Eduardo Bechara Navratilova
Abisinia Editorial y Escarabajo Editorial tienen el honor de comunicarles, después de cuatro años de arduo trabajo, la publicación de la antología Morir es un país que amabas. Poesía y Memoria por nuestros líderes y lideresas sociales, un libro de casi mil páginas, donde se invitaron a 416 poetas colombianos a escribirle un poema a un líder o lideresa social asesinado en Colombia.
Sus curadores y editores fueron los poetas Stefhany Rojas Wagner, codirectora de Abisinia y Eduardo Bechara Navratilova, director de Escarabajo.
Compartimos con nuestros lectores el ensayo «En los márgenes de esta laceración anida la esperanza» que acompaña esta antología, a modo de carta de introducción, escrito por Eduardo Bechara Navratilova
En los márgenes de esta laceración anida la esperanza
Entregar estas palabras del infortunio
Ha llegado la hora de publicar este libro. La culminación de un proyecto muy doloroso iniciado en marzo de 2020 y culminado cuatro años después, en marzo de 2024, como un homenaje a los líderes sociales asesinados después de la firma del Tratado de Paz con las FARC-EP, en noviembre de 2016. Reúne la voz de 414 poetas de Colombia, a quienes las editoriales Escarabajo y Abisinia llamaron a participar con la escritura de un poema que honrara la memoria de aquellos líderes y lideresas sociales despojados de su vida cuando buscaban un mejor futuro para sus comunidades, sus pueblos y sus familias, así como la protección de un medio ambiente, una flora y una fauna contra los que hemos atentando.
…..Sus páginas dan cuenta de un dolor vivo, muy profundo, y que a la fecha no avizora una salida cercana. Por eso mismo, dedicamos este esfuerzo colectivo a dichos líderes y nos solidarizamos con sus familiares, pues son ellos quienes aún cargan la herida abierta, aquel ardor terrible de haber visto asesinados a sus seres queridos en medio de tan desoladoras circunstancias y quienes deben vivir con la pérdida y el dolor irreconciliable, un vacío imposible de ser atendido.
…..El asesinato de líderes y lideresas sociales en Colombia es una práctica repetitiva que nos aflige, empequeñece nuestro espíritu y nos confirma lo lejos que estamos de tener un territorio donde cada quien pueda levantar su propia voz, propender por una vida digna para los suyos y lograr una equidad social, donde todos podamos ejercer el derecho al libre desarrollo de la personalidad, como lo indica la Constitución Política de Colombia.
…..Vayamos entonces al proceso de gestar un libro de esta naturaleza en tiempos confusos, donde nuestro propio territorio y algunos otros lugares del orbe se baten en pugnas, conflictos armados y guerras que nos siguen demostrando el poco entendimiento que aún nos atraviesa, la poca empatía que sentimos hacia el otro y lo alejados que estamos como especie de lograr un mundo donde podamos convivir sin hacernos daño.
Génesis en medio de la desolación
Como llevados al interior de una novela distópica, una ficción enrevesada de algún escritor apocalíptico, en aquella segunda mitad de marzo de 2020, los primeros días de la cuarentena generada por el COVID-19, cuando el planeta se encontraba en shock —aquella incertidumbre que helaba los huesos— nos recordaban lo frágiles que somos, volvimos a ver los noticieros nacionales en procura de información, algún atisbo de luz, cualquier vislumbre que nos mostrara alguna ruta de escape, nos diera una bocanada de aire y nos enseñara a enfrentar la calamidad: esa pesadilla siempre latente de una pandemia materializada en aquel virus que vimos propagarse en China, expandirse por Europa, llegar a los Estados Unidos y luego a Suramérica, para venir a tocar nuestra puerta. En medio de una desgracia que nos terminó de mostrar nuestro lado más abyecto —el sol más oscuro— en vez de ser testigos de la bondad, la exaltación del espíritu, la generosidad del ser humano tras las lecciones aprendidas en la Segunda Guerra Mundial, el holocausto y la bajeza a la que supimos llegar como especie, presenciamos unas imágenes cargadas de angustia —transmitidas como en una película— enfocadas hacia un nuevo brote de violencia.
