Selnich Vivas Hurtado
Ofrecemos la siguiente conferencia que fue compartida en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, FCE, en Bogotá en diciembre de 2021, con motivo de la presentación de Lass uns die Worte finden / Déjanos encontrar las palabras, coedición de Abisinia Editorial (Argentina) y Escarabajo Editorial (Colombia). Selnich Vivas Hurtado es escritor, traductor, editor y profesor de literaturas alemanas y de culturas indígenas en el grupo de investigación GELCIL de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Se doctoró en Germanística y Romanística en la Universidad de Freiburg, Alemania.
Ingeborg Bachmann acuñó, en uno de sus ensayos de 1972, «Rede zur Verleihung des Anton-Wildgans-Preises», la frase «Die Sprache ist die Strafe» [la lengua es la condena] (Bachmann, 1993, IV, 297). Esta frase encuentra resonancias en la poesía de Paul Celan. Especialmente en la expresión «Sprachgitter» [rejas del lenguaje] (Celan, 1975, I, 167) que da título a su libro de 1959. La lengua es la condena y las rejas del lenguaje son asertos poéticos parientes y devienen de comprensiones vitales y escriturales complementarias. Bachmann hace filosofía negativa del lenguaje y la aplica a su práctica literaria feminista. Celan persigue los guijarros antiguos y modernos de las lenguas europeas y los combina en cada palabra descoyuntada y dolorosa. Aunque parezca evidente, el sentido profundo de estos principios poéticos —rejas, condena— no se infiere claramente de las palabras citadas. En cada caso asistimos a eventos diversos de la experiencia literaria europea en la segunda mitad del siglo xx.
…..¿En qué sentido cualquier lengua es una condena? Para Bachmann, las usuarias de la lengua, no importa que sean mujeres u hombres, se ven sometidas a unas estructuras preestablecidas que condicionan lo expresado. No hay palabra, no hay frase, que se escape a las normas fijadas por la lengua. En las diversas etapas, los humanos registran en las lenguas valores sociales, fijados por acuerdos restrictivos e imposiciones grupales. Las formas de la lengua son micro y macro violencias legitimadas por sus censores y gramáticos respectivos en sus accidentes históricos. De esa injerencia de las autoridades del pasado en el presente no son conscientes los hablantes, aunque hagan esfuerzos etimológicos por interrogar las palabras. La estridencia a la que se han acostumbrado y las normas aprendidas les vacunan contra la insurrección verbal y el lenguajeo. Sí, las palabras que usamos son prestadas, ajenas. También son sus valores y funciones en el marco social. Las palabras clasifican, estigmatizan, definen, excluyen, jerarquizan. Sin que les prestemos atención nos convertimos en sus repetidoras y en sus cómplices en la vida íntima. Antes que usarla, la lengua heredada nos usa y abusa. Poco o nada sabemos de la filogénesis de las palabras. Las palabras son inventos y consensos de grupos. De tribus y de estructuras de poder. Detrás de las palabras se esconden las acciones consensuadas de una época. Acciones consensuadas por un grupo en circunstancias determinadas. Entre ellas los crímenes y las fantasías que las gestaron en un territorio. Usamos las palabras porque otros las usaron a diario, las usamos como otros las usan, con sus tonos y sus maneras de pronunciar. Cuando utilizamos una lengua caemos dentro de sus redes y quedamos atrapadas. Nuestro arreglo con la lengua es un acuerdo por asalto, por debilidad y mandato, no siempre por elección. Las marcas del lenguaje pueden ser transmitidas de generación en generación durante miles de años, sin que sepamos a quién debemos los miedos y los sueños que nos habitan.
…..Y decimos, con frecuencia, como lo hacían los antiguos, estoy buscando tal palabra para expresar lo que siento. Y sin saber por qué se me aparecen la palabra Dios, escrita con mayúscula inicial, o las palabras negra e india por oposición a civilizada, o la palabra mujer como inferior a hombre. Se me aparecen y las uso sin el menor síntoma de malestar y sin tener consciencia de su origen. El arreglo social de la lengua siempre es anterior a nuestra existencia. Él controla la palabra que me nombra por anticipado y se hace dueña de mi sentipensar, de mi manera de querer decir, de querer vivir y amar. La palabra del diccionario, fijada por otros carceleros, sabe describir, comprender y fundar mi sabrosura de vida en el mundo sin consultar mi opinión. Y si lo hiciere, tampoco me permitiría salir del horizonte de sus normas.
