Rómulo Bustos Aguirre
Ante el silencio de muchos intelectuales y escritores frente a la crisis humanitaria que vive Colombia en el marco del Paro Nacional, nos complace compartir, desde la trinchera de la palabra y la lucidez, este artículo del poeta y profesor universitario Rómulo Bustos Aguirre.
El paro nacional nos ha entregado imágenes imborrables: primeras líneas de jóvenes y madres populares, ollas comunitarias, Plazas y Puertos y Lomas de resistencia, asambleas populares, indígenas Mizak derribando el ominoso simbolismo del culto a las estatuas de sus depredadores, CAI[s] convertidos en bibliotecas comunitarias, desborde de creatividad artística. Fiesta y revuelta. Imágenes del despertar de una conciencia ciudadana igualitaria y digna. Bellas por lo que de solidaridad y espíritu de utopía expresan, por lo que de sentido poético contienen. Porque poesía en sentido radical es eso: resistencia y comunión. Trincheras, barricadas del espíritu y comunión.
…..Frente a ellas la violencia e histeria criminal de los círculos del Poder, un Poder que emana de la soberanía, precisamente, de aquellos contra los cuales se ejerce: paradoja perversa, pero no extraña porque todo orden es violento. Todo orden es -en mayor o menor grado- violento y lo es porque consagra la desigualdad. Pero en el caso de nuestro país la desigualdad, la violencia económica y social se han llevado sistemáticamente al límite; han arrinconado a las clases media y populares hasta no dejarles otra salida que el estallido social con el irreparable saldo de jóvenes muertos y mutilados. Un orden que siega y desaparece a sus jóvenes no es un orden legítimo: es vandalismo estatal. Vandalismo que ha hecho metástasis, cínicamente, en todas sus instituciones.
…..Transcurrido más de un mes el paro nacional parece haber entrado en lo que un conocido analista ha llamado el efecto electrocardiograma, con sus predecibles valles y picos, hasta lo que se entrevé como la batalla final: el voto ciudadano en 2022. El estallido social se ha llevado de parte del gobierno como un pulso entre la derecha y las fuerzas progresistas y democráticas. Insistiendo, hasta el ridículo, en el conspiracionismo para arrojar cortinas de humo sobre las causas reales. Solo le ha faltado acusar de conspiración internacional al Papa Francisco y a la Conferencia episcopal colombiana. Al frente de su manejo ha estado un muñeco: Iván Duque, hijo legítimo de Uribe e hijo putativo del amancebamiento de Pastrana, Vargas Lleras y César Gaviria. Un muñeco que cuando, en su momento, se le dijo da cabezaditas de balompié, lo hizo: cuando se le pidió que bailara ante las cámaras, bailó, cuando se le dijo llévale mi recado de cariño al Rey de España, recadeó. Y cuando desde el Centro Autocrático se le dijo: plomo es lo que hay: plomo fue lo que venteó contra la inerme juventud popular.
…..Hay que reconocerle los méritos a Iván Duque: sin duda, es el títere perfecto, el que necesitaba el Centro Autocrático para realizar su proyecto fascista: hacer trizas el acuerdo de paz, poner las entidades de control bajo las faldas del gobierno, poner a su cola a los aliados de bolsillo: los partidos cómplices de derecha; en suma: hacer trizas la ya pordiosera democracia colombiana. El centro Autocrático además de un legislativo de bolsillo y una asediada rama judicial tiene ahora ya su propio brazo armado, como cualquier guerrilla: la Policía, el Esmad y el ejército nacional para controlar la dignidad ciudadana; su peligrosa paramilicia de camisas blancas; su desembozado brazo mediático: Semana y su virulenta corte de áulicos presidida por Vicky Dávila.
…..El muñeco no habló, no dialogó como lo exigían las circunstancias históricas. No habló porque los títeres no hablan. Que un títere hablara sería un contrasentido ontológico. Lo suyo es intercambiar mímica con los otros clown del espectáculo y la pasarela: los Vives, los Malumas, los Silvestres Dangond. También le van bien al títere los temas cosméticos: pasar camaleónicamente del gris plata otoñal del cabello, al naranja seudo-cultural y al último grito de la moda: el azul policía para lavar la mancha del rojo sangre derramada.
