de lectores que es el de la navegación on-line, no cuentan con semejante bagaje en su prosapia. De hecho, ninguna de las poetas escogidas ha recogido ese guante. Vienen, en ese sentido, más ligeras de peso o acechadas por otros fantasmas, exentas de esa afición por el silencio con que los textos breves de Alejandra pretendían invocar el vacío o la muerte; o indiferentes a la materialidad prístina de la naturaleza, a la «rebelión del instante» que en los versos de Diana es retórica precisa y resolución fresca.
…..A grandes rasgos, las más jóvenes de entre las poetas que he seleccionado vienen a compartir su corazón: reponen órganos y vísceras, donan su carne. En tal trance, nos acechan desde un yo reconfigurable, inserto en una realidad ya sofocante, ya paisajística ya onírica. Omiten los objetivismos, la experimentación, lo lúdico; y, si eluden la música, lo hacen aferradas al efecto de aliteraciones y sonoridades que irrumpen para avisarnos que eso que estamos leyendo sigue siendo un poema. Especialmente, su universo es el de la metáfora. En esta estela cabe situar los poemas de Rita González Hesaynes, para quien la literalidad es un fraude y la corrección política un desvío de almas aletargadas y carentes de fuerza. El cristal a través del cual Rita mira lo circundante es la pura y dura ironía, su corrosiva lente viperina que trae de nuevo esa imagen del poeta como vidente, sí, pero también como enviado de un futuro que ya está entre nosotros. Si Poe nos habla de la noche y Baudelaire de la carroña, si Olga Orozco apela ampulosa a la índole misteriosa y esotérica de lo creado, González Hesaynes, entre los muros frígidos de una cultura high-tech, alza su voz para despabilarnos de tanta modorra.
…..Sofía de la Vega en cambio se muestra más inocente, y hace de una zona a la vez geográfica y mítica una suerte de paraíso familiar poblado de padres, madres, hermanos, animales apenas fabulosos, vegetación mustia, valles. En un registro que oscila entre lo regional, lo coloquial y lo simbólico, rayando por momentos en la llaneza en que caen, con menos gracia, otras poetas que aún no han cumplido los treinta años, sus preguntas permanecen abiertas, su curiosidad, expectante, la sencillez de lo cotidiano dispuesta a metamorfosearse, vital, en imagen que desconcierta.
…..En cuanto a Eleonora González Capria, lo suyo es la capacidad de expresión que asalta desde la redondez de la forma, atenta a la inspiración, incluso habida cuenta de toda una cultura poética que sostiene hábilmente al texto. Se presiente esto en los ritmos de Eleonora, en la marcha atrás o en los sobresaltos que nos propone la frase: que hay un metier y una doma de que se vale el poema de antemano. El azar, al admitir un cambio de rumbo o un verso inesperado, no es tan azaroso; y las palabras, como esa fauna que alberga su núcleo díscolo, pueden ser dúctiles si se sabe cómo cruzarlas al otro lado: allí donde el sentido late o se devela. Tal vez en la obra de las poetas más grandes la dosis de salvajismo merme.
…..Sin duda, y por su raigambre más experimental, en la poesía de Sara Bosoer, cuyo carácter fragmentario, de superposiciones, de reiteraciones, de cut up, es un adrede repudio al filo agudo del lenguaje, a su posibilidad comunicativa, a su aptitud para expandir el horizonte achatado de lo real. Se trata de poemas burocráticos, puesto que del lenguaje se destacan sus ritos; del yo sus actividades fechadas, banales; de la historia, fragmentos que no alcanzan a explicar el presente: lo inacabado se presenta en cierta precariedad de la sintaxis, en la ausencia de puntuación, en los usos falseados de la minúscula, en las omisiones sin más. Cada corte del verso ha sido sopesado, adecuados los sintagmas a una tesitura prosaica que es por momentos agitada, y que, lejos de asentar su esqueleto en un yo debidamente contorneado, responde a la fluctuación de los pronombres, a cierto ánimo de mantener las emociones a raya: el poema es membrana disruptiva que instala una desesperanzada crítica y una distancia.