…..Entre esa nueva degradación que caracterizaba la forma de reaccionar de los seres humanos ante la incertidumbre, comenzamos a ver cómo, en los propios territorios de Colombia, entre el caos generado —sin saber quiénes daban la orden— se asesinaba a los líderes y lideresas sociales.
…..Sumado al dolor de la pandemia, el infortunio que iba reclamando las víctimas cada vez más cerca de casa, en abril, esos mismos medios de comunicación seguían informando, mostrando las imágenes y reportando con zozobra, en medio de la ola sistemática de horror, los asesinatos contra los líderes y las lideresas sociales.
…..«¿Por qué tenemos que ser tan salvajes y crueles?», me pregunté sin encontrar una respuesta distinta a la presentada por la mera observación. Es nuestra naturaleza. ¿Es nuestra naturaleza ser las criaturas más viles?
…..Llevados por la desesperación que generaba la realidad, aquella mano negra de la muerte entre la desinformación y la alarma, con el equipo de Escarabajo Editorial buscamos un listado que diera cuenta de los líderes y lideresas asesinados en Colombia. Por Internet dimos con la página web de ¡Pacifista!, un proyecto enfocado en contenido sobre los derechos humanos y la construcción de paz en Colombia. A través de un hashtag, pedían: #NiUnMuertoMas. Señalaban a los líderes y lideresas sociales asesinados desde el inicio de la implementación del Acuerdo de Paz. ¿El resultado? Un número escalofriante: 280.
…..Hacia mediados de julio de 2020, cuando la cuenta había ascendido a 295 líderes y lideresas asesinados, los últimos 24 en plena cuarentena nacional, les propuse a los poetas colombianos residentes en Argentina, Stefhany Rojas Wagner y Fredy Yezzed, unir fuerzas y convocar a poetas de todo el territorio. Juntos empezamos a explicarles el proyecto, invitarlos a participar y asignarles un líder con la esperanza de recibir un poema.
…..A medida que hablábamos con los poetas, los convocamos a sumar su palabra a la herida. Verbalizamos el horror con ellos. Empezamos a recibir una importante retroalimentación de algunos. Por ejemplo, Bertha Lucía Estrada nos indicó desde Manizales: «Me alegra ver este proyecto que me conmueve mucho; por supuesto que acepto; esta misma tarde envío el nombre del líder, voy a mirar el link y lo selecciono; aunque en un primer instante sentí que debía ser a un líder sin identificar, así sería para todos, la idea me la dio tu frase: «la antología aún no tiene nombre». De todas formas, miraré las historias y seleccionaré una de ellas». Le recordé la idea: sentar nuestra voz de protesta, no quedarnos en silencio ante la atrocidad, hacer algo, movernos para adelante, actuar desde nuestra trinchera.
…..El poeta Nelson Romero Guzmán también eligió al azar su líder. Nos indicó en un audio: «Me parece un trabajo muy bonito el que ustedes van a hacer porque es de un gesto humano profundo. Que la poesía se comprometa también con la memoria, y sobre todo con la memoria de los líderes, con el dolor de este país, y creo que es otra forma, y la más humana, de ser poeta. Ya es hora de dejar de ser esos poetas contemplativos, esos poetas cultores del ideal estético, y creo que en Colombia la poesía tiene también esa tarea pendiente, de compromiso, en el buen sentido literario, porque realmente nuestra tradición no ha sido así, como sí lo ha sido la poesía peruana, la poesía chilena, incluso buena parte de la poesía argentina».
…..Por otro lado, Santiago Mutis, en sus argumentos, nos dejó muy presente la complejidad de la tarea solicitada, aquel acto de escribir desde la herida: «La idea es necesaria, poderosa, muy seria. Yo no escribo poesía hace ya algunos años, el país se me atragantó y no me deja. Escribir como tú me propones me es imposible. Todo es muy malo y confuso. El alma se nos ha vuelto borrosa, o algo peor… No sé ni qué decirte, pero no lo lograría…».