…..Algunos creyeron que después de la segunda Guerra Mundial iba a desaparecer el lenguaje del nazismo, que iba a ser desterrado del cuerpo y la mente de los europeos y los americanos. Pero, aunque se derrumbaron sus figuras religiosas y sus poderes económicos fueron substituidos por otros, nunca se atacó la raíz de ese lenguaje, tan antiguo como el antisemitismo y el racismo. Cuando Bachmann publicó su novela Malina (1972) fue descalificada por exagerada. Los machos europeos no eran tan perversos con las mujeres como ella decía. El lenguaje de mayo del 68 ya había superado de lejos el nazismo de los años cuarenta. Pero Bachmann insistía. El patriarcado no había sido desmontado de la vida en pareja. «Der Faschismus ist das erste in der Beziehung zwischen einem Mann und einer Frau. […] Er fängt nicht an mit den ersten Bomben, die geworfen werden. […] Er fängt an in Beziehungen zwischen Menschen» (Bachmann, 1991, 144). La explicación de Bachmann vale para nuestros días: El fascismo es lo primero que aflora en la relación entre un hombre y una mujer. ¿Cuándo se acordó que el hombre tenía la razón y la autoridad para decidir sobre el cuerpo y la vida de una mujer? El fascismo, dice Bachmann, no empieza apenas cuando son arrojadas las primeras bombas sobre la población civil, ocasionando la muerte de seres inocentes, entre ellos niñas y niños que dan sus primeros pasos en el lenguaje. El fascismo se aloja en las relaciones violentas entre seres humanos que ejercen poder sobre otros. El lenguaje del fascismo, sus valores, símbolos y acciones, habita todavía en los defensores de las jerarquías, el orden, los privilegios, las naciones y las fronteras. En los machos, sean de orientación masculina o femenina, que controlan la palabra, la autoridad, el placer y las prácticas sexuales en la pareja.
…..Siguiendo a Bachmann, el automatismo cómodo y perezoso, de quienes repetimos las violencias de la lengua en la vida cotidiana, representa el gran enemigo de la literatura. Habrá otros, muchos: el Estado, las iglesias, las ciencias, el dinero, pero aquella palabra violenta del ser amado es la gran catástrofe de la especie humana. Esa palabra aprovecha, a veces sin proponérselo, solo por herencia, la inferiorización del yo femenino. Una escritora que escribiere simplemente con el lenguaje de los hombres sería para Bachmann como una escritora medieval que escribe por mandato para satisfacer a sus obispos. Bachmann recuerda a la poeta italiana del siglo xvi, Gaspara Stampa, quien hablaba de la condición femenina de su época como de un «vivere ardendo e non sentire il male», de un vivir en fiebres y no sentir la enfermedad. Hay quienes elogiarían aún esa condición, esa sabiduría del amor abnegado. Bachmann la rechaza rotundamente. El trato criminal de los hombres, aunque mediara el amor, aunque fueren Paul Celan o Max Frisch, era inaceptable. La poesía femenina también debe ser el lugar de otros consensos, de las conquistas sociales, de las libertades y los cuidados solidarios de las mujeres frente a la tradición masculina excluyente. Allí era posible desactivar el horror del régimen nazi y de la guerra que seguía viviendo en la lengua de los editores, padres, maridos y amantes. El poeta vidente, genio y jefe de la tribu le resultaba completamente cuestionable. Sospechoso por sus aspiraciones insaciables a privilegios de clase y género. Para ella el poeta no podía presentarse como un profeta y un iluminado. La poesía, y especialmente la poesía de las mujeres, se entendía como un nuevo consenso, como un «neues Rechtsverhältnis zwischen der Sprache und dem Menschen» (Bachmann, IV, 208), un nuevo orden jurídico entre la lengua, las humanas y los humanos.