…..Los poemas de Paula Peyseré generan una extrañeza de otro tenor. Hay escenas y hay personajes, interiores que se van describiendo, oficios; pero en el camino a la interpretación es la deriva de la música lo primero que nos interpela. Más que la punta del iceberg, la organización de los ritmos es un desliz permanente: el ritornello y la reiteración obligan al lector a retrocesos, a sucesivas recomposiciones; con el oído se piensa la posición de la coma, las permutaciones sintácticas, la elección de los vocablos que remiten a otros similares, la distribución de los acentos y las homofonías. Emerja o no un yo en el vaivén de la escritura, la voz de Paula deviene decir anónimo: en los «ejemplos», donde, además, apelando al modelo de las exempla medievales, lo anecdótico alcanza el relieve que no alcanza en otros textos, dicho rasgo se adivina como la manifiesta recuperación de las fuentes tradicionalmente castizas de la lengua.
…..En Celeste Dieguez las inflexiones son de lo más variadas. Así, en los poemas de Lo real persiste solapadamente cierto apego por un neobarroquismo con el que inicialmente se ha coqueteado. Ese asirse a la cadena significante de la lengua, que aquí no implica una renuncia a la posibilidad semántica de un sentido discernible, condice con una de las constancias de este itinerario: hay quien asume la enunciación como propia; y sin embargo, ese yo se resiste a toda fijeza, se desplaza en un engranaje similar al que la sumatoria de las palabras producen. Tal tendencia al nomadismo puede inferirse en la renuencia a los encasillamientos a que alienta el formato de vida burgués; o puede cristalizar, directamente, en el tropos del viaje. Las paradas de un recorrido por América son para Celeste la excusa ideal: la preocupación por el territorio y la identidad de sus habitantes subyace veladamente, en estos poemas, al espíritu de aventura; y el registro por momentos foráneo, el léxico fatuo, la expresividad hiperbólica, dan lugar a un tono marcadamente paródico y burlón que oblitera toda melancolía.
…..Se vuelve, en el espacio que nos ocupa, «inapresable» la sólida trayectoria de Rom Freschi. El abanico de su itinerario comprende versos extremadamente largos y extremadamente breves; hitos obstinadamente experimentales y otros intimistas; vetas pop, acérrima belleza y feísmos fríamente calculados. Jamás se descree, en semejante despliegue, del lujo, de cierto preciosismo que los vocablos proporcionan. Esta fe en la faz esplendorosa del lenguaje viene a confirmar que, para esta poeta, lo mejor está en la corriente barroca del español de América. Sus referentes son Sor Juana Inés de la Cruz o Marosa di Giorgio; incluso, podríamos sospechar, poetas modernistas como Delmira Agustini. La jugada consiste en rescatar esa herencia de mujeres que han escrito; y también, sin menospreciar los aportes de los poetas hombres, en hacer justicia en general. Pero a Rom no le son ajenos otros dominios de la cultura: entre las gemas que se traen al molino —porque toda apropiación se halla aquí al servicio de una necesidad, de la construcción de una obra que es ante todo personal—, están el imaginario de la ciencia ficción y el cine de Tarkovski, David Bowie y las principales teorías de la física contemporánea. Los poemas de Todas cuerdas, que aquí recabamos: ¿qué son sino la conversión del pensamiento científico actual a prolífica voz poética? ¿qué, si no afirmación femenina y denuncia, discurrir emocionado, prueba de que cada mujer trae consigo un universo en permanente ebullición?
…..De agregar poemas a este breve compendio, optaría sin dudarlo por algunos del que fuera un libro memorable —uno de los mejores— de la llamada generación del 90 en Argentina: Mamushkas, de Roberta Iannamico. Incluiría, asimismo, textos de Carneada, de Soledad Castresana; los versos alucinados de Ana Claudia Díaz en Una cartografía de la insolación; aquellos en que Marina Serrano expone cuerpo y tripas; o los que Corina Maruzza publicara en Mar de Interama. Todas ellas son poetas que aún no han pisado los cincuenta años y que tienen mucho por ofrecer, como las que leeremos a continuación:

 

 

ζ

 

Rita González Hesaynes nació en 1984 en Azul, Argentina. Tras una breve paso por Tandil, vivió 15 años en Buenos Aires y actualmente reside en Berlín, Alemania. Es Licenciada en Letras y ha ejercido la docencia y la traducción de la lengua inglesa. Se dedica profesionalmente al desarrollo de software. Tiene cuatro libros publicados: ¡Oh mitocondria! (2015), En la gran existencia (2017), neuro:mantra (2018), Elfo corporativo (2021) y las plaquetas La Belle Époque (2017) y Una intensa hierba (en «La caja negra», 2017, No es como una rubia en el avión).

 

 

el precio justo

Lo que quiero es la fuerza
el garrote cayendo sobre el cráneo
el chirrido de los cercos eléctricos
en la piel del inmigrante ilegal
programas de concursos que rifen huerfanitos
simpáticos con los rasgos correctos
¡Denme toda la sangre del planeta!
Me aburro en este cuerpo
No sé adónde voy y me enloquece la idea de la sangre
Ruego por maremotos contra pequeñas islas
vivo a través de los corresponsales
pago buen dinero por las últimas imágenes de guerra
pago mejor dinero por los más indignos
crímenes sexuales entre eslavos
Les ofrezco por cierto el fervor del aplauso
¿Qué puedo hacer sino con estas manos
incapaces del golpe, del facón, del gatillo?

De el libro en la gran existencia

 

 

estimados contactos

me asignaron la letra D
díganme lo que está bien conmigo
por favor digan que soy adecuada para el mundo
que soy atesorable entre largos desiertos de basura
que soy digna de amor
que habita en mí el misterio
un brillo como el de la luz lunar en el acero

díganme
que no van a apedrearme
que no van a expulsarme de la ronda
que no voy a morir en soledad
díganme que soy lo que esperaban
que los sorprendo gratamente
que mi rostro es simétrico
que me quieren ahí con ustedes
y con sus conocidos

a cambio les ofrezco mi voto de recomendación
aplaudir las imágenes que los representen
seguirlos a otras redes
aprenderme sus nombres

estimados contactos
juguemos todo el tiempo a este juego
ustedes me comentan y yo
les asigno la letra de la felicidad

Del libro  Elfo corporativo

 

 

croan y croan

………………………….«…all boredom amused»
………………………….Network (1976)

A no entrometerse con las leyes primarias de la naturaleza
croa el fabricante de aviones y de armas
Croan a su vez los accionistas
asesores políticos
representantes de la moral pública
editores en jefe del Financial Times
Croan
se aparean en un pozo pestífero
adoptan todas las formas pertinentes
mientras nosotros los Inmaculados
sujetos ejemplares de la paz social
nos vamos replegando a museos de belleza
frágil y frívola
fotografías yoga los tatuajes de moda
cuerpos desnudos y semidesnudos
más fotografías de perritos gatitos lagartos
moodboards videos reviews de maquillaje
juguetes para nerds porno para todos
tablas de posiciones de cualquier deporte imaginable
y comercializable
un infinito lipsync de pensamientos vagos
que no parecen ni siquiera nuestros
más fotografías y más esteticismo hoy que el arte del lenguaje
ha sido secuestrado por un Proyecto impersonal y oscuro
y que solo practican los bots y los becarios
mientras nos replegamos hacia el arte de la bella presencia
y el más bello dolor
la más bella ironía
la más bella urgencia genital
luces purpurinas meriendas saludables
culos culos y culos hasta llegar al suelo
mientras revientan bajo los parlantes
y nos vibran las piernas gargantas y mandíbulas
enfundados en ropa reflectiva y hermosa
auriculares
cascos de realidad virtual
falopas para lidiar mejor
mientras vienen carroñeros croando
y esparciendo miseria en sus caballos multicolores
del Apocalipsis y nadie sabe cómo salir
ni cómo armar su parte en este cubo de Rubik
ni si vale la pena tanto espanto ahora que la muerte
es tan deseable y moderna como una inyección
de anestesia bellísima rítmica enceguecedora

Del libro  Elfo corporativo

 

 

ζ

 

Rom Freschi nació en Buenos Aires, en 1974. Publicó redondel (1998), Estremezcales (2000), Petróleo (2002), EL-Peyo (2003), Solaris (2007), Variaciones de órbita (2010; Proyecto Editorial Itinerante, Santiago de Chile/Bs. As., 2011), Quien siempre gana es Poseidón (2011), Ejercicio Cósmico (Los Poetas del 5, Santiago de Chile, 2011), Marea de aceite de ballenas (2012), Juntas (2014), Có(s)mico (2015), Eco del Parque (2016), traducido al inglés por Jeannine Pitas, Rock du Gateau (2020) que dio lugar a la performance El amor en los tiempos del chat, y el volumen compilatorio Iniciales iimxx (2020). Algunos poemas suyos forman parte de la antología 53/70, Poesía argentina del siglo XX (ES, EMR y CCPE/AECID, Rosario, 2015).

