Luz Helena Cordero Villamizar
Un cuento sobre el amor a la poesía y la iniciación en el camino de la literatura, nos obsequia la poeta, ensayista y escritora Luz Helena Cordero Villamizar de su reciente libro de relatos Todavía nos queda la insolencia (Bucaramanga, Ediciones Corazón de Mango, 2022). Sus poemas y cuentos se incluyen en diversas antologías y se han traducido parcialmente al inglés, al portugués, al italiano y al chino. Entre las últimas antologías están: El Canto del Cóndor. Antología de Poesía Colombiana Contemporánea (2021) y Yo vengo a ofrecer mi poema. Antología de resistencia (2021).
Cincuenta años consagrados a la enseñanza de la literatura, entre libros y tizas, recorriendo los corredores con admirable agilidad. La profesora Carmen de Motta era el orgullo del colegio. Setenta y cinco años bien montados en unos tacones bajitos y sonoros, una figura muy corta y delgada, forrada con chalis y encajes coloridos que realzaban su gracia y su dulzura. El cabello cano, a la altura de los hombros, con un toque brillante y coqueto. Le hicieron un homenaje como maestra emérita y anunciaron que el que iniciaba sería su último año en la enseñanza. También era mi último grado de secundaria. Hasta ese momento ella era para mí una figura curiosa, un museo ambulante, una antigüedad al fondo de la sala de profesores.
…..Oí su taconeo, la vi entrar al salón con sus pasos cortos y veloces. Vimos de frente su rostro empolvado, esas arrugas que sonreían, los ojos diminutos y brillantes, su boca mínima, delineada con un trazo rojo que se le regaba por las comisuras y el mentón. Traía las manos ocupadas: con una sostenía un libro muy gordo y algo estropeado, con la otra apretaba un gran bolso contra su cuerpo. Soltó todo sobre la mesa y se situó en el centro, muy cerca a nosotras, de espaldas al tablero. Sin preludios ni rodeos, empezó a hablar de poesía. Recuerdo que mencionó el Siglo de Oro español, luego nombró a Dante y a Virgilio. Esa mañana nos llevó desde el infierno al purgatorio y estuvimos a punto de llegar al paraíso. La veía salivar y sudar mientras hablaba. Estaba en trance, hacía guiños, quizá involuntarios, agitaba sus manos como si fuera a emprender el vuelo. De pronto, hizo una pausa. Tomó el gran libro y lo abrió en una página marcada. Sus labios se separaron y de adentro surgió una especie de canto. No era música, pero me lo parecía. No cantaba, aunque era como si lo hiciera. No podía apartar mis ojos de su boca. No lograba tomar un solo apunte en mi cuaderno. Temía perder el hilo que me envolvía. No olvido mi excitación, pues aunque el tema era terrible, las palabras me llegaban como una melodía:
Ya íbamos caminando por el hielo
cuando en un hoyo vi a dos ateridos,
y una cabeza de otra era sombrero.
Y, como los mendrugos son mordidos
con hambre, el alto al bajo le atacaba
donde nuca y cerebro están unidos.
…..Sentía mordiscos sobre mi cabeza. Estábamos en el círculo de los traidores. Me espanté y estuve a punto de llorar cuando el Conde Ugolino, por el castigo del hambre, se vio forzado a comerse a sus hijos.
Al despertar, cuando empezaba el día,
a mis hijos, tras signos tan crueles,
pedir pan entre sueños les oía.
Cuando un rayo de sol ya estaba entrando
en la cárcel, mi aspecto suponía
por los cuatro que estaba contemplando;
por el dolor, las manos me mordía;
…..Ella no leía. Declamaba los versos de Dante con una entonación tal, que oyéndola era imposible no amar la poesía. Clase tras clase, me fue contagiando su éxtasis. Las escenas infernales ocuparon el colegio. Los corredores circulares se llenaron de personajes que sufrían los más duros castigos, mientras mi maestra y yo recorríamos uno a uno los recintos del inframundo.
…..Una mañana me armé de valor. Al final de la clase me le acerqué. En voz muy baja, como si le confesara un pecado, le dije que yo escribía versos. Me miró con sorpresa, lo celebró y me invitó a mostrarle algo. Dos o tres frases suyas fueron suficientes para descubrir los sentidos ocultos de las palabras y el encanto del lenguaje poético: Decir que las estrellas brillan y la noche es oscura, es como decir que los ojos miran y los oídos oyen. Si el hielo es frío y el fuego quema, dijo, un poeta puede convertirlos en hielo abrasador o en fuego helado.
…..Al finalizar el año, ante mi angustia por la orfandad escolar y el inminente mundo del trabajo que sentía como algo amenazante, me atreví a pedir su consejo. Un ardor en el estómago, semejante al hambre, me anunciaba que ser secretaria no era mi vocación. Ella fue cariñosa y enfática: «¡La escritura! ¡Escribir es lo suyo!» Aquella fue la última vez que la vi.
…..Pocos meses después de mi grado, ya empleada en un banco, oprimida entre arrumes de cheques y formatos, me enteré de su muerte. Sentí el impulso de renunciar a mi trabajo y devoré entera La Divina Comedia. La imagen de mi guía, su pasión, el hambre que me entraba y el Canto XXXII del Infierno, no se desvanecen. Aún veo las cabezas sumergidas en el hielo, una sobre la otra, comiendo cráneo y sesos.
…y ellos así me hablaron, pues movido
por el hambre creyeron que lo hacía:
“Menos nos dolerá, padre querido,
si nos comes; de carne nos vestiste
y puedes desnudar lo que has vestido”.
Por no apenarlos me calmaba, triste;
un día y otro mudos estuvimos.
¡Ay!, ¿por qué, cruel tierra, no te abriste?
De Todavía nos queda la insolencia,
Bucaramanga, Ediciones Corazón de Mango, 2022.
Luz Helena Cordero Villamizar (Bucaramanga, Colombia, 1961). Su obra incluye poesía, cuentos, crónicas y ensayos literarios. Libros publicados: Todavía nos queda la insolencia (2022), Unas cuantas tiernas imprecisiones (2022), Pliegos de cordel (2019), Eco de las sombras (2018 y 2019), Postal de la memoria (antología personal) (2010); Por arte de palabras (2009), Cielo ausente (2001), El puente está quebrado (1998), Canción para matar el miedo (1997), Óyeme con los ojos (1996). Sus poemas se incluyen en diversas antologías y se han traducido parcialmente al inglés, al portugués, al italiano y al chino. Entre las últimas antologías están: Ojos de par en par. Antología de poetas hispánicas (2021), El Canto del Cóndor. Antología de Poesía Colombiana Contemporánea (2021), Yo vengo a ofrecer mi poema. Antología de resistencia (2021). Fotografía de la autora: Manuel Valle
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia, a manera de homenaje, fue realizada a partir de la obra «Entrenador con tigre» del artista © Fernando Botero