…..La poeta Yenny León, desde Medellín, reaccionó ante el llamado de forma parecida: «Te cuento que he dedicado algunas horas a leer sobre los líderes, recordando algunas historias conocidas, adentrándome en nuevas, tratando de escoger alguna. Pasa que este tema me genera una inmensa conmoción. Siento que mis palabras no alcanzarán, que no soy la indicada para traducir ese dolor inmenso», indicó. Sus argumentos revelaron la imposibilidad de escribir de un tema tan terriblemente doloroso. Yenny complementó: «La historia de estos potentísimos seres humanos debe ser escuchada de mil formas, pero siento que en esta ocasión no tengo la fuerza para canalizarla. Lamento que mi poder personal no sea suficiente por el momento para llevar a cabo esta necesaria y noble creación que proponen».
…..Le agradecí por el mensaje: «Lo he leído con cuidado. Te entiendo perfectamente. Así de retorcido es todo esto. Sin duda, cualquier palabra se quedará corta para intentar punzar el dolor que se desprende de cada historia. Hay otros poetas que han señalado motivos iguales. Luego sienten el llamado, se les enciende el pálpito y escriben el poema. Puede que esa llama también brote en ti. Te dejo ese globo flotando por el aire».
…..Gestar el acto de Memoria mientras la tragedia aún ocurre, requiere enfrentarse a la barbarie, mirarla a los ojos, vencerla. El poeta Juan Carlos Acevedo, también desde Manizales, señaló que el ejercicio de escribir el poema del líder lograba conectarnos aún más con la realidad, con el flagelo: «El dolor permite que cada poema sea memoria y tributo para todos ellos… leer la biografía, verlo en videos, escuchar su voz y saber cómo murió mi líder es doloroso». Concluimos que este ejercicio de escritura nos conecta con el dolor; esa es la idea, que esto nos atraviese.
…..Hernán Mallama Roux, desde Pereira, al adjuntar el poema «Palabra como escudo», dedicado a la memoria de Hamilton Gasca Ortega, indicó: «Te confieso, he quedado abatido. Ha sido difícil encontrar las palabras y juntarlas en imágenes que al menos puedan exaltar el enorme sacrificio de un hombre buscando mejores condiciones de vida para su comunidad. Es un despropósito pagar un costo tan alto para un Estado indiferente y miserable».
El país atragantado en la garganta
Cada sensibilidad se aproximó a esta situación tan punzante, abrumadora y compleja desde su propia mirada. Escribirle un poema a un líder o lideresa asesinado mete al poeta de lleno en lo terrorífica que resulta la realidad de este lugar, del que nos preguntamos si podemos llamar país.
…..El poeta bogotano Henry Luque Muñoz, en su poema «La pregunta», manifestó: «Qué es un país, me pregunto/ ¿será un abanico de paisaje/ con canción de fondo?/ ¿Un mar que se agiganta hasta tocar el cielo? ¿Un coro de hombres anónimos/ que caminan como faraones?». El poeta Álvaro Miranda nos brinda su interpretación en «La patria repetida»: «Me dicen que debo amar/ el centelleo de la palabra patria./ Su chisporroteo no es de estrellas/ es de policías que sacrifican ladrones». En «Postal», la poeta Luz Helena Cordero Villamizar nos deja la suya: «Qué cosa es el país, te preguntas a veces. / Quizá esa memoria fragmentada/ que de vez en cuando te asalta/ en forma de nombres o de calles perdidas/ y no sabes/ si es el sitio al que regresas ahora/ o el lejano lugar a donde llegabas todos los días/ fatigada de voces o de asfalto…/ Allá, el país es solo un nombre que te persigue/ con un cielo prestado. Aquí, el país sucede, palpita en el estómago». Y Juan Manuel Roca en «Esquela del desertor», indica: «Abandoné las banderas/ cuando empezaron/ a servir como mortajas».
