Pablo Montoya
Una caricatura lo muestra como un pájaro barbado y de ojos abismales. Nada de pico amenazador, ni de ojos de cuervo o de águila. Se ve trajeado, en cambio, con plumas abigarradas y patas sostenidas en una especie de cable. La imagen remite a una de sus obras más emblemáticas, El obsceno pájaro de la noche, y define con certeza su condición de hombre sombrío.
…..Hay un basamento desquiciado en las historias que trazó. Desquiciado y, por supuesto, inquietantemente marginal. Una indagación de los subsuelos de la psiquis de una sociedad escindida que solo los escritores temerarios como él son capaces de emprender. Su maestro, en este sentido, fue Dostoievski. Los dos están provistos de esa agónica bujía de la escritura para descender a zonas de penumbra. Aunque se sabe que Donoso amaba sobre todas las cosas a Henri James y a Marcel Proust, y se sentía más bien influenciado por la novela europea del siglo XIX.
…..El obsceno pájaro de la noche, como ninguno de sus otros libros, es un recorrido extremo por la anomalía familiar hecho desde una casona aristocrática de Santiago que, como toda morada, posee su faz tenebrosa. Continúa la exploración que Donoso había iniciado con Coronación. En esta novela primera se exploran, a través del manejo de la tradición realista con su corolario el esperpento, los desequilibrios de una familia decadente y sus lazos malsanos, aunque cargados de humor malicioso, con el mundo de la servidumbre. Esta servidumbre que, en Donoso, permite que las coordenadas angostas de las élites chilenas, así sean cosmopolitas, se abran al mundo de la superstición y de la magia popular.
…..En Conjeturas sobre la memoria de mi tribu, el último libro que publicó en vida, Donoso se consideraba un hombre atraído por las casas, por las habitaciones, por las familias. Y la suya, enraizada en la compleja y excéntrica historia de Chile, es la que aparece una y otra vez en sus novelas y cuentos. En este mismo libro, Donoso señala, además, que no puede haber escritura sin enfermedad. Y, en verdad, cada libro suyo, escribirlo de principio a fin, significó habitar la catástrofe de la salud, pasearse por las orillas de la muerte, hundirse en la carencia y en la vulnerabilidad. Sin embargo, pese a esta coyuntura del padecimiento, Donoso reconocía la dimensión casi metafísica de su oficio. Alegaba que un escritor no elige ni su voz, ni su mundo, ni su protesta, ni su modo de manifestarla, porque todo eso ya está predestinado. Según él, se es escritor antes de nacer.
…..El obsceno pájaro de la noche fue escrito en medio de un proceso de tortura física y mental asfixiante. Pero su publicación lo puso en el escenario de los mejores narradores de su época y su entorno. La novela tiene, por razones del tiempo y el espacio en que se escribió, un aire de familia latinoamericana. Su complejidad estructural, la extensión que roza la desmesura o la totalidad, la ambición narrativa y su intensión alucinatoria, la emparenta con Conversación en la catedral de Vargas Llosa, con Cien años de soledad de García Márquez, con La región más transparente de Carlos Fuentes y con Rayuela de Julio Cortázar.
…..Estos, no se olvide, fueron sus compinches en las lides literarias. Donoso, el más literario de todos ellos, según Vargas Llosa, se vio, no obstante, relegado. No logró nunca el prestigio de sus compañeros, ni la publicidad de sus novelas célebres, ni ganó ningún premio internacional sonoro. Pero estuvo allí, en medio de esa agitación tramada de talento, periodismo, política, marketing y relaciones familiares. Y fruto de ese tránsito escribió un libro, Historia personal del boom, que es útil leer para conocer mejor los intríngulis de ese grupo o esa tendencia o ese movimiento de las letras latinoamericanas del siglo XX. Y aunque en su Historia no hay evidencias de la frustración que pudo haber sentido Donoso por no ser tan aclamado como sus colegas –lo que hay más bien es la celebración entusiasta de unas amistades literarias–, esta sí aparece con fuerza en El jardín de al lado. Novela que ahonda en la amargura, entre sarcástica y lúcida, de un escritor frustrado en tiempos de aquel período espectacular.
