Iván Quezada
«La poesía es una gran verdad que nunca llegamos a saber», nos recuerda Iván Quezada en este artículo donde dilucida, además, su poética en sintonía con la teoría del lenguaje y el quehacer cotidiano del poeta. El presente texto hace parte del prólogo de su antología personal «Cuestión de un minuto» que se publicará en 2021 en Chile. Quezada es poeta, editor y periodista nacido en Valparaíso.
Desperté temprano y calculé la distancia de la cama con el techo, del sol con mis pensamientos. Ahora queda el día para averiguar la naturaleza de la noche. Estoy sano y vacío, como corresponde a un hombre de acción.
…..La poesía y la teoría están separadas por una franja de silencio: los seres humanos. Ante los ojos tenemos la realidad y la interpretamos con nuestra psiquis. Colmamos el tiempo con el ruido de la mente, intentando paradójicamente convertir el lenguaje en un objeto tangible.
…..Las palabras nos envuelven cotidianamente: las cosas tienen nombres, los recuerdos también y hasta los sueños. La identidad es el resultado de las palabras. Los números, en cambio, son un sistema cerrado; jamás cuentan una historia. Pero ambos recursos llegan a ser invisibles e incluso indiferentes para la mayoría de las personas.
…..La conversación es un intercambio de lecturas. Leemos al contemplar imágenes en una pantalla, pero sin ver los signos: la inconsciencia se solaza con las ilusiones ópticas. En el mundo hay cada vez más pantallas y libros, es el resultado natural del uso mecánico del lenguaje. «Palabreamos» sin parar, jugando con los sonidos de las sílabas o las combinaciones binarias. La poesía se vale de la prosa para normalizar los hallazgos del verso, mientras las matemáticas poseen el expediente de la técnica.
…..Los poetas usan palabras o números para terminar con el «monótono incognoscible». Sus resultados son transitorios, pero el poder intenta convertirlos en leyes inamovibles, es decir, procura una uniformidad de «segunda generación». Con ella las personas se sienten seguras, dedicándose dócilmente a ganar dinero. Incluso se convencen de que postergarán el último día, hasta que no llegue jamás. Pero la poesía es una anomalía: siempre dice una verdad que nadie quiere escuchar. El autoengaño cae derrotado ante el arte.
…..Sin embargo, algunos poetas abusan de las imágenes; son como niños haciendo girar eternamente un trompo. Escriben cientos de metáforas para enajenar la atención y abundar en las confusiones. La modernidad es el opio de los poetas.
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Eliminas algunas palabras, reemplazas otras, cambias la puntuación y quizás termines con un texto que no estaba en tu mente. Primero piensas que traicionaste tu intención original y luego te das cuenta de que tu fracaso es el camino. A ese punto hay que llegar.
…..El lenguaje poético se ha convertido en una reiteración. En los poemas todo se dice dos o diez veces. La misma vida consistiría en un símbolo neutro, con muchas formas, imágenes, entonaciones u olores, pero siempre carente de tema y motivo. ¿Será algo inevitable en un mundo con una sola ideología?…
…..Pero los verbos obligan al compromiso, nadie puede mentirse a sí mismo eternamente. Urge hilar una historia en que las cosas pasen por una razón. La arbitrariedad metafórica, tan común en la poesía actual, sólo produce un rumor de voces en una estación de trenes o a la salida del cine. El ruido constata que el oído escucha, que la boca emite sonidos y que estas nimiedades nos proporcionan ideas fáciles de intercambiar con otra gente. Y eso sería todo.
…..Sin embargo, los poetas saben que no es verdad.
…..Alguien replicará que la precisión en el verbo también es, como ocurre con las metáforas, un alarde. Los escépticos subestiman el verbo porque escriben con fórmulas, olvidándose de que el inconsciente elige y ordena las palabras cuando uno «improvisa». La libertad es la mejor prueba de la objetividad en la poesía, a pesar de quienes la califican de «artificio de la métrica». ¿Creerán que al versificar con ligereza glorifican las sensaciones? ¿Quizás afirman que su «pureza trasciende el intelecto»?
…..Es un prejuicio más, lo contrario de la poesía, cuyo efecto sólo en apariencia se desvanece sin dejar huella.