…..El uso consciente, desautomatizado e irreverente de la lengua heredada invita a la creación de una nueva lengua, personal, íntima, tal vez fina en mutismos, pero rica en diálogos entre seres distantes. El oficio de la poesía en Bachmann se caracteriza precisamente por este ejercicio de dar vida a una lengua dentro de la lengua mortecina. «Die Literatura […] ist […] ein tausendfacher und mehrtausendjähriger Verstoß gegen die schlechte Sprache» (Bachmann, IV, 268). La literatura es una infracción, una ruptura, de mil y varios miles de años contra la lengua social que amordaza. Contra la lengua institucionalizada, fascistoide, contra la lengua adormidera y narcótica que disminuye el dolor en la poesía. Por eso el acto poético, el poema, es siempre un «verzweiflungsvolles Unterwegssein zu dieser Sprache» (268), un desesperado estar de viaje hacia y contra una lengua dominante, en llamas. En ese viaje ningún alimento, ni la sintaxis, ni el léxico, ni la puntuación, ni los símbolos, ni los significados ocultos pueden ser tomados con ingenuidad y obediencia. Cualquier elemento de la lengua heredada cohíbe nuestra libertad de ser por fuera de la lengua, antes de la lengua. La poesía vuelve al lenguajeo anterior a la palabra para alcanzar conquistas sociales y subvertir los acuerdos inconsultos. Queremos ser antes de los encasillamientos y los encarcelamientos de clase, género e ideología.
…..A la gente se le olvida que hay «Worte […] die töten können, niemand bemerkt es, alle halten sich an die Fassade, an eine gefärbte Darstellung» (Bachmann, III, 276). Se nos olvida que hay palabras que pueden matar, dice. Pero nadie tiene en cuenta esos detalles a la hora de escribir dios, mujer, razón. Todos se satisfacen con las fachadas, con las representaciones coloridas. Aún quienes dicen escribir críticamente se solazan con el humor ridículo y sexualizado, con los lugares comunes y los juegos sonoros de palabras, donde se inferioriza a la mujer, se privilegia al hombre y se cosifica a la naturaleza. Aún hay quienes creen que la naturaleza no habla. El intelecto ha llevado a la desaparición del mundo. Por tanto, la escritura legítimamente poética, según Bachmann, debería ser una escritura destructiva del orden patriarcal de la lengua, una poesía que le sepa hacer frente a la violencia verbal heredada del sentimentalismo represivo. Bachmann declara haber perdido la confianza en las lenguas oficiales. Cree que su palabra poética no puede pactar con las supuestas claridades de lo dicho, de lo explicado, de lo normalizado. Su palabra es un «Dunkles zu sagen», (Bachmann, I, 32), un oscuro decir. Su poesía es siempre un querer decir contra, un tránsito y un umbral; jamás un obedecer bien escrito. La poesía es orbe cognitivo expresado en categorías insuficientes e irrealizables. La poesía es el acuerdo terrestre y auténtico con la libertad. Sería vergonzoso y grotesco reconocerse poeta bajo una lengua fijada que ha declarado la regulación de la imaginación y la fantasía. Contra el sindicato de poetas y contra la secta de la real academia de la lengua.
…..En ese terrero de la libertad que lenguajea, se aparece una comprensión paradójica para la cárcel del lenguaje en Bachmann. La compulsión a la escritura. Bachmann recuerda la frase del artista del hambre de Kafka: «ich kann nicht anders», no puedo de otro modo. Estoy obligada a escribir. En Bachmann, la búsqueda del lenguajeo propio, de su lengua auténtica, la condena al trabajo sobre el escritorio, «der mir verhaßt ist» (Bachmann, IV, 295), tan odiado por mí. En ese campo de trabajo forzado, declara Bachmann, se alcanza la existencia digna, productiva, autónoma. La condena diaria a la labranza de la palabra le da vida y salva vidas: «ich existiere nur, wenn ich schreibe, ich bin nichts, wenn ich nicht schreibe» (294), yo existo exclusivamente cuando escribo, yo no soy nada cuando no escribo. La práctica literaria, en consonancia, muta en una actividad asocial, aislada, solitaria, una forma de condena autoimpuesta. Bachmann nos pregunta: «Wer einen dazu zwingt?», ¿quién la obliga a hacer esto? Responde: «Niemand natürlich. Es ist ein Zwang, eine Obsession, eine Verdammnis, eine Strafe» (295). Nadie, por supuesto. Es una compulsión, una obsesión, un castigo, una condena. Una condena voluntaria en defensa de la lengua absuelta.