 

 

 

Cuerda de Dafne (fragmento)

……………………………….….Los grandes animales. Umbríos, gruesos. Vacas y
…………………………………..caballos. ¿Qué diferencia menuda nos separa? ¿No
…………………………………..hablan? Nacen, viven y mueren en la misma ropa.
…………………………………..Donaron tanta leche, sangre, pelo.
…………………………………..Marosa Di Giorgio, Los papeles salvajes

cada gota de sangre conforme el lago, las presas
fangosas reanuden el pantano, el tamaño
de la tristeza sea triunfo glorioso y mi canto
un himno del fugir
lamento armamentado impronunciable
se haga gota de sangre al intentar masticarlo
prometerlo, regalarlo, el lazo del lago sea
lo que me aprese y así mueran mis hojas reinas
en las cabezas sin ton ni son de sus pequeños reyes.

que definitivamente sea con la voz detrás detrás
una raza de margaritas y abrojos, circulares,
con muchas alas que quemaran así el jardín,
audaces del alba de la mañana, y sin cesar,
la noche vuelva otra vez y la reconozcamos
como una interrupción del amor o del mirar
o no mirar, trizado cavar siempre en el mismo
sitio, el sitio mismo como una mujer o un lobo
que volviera en sigilo, y sus campanillas extrañas
los hongos, pensamientos
las rosas o azules envueltos
y se suelten los rizos, los panes, los cometas
los óvalos de las lunetas, corazones de maizales
el almendrado celeste de la mañana, ése
que nadie vio y a la noche, avanzar con murmullos
como esconderse con otros, mariposas
gruesas enormes de terciopelo y rumores de seda
peludas, cortando ajíes que maten de turquesa
que pendan los llamados de los indios con su poder
supremo e inútil

en un anillo de fuego como un planeta nuevo, canten
los caballos, las pecas, las violetas, las almas
o los planetas, dibujos azules de las flores
que me encierren, me acuesten
cortinillas de estrellas cambien de lugar
tornen a la comarca el volver del baile
todo eso pase, todo el paisaje

ese jardín de los quemados del que nunca me mueva
un jardín para los ahogados, ésos
que locamente amaran, con sigilo en la hora celeste
labrada y repujada como un conejo en el bronce
mueve a una mosca del azul al rojo
al rosa, al rubí pálido, con la absoluta naturalidad
de un sonrojo, se torna el candor en calor
pequeño vapor, sudor de las pestañas
hojas peludas, espesas, ojalá
me quede fiera y afeitada, áspera,
con la carne tan expuesta
como seca

[…]

mi hembra indecisa se vuelva hombro del trigo
y del maíz, rosado morrón del alba
que sangra como una niña, luz de la alegría
pasto de la paz plumosa y algo fresca que tirita
apenas húmeda asoma
el día, su colchón de parra fría
se torne crujiente y adorado
pueda yacer el sol todo verano
y halle verano dentro de toda estación
menarca nova elida eva evada ave maría
maree, hunda naves de roma, y romero esparza
rompiendo el sendero cobrizo luminoso mojado
por esa sangre de esa niña de brana anfibia
frotada entre los árboles erguidos, humeantes
perfumados que especien la sopa del algo, espesen
el caldo nutricio de todo calor entre las piernas
se cocine el mundo
inaprensible no,
inapresable

de Todas cuerdas

 

 

 

Astronauta

Vivo mi vida como si estuviese viajando en una nave
espacial. Miro por una pequeña mirilla un paisaje
imponente y debo tomar medidas extremas para la
conservación de la vida, el solo movimiento,
la respiración. El grueso de los mecanismos, dispositivos,
y rutinas que ejecuto componen la capa protectora que
me separa del vacío y orientan la inercia de lo inevitable,
inabarcable, indetenible relatividad de pensar que,
en realidad, nada gira en relación a una estrella.
Habiendo estallado así el sentido, la estrella se multiplica
y no queda otra cosa que mantener el rumbo: una sola
dirección. La estrella son las estrellas, con todas sus
lunas, sus planetas, nebulosas, anillos, platos, rocas,
asteroides, cometas. Yo y mi nave navegamos a solas
reparando nuestras heridas, el cascarón cada vez más
roto, el óxido cada vez más cerca de la razón.

de Libro Có(s)mico

 

 

 

La paz y el éxtasis
no alcanzan
siempre acaban
inestables, finitos.

No hay recuerdo
que traiga a nosotros
la presencia.

Todo queda
en desuso
se hace y se cubre
de polvo
enamorado he sido.