…..Un país es un territorio gobernado por políticos, clases dirigentes y ciudadanos a los que les debería importar la gente, su vida, su bienestar, su crecimiento y su desarrollo; es decir, representa un proyecto conjunto. Un político responsable o un miembro de la clase dirigente consciente de su función tendría que ser un protector de su entorno, un amante de las personas, tomar de la mano a los más vulnerables, enseñarles el camino, llevarlos a ser personas fuertes, con las herramientas suficientes para ganarse un buen vivir. Poco de eso ha ocurrido en estos lares. Aún cargamos el lastre histórico que nos dejó el colonialismo, las malas prácticas, el poco amor por el otro. Mientras no haya un cambio en la mentalidad y una aproximación al individuo desde una bondad genuina, es imposible hablar de país. Hablemos más bien de territorio. El territorio de Colombia. El país se nos atragantó en la garganta como lo expone de forma tan poética Santiago Mutis.
Una víbora debajo de la cama
En medio de la tarea, el esfuerzo al que nos abocamos, las circunstancias adversas, indicamos a otros poetas: «Ahí vamos armando la antología puntada a puntada, como bordando un gran mantel de la tristeza». Muchos de ellos señalaron el escalofrío que los fue cruzando al hacer el recorrido por el listado de ¡Pacifista! Eso resaltó lo desolador del tema, los llevó a reflexionar sobre lo valientes y heroicos que fueron los líderes y lideresas al seguir adelante con sus luchas. Todos se expusieron en procura de un destino mejor para su gente, sus regiones, la naturaleza…
…..A medida que fuimos adjudicando a los líderes y lideresas, y los poetas fueron escribiendo sus poemas, nuevos líderes eran asesinados. La situación se tornó aún más dramática. Ampliamos la fecha de recepción de poemas hasta finales de julio de 2021. La realidad nos puso de presente una víbora debajo de la cama: «Cada día matan a un líder social. Es un work in progress», escribió Luis Fernando Afanador. Escribir al tiempo que se presentan acontecimientos tan penetrantes intensifica el peso de la barbarie. Equivale a crear poemas de la guerra mientras detonan las bombas.
…..Otros poetas resaltaron el beneficio personal de haber escrito el poema: «Fue una experiencia muy interesante, transportarme a ese lugar, imaginarlo y recrear esas situaciones. Me parece muy importante como ejercicio de toma de conciencia, es decir, uno redimensiona esa realidad y se horroriza, pues generalmente no sentimos el dolor de las pérdidas porque no son nuestros familiares o personas cercanas», escribió Diana Peña.
…..Saúl Gómez Mantilla incluso fue más allá: «Espero que esa iniciativa tenga eco y ayude a silenciar las balas». Habría que ver si el arte alcanza para tanto. De ser así, podríamos ser testigos de una de sus cualidades más fundamentales: la de manifestar su carácter político y la de movilizar su carácter social. El arte siempre quiere cambiar al mundo. Y en este caso, sirve como vehículo transmisor de ideas, de movimientos, de resistencia, de repudio y de grito. Clamamos por un país más justo, más incluyente, con alamedas abiertas para todos. Pedimos este plato a la mesa: señores, ustedes, quienes quieren imponer su yugo, por favor, entiendan que estas tierras sólo prosperarán cuando sus habitantes puedan vivir en libertad, en condiciones dignas, rodeados de cariño por aquellos que pueden incidir en ellos, ir mostrando el camino para que todos crezcan en conjunto. Si esto tan sencillo pudiera ser visto por quienes se niegan a abrir las posibilidades para todos, tendríamos un territorio fértil.
…..El listado sobrepasó las tres centenas. Subimos el número de poetas invitados a 300. Francisco Díaz-Granados manifestó: «Envío este poema, dedicado a Juan Mena, el líder asesinado No. 79 en la lista pavorosa. Celebro la iniciativa y espero que mi aporte sirva para el propósito de hacer visible el genocidio».
…..Yubely Vahos indicó desde Medellín: «Lo de los líderes es un asunto muy complicado. Como sociedad nos debería tocar a todos, pero es un tema de minorías. Uno realmente ve que quienes comparten la denuncia son los estudiantes universitarios, ciertos obreros organizados o militantes, políticos de izquierda, pero no logran generar esa sensibilidad que se requiere para que haya una demanda fuerte de: «No más». No sé si sea tolerancia o desidia, pero sí es como una falta de voz que favorece el secreto, la persistencia, la falta de medidas. Con eso no nos hemos dado a una tarea sistemática de actuación como sociedad. Realmente espero que este tipo de iniciativas que se hacen desde el arte, y en la medida en que el arte es más duradera, lo vuelvan más importante para la sociedad».
