Virginia Fernández
En Abisinia Review celebramos la publicación del libro María Enciso. Poesía completa (Instituto de Estudios Almerienses, Almería, 2023) en edición literaria y presentación de Virginia Fernández Collado, quien nos comparte en el presente número la introducción del libro y una muestra representativa de la obra de María Enciso (Almería, España, 1908 – Ciudad de México, 1949), una de las poetas ocultas de la Generación del 27. Enciso era escritora, periodista y militante comunista española. Tras la Guerra Civil de España recorrió exiliada Francia e Inglaterra, llegó a Colombia, vivió en Cuba y se instaló definitivamente en México.
María Enciso, poeta del testimonio
I
Cuando el siglo veinte tenía solo ocho años, en Almería, ciudad celeste como la llamaba José Ángel Valente¹, inspirándose en San Agustín², nació María Dolores Pérez Enciso, en una típica casa de planta baja, en el número 27 de la calle San Ildefonso, con una fachada blanca. Murió en el exilio en ciudad de México, en el año 1949. Tenía cuarenta y un años. La brevedad de su vida no le impidió dejar una magnífica obra tanto ensayística, como poética, ni haber realizado una labor humanitaria en el marco de la época revuelta que conoció Europa a finales de los años treinta.
….María vio la luz en el seno de una familia humilde. Su padre, Francisco Pérez Castro, maquinista naval y su madre, Dolores Enciso Amat, hija de un capataz del puerto, tuvieron tres hijos: María, Francisco y Guillermo. Francisco murió tempranamente a la edad de 3 años. María, muy joven, partió con su familia a Barcelona. El núcleo familiar volvería pronto a Almería por encontrarse el padre enfermo. Falleció muy poco tiempo después. Dice Arturo Medina, esposo de Celia Viñas: «Viuda la madre, instala ésta en La Almedina una mercería-tienda de regalos. En aquella especie de quincallería la conocí. Mi recuerdo es el de una joven morena, delgada, atractiva, de ojos grandes y largas y apretadas trenzas³». María comenzó en Almería los estudios en la Escuela Normal de Maestras, ingreso que se hacía directamente desde la escolaridad primaria. Según Arturo Medina: El plan de estudios vigente era el nominado de 1914, que no exigía bachillerato previo, sino, junto a unos certificados de rigor, haber cumplido los quince años y verificar un examen, oral y escrito, sobre las materias que se impartían en las escuelas elementales. María superó las pruebas en septiembre de 1924. Ese mismo año pidió traslado a Barcelona, con autorización de su tío José Enciso. Allí terminó sus estudios en el año 1927. Se casó muy joven con Francisco del Olmo, y tuvo una hija, Rosa del Olmo Pérez. El matrimonio fracasó. Posteriormente se unió, al parecer, al izquierdista catalán, Ramón Costa.
….Durante estos años en Barcelona, María estuvo muy vinculada a la Residencia de Estudiantes de Cataluña, sita en la calle Ríos Rosas, número 37, en el barrio de San Gervasio, al pie del Tibidabo, donde conoció, entre otros, a Gabriela Mistral, premio Nobel de Literatura del año 1945. De ella escribió: Una tarde, un grupo nutrido se reunía en el jardín en silenciosa tertulia. Se escuchaba una voz grave, que hablaba, con un dulce acento inusitado allí. Era el acento seseante y cálido del hablar americano, que sonaba a cosa distinta en aquel grupo que silencioso escuchaba. Era la voz de Gabriela Mistral⁴. Su pertenencia a este universo literario cultivado por la Residencia de Estudiantes Ríos Rosas no le impedía llevar a cabo otras actividades. Fue miembro de la Unión General de Trabajadores (UGT) y del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), dirigente de la Unió de Dones de Cataluña, así como directora del Institut d´Adaptació Professional de la Dona (IAPD).