Dicen que lo bailado
no se quita
sin embargo
el baile
en la memoria también
es tan finito
su plumaje tan breve
se va tornando
tan mezquina
esa parte que quedó

quedó muerta también
como eso que termina
eso tóxico que asociados
vamos pasando…

inevitable
temporal
milagro:

despertar es acabar
tapar el pozo de lo amado
nacer a una luz que abrasa
en un suelo que arroja.

de Eco del Parque

 

 

ζ

 

Celeste Diéguez nació en Chascomús, provincia de Buenos Aires, en 1979. Publicó La capital (2012), La enfermedad de las niñas, (2013), El camino americano (2015), La plaza (2017), Bondiola mechada (2018), Lo real (2018) y La canción del amor (2020). Ha participado en varias antologías en las que se destacan: Poesía de hoy y de siempre, (2014), Martes Verde (2018). Estuvo a cargo de la Colección de Poesía de Club Hem desde el 2014 al 2019. Dirige desde 2018 el ciclo de lecturas Rompan Todo // poesía & contexto. Coordina el taller de escritura creativa El golpe de horno.

 

 

 

4

Un puñado de papeles en la valija y fiebre de viaje.
En la falda
las gafas
y un pañuelo
para sujetar mi cabello.

Vámonos a Oklahoma, nene.
Dicen que ahí, aún resuenan
viejos berretines de blancos borrachos.
Tal vez ahí
seas mi esclavo.

 

 

 

6

El Paso/ Silver City/ La Mulata/ 4 a.m.

Es sábado y llueve.
Llegamos al bar ese,
vos me dijiste que se llamaba La Mulata,
la salvaje música estremeciendo la noche del oeste
el olor de fritos y marijuana saturándolo todo.
Hirviendo en nuestros abrigos mojados
vamos a la barra,
está sonando ese tema de Molotov que nos encanta.
Para festejar el hallazgo vuelco cerveza a mi alrededor
alborozada, todo el tiempo:
—Es un bautismo azteca!
—Es Silver City, México: «La ciudad de la Plata».
Grandes jarras de cervezas heladas, canastillas de nachos crujientes
vagabundos barbudos y rubias estridentes
vaqueros y mamitas artesanas
hombres del sur y hípsters de morral
se apretujan sudando.
Los tequilas no se hacen esperar.
Al cabo de un rato
me encuentro bailando con un charro atiborrado de cocaína
y a vos parece no preocuparte.
Bajo foquitos de colores
una princesa del Valle gira sola entre miradas codiciosas.
Cada tanto se detiene
para absorber cocacolas y malgastar sus besos.
No nos importa
dejarnos toda la lana en una última ronda;
al fin y al cabo
no todos los días se cruza la frontera.

de El camino americano

 

 

 

3

Si la tormenta volcada cual salitre para hacernos estatuas
sal a nosotros
que no pueda remedar más que la epidermis cribada
cruzada a lonjazos
de lo que retorna para hacernos buenos moldes
de lo que va a venir
buenos modales de lo que faltara
en esta, la rutilante aventura
de la autopista y el fleje
del puente al barco de la cubierta al río
el barro del barrio huele
a hule duele a río
y no es un olor que no pregunte nada
y no es un dolor
que no pregunte nada
averigua cosas en la cabeza de sus paseantes
mide las distancias entre las personas que quieren chocarse
no las deja.

de Lo Real

 

 

ζ

 


Sara Bosoer nació en Buenos Aires, en 1972. Maestra de escuela primaria, profesora y doctora en letras, investiga, escribe poesía y dibuja. Es investigadora y docente en la UNLP. En la carrera de letras enseña Teoría de la crítica literaria y escribe sobre teoría y poesía argentina contemporáneas. En la Escuela Primaria de la UNLP coordina el área de Prácticas del lenguaje e investiga en la enseñanza de la literatura, la lectura y la escritura en los últimos años del nivel. En poesía, publicó Puemas (2018) y Hay una distancia (2019) donde integra poesía y fotografía. Los libros de poemas Afiliación obligatoria y Sarmiento nunca probó un kiwi se pueden leer en línea (https://issuu.com/home/published). Coordinó el Circo Poético en la FAHCE.

 

 

 

lo que llamas progreso vive
entre cuatro paredes
no se conocen pero
se parecen llegan
de ciudades diferentes
hay algo en los de la fila
qué es
no lo podés
en cada tierra su calabozo
se multiplica

el viernes 26 de octubre
colón consigna por primera
vez en su diario
la palabra canoa
o sea todo empezó con el nombre
de un barquito endeble

por qué número van querida
ciento siete color azul
me voy a sentar tengo
rojo el noventa y nueve

ojo ya me olvidé quién
dice esto
afuera la del nombre en ese carnet plastificado
capaz no existe y vos
tampoco

ciento seis
ciento seis no está
siento
seis números ya llamé

sobre un papel
canoa fue la primera

en el dorso anoté y fui tachando
los certificados que pediste
ya no sé siempre falta
alguno

vengo de un municipio extraño

de afiliación obligatoria

 