…..Las rejas del lenguaje de Celan aportan otros matices del lenguajeo que podrían ser comprendidos a partir de un concepto de Bachmann: «eine Bewegung aus Leiderfahrung» (Bachmann, IV, 208), un movimiento para salir de la experiencia del dolor. Bachmann ubica a Celan muy cerca de la experiencia iniciática del lenguajeo. Es decir, hace cuatro millones de años, cuando no podíamos hablar y hacíamos los primeros esfuerzos por soltar el sonido, cuando aún era doloroso jugar con el aparato fonador. Celan nunca escapó de la cárcel del lenguaje moderno, pero encontró un punto de fuga: los intersticios de la lengua, el espacio invisible entre sonidos, letras, sílabas, palabras. Ese espacio era anterior e indispensable para la articulación del lenguaje en protesta. Las rejas del lenguaje le permitían ver hacia afuera y hacia adentro del nombrar, cuando todavía las lenguas empezaban a germinar. Las barras del calabozo se conectaban unas con otras como continuidades y discontinuidades del dolor de intentar hablar con otros. Hablar poéticamente era para Celan una aspiración al silencio, al gesto, a la onomatopeya. No al ser silenciado por otros, sino al darse el derecho de silenciar el lenguaje con gruñidos, espasmos, resuellos. Mas que comunicar, la poesía de Celan incomunica, habla desde el lenguaje que aún no es discurso estructurado y consensuado. No es un mensaje para ser interpretado por alguien que está afuera, en condiciones de autoridad cognitiva, sino una lengua descifrada, desestructurada, iniciática, que aún no habla y solo se presenta como acto primigenio del nombrar, como acto imperfecto, en gestación, desde un adentro de sonidos en abismos y gestos sin consensuar. Esta poesía desconfía del lenguaje común entre los humanos. De ese lenguaje que ha sido fijado, reglamentado. El lenguajeo de Celan va más allá de la palabra correcta, bien escrita.
…..Al igual que Bachmann, su palabra es un decir oscuro, pero allí donde hay oscuridad hay más inteligibilidad; y mayor ausencia de sentido, donde hay más datos explícitos. Cuando su libro Sprachgitter apareció en 1959 lo acusaron de ser un poeta extranjero que no dominaba el alemán. Sus poemas no se entendían. En medio de las rejas del lenguaje de la crítica literaria pervivían los fundamentalismos y los nacionalismos. El alemán era para los alemanes. Un alemán hablado con acento y un alemán escrito con extrañezas inexistentes confirmaban su poca valía estética, su no pertenencia a la tradición alemana. ¿Acaso Paul Celan quería ser un poeta alemán? Celan, que hablaba y escribía y traducía doce lenguas diferentes, no necesitaba el permiso de los alemanes para practicar el lenguajeo de la poesía en alemán; solo quería escribir contra el Hochdeutsch, contra el alemán académico, de los asesinos de su madre y de su padre. Solo eso y muy poco y demasiado quizá para una tradición de poetas reconocidos como autoridades del diccionario.
…..Celan no aspiraba a ser un poeta alemán. No podía serlo. No podía obedecer a las reglas del imperio cultural alemán. Aunque traduzcamos la poesía de Celan al español, esa poesía no suena a español. Celan, el extranjero, logró desterritorializar la lengua poética alemana y de paso las otras lenguas. Las despojó de patria, de sus títulos de propiedad y de sus sistemas de control. Las hizo huérfanas de sí mismas y, por tanto, dones para todos los despatriados, los extraviados, los excluidos del tiempo y los foráneos del mundo administrado. «Wär ich wie du. Wärst du wie ich» (Celan, I, 167), se dice, se imagina: Si yo fuera como tú. Si tú fueras como yo. Aunque escribiéramos en la misma lengua, se infiere del poema, aunque escribiéramos y habláramos del mismo modo tú pondrías los acentos, el carácter, y yo los silencios, los vacíos, los murmullos. El tuyo sería un poema de rimas perfectas, de ritmos armónicos, de estrofas completas y el mío cojearía, se rompería a medio camino, trastabillaría. «Wir sind Fremde», concluye: Nosotros somos extranjeros en la poesía, cada una siente extraña la voz del otro. La tuya libresca, la mía visceral.
…..La pérdida del territorio natal, la Bukowina, ubicado entre Ucrania y Rumania, y la pérdida de padre y madre dejaron a Celan en un estado de libre oscilación espiritual y lingüística. En él era posible reinventar el lenguajeo desde sus fragmentos futuros. Desde las lenguas modernas, eruditas, especializadas, metadiscursivas, era posible volver a los primeros pasos del decir. Por eso se hizo a una lengua alemana imposible para un poeta alemán. Ningún poeta alemán hubiera podido gestar esa lengua donde el callar no es callar sino pausa, plegaria. Donde el hablar claro es siempre «nur lallen und lallen» (Celan, I, 226), apenas balbucir y balbucir. Se trataba de una lengua anterior a la correspondencia obligatoria entre significante y referente. Una lengua que carecía de univocidad y de nacionalidad. El lenguajeo de Celan se esfuerza por decir lo que aún no tiene nombre. Por nombrar la palabra que carece de consentimiento grupal.