….Amigos y compañeros de María, la describen como una persona inquieta, culta y aperturista. María fue Conocida como una de las impulsoras de la formación profesional de las mujeres catalanas y del trabajo para que los sindicatos defendieran las exigencias sobre paridad salarial y sobre la igualdad de derechos a la capacitación y especialización profesional de las trabajadoras. No es sorprendente el dato de que canalizara todo este torbellino personal con la creación literaria, amén de ejercer como maestra en las escuelas de la Generalidad hasta el momento de su partida. Con la deriva de la guerra civil tuvo que cruzar en el año 1939 la frontera hacia Francia por Cervera, debido a su adhesión a la causa de la República. El destino quiso que nunca volviera a su tierra natal. En Francia acudió a campos de concentración donde acogía a niños y los acomodaba en hogares o instituciones, sobre todo belgas, o los devolvía a asilos españoles, junto a la diputada belga Isabelle Blume.
….De todo esto dará testimonio en sus libros de ensayo y poesía. Escribe María Y siento un frío de congoja en el corazón⁵. Así cuenta su primer año luchando para salvar vidas: Salí de España en enero de 1939, con una misión oficial, Delegada de Evacuación en Bélgica. Por razones de mi cargo, presencié y acompañé la evacuación española. Recorrí todos los campos de concentración de Francia, para formar un grupo de niños que Bélgica acogía cariñosamente⁶.
….El aplastante avance de las tropas nazis hace que, finalmente, María tenga que dejar Europa, junto a su hija de 4 años. En mayo de 1940 partió de Bélgica a Francia, después a Inglaterra y de allí, fechas después —presumiblemente el mismo mes— hacia América. Se dirige, según Arturo Medina, «De París a El Havre en un tren llenísimo de gente de muy diversas nacionalidades, como una Babel histórica⁷, y de El Havre a Southampton, a través del Canal de la Mancha en un buque lleno de fugitivos⁸» Llegó en julio del año 1940 al puerto de Arribada, Barranquilla, en los que anotó en su libro Europa fugitiva, en contraste con el ambiente de la Europa en guerra que acababa de dejar atrás, Los aires de paz, anchos, cálidos, perfumados, del continente americano⁹.
….Su hermano Guillermo, al igual que ella, corrió parecida suerte. Se exilia gracias a María que lo ayuda a salir de los campos de concentración franceses, pero, al contrario que su hermana, se establece en Venezuela. María pasará un tiempo en Colombia hasta el año 1944. Vivió en Cuba brevemente. Dice Antonio Sevillano¹⁰: En 1945 residió en La Habana durante tres meses, en una pensión regentada por el matrimonio español exiliado, Eduardo Ortega y Gasset y Adela, su mujer. Ese mismo año se instala en Ciudad de México, donde permaneció hasta su muerte. Ejerció labores periodísticas, combinándolas con su faceta literaria. Allí forjó amistad con otros también exiliados como Manuel Andújar, que fue su editor, Zenobia Campubrí, esposa del poeta Juan Ramón Jiménez, Concha Méndez y su marido Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti y María Teresa León, entre otros.
….María Enciso falleció en 1949 debido a una complicación en una operación de apendicitis. Sus cenizas reposan en el Panteón Español de un cementerio de Ciudad de México.
….Guillermo volvió, al menos una vez a Almería, con su novia, Gisela Morazzani, y la hija de María Enciso, Rosa del Olmo, a visitar a su madre, y darle cuenta de que pudo ir al entierro de María en México y hacerse cargo de su sobrina¹¹. Su madre habría de sobrevivirla largamente. Dice Arturo Medina: Apenas salió de Almería. ….Habitó con sencillez en sendas casillas de las Almadrabillas y del Zapillo hasta que murió en el año 1961¹².
II
Las publicaciones de María Enciso se hicieron todas desde el exilio. La primera de ellas es Europa fugitiva. Treinta estampas de la guerra (1941), un libro de ensayo en el que irá diseñando su deambular desde su salida de España. Le siguieron Cristal de las horas (1942), y De mar a mar (1946), ambos libros de poesía. En el año 1947 publicó en México, el que sería su último libro en vida, un ensayo titulado: Raíz al viento. Aparte de estos títulos aquí citados, María publicó en diversas revistas literarias. En la revista «Las Españas» creada en México en 1946 por Manuel Andújar y José Ramón Arana, aparecieron en julio de 1948, en el número 9, cuatro poemas inéditos que, presumiblemente, pertenecían a un próximo libro por salir.