 

 

que no vengan todos
no van a entrar. tu prole tarada no
responde la mesa no se estira que
no vengan debería avisar. a quién. no se
dobla una mesa rectangular no crece
vibra el artefacto cada tanto composta un olor
un poco y un poco. cal. arena. una de. otra
de. su mirada pasa la sal vuelca sobre la mesa
rápido los sentidos hacia el hombro izquierdo
lanza una pisca hay un orden correcto
para sentarse el ciudadano ocupa la cabecera mejor
no vengan. ese shhhhhhhhh. la radio. una virgen
con imán decora la heladera. hay una virgen y tiene
nombre desconocido. la contribuyente habla con una
estampa cuya historia ignora. cuenta siete
platos en la alacena cinco de losa blanco
amarilla rajada apenas una viñeta azul
adorna ese plato que vino con los restos
repartidos en la fiesta. quién reclamará. vacía
la caja de puré de tomate vuelca agua arrastra
el mínimo resto rojo brota nebuloso raciona
en cinco platos lo que hay para dos no
hay no alcanza va de vuelta. organizarse qué
es. quiero más no quiero un poquito
no menos. se encarga de todo
de nada
se olvida. dáme. sacá
ese cuchillo del cajón

 

unas palabras se pegan
contra la tv ultradelgada la sensación
térmica de cierto distrito electoral
decora el zócalo. puede decirse borde
inferior de la pantalla. el aire
transpira. pudo referirse al borde
inferior de la pared revestido
con cerámico gris. la habitación
se sumerge va a llover y doy
contra un cristal es la lamparita
zumbo entre los bichos invasión
en la cocina. era un granero
del mundo madre. crack se cayó
el grano. era del mundo como un cielo
pic. o como el mar cantaban andar
por los pastos como si. era océano nada
en lo que más quiere. lo que más rinde
cocinar mezcla carne picada con pan
rallado y/o harina lo que tengas a mano
cebolla ajo perejil las sobras también
el arroz de ayer cómo se forma
una albóndiga las manos húmedas
en un hueco un pack de carne picada
de oferta en el súper. no
tanto. pero un poquito. más. menos que eso
no. repetir un deseo. tres veces lo mismo
para desearlo mejor. un deseo
tres veces repetido en la mente
podría escucharse mejor. qué
dice. nada por
debajo. imaginada la curva
no la puede cortar. palos en la rueda
se quiere bajar son palos
amontonados en un cajón
difícil de abrir. lo que mejor
aprendió es. cómo estar en varias
partes a la vez

de exformateo

 

 

ζ

 

Eleonora González Capria nació en Buenos Aires, en 1983. Es licenciada en Letras (UBA) y traductora literaria y técnico-científica en inglés (IESLV «JRF») y docente de traducción literaria. Traduce del inglés y del italiano, escribe, lee y corrige para editoriales argentinas, estadounidenses y españolas. Integra el equipo de dirección de la revista Hablar de Poesía. Fue becaria residente en centros internacionales de traducción de Canadá (Banff Centre for the Arts), Gran Bretaña (British Centre for Literary Translation) y Suiza (Übersetzerhaus Looren). En 2018, su labor fue reconocida con una mención en la categoría «Traducción» del Premio Destacados de ALIJA. Publicó el libro de poemas Revientacaballos (2021).

 

 

 

Canadá

Me imaginaba todos los días
hembra o macho si pardo o negro
con o sin crías manso
me imaginaba muerta.
Salí siempre a las horas avisadas
de luz pálida y sombra larga
sola en silencio de abeja y arándano
lleno el bolsillo con las entrañas frescas de los peces.

Hablaban todo el tiempo de la manada de lobos
que en el pueblo había cazado un alce
ahí sobre el puente, la carne que tembló
hasta quedarse quieta y los autos que pasaban.
Alguien lo había filmado y después lo vieron,
se oía claro el grito, clara la súplica.

En el bosque después del incendio
seguía latiendo un tronco
blanco de espasmo en la madera
y en el glaciar
me llené los pies de barro buscando.

Cuando era chica si preguntaban por el miedo
yo respondía: oso.
Pero quedaba lejos, estaba a salvo, se reían.

Todas las noches desde casa interrogaban
si había cruzado al fin al oso.
Preparé el espíritu para encontrarlo, dije,
pero él no quiso verme.