…..De esa extraña lengua nos habla en «Gespräch im Gebirg», diálogo en la montaña. Allí se cuenta una historia que franquea las rejas del lenguaje antes del lenguaje. Se dice que «es schweigt der Stein, und das Schweigen ist kein Schweigen» (Celan, 2000, III, 170). Es la piedra la que guarda silencio. Y ese guardar silencio de la piedra no es ningún quedarse callado, ningún prohibirse la primera palabra por miedo a ser desaprobada. Al contrario. En el guardar silencio de la piedra «kein Wort ist da verstummt und kein Satz» (170), no hay ninguna palabra enmudecida, ninguna oración reprimida y censurada. El guardar silencio de la piedra es «Pause», «Wortlücke», «Leerestelle» (170), es pausa, hueco en la palabra, espacio en blanco. Esa ausencia de palabra es también «Zunge […] und Mund» (170), lengua y boca. Esta lengua primitiva no está pensada «für dich und nicht für mich» (170), ni para ti ni para mí. No es una lengua para comunicar los códigos humanos. Es una lengua para «die Erde», para la Tierra. En esa lengua no se necesita hablar, pues se es escuchado por todos los seres que han escapado al lenguaje de los humanos. Ese lenguaje posterior al lenguaje sin palabras de las especies.
…..En esa lengua, que no necesita hablar para ser escuchada por las lápidas, la montaña y el viento, Celan enmudeció sus poemas. Celan supo guardar silencio. Si hubiera hablado en la lengua que está acostumbrada a amarrar el sentimiento a las palabras se hubiera visto obligado a emplear discursos de una tradición que le resultaba tóxica, mentirosa y justificadora de exterminios. La lengua que discursea sobre la muerte es cómplice de los victimarios que acostumbran a exaltar sus crímenes. Para justificar los crímenes se necesitan muchas palabras, fórmulas retóricas, frases largas, subordinaciones incesantes, excusas, razones, estadísticas. Para ser escuchado por las víctimas basta el gesto de la piedra. El poema mudo, en la lengua alemana extrajera, se reconforta, según Celan, con las «Antwortlosigkeiten» (Celan, III, 186), con la ausencia de respuestas de los victimarios. Ellos solo pueden incomprender la poesía. Ella solo les habla de silencios. Escribir poemas es una vuelta al lenguajeo que escapa a las rejas del lenguaje. Intento escribir poemas, dice Celan, «um zu sprechen, um mich zu orientieren, um mich zu erkunden, wo ich mich befand und wohin es mit mir wollte, um mir Wirklichkeit zu entwerfen» (186). En otras palabras, dice, intento escribir poemas para aprender a hablar, para orientarme, para averiguar dónde me encontraba y hacia dónde quería ir, para trazarme un sentido de realidad. Para desautorizar el consenso del lenguaje heredado al cual no fui invitado. Aunque el carcelero me imponga la norma y la escritura, el poema es una boca llena de silencios fructíferos. Hablar demasiado nos acerca a la mentira, a las palabras marcadas de sangre. Si alguien dijera de qué sirve mirar por entre las rejas del lenguaje, de sus filamentos primitivos, Celan diría: la dignidad que no necesita preguntas, tampoco respuestas. Solo silencios, balbuceos, gagueos, tartamudeos. Todo silencio, por imperceptible que sea, es altamente sanador. El poema sana la palabra.