III
Siendo de la misma generación que los poetas del 27, la poesía ha sido para María Pérez Enciso una forma de transfigurar una realidad, su exilio, y de acercarse a su tierra y a los suyos, Almería y su madre. Enciso canta entre otros temas, a la libertad y a los desfavorecidos de la desgarrada época que le tocó vivir. En una generación marcada por el surrealismo, desarrolla una poesía del testimonio. Encuentro en su obra un cierto paralelismo con la de la poeta rusa, Anna Ajmátova; ella desde el exilio, Ajamátova desde su Rusia natal, dan testimonio de sus vivencias. Una vez, mientras se encontraba Anna Ajmátova haciendo una enorme cola para llevar comida a su hijo apresado en San Petersburgo, una mujer la reconoció y le dijo, ¿Darás testimonio de esto? Contestó con firmeza: «Sí». De la misma manera, la poeta Enciso da testimonio del exilio y de la guerra civil española a través de sus ensayos y de sus libros de poesía. María Enciso habla de nuestro sol, De mar a mar, de las veredas y del polvo de nuestros caminos, de nuestras montañas, añorando todo. Vivió siempre con España en el corazón, más nunca pudo ver de nuevo sus cumbrecitas y sus pequeñas flores de Sierra Cabrera. Enciso testifica para ella y para todos los exiliados que no han vuelto.
….María es parte de la historia de esta tierra almeriense, de sus melancolías y de sus esperanzas. Da cuenta de su historia más reciente, desde el exilio y la nostalgia como Rafael Alberti en su último ciclo lírico desde el destierro en libros como Entre el clavel y la espada (1941), A la pintura (1948), Retornos de lo vivo lejano (1952) y Oda marítima seguida de Baladas y canciones del Paraná (1953), vertebrados todos por la nostalgia, o desde el neopopularismo, una de las corrientes poéticas que confluyeron en la Generación del 27, como también se puede ver en Federico García Lorca, en su Romancero gitano (1928).
….María testifica por los desaparecidos. Dice en De mar a mar:
¿No ves el temblor en el árbol delgado?
¿No ves esa corriente en el fluir del río?
¿No ves ese aire frío/ oscilar los trigales,
henchir la tierra húmeda
cuando por ella cruzas
el golpe que da el viento en los cristales
en su ronda nocturna?
Esa es mi sien oscura, de sangre coagulada,
mis sienes florecidas en rojas amapolas¹³.
….Hay una tradición de la poesía del testimonio europeo de la que Enciso forma parte. Su obra puede, al margen de su generación, entrar en el mismo registro que la de Paul Celan, Primo Levi, Ossip Mandesltam, Anna Ajmatova, y Marina Tsvetáyeva entre otros. Todos los poetas exiliados son poetas del testimonio de alguna manera. El desarraigo del desterrado es lo que marca su existencia en América y por lo tanto lo que se vislumbra en sus textos.
IV
Cristal de las horas (1942) lo dedica a su madre y a España. Se divide el índice en tres partes: «Canciones de tierra y agua», «Poemas de vida y llanto» y «Espacios en el tiempo». En total, se trata de cincuenta y seis poemas breves. Son, en su mayoría, versos de arte menor cuyas composiciones son de ocho sílabas o menos. Las dos primeras partes tienen unidad en la temática, no ya la tercera. En «canciones de tierra y agua» la nota predominante es el paisaje. Su paisaje no es urbano sino rural, montañoso, es un paisaje que expresa un estado del alma, una forma de ser y de estar. Hablamos de paisajes almerienses, castellanos y catalanes que se van confundiendo a lo largo de estas bellas estrofas. Busca en la naturaleza la vía de escape a la razón de su eterna melancolía, su país. El amor emana de sus versos, cae como una lluvia tranquila sobre el mar, su mar. Dice:
Ay! Ese campo de España!
Ese campo tan verde
hendido hacia un lado
por la hondura
del río que lo baña¹⁴.