 

 

 

Borrador de una traducción

La evolución de las especies tiene
barba de viejo
finas pilosidades
de árbol fueguino, hongo de alga,
tiene quince picos por capítulo
hijos de la misma madre.
Es la cara de un hombre
que antes no fue Dios.

Lo que hay que traducir es el recuerdo
de ese origen bajo el agua buscando palabras como
océano, transmutación, pinzones,
lo que sin forma avanza por el tiempo
multiplicado,
encontrar el estilo de epitafia simbiótica,
el rasgo variable de la lengua ajena.
Esta cola, por ejemplo, es más larga
y sobrevive.

Sobre el mundo material
podemos decir al menos esto
venimos a la Tierra por leyes generales,
así empieza.
Termina la traducción diciendo:
todos éramos peces al principio
y todavía tenemos branquias.

 

 

 

Comentario a una traducción

Son ganado, otras veces
plantas, pero les levanto corrales.
Les doy mi lengua entera, una mano,
mi ojo, uno solo,
para que el otro mire por la ventana,
y así las cuido. Tengo que contar y pesarlas,
si me las pagan por cabeza y gordura,
aunque viajan como era. Juntas vamos
al paso,
a abrevaderos o quebradas
y nadie nos ve
hasta que uno que pasa me pregunta
al fin un día:
a dónde las lleva.

Yo contesto lo mismo siempre:
hay que cruzar un curso de agua,
antes de eso estas reses no son mías,
nunca marco la piel con yerra.

Sale un río pasando el monte
y allá vamos. Antes de pisarlo
cuento otra vez. Se reproducen
mientras duermo y dan a luz adultos
que no necesitan ubres.
Pienso si el puente llegará a soportarnos
con el peso agregado de los meses.

Les digo a medio camino: vayan,
y me miran sin expresión ni signo
de reconocimiento.
Yo llego hasta acá.

Del otro lado asienten, de pronto
tienen mis ojos.

de Revientacaballos

 

 

ζ

 

Paula Peyseré nació en Buenos Aires, en 1981. Publicó ¡España, qué hermosa eres! (2005), Las afueras (2007), Telepatía (2012), Predicciones (2012), Todo el tiempo de cero (2015) y Los ejemplos (2019).

 

 

 

Era hermoso ir a su casa, ver la parte de atrás de su
pieza,
esas cajas oír, conocer el lugar.

Ahora que ya no lo visito y nadie vive en esa,
imagino su pieza, quién la camina,
la veo con la luz apagada.

Peso un colchón, una bandeja,
peso las camperas con la luz apagada.

Sin estar adentro imagino,
la oigo y no sé
si en la vida real su música es mejor.

¿Habrá alguna música mía en su cabeza?

Una pieza es la que toqué,
otra es la que peso.

Otra es cuando explico qué me parece su pieza.
Ahí empieza la mía, casi pura aunque borrosa.

Cuanto más existe en mí
más grande es el horno.

¿Cómo supuse tan pronto
que iba a cocinarla en el recuerdo?

Cada vez que en un sueño lo veo
le insuflo un poco más de aire
y aunque esté agachado o en un trance asfixiante
se le abre un pulmón.
Una brasa trabaja.

de Todo el tiempo de cero

 

 

 

Carla Ligero

Llevando el caballo tras sí, delante de sí
y sobre todo debajo,
Carla Ligero andaba
con clamor que al pasar recrudece.

De silencio se pintaba el trayecto
que su estela bordaba en el aire
las mujeres y los hombres se ensombrecían
al verla montada pasar
como si vieran una estrella fugaz
y le pedían deseos.

 

 

 

Lidia

En una pieza escribiendo se la pasaba
Sarto Aire encerrado. Décadas,
¡pero no terminaba nada!
Su esposa, poeta excelsa y clandestina,
lo oía entrar a la habitación cada mañana
y lo veía salir por la noche,
para la cena, enojado.

Colocó Sarto estantes en diez paredes
y los llenó de libros, mientras Lidia
en escuelas y conferencias recitaba de memoria
poemas propios que a su marido atribuía,
por los que fue alabada
tontamente
en nombre ajeno.

de Los ejemplos

 

 

ζ

 

Sofía de la Vega nació en San Miguel de Tucumán, en 1993. Es Profesora de Letras y becaria doctoral del CONICET. Trabaja en la editorial Sigilo y dicta talleres literarios para chicxs. Participó de la primera residencia para poetas jóvenes en el Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR), en el 2017. Es parte de distintas antologías y publicó dos libros de poesía: Blancas y plateadas (2018); y, en España La idea es vivir cerca pero no encima (2019). Compiló y editó los textos de En la casa Barco. Poesía reunida de Inés Aráoz (2018). Organizó el Festival Internacional de Literatura Tucumán (2011-2015).