…..Le escribí: «El problema es desolador, pues se siguen asesinando líderes sociales todos los días. Sería una tarea de nunca acabar dada nuestra coyuntura y nuestra realidad. Se asignan poetas todos los días, pero todos los días se matan líderes sociales. Sólo mencionarlo es algo cruel. Lo que hemos pensado es ponerle un límite. Hay que parar en trescientos, o trescientos uno o trescientos dos. En algún momento hay que parar. Es muy compleja la situación. ¿Qué piensas tú de eso?».
…..Yubely respondió: «Pensando un poco en esa analogía en relación con las Las mil y una noches, me gusta mucho esa noción de que fuese como trescientos uno o doscientos noventa y nueve, porque da como esa sensación de infinitud. Inclusive en términos estéticos se podría hacer algo relativo a eso. Dejar unas páginas en blanco. Cosas así. Que remita a que la cosa no para y que el libro es un producto que se entrega porque la materialidad lo exige, no podemos hacer una biblia de mil páginas o escribirlo todos los días y nunca publicarlo. Pero sí, que algo en la estructura de la obra dé cuenta de ese carácter».
…..De acuerdo con su comentario, dejamos el número en 301 líderes y lideresas. Seguimos en la tarea de invitar a poetas de las distintas regiones del país, y como en todas nuestras antologías —en especial esta— nos esmeramos en que fuera pluralista, se incluyera a poetas de las negritudes, de los grupos originarios y de las minorías.
Tomarse de las manos alrededor de la indignación
En medio de la asignación de los líderes y lideresas, la recopilación de los poemas y las retroalimentaciones o sugerencias que les hacíamos a algunos colegas, Omar Ardila nos recordó al filósofo Theodor Adorno y su frase: «Después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbarie».
…..¿Cómo atrevernos a mostrar la belleza luego de haber mostrado el horror en su expresión más intensa? Lo peor y lo mejor de nosotros contrapuesto. Y, aun así, volvemos al arte a pesar de nuestra pobreza ética, espiritual y social. Nos es imposible negar aquel brillo que también nos ilumina, nos salva de nuestro peor salvajismo, nos hace renacer a cualquier posibilidad futura por encima del escepticismo. «Si tuviéramos un descreimiento total por la raza humana, ni siquiera encontraríamos la fuerza para levantarnos por las mañanas». Así como parafraseamos a Theodor Adorno, también debemos recordar a Stephen Hawking y su frase: «Incluso los que dicen que no pueden hacer nada para cambiar nuestro destino, miran al cruzar la calle», nos recordó Omar Ardila.
…..En medio de la esquizofrenia desatada alrededor del planeta, por la pandemia que seguía enmudeciendo nuestros ojos, nos empezamos a consolar con poder incidir en el entorno inmediato, sembrar las raíces del agua, ir gestando las acciones en la cotidianidad, el contexto, la piel del territorio. Cada poema escrito, entregado e incorporado a la antología en medio de la devastación, se volvió un pequeño acto de esperanza realizado y fue aportando su árbol en el bosque de la conciencia, en las montañas despojadas de tierra.
…..Desde Estados Unidos, Fátima Vélez escribió: «Por acá en Nueva York la cosa ha estado turbulenta, pero nunca de la manera en que suceden las cosas en nuestro país, bajo la mano negra. Creo que hoy es el primer día en que no se ha muerto alguien a causa del virus. Lo de las marchas estuvo muy emocionante. Supongo que era la cuota estadounidense de las protestas de noviembre, ecos que paradójicamente acá llegaron tarde; supongo que la injusticia tiene un límite que ni la anestesia de la sociedad de consumo puede contener. Qué bueno sentir esta comunidad de voces poéticas unidas para darle voz a esxs muertxs. Maravillosas las biografías de todas estas personas tan valientes, tan movidas por la acción. Ellxs son nuestrxs verdaderxs motores políticos. Gracias de nuevo por tejer esta red. Y por incluirme». Ella eligió escribir sobre la líder del pueblo originario nasa Ébel Yonda Ramos.