….El desarraigo que siente lo manifiesta con creces a través de situaciones interiores del alma. Se puede leer en «Visión del paisaje claro»:
Todo en la claridad!
Las azules montañas,
los valles olorosos,
los quietos ríos,
los árboles frondosos.
Todo en la claridad!Sólo mi corazón
oscuro y frío.Los pueblecitos blancos
con olores marinos
y flores de retama,
entre los verdes pinos
que se yerguen
al pie de la montaña,
y forman un camino
que el mar límpido baña¹⁵.
….Los «Poemas de vida y llanto» tienden hacia la melancolía. El amor se hace más intimista y se acerca a los sueños, a la nostalgia. Canta a su hija, a su madre, a su amado. Así dice María:
No duermas todavía…
Espera que repose
mi cabeza cansada,
en la tibieza
de tus dulces brazos…¹⁶
….En «Espacios de tiempo», última parte de Cristal de las horas, cambia la temática y no se hace tan uniforme como en las partes anteriores. En esta última etapa del libro varía y habla de danzas tropicales, sensualidad o meditaciones, mezclados con canciones de cuna e infancia.
Risas como cuchillos
rebrillando en el aire.
Los dientes afilados,
entre los labios rojos,
acusados, sensuales¹⁷.
….Enciso ha bebido de la misma fuente que sus compañeros coetáneos Lorca, Alberti y Gerardo Diego, poetas que tomaron parte de su inspiración en una época determinada en la poesía popular tradicional. Dice en el poema «Ensueño».
He cerrado mis ojos.
Humilde luz de aldea,
de paisaje sereno,
de hogar tranquilo, tibio,
me envuelve dulcemente¹⁸.
….De mar a mar (1946) fue editado en México por Manuel Altolaguirre, exiliado como ella. Se estructura en cinco partes desiguales que forman un total de cincuenta y siete poemas: «La tierra y el hombre», «El exilio», «Las veredas», «La soledad el recuerdo» y «Sonetos». Están precedidos por un prólogo en forma de seguidillas que escribió Concha Méndez, esposa de Altolaguirre. Aquí se compila su obra poética que va desde el anterior libro de poesía, año 1942, hasta 1946, todo en un solo volumen, por esto su diversidad de temáticas. El título lo coge de unos versos de Machado que dicen:
«Pienso en España vendida toda
de río a río, de monte a monte,
de mar a mar»
….En febrero de 1937, mientras España estaba sumergida en la guerra civil Antonio Machado había escrito «Meditación del día».
….«La tierra y el hombre» está dedicado a los guerrilleros que vigilaban las veredas de España, sin duda, refiriéndose a los maquis que velaban en las zonas rurales. Canta al hombre de España, al hombre libre de España. Escribe desde el corazón de una manera clara e imperiosa, hechos que le llegaban de España a través de noticias y conocidos. Da cuenta de lo que aquí pasó. Escribe «Almería del dolor y la muerte» cuando Almería es bombardeada por Alemania en mayo de 1937. Le escribe al hombre muerto en la cuneta de un tiro en la sien o al niño que no podrá ser hombre porque ha muerto.
¡Que se calle el mundo,
que nadie lo nombre!
Un niño se ha muerto,
junto al agua turbia
del Ebro que corre¹⁹.
….Es María árbol, vereda, viento, montaña, y, sobre todo, es su propia lengua. Lleva consigo el eco de su España, de sus canciones, de su pueblo, pues es todo esto, su vida. Pero también es ella acogida en otra tierra, acunada por otros mundos, lejanos en la otra orilla. Canta en la segunda parte del libro «Exilio», a la madre América, un extenso poema compuesto por endecasílabos blancos:
Como una palma que desvela el aire
perfil del alba, que la noche cierra,
verde, sobre el azul de un mar inmenso,
ardiente orilla, te contemplo. América²⁰.
….Llegamos a la tercera parte, «Las veredas», dedicada a los caminos de España, la Costa Brava, el Guadalquivir, los Pirineos, los campos, y las montañas de su infancia, su Almería:
Sueño blanco
de cal y agua
yo te soñaba²¹.