 

 

 

Limpieza

Mi abuela me contó que en la última época en la que gobernó
el emperador Taira
las mujeres se pinchaban los riñones con palillos para dar a
luz a un niño varón,
¿te pinchaste el lado equivocado o quizás fue con un tenedor?
Empolvarse la cara no alcanza para tapar el temor.
Esos ojos finitos, míos y tuyos
muestran sólo la emoción que nos piden.
En el Festival de la Hierba tenemos que tomar 7 tipos de hojas,
el año nuevo se acerca y todavía no pudimos limpiar la casa
para que los espíritus
y las hierbas
y los fantasmas de los palillos
y la abuela
vengan a festejar con nosotras.

 

 

 

Kawabata y una canción de verano

Parte de mi cabeza es una ciudad
fantasma, creo que su medicina está
en la pulcritud conocida en los tiempos
donde las camelias tenían el olor a la boca
de mi madre ¿Cómo es la belleza cuando nos ataca
el vértigo del verano?

Cada diciembre dos sombras
vuelan a lo lejos, las aves disfrutan
la monogamia más ancestral, la claridad que sentí
cuando agarraste mi mano y la pusiste en tu pecho.

Un cuerpo que inventé mientras olía camelias
habita en el jardín de mi cerebro,
el tacto inútil me raspa por dentro,
ruedan unas cascaritas sobre mi cara.

Parte de mi corazón es un cementerio.
Los pétalos de las camelias nunca caen,
la flor desciende con el tallo entero esbelto
al torso de algún cuerpo que ahora me abraza.

 

 

 

Una profecía de Valéry

En una habitación dormimos 10 chicas
de entre 20 y 25 años. Valéry dijo una vez
soy extremadamente social e infinitamente solitario
y estoy de acuerdo. Las cosas que se viven en una semana
fuera de casa son igual a un mes en el lugar donde nacimos.
Hay una idealización en el no estar, lo extranjero parece
bonito y nos da ganas de casarnos con un chino, un alemán,
un poeta de Valparaíso, un pibe que vive en Chacarita.
Porque a mil kilómetros ya no es parte de vos: no sabés cuáles
son las baldosas sueltas de tu cuadra ni cómo se llama
el hijo de tu portero. Valéry también dijo que la poesía
es un animal disecado sobre una mesa. Entonces te topás
con 60 animales disecados pero quizás sólo 30 son
verdaderamente extranjeros, 17 te hacen acordar a tu casa,
lo que buscamos en lo que queda lejos, y únicamente 5
son menores de 40 y aptos físicamente para subir
la montaña que querés subir con el amor de tu vida.
Te das cuenta que en el colectivo al fin dormís como en tu casa,
sin despertarte pensando que alguien va a sacarte las medias
de tu valija o escuchando cómo toma merca el dueño del hostel.
La tranquilidad es lo más aburrido, son las cosas que te salen
siempre bien o la felicidad contenida
cuando escribís un buen poema.

de Blancas y plateadas

 

 

ζ

 

Valeria Melchiorre nació en Buenos Aires, en 1970. Es doctora en Letras por la Universidad de París 8. Ha sido docente de literatura argentina e investigadora. Tuvo a su cargo la edición y el prólogo de Poesía completa de Amelia Biagioni (Adriana Hidalgo, 2009). Es autora de los libros Amelia Biagioni: la «ex -centricidad» como trayecto (2014) y La suerte del poema (2017), que reúne, entre otros, ensayos y reseñas aparecidos en libros y revistas como Hablar de poesía y Plebella. Ha traducido poesía del inglés y del francés; junto con Ricardo Herrera es autora de una edición bilingüe de la poesía de Pierre-Jean Jouve, De Las bodas a Tiniebla. Antología poética 1925-1966 (Huesos de jibia, 2016). En poesía publicó algunos libros hoy inhallables —Los dictados de la moda, El hombre que soy yo en un cuadro de Francis Bacon; y «La cita», en un volumen junto a otros tres poetas— y, recientemente, Trilogía del temblor (2019), Fuego Amigo (2020) y Carne Molida (2021). Dirige una página web/ revista cultural Zancada (www.zancada.com.ar), destinada a difundir obra y a tejer redes entre prácticas diversas y artistas de variadas disciplinas.

La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del artista español © Juan Carlos Mestre

 

año 2 ǀ núm. 11 ǀ mayo – junio  2022
Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , Last modified: junio 5, 2022

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