…..Le respondí: «Querida Fátima, claro, la violencia de allá jamás puede ser comparable con la que habita nuestras tierras. Qué bien que ya estén en ese punto en el que nadie muere a causa del virus. Por acá, todo lo opuesto, sube la cuenta en esa curva exponencial que nos llevará a lo más profundo de la realidad. También celebré lo de las marchas. Fue como una explosión necesaria en medio del hastío que genera Trump, su corte y todos los white supremacists que siguen tapando el sol con las manos. Y qué lindo como lo expones, se trata de una comunidad de voces poéticas, una suerte de ronda donde los poetas se toman de las manos alrededor de la indignación, los líderes y el legado que dejan en aquellos que sabrán continuar sus luchas. Gracias a ti por participar en este concierto poético».
…..Luz Helena Cordero Villamizar indicó: «Agradecí mucho tu correo. Había recibido la convocatoria, pero no me animaba. Después de tu mensaje lo pensé. El punto crítico para mí es que me cuesta trabajo hablar de alguien que no conocí, de quien no sé nada, sólo que fue asesinado. Esa apropiación me cuesta mucho. Me da pudor. Pero la iniciativa me gusta, sé que otros y muchos resolverán con fortuna esto». Quedó en saltar por la pendiente del dolor, escribir el poema y enviarnos el texto que resumiera su latido. Emprendió la tarea entre las luces de una ciudad infestada por el coronavirus, ese otro canto de muerte entre las montañas del dolor. Un tiempo después nos lo entregó con las siguientes palabras: «Léelo como un favor a mí. Si te llega a gustar hazlo llegar a la convocatoria, si no te gusta o no encaja en el propósito, sólo dímelo y lo dejamos pasar, así de simple. Acepto tu buen juicio». Junto al suyo adjuntó un poema de Felipe Agudelo Tenorio dirigido a todos los líderes asesinados, aquellas personas del pasado que son lanzadas por los saltos de Colombia sin sus nombres.
…..Respondimos a Luz Helena que ubicaríamos el poema de Felipe al inicio del libro como un gesto excepcional. Añadimos que la antología sería de 301 líderes, como una insinuación, la alusión a un número que sigue, una referencia al terror. «Transmite la sensación de que el flagelo continúa. Hace unos pocos días había 301 líderes asesinados. Hoy hay 303. Muy brutal, triste, desolador».
…..El propio Felipe indicó que la antología vincularía de forma explícita a los poetas con el horror nacional, a través de la palabra «su único escudo, que como el de Perseo refleja la Gorgona». Le respondimos que de eso se trataba: de vincularnos, no seguir volteando la mirada. Los artistas tienen una responsabilidad mayor.
…..Luego llegó otro correo de Luz Helena: «Algo muy bello que me ha pasado (y que te agradezco) es que no fue sólo el ejercicio de escribir un poema a alguien que no conocía. Fue la necesidad de indagar en su vida y de adentrarme en las circunstancias y en su contexto. La historia de Gerson Acosta y de su comunidad me atravesaron el corazón, al punto que realmente hice un duelo y todavía lo estoy haciendo… Tal vez por eso me tardé tanto. Si esto mismo ocurre con cada un@, esto implica sacarlos del anonimato, revivirlos mediante la poesía». Decimos ahora: Gerson Acosta Salazar hace parte de la naturaleza, vuela con las águilas de ese paisaje donde vivió y la poeta lo dibuja en su obra.
…..En otro mensaje, Santiago Mutis hizo referencia a una cita de Joan Margarit: «Tener una víbora de patria», lo que puso de presente, una vez más, la terrible situación que vivimos y que algunas personas pagan con sus vidas.
…..Como espejo, crear el poema generó gran dolor a los poetas. Celebramos que lograra penetrar su piel, meterse en su carne, dado que implicaba realizar ese ejercicio de identificarnos con el otro, el que padece, los propios líderes y lideresas, sus familias, los amigos, allegados y las comunidades, en ese proceso de hacer nuestro el ardor que sufren en cada una de estas muertes que nos van devastando, nos van volviendo cada vez más salvajes, nos van regresando a ese inicio sangriento de la patria en la época de Bolívar, aún más atrás, nos devuelve a un estado por fuera del contrato social de Rousseau, en donde el hombre vuelve a ser un lobo para el hombre, como bien lo popularizó Hobbes.