…..Nada nuevo. Con esto Duque no ha hecho otra cosa que seguir el guion tradicional con que la derecha ha manejado ad ovo al país, con que nuestra bastarda aristocracia (ahora, además, narco-paramilitar) ha mirado desde su Olimpo a la plebe: plomo es lo que hay fue lo que les dijeron los conquistadores a nuestros pueblos originarios, plomo es lo que hay a los 17 hijos del coronel Aureliano Buendía marcados en la frente con la cruz de ceniza, plomo es lo que hay al pueblo liberal devastado y colérico ante el asesinato de Gaitán. Plomo es lo que hay a los indígenas del Cauca cazados por la aristocracia payaneja como pasatiempo de fin de semana.
…..De los círculos del Infierno el nuestro parece haber sido siempre el círculo de la sangre (o el de la mierda, pensando en Sade). Surgida en nuestra tradición, como una flor exótica, la Constitución de 1991, no tardó la jauría de los partidos tradicionales en arrancarle a dentelladas neoliberales todas los derechos y garantía sociales consagrados. Así fueron cayendo: la salud, las pensiones, la educación para hacer parte del festín de los intereses privados. El estado secuestrado por la rapiña de unos pocos. La orgía del pillaje, la corrupción, la mezquindad y la indolencia social. La tradición magnicida de nuestras élites políticas: he aquí otra de las claves de nuestra historia, de allí emerge la supuesta fama de Colombia de “democracia estable” en Latinoamérica, pues nuestras sanguinarias élites ante cualquier conato de reformas sustanciales siempre han solucionado el problema de raíz: cortando cabezas. ¿Engrosará también la cabeza de Gustavo Petro la ignominiosa lista de sacrificados? ¿Seguirá la danza de la muerte?
[….]
Cierro los ojos
y pienso en los miles de lisiados que ha dejado
…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..…...…..la violencia entre nosotros
Manos, brazos, piernas, cabezas, troncos
amontonados o equivocadamente injertados
Que acudirán sin el resto de sus cuerpos
al sordo llamado de la trompeta del Ángel
Que no retoñarán en esta vida ni en la otra
Que no tendrán
una segunda oportunidad sobre esta tierra
…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..…..…....[Botánica nacional, 2017]
…..¿En verdad no tendremos una segunda oportunidad sobre la tierra? ¿Podremos algún día clausurar este círculo de violencia? Esa es la pregunta que nos hacemos los que llevamos en la frente la marca indeleble de la Utopía.
…..La juventud ha hablado. Ha estado hablando desde hace una década, cada vez más alto. Ha hablado con argumentos, con rabia, con sangre, con ilusión. La juventud universitaria y la juventud de nuestros numerosos Siloés a lo largo y ancho de Colombia, a la que se le ha negado el presente y se la ha robado el futuro. Han hablado las clases media y popular lanzadas a la pobreza. Han hablado los sectores progresistas del país. Esto constituye un faro de esperanza. Sería necesario que las fuerzas políticas progresistas, democráticas escucharan esta voz y estén a la altura de este llamado histórico; que no defrauden a la juventud y sepan leer el momento social; que dejaran la feria de egos que hasta ahora, en buena parte, han sido; que superen el postureo, el costurero de izquierdas mirándose al ombligo, el onanismo mental, y fueran capaces de construir un pacto que oriente, que sea el punto de partida de una auténtica reconciliación nacional. Todavía es posible.
Cartagena de Indias, 13 de junio de 2021
Rómulo Bustos Aguirre nació en Santa Catalina, Bolívar el 5 de septiembre de 1954. Es poeta y ensayista. Realizó estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Cartagena, Literatura hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo y estudios doctorales en Ciencias de las religiones en la Universidad complutense de Madrid. En 1993 le concedieron el Premio Nacional de Poesía del Instituto Nacional de Cultura. Se desempeña en la actualidad como profesor de literatura en la Universidad de Cartagena. Ha publicado en poesía, entre muchos otros, La pupila incesante, Obra poética: 1988-2013 (2013, 2016) y Casa en el aire (Pre-Textos, España, 2017).
La composición que ilustra este post fue realizada a partir de una mural del artista ERRE