….Recuerda las casas blancas de su infancia, de la calle San Ildefonso donde nació. Canta María a los bancales sedientos de agua, las chumberas de la tierra, «las eras y el trigo», el polvo de los caminos.
Las eras rubias del trigo,
y la solana callada.
Los álamos del silencio,
en la carretera blanca²².
….La cuarta parte «Soledad y recuerdo», está compuesta por diecinueve poemas, casi todos escritos en arte menor. En esta parte deja atrás la quietud y contemplación que se respiraba anteriormente. Estas composiciones van sin título, y aparecen numeradas. La temática predominante en ellos es el paisaje y la melancolía, el dolor, el amor y la infancia, temas recurrentes a lo largo de toda su obra poética.
Dame este silencio tuyo,
árbol, dame tu silencio,
que quiero callar la voz
de mi propio pensamiento²³.
….Cierra el poema diecinueve con una cita que recuerda a los famosos versos de Lope de Vega:
«De mis soledades voy
a mis soledades vengo»
….El poema de Lope de Vega dice:
«A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos»
….Seguramente la poeta recuerda el poema de memoria como otras tantas lecturas que debió hacer en sus estudios de Magisterio y en su vida.
….Ahonda en su soledad y anda por la tierra, peregrina, con la misma pasión. Como diría Valle Inclán, en La Lámpara maravillosa, «Si miras con todos los ojos, amarás con todos los corazones». Dice:
Ando por la tierra toda
a solas conmigo misma²⁴,
….Clausura De mar a mar con seis sonetos, plácidos y de variada temática, la tierra perdida, el amor, la soledad y la muerte que se anuncia sin anunciarse, que llega, callando.
Y la lumbre del mar, cuidan mi suerte.
El grito de marinas caracolas
pregonará la angustia de mi muerte²⁵.
….En este poemario, María Enciso hace varias veces referencia a «la noche oscura», haciéndose eco de los versos de San Juan de la Cruz. Se pueden ver, por ejemplo, en «Las veredas», «El mar», pág. 60, y «Campana de la Vela», pág. 75 y en «Sonetos» el poema «Páramo en soledad», pág.104 de la edición de 1982.
….A pesar de tan insigne obra, María Enciso cayó en el olvido, como Las sinsombrero, las mujeres artistas, escritoras y poetas de la época, ignoradas o despreciadas, apartadas todas de la Generación del 27.
- VALENTE, J.A. Ensayos, edición de Andrés Sánchez Robayna. Navarra, 2008, p. 425.
- FERNÁNDEZ, C. Los filósofos medievales, Madrid, 1979, pp. 478-479. «La ciudad de Dios», XIV,28
- MEDINA PADILLA, A. María Enciso, escritora almeriense del exilio. Estudio y antología, Almería, 1987, p. 20.
- ENCISO, M. Raíz al viento. Ensayos. México, 1947, p. 158.
- ENCISO, M. Europa fugitiva. Treinta estampas de la guerra. México D.F., 1941, p.28.
- Ibidem. 11
- ENCISO, M. 1941, A. Óp. Cit. p.137.
- MEDINA PADILLA, A. A. Óp. Cit. pp. 26-27.
- ENCISO, M. 1941, A. Óp. Cit. p.159.
- SEVILLANO MIRALLES, A. y TORRES FLORES, A. María Pérez Enciso: una poeta en el olvido, Almería, 2012, p.50.
- Ibidem. pp. 40-43.
- MEDINA PADILLA, A. A. Óp. Cit. p. 19.
- ENCISO, M. De mar a mar. Madrid, 1982, pp. 36-37.
- ENCISO, M. Cristal de las horas. Poemas. Colombia, 1942, p. 9.
- Ibidem. pp. 36-37
- Ibid. 55
- Ibidem. p. 97.
- Ibidem. p. 125.
- ENCISO, M. 1982, A. Óp. Cit. p. 40.
- Ibidem, p. 51.
- Ibidem, p. 73.
- Ibidem, p. 66.
- Ibid. 84.
- Ibidem, p. 99.