…..Su libro más logrado es El lugar sin límites. Todo allí está en su sitio y ese todo brilla con un esplendor agónico. El lugar es, una vez más, el infierno en que el universo de Donoso suele convertirse. En él hay un poblacho miserable con su burdel pronto a la desaparición. Por sus ámbitos desfilan una serie de personajes que fascinan al lector por su dosis de abandono, fealdad y degeneración. Pero algunos de ellos –sobre todo la Manuela, el maricón, el travesti o la loca más memorable de la literatura latinoamericana– también seducen por el humor, el ensueño, la esperanza que destilan. Sin embargo, no hay porque hacerse ilusiones. En El lugar sin límites lo que termina triunfando es la violencia y la mezquindad.
…..El mundo narrativo de Donoso es opresivo y sin salida. Planea en sus tramas la locura, la humillación, el avasallamiento. Una mirada así, tan pesimista y oscura de la condición humana, sería inaguantable si no fuera porque está forjada con el sello de la excelencia narrativa. En esta dirección, al decir de Severo Sarduy, el lugar sin límites de esta escritura no solo son sus casas derruidas donde todo está condenado a la podredumbre, no son solo sus personajes sórdidos, sino también la fiesta magnífica del lenguaje. Y es que en ella lo que prevalece es la certeza de que, en un mundo manipulado por la barbarie y en el que no existe utopía alguna porque todas han caído aparatosamente, el único camino posible es el ejercicio libertario de la escritura.
…..José Donoso solo se sabía escritor y quiso que esa palabra apareciera en su tumba como epitafio. Él, que se consideró un viajero infatigable, un cosmopolita fraguado en el desarraigo, un habitante, atribulado y curioso, de pueblos y ciudades, pidió que lo enterraran en el mausoleo de sus padres. Allí está, frente al mar, en Zapallar, una aldea lejana al ruido y a la vulgaridad. Hasta allá dirijo estas palabras para celebrarlo, en sus cien años de nacimiento. Tal vez sea el más grande narrador que ha dado Chile y, sin duda, uno de los más inolvidables de la lengua española.
Pablo Montoya
Madrid, octubre de 2024
Pablo Montoya (Barrancabermeja, 1963) Premio Rómulo Gallegos 2015 por su novela Tríptico de la infamia. Profesor de literatura de la Universidad de Antioquia. Ha publicado los libros de cuentos Cuentos de Niquía (Vericuetos, París 1996), La sinfónica y otros cuentos musicales (El propio bolsillo, Medellín, 1997), Habitantes (Índigo, París1999), Razia (Eafit, Medellín, 2001) Réquiem por un fantasma (Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2006) y El beso de la noche (Panamericana, Bogotá, 2010); los libros de prosas poéticas Viajeros (Universidad de Antioquia, Medellín, 2007) y Sólo una luz de agua; Francisco de Asís y Giotto (Tragaluz Editores, Medellín, 2009); los libros de ensayos Música de pájaros (Universidad de Antioquia, Medellín, 2005) y Novela histórica en Colombia 1988-2008: entre la pompa y el fracaso (Universidad de Antioquia, Medellín, 2009) y las novelas La sed del ojo (Eafit, Medellín, 2004) y Lejos de Roma (Alfaguara, Bogotá, 2008). Ha participado en diferentes antologías de cuentos y poesía colombiana y latinoamericana. Sus traducciones de escritores franceses y africanos y sus ensayos sobre música, literatura y pintura han sido publicados en diferentes revistas y periódicos de América Latina y Europa.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del poeta, ensayista, cronista y artista plástico venezolano Leonardo Gustavo Ruiz ©