…..De nuestros mensajes y conversaciones con otros poetas percibimos que cada quien se dolió y se compadeció por el líder que le fue asignado.
…..Con eso hemos dado un paso adelante para entender que estas pérdidas son de todos, de la piel misma de la tierra y de sus frutos, como lo expuso Jaime Alonso Muñoz: «Mi compromiso de escribirlo y de enviarte el poema, está finalmente cumplido y lo mandaré mañana. La demora ha sido porque, como es comprensible, quise buscar más información al respecto de esa persona. Tristemente, la mayor parte de los reportes existentes sobre los asesinatos de nuestros líderes sociales, son, en verdad, la confluencia entre notas necrológicas, breves obituarios, o breves reseñas anecdóticas del fatal hecho de desangre de toda una generación, a través de la eliminación de sus líderes. Algunas alusiones a las muertes son más que eso, en verdad, ahondan en lo humano. Quise hallarlas… necesitaba más… De ahí que las referencias noticiosas al alcance de la mano de un poeta curioso, y los reportes que este finalmente encuentra, repiten, tal cual les llega, la reseña, casi fríamente estadística, de un apresurado reportero en la región de origen. Qué necesario sería adentrarse en las historias de vida y en las páginas de dignidad, ejemplo y memoria, de estos valiosos constructores reales de la paz, en este inédito país».
…..Le agradecimos por compartir ese motor de búsqueda que lo llevó a indagar más sobre la vida y muerte del líder. «Por lo menos con tu poema lo haremos retoñar en estas páginas. Esperemos que este canto conjunto logre generar un grito, así sea al interior de nosotros. Por lo menos no habremos sido impasibles ante la violencia».
Terror sin tregua
En medio del dolor de las palabras, siguieron los asesinatos. La proliferación de la violencia escaló a masacres. Lo vimos en la televisión. Varios grupos de jóvenes fueron vueltos agua en diferentes puntos del territorio, un arrancar las tripas a la propia naturaleza, y fuimos testigos de un escalamiento del terror, un aire enrarecido por la misma muerte. Entre ellos, fueron ajusticiados cuatro jóvenes en Samaniego, Nariño; cuatro en Ciudad Bolívar, Antioquia; cuatro en Cúcuta, Norte de Santander; tres en Norcasia, Caldas; tres en San José de Uré, Córdoba; como por citar algunas de las 91 masacres perpetradas solo en 2020, de acuerdo con el informe de masacres de Colombia emitido por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).
…..En medio de esa creciente desolación, un viejo amigo del colegio me preguntó quién es, qué representa y qué función ejerce un líder o una lideresa social. Respondamos aquí su pregunta. De acuerdo con la definición de Indepaz, un líder o lideresa social es «aquella persona que defiende los derechos de la colectividad y desarrolla una acción por el bien común reconocida en su comunidad, organización o territorio. Todo líder o lideresa social se considera un defensor de derechos humanos»[1].
…..El Programa Somos Defensores basa su definición en la Declaración de Naciones Unidas sobre Defensores de Derechos Humanos y la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA). En ella su espectro se amplía: «Es defensor o defensora cualquier persona o grupo que se dedica a la defensa, promoción, respeto y protección de los derechos humanos en el ámbito nacional e internacional y que además trabaja por la eliminación efectiva de las violaciones a los derechos humanos en el plano nacional, regional o local»[2].
…..De acuerdo con César Mendoza, integrante de la Fundación Sumapaz: «Con su asesinato, no sólo se busca eliminarle físicamente, sino borrar lo que esa persona representa porque muchas son las comunidades que descargan su información, sus miedos, sus problemas a un líder. Entonces, esos asesinatos siembran el miedo y después de un tiempo largo es que esos territorios empiezan a recuperarse», es decir, tras años o incluso décadas, cuando otras personas logren adquirir un conocimiento importante, pensar en la comunidad y trabajar en beneficio de ella, de ahí que su pérdida sea abismal para un determinado lugar, un grupo de personas o toda una región. Visto en una escala macro, aparte de los familiares, las comunidades, y las regiones, la propia nación se perjudica con su muerte.