…..Sanar el dolor ocasionado por el acuerdo excluyente de los humanos con lenguaje fue la tarea que se trazaron Bachmann y Celan. Y lo hicieron veraz y creíble, por lo menos en la poesía. Atesorar el diálogo de silencios fue el pacto al que llegaron en sus poemas. Hay muchos ejemplos de este encuentro. Me referiré a un día en particular. El 25 de mayo de 1960 ambos, Ingeborg y Paul, se encontraron en Zúrich con la futura premio nobel de literatura, Nelly Sachs. Ese día caminaron por la ciudad, buscando el hotel, tejiendo los retazos de palabras antiguas en varias lenguas. Cada una escribió un poema a propósito del encuentro. El de Nelly no lo sabemos. En el de Paul y en el de Ingeborg vemos los silencios de la piedra en ambientes familiares a la crítica al lenguaje oficial del perdón y olvido. Ihr Worte, [las palabras de usted], se llama el de Ingeborg; Zürich, zum Storchen [Zúrich, camino hacia el hotel Storchen] el de Paul. Se podía disentir aún entre judías, hermanas, amigas, amantes y poetas. No había miedo a callar cuando era demasiado o muy poco. ¿De qué se habló en ese paseo por la lujosa ciudad que supo cuidar los dineros de los victimarios y sus cómplices? Paul lo dice, sin recriminar, en palabras rotas:
Vom Zuviel war die Rede, vom
Zuwenig. Von Du
und Aber-Du, von
der Trübung durch Helles, von
Jüdischem, von
deinem Gott.…..…..…..…..…..…..…..…..(Celan, 1975, I, 214)
De lo demasiado se habló, de
Lo muy poco. Del Tú
y del Otro-Tú, de
el enturbiamiento a través de lo claro, de
el Judío, de
tu Dios.
…..El Otro-Tú. De eso se habló. De la invención de una instancia superior, salvadora, condescendiente. Capaz de perdonar a lo humano. Se podía creer en un dios, pero habría que aclarar que era tu dios, uno de los tantos inventados para justificar y castigar las acciones humanas. Después de los millones de muertos, aquí y allá, y en todas partes, también en Palestina, después de los encubrimientos y las atrocidades mundiales en África, Asia y en América, ya era demasiado y muy poco seguir hablando de dios. Paul Celan ama, admira y respeta a Nelly Sachs. La considera su maestra, su hermana, su compañera en el dolor. Pero la poesía no podía ser silenciada por el afecto. El poema en homenaje a Nelly continúa:
Von deinem Gott war die Rede, ich sprach
gegen ihn…..…..…..…………………….(Celan, 1975, I, 214)
De tu dios se hablaba, yo hablaba
contra él
…..Contra el dios de los judíos, contra el dios de los cristianos. Hablar contra un dios y contra todos los dioses era lo mismo que hablar contra la lengua. Las rejas del lenguaje eran las mismas rejas impuesta por un dios que había enseñado perversamente a separar, a humillar y a eliminar. Cómo creer en ese tu dios que había hablado diciendo: «Si hacéis lo que os ordeno, seréis mis amigos y os protegeré. Si no hacéis lo que os ordeno os destruiré». La lengua del padre, la lengua del dictador y la de la ciencia se atraían unas a otras en la lengua del dios moderno, protector de los ejércitos y las bombas atómicas, del Napalm. Corea, Vietnam. Ingeborg lo sabe, lo ha vivido desde niña, los bombardeos. Por eso en su poema en homenaje y respeto a Nelly Sachs nos dice:
Das Wort
wird doch nur
andre Worte nach sich ziehn,
Satz den Satz.
So möchte Welt,
endgültig,
sich aufdrängen,
schon gesagt sein.…..…..…..…..…..…..…..(Bachmann, 1993, I, 162).
La palabra
atraerá sólo
otras palabras hacia sí misma,
la frase otras frases.
Eso es lo que quiere el mundo,
definitivamente,
imponerse,
ya se ha dicho.
…..El orden económico se impuso sobre el mundo. Racional, calculado, eficiente. Ahora somos estado de cosas que se fabrican y destruyen a destajo. Normas, sistemas, controles. Palabras técnicas, hiperespecializadas, otras palabras de medida. La palabra de niño balbuciente ya no se escucha. Sólo la academia atrae palabras, frases. La palabra carece de espíritu, solo palabra vacía. Palabra huérfana de sí misma, cada vez más acéfala y gigante. Sin compromiso ni responsabilidad histórica frente a nada. Da igual que caigan las bombas sobre la Alemania nazi que caigan sobre Vietnam. Palabra acumulada, que amontona. A esas palabras Bachmann les llama en el poema dedicado a Nelly Sachs «Sterbenswörter» (Bachmann, 1993, I, 162), palabras de muerte. Son muchas y van más allá de lo permitido, van incluso hasta donde la muerte no tiene final. Esas palabras adornan la poesía contemporánea, la de quienes niegan los horrores de la guerra, la de quienes ocultan su complicidad por omisión y por acción. Los versos del poema de palabras vacías se tornan
das Bild
im Staubgespinst, leeres Geroll
von Silben.…..…..…..…..…..…..…..…..(Bachmann, 162)
la imagen
en tejido de polvo, estruendo vacío
de sílabas.