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La diferencia entre el verso y la prosa es de forma. Se sabe que no sirve leer únicamente literatura para escribir. También es útil enterarse sobre la naturaleza de los gatos o de extrañas teorías sobre el origen de la humanidad. Uno tiene que esperar a la poesía. ¿En prosa o en verso? Eso es irrelevante.
…..Racionalizar la intuición es como querer ver el aire con una lupa. Ciertamente es una capacidad animal, pero los poetas, jugando a los silbidos, la rescataron de las necesidades elementales. En los versos o frases se revela en la puntuación: el vacío que maximiza el sentido y el significado.
…..El texto es más importante que el autor. Fortuitamente el autor traspasa las fronteras de su yo y descubre que él mismo es un invento del inconsciente. Sin embargo, en lo profundo de su mente posee una identidad y debe descubrirla. En su búsqueda las primeras claves son las sílabas y la curiosa adjudicación de significados a las secuencias de notas musicales.
…..Las sílabas caen como gotas de agua y poco a poco originan los versos. Éstos luego se convierten en poemas en un cuaderno o una pantalla. De pronto, se activa la memoria y nada es más entretenido que contar una historia, introducirnos por sus vericuetos y siempre salir indemnes para después contar un nuevo relato. Es la poesía del trance, de las quinientas palabras sin detenerse, como obedeciendo a unos tambores.
…..La poesía es la partícula de Dios, pero también el encadenamiento de los genes. Carece de ideología y por eso la civilización suele prescindir de ella. No digo que sea neutra, sino que contiene un sutil equilibrio de los signos + y –, 0 y 1, oxígeno y nitrógeno. Como es omnipresente no sirve para las disputas por el poder. Nadie la puede envasar y vender.
…..La poesía es una gran verdad que nunca llegamos a saber. Pero las pequeñas verdades revelan una parte de ella. Son fugaces como luciérnagas y al traducirlas a palabras se convierten en música. Surgen de las personas que conocemos, de las sociedades que habitamos, de nuestro mismo papel en el asunto. Darle forma a la psiquis, desde su origen hasta la muerte, con percepciones, fábulas o anécdotas, es un juego de maestros.
…..La condición humana no es ética y por eso tiene poco de heroísmo y mucho de cobardía. Esperamos que las personas sean racionales y a menudo no lo son. Nos frustramos, llegamos a creer que nuestra especie es perversa. Sin embargo, la vida cotidiana nos sirve para asomarnos a la poesía. La nobleza de empuñar las armas contra los molinos de viento obliga a escribir en verso o prosa.
Duermo solo, despierto solo, sueño solo, escribo solo, solo es el pensamiento y solos subsisten el recuerdo y el coraje.
Mi nombre es Iván Quezada, nací en Valparaíso el 18 de enero de 1969. Me titulé de Periodista en la Universidad de Chile, en Santiago. Luego fui redactor de Cultura de casi todos los medios escritos de la capital y también en Valparaíso, para finalmente desempeñarme como Editor General de la Revista Rocinante. Cuando este medio desapareció el 2005, decidí dedicarme a la Edición Literaria y publicar mis propios libros. He trabajado como editor en las editoriales Random House, OjoLiterario o Mago Editores. Más tarde opté por crear mi propia editorial, El Español de Shakespeare. Paralelamente publiqué mis libros Elefantes y Cisnes (novela breve, 2002, TiempoNuevo), Los Extraños (cuentos, 2005, Tajamar), Escritos de ningún lugar (miscelánea, 2010, Mago Editores), Playa Las Dichas (poemas, 2011, Mago Editores), Decepción del mundo (poemas, 2013, El Español de Shakespeare) y El Estudiante de Poesía (poemas, 2016, OjoLiterario). La antología personal, Cuestión de un minuto, registra una primera edición en México, con la Fundación Abbapalabra, y pronto aparecerá una versión chilena, ampliada y corregida. Tuve el honor de editar los libros de Armando Uribe, Óscar Hahn, Poli Délano, Gabriel Salazar, Álvaro Jara, Marta Blanco…
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de una ilustración del artista Simón Prades