- Ibidem, p. 108.
Algunos poemas de María Enciso
Ese pregón andaluz
Casitas blancas. Recortadas
en claridad diáfana.
Ni un sonido
turba la calma perfumada
del paisaje.
Junto al río
que lleva agua sonora,
cristalina plata,
aromas de limones amarillos,
y más allá, lejanas,
las florecitas blancas
de esbeltos naranjales
difuminados
en la tarde clara.
Campos suaves
y reverdecidos.
Verdes de albahacas,
y blancos de jazmines.
De redondos jazmines
florecidos.
Y una mujer morena,
pregonando en los aires
ese grito perdido
en luces claras.
—Biznagas de jazmines,
¿quién las quiere?
Y son bandadas
de palomas blancas,
que florecen
la negra cabellera
de una mocita alegre,
que en la tarde canta…
Aires de Andalucía…
Aires de amanecida perfumada!
Cantares doloridos
en las tardes de agosto soleadas…
Una luz de ese cielo presentido
que es regazo de infancia,
funde vuestro recuerdo
y adormece mi alma,
y se la lleva en alas
de armonías,
con plenitud de ausencias
y añoranzas,
hasta vuestra presencia florecida,
hasta vuestra presencia
verde y blanca.
Viaje gris
Se diluye en el aire
una luz tenue.
El paisaje se borra
ya lejano,
mientras el tren
avanza lentamente.
Cruza llanuras pardas
y trigales,
cabeceando al viento.
vuelve a cruzar nogales
y encinares,
y entre las copas verdes
de los árboles,
alumbran
los tenues resplandores,
de un cielo gris,
de invierno.
En el tren, hace frío.
La niebla apaga
en el cristal brumoso,
la claridad diáfana.
hay unas viejecitas
que dormitan,
con las manos cruzadas
en la falda.
Y se escucha distante
un cantar campesino
que se aleja,
en la paz soñolienta
del camino.
El tren va trepidando.
Se pierde en un recodo,
y atrás queda, cantando,
en la noche que llega
y le domina,
el triste campesino,
mientras ya se adivina
el disco de la luna,
grande y blanco,
que aparece solemne
en los límites
del horizonte,
y los montes pardos.
Desde mi ventana
Desde mi ventana,
se vislumbra el río.
Es una ancha cinta
de luz plateada,
bordeada de árboles
de fecundas ramas.
En la tarde pálida,
está turbia el agua,
la sombra oscurece
su luz plateada.
Y en la rama sola,
en la rama alta,
un pájaro claro,
dulcemente canta.
Todo lo descubro
en la tarde pálida.
Lejos, se adivina,
desde mi ventana.
Mi vida imprecisa.
Sola, triste, mi alma,
turbia de agonías
y desesperanzas,
como el ancho río
en la tarde pálida,
como el grito triste
que el pájaro lanza
en la rama sola,
en la rama alta,
y llega doliente
hasta mi ventana.
El guerrillero
Eres el guerrillero. Eres piedra
y metal de las montañas.
Eres el hombre que surgió en el tiempo,
tierra y semilla humanas.
tus venas son antorchas vigilantes
en permanente y lúcida vigilia.
Tu libre corazón palpita al viento,
sobre los picos de la serranía.
Conoces el secreto de los montes,
y vives en contacto con la espiga,
te amparan los luceros
y un temblor vegetal cubre tu vida.
Bebes la dulce luz de los arroyos,
y su lumbre de estrellas fugitivas,
y prendes en tus noches de esperanza
la fe del nuevo día.
Surges del hondo seno de la tierra,
alta y madura espiga,
y eres árbol desnudo en la llanura,
de oscura savia altiva.
Eres el guerrillero. El hombre nuevo
de límpido mirar y clara historia.
Piedra de la alta frente,
y metal de palabras silenciosas.
Te circundan cercanas madrugadas
con armas de rocío.
Eres el hombre de temprana aurora,
y rostro pensativo.
Si la muerte te ampara, no te importa,
que la tierra germina
en libre y generosa primavera,
y el viento reproduce su semilla.