…..Bachmann y Celan celebran los premios conferidos a Nelly Sachs, pero no pueden pasar la página. No atacan la alegría de que una poeta judía sea homenajeada. Se suman a ella. La palabra de Sachs no es palabra muerta. Pero el exterminio de las máquinas no se ha detenido en 1945. Hay odio y aviva el lenguaje en sus horrores, en sus masacres cada vez más refinadas. Frente al hotel a donde llevaron a Nelly estaba la catedral de Zúrich. Allí imponente. ¿Esa imagen es suficiente para creer en la esperanza, en la ironía de la vida? Tal vez podamos decir, sí hubo muchos muertos, pero aún estamos vivos, gracias a dios. A Bachmann le irrita la tranquilidad general:
Ins höchste Ohr nicht,
nichts, sag ich, geflüstert,
zum Tod fall dir nichts ein,…..…..…..…..…..…..…..…..(Bachmann, 162)
En el oído más alto no,
nada, digo yo, se ha susurrado,
a propósito de la muerte no se te ocurre nada.
…..El oído más alto es el de dios, el de tu dios. El dios personal que perdona, que compensa. A ese dios, imponente, sereno, allí al frente de tres poetas que han sido excluidas de la lengua de dios, a ese dios no se le ocurre nada. Él no sabe de la muerte de niñas en Palestina, China, Vietnam, Corea y Namibia. Él es libre de pecado. No ha escuchado ni ha susurrado nada. No vio, no sintió, no supo. Todo fue a sus espaldas. Esos niños eran máquinas de guerra. Las miradas entre Nelly y Paul se debieron tensionar y avinagrar en algún momento. Ella quiso aliviarlo, quiso darle un cambio de aliento y agradecerle por su corrosividad inalienable. Paul refiere las palabras de Nelly, más duras que las de Ingeborg y las de Paul juntas. Con esas palabras se despide de sus amigas poetas:
Wir
wissen ja nicht, weisst du,
wir
wissen ja nicht,
was
gilt.…..…..…..…..…..…..…..…..(Celan, 1975, I, 215)
Nosotras
ya no sabemos, tú lo sabes,
nosotros
ya no sabemos,
qué
tiene validez.
…..La palabra sabia, abstracta, compleja, la palabra de las palabras, ha perdido validez. No es capaz de nombrar el horror. Solo lo reproduce. La palabra de las bombas y las guerras interminables se ha convertido en moneda de cambio, en lengua franca. A la poesía le corresponde traer de vuelta los balbuceos del infante, del orangután. Hay extravío en el estudio del lenguajeo, vamos a abrazarlo en memoria de sus víctimas. Visitarlo a diario, también en su cárcel, y cantar con él es la esperanza de no volver a creer en ningún dios, por mono gramático que sea, por título de doctorado en física que tenga. Condenar la lengua administrada era, en Bachmann y Celan, el conjuro necesario para absolverla.
REFERENCIAS:
Bachmann, Ingeborg (1991). Wir müssen wahre Sätze finden. Gespräche und Interviews. München: Piper.
Bachmann, Ingeborg (1993). Werke. I-IV Bände. München: Piper.
Böschenstein, Bernhard, Weigel, Sigrid (1997). Ingeborg Bachmann-Paul Celan. Poetische Korrespondenzen. Frankfurt: Suhrkamp.
Celan, Paul (1975). Gedichte I. Frankfurt: Suhrkamp.
Celan, Paul (2000). Gesammelte Werke. In sieben Bänden. III. Frankfurt: Suhrkamp.
Fotografía: Ingeborg Bachmann met Paul Celan
en Milo Dor in 1952 op de bijeenkomst van de Gruppe 46 in Niendorf
Zürich, zum Storchen
…………………. Für Nelly Sachs
Vom Zuviel war die Rede, vom
Zuwenig. Von Du
und Aber-Du, von
der Trübung durch Helles, von
Jüdischem, von
deinem Gott.
Da-
von.
Am Tag einer Himmelfahrt, das
Münster stand drüben, es kam
mit einigem Gold übers Wasser.
Von deinem Gott war die Rede, ich sprach
gegen ihn, ich
liess das Herz, das ich hatte,
hoffen:
auf
sein höchstes, umröcheltes, sein
haderndes Wort –
Dein Aug sah mir zu, sah hinweg,
dein Mund
sprach sich dem Aug zu, ich hörte:
Wir
wissen ja nicht, weisst du,
wir
wissen ja nicht,
was
gilt.
Zúrich, camino al [Hotel] Storchen
…………………. Para Nelly Sachs
De lo demasiado se habló, de
Lo muy poco. Del Tú
y del Tú-contrario, de
el enturbiamiento a través de lo claro, de
el Judío, de
tu Dios.
Aquí-
de.
En el día de una ascensión, la
catedral estaba allá, al otro lado, ella llegaba
con algo de oro sobre el agua.
De tu dios se hablaba, yo hablaba
contra él, yo
dejaba al corazón, que me acompañaba,
tener esperanza:
en
su palabra superior,
estertorosa, en su palabra reprochante –
Tu ojo me observaba, miró hacia otro lado,
tu boca
tranquilizaba al ojo, yo escuchaba:
Nosotros
ya no sabemos, tú lo sabes,
nosotros
ya no sabemos,
qué
tiene validez.
Paul Celan
Traducción de Selnich Vivas Hurtado
Ihr Worte
…………………. Für Nelly Sachs, die Freundin, die Dichterin, in Verehrung
Ihr Worte, auf, mir nach!,
und sind wir auch schon weiter,
zu weit gegangen, geht’s noch einmal
weiter, zu keinem Ende geht’s.
Es hellt nicht auf.
Das Wort
wird doch nur
andre Worte nach sich ziehn,
Satz den Satz.
So möchte Welt,
endgültig,
sich aufdrängen,
schon gesagt sein.
Sagt sie nicht.
Worte, mir nach,
daß nicht endgültig wird
– nicht diese Wortbegier
und Spruch auf Widerspruch!
Laßt eine Weile jetzt
keins der Gefühle sprechen,
den Muskel Herz
sich anders üben.
Laßt, sag ich, laßt.
Ins höchste Ohr nicht,
nichts, sag ich, geflüstert,
zum Tod fall dir nichts ein,
laß, und mir nach, nicht mild
noch bitterlich,
nicht trostreich,
ohne Trost
bezeichnend nicht,
so auch nicht zeichenlos –
Und nur nicht dies: das Bild
im Staubgespinst, leeres Geroll
von Silben, Sterbenswörter.
Kein Sterbenswort,
Ihr Worte!
Su palabra
…………………. Para Nelly Sachs, la amiga, la poeta, en su honor
Su palabra, ¡arriba!, ¡detrás de mí!,
Y nosotras incluso más allá,
demasiado lejos, se sigue andando
una vez más, hasta donde ya no hay final.
No aclara.
La palabra
atraerá solo
otras palabras hacia sí misma,
la frase otras frases.
Eso es lo que quiere el mundo,
definitivamente,
imponerse,
ya se ha dicho.
Él no lo dice.
Palabras, detrás de mí,
que no se harán definitivas
– ¡no serán esta lujuria de palabras
ni dichos sobre contradichos!
Dejad por un momento, en este instante,
que ninguno de los sentidos hable,
que el músculo del corazón
se ejercite de un modo distinto.
Dejad, digo, dejad.
En el oído más alto no,
nada, digo yo, se ha susurrado,
a propósito de la muerte no se te ocurre nada,
que no sea leve, y tras de mí,
ni amarga,
que no sea reconfortante,
sin consuelo
que no sea significativa,
ni tampoco carente de signo –
Y mucho menos esto: la imagen
en tejido de polvo, estruendo vacío
de sílabas, palabras de muerte.
No son palabras de muerte,
¡Sus palabras!
Ingeborg Bachmann
Traducción de Selnich Vivas Hurtado
Selnich Vivas Hurtado. Escritor, traductor, editor y profesor de literaturas alemanas y de culturas indígenas en el grupo de investigación GELCIL de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Se doctoró en Germanística y Romanística en la Universidad de Freiburg, Alemania, y fue admitido como roraima, cantor tradicional, en la escuela ancestral minika a orillas del río Igaraparaná (en el Amazonas colombiano). Entre otras, ha publicado las siguientes obras: Komuiya uai: poética ancestral contemporánea (ensayos, 2015), Motivos de huida (cuentos, 2019), Abina ñue onóiyeza (poemas en minika, alemán y español, 2019), Stolpersteine / Poemastraspiés (poemas de Sveta Aluna, alemán, español, 2020) y Finales para Aluna (novela, 2013). Lass uns die Worte finden /Déjanos encontrar las palabras (poemas en homenaje a Ingeborg Bachmann y a Paul Celan, 2021) fue galardonado en Colombia con el premio nacional de poesía 2011.