Eres de libertad y de esperanza
eterna llama erguida,
corazón encendido al ancho viento,
voz de la tierra herida.
La tierra
Mi tierra es la llanura y la montaña,
es viento y florecer de primavera,
y es la lenta agonía estremecida
en el cauce sin fondo, de las venas.
Es el árbol que clava sus raíces
y esparce su simiente en las praderas,
y es la cansada mano que reposa
cuando sueñan, en sombras, las veredas.
Es la delgada lluvia del otoño,
y son los valles y las altas sierras,
y es la espiga dorada que madura,
en el surco abrasado de la tierra.
Es el fruto del agrio limonero,
y del olvido, que la noche vela,
y es la fría corteza del invierno
cubriendo las heladas sementeras.
Mi tierra son las luces de los puertos,
la nostalgia de voces marineras,
y esa angustiada sensación de huida
en el lento sonar de las sirenas.
Es la clara corriente de los ríos,
es la espuma del mar, y las mareas,
es la rama del árbol sumergido
en el arroyo de afiladas piedras.
Es la cima del monte y el abismo.
Es en el mar, un faro entre la niebla,
y es la estrella que muere en la mañana
en el perfil de una lejana vela.
Son las dulces palabras aprendidas
que hasta la muerte expresa nuestra lengua,
y es este corazón que busca en vano
su sombra reflejada en las riberas.
Son los húmedos campos de rocío,
es la nieve y el sol, la mar serena,
y es lo que está muy lejos, y llevamos
muy cerca del dolor y de la pena.
El hombre
El hombre del paisaje sin espigas.
sin árboles, sin flor y sin aroma,
el de la helada noche solitaria
y los días sin luz y sin aurora.
Caballero del mar y de la tierra,
por caminos mortales y sangrientos,
la frente se le dobla en ancha herida
sobre la oscura sombra de los muertos.
Lejos de allí, la mar y sus orillas,
más lejos, las palabras de los vientos,
y el dulce tacto de las manos tibias
que anhelaban sentir sus pensamientos.
El hombre de la muerte primavera,
está crucificado en el camino,
temblando el corazón de soledades,
la helada muerte, su único destino.
¡Cómo alienta la tierra desvastada,
con su viento de hierro endurecido!
¡Cómo clava sus voces de agonía
junto a la sombra de su espectro huido!
Hombre y tierra, ciclón de sangre y fuego,
una sola presencia enfebrecida,
fundidos en el aire transparente,
dos soledades y una misma herida.
El hombre que no ha muerto en los caminos
ha vivido en los aires del destierro,
y sus noches, sin horas, ha velado,
sobre el vivo cadáver de su cuerpo.
Le llega de los mares y los ríos,
el grito de la muerte atormentada,
y sueña en soledad desde la aurora,
y es su soñar de luz y de esperanza.
Caballero del mar de la tierra,
delgada voz en el dolor nacida,
es fruto palpitante y desvelado,
de una profunda y madurada vida.
Virginia Fernández Collado. Almería, España, 1977. Es licenciada en Administración y dirección de empresas. Es profesora de Administración de Empresas en Educación Secundaria. Ha realizado los cursos de doctorado en Economía Aplicada, tiene un master en «Asesoría Fiscal» de la escuela de negocios GADE en Madrid. Ha publicado los libros Depredador (La oficina, 2015), Poemas 2006-2016 (Genal y Fundación Fondo Kati, 2017), Bosque, (Fondo Kati, 2020), Lluvia Poemas 2006-2016 (Fondo Kati, 2020), Los cantos de Layla (Fondo Kati, 2020). Ha coordinado varias antologías poéticas, entre ellas Antología de poesía femenina contemporánea (Fondo Kati, 2020), con la participación de 75 poetas de 29 países y Versos que abrazan (Museo de Almería, 2017), conmemorando el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer. Es miembro del Departamento de Literatura del Instituto de Estudios Almerienses. Se encuentra actualmente realizando la tesis sobre la vida y la obra de la poeta del exilio María Enciso, en el INSTIFEM de la Universidad Complutense de Madrid.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del artista colombiano © Fercho Yela