…..¿Cuáles son los distintos tipos de líderes sociales conocidos? De acuerdo con el diario La República, en un artículo publicado el miércoles 10 de febrero de 2021, se señalan los siguientes: Comunales (integrantes de Juntas de Acción Comunal); Comunitarios (activistas en su comunidad); Campesino-agrarios; Mujeres; Afrodescendientes; Indígenas; Rom; Sindicales; Víctimas; Gestores/constructores de paz; Migrantes; OSIG/LGTBIQ+; Estudiantiles; Juveniles o de Infancia; De la cultura y el deporte; y Activistas Defensores de Derechos[3].
Morir es un país que amabas
En las entrañas del encierro vino una segunda parte del estallido social del 21 N denominado 28 A, un nuevo paro nacional gestado desde los escombros, grito recrudecido por el hambre, por la perpetuación de un Estado incapaz de resolver las problemáticas de las grandes minorías, ajeno a sus necesidades, desinteresado en llevarles educación, los servicios básicos e irles elevando la autoestima para su propio bienestar. Actuar de una manera generosa con los ciudadanos repercutiría en el beneficio colectivo del territorio. En vez de ello nos habita el espanto. La violencia es producto de esa desidia con la que se ha liderado a Colombia. El trato indigno con tantos habitantes ha sido notorio en los doscientos años de gobiernos abiertos a la corrupción, al poco valor entregado al individuo, y siempre queda flotando la pregunta sobre si ese actuar se ha hecho de forma premeditada para poner de rodillas a los más necesitados, quebrar su autoestima y seguirlos explotando. Por eso mismo, en medio de la distopía mundial, el vértice que estalla, el pueblo dijo: ¡Basta!
…..Con ese telón de fondo en medio de una pugna que nos envilece a todos, vimos a las primeras líneas de las manifestaciones, una vez más, salir a protestar con sus rostros en alto, a otros miles de manifestantes en apoyo a las consignas de cambio en señal de repudio, y también a una parte ajena al clamor de los manifestantes, grupos oscuros que desean generar el caos y la violencia.
…..Y como una reacción venida de la misma distopía que vivíamos, nos empezaron a llegar videos de la fuerza pública disparando con sus armas de fuego a los manifestantes, helicópteros artillados sobrevolando barrios residenciales, chicos de la primera línea muertos por las calles, personas desaparecidas como en las peores dictaduras, y algunas otras llamaradas siendo lanzadas contra los que protestaban, un resumen lamentable del fondo más bajo de los pozos.
…..Por eso mismo, Angye Gaona, exiliada en México por persecución política, indicó: «Sí que todo nos duele. Es a nivel mundial la herida. Eso nos ha hecho más pendientes de la familia que es toda la humanidad», como dice José Antonio Ramos Sucre, reconocidísimo poeta de Venezuela.
…..En medio del revoloteo de las imágenes, la estupefacción y el miedo, Stefhany Rojas Wagner solicitó subir el número de poetas de la antología presente a 313. El motivo: ella aconsejaba que la antología debería darles más énfasis a las voces afrocolombianas, había leído la Antología de mujeres poetas afrocolombianas, publicada por el Ministerio de Cultura en su Colección de Literatura Afrocolombiana (Bogotá, 2010), y deseaba convocar a dichas voces que la habían conmovido, pues le revelaban otra savia de la poesía colombiana y otras máscaras del conflicto armado en Colombia.
…..Meses después, Stefhany y Fredy Yezzed, con entusiasmo, comentaron que habían dado con un posible título para la antología, un verso del poeta francés Yves Bonnefoy, autor que venían trabajando, en traducción de Alejandra Pizarnik e Ivonne Bordelois, para publicarlo en Abisinia Review. «Morir es un país que amabas» es un verso del poema «Verdadero nombre» y les remitía, a pesar de que tiene una esencia amorosa e irónica muy sutil, a un camino, a un renacimiento, a un país que se ilumina en medio de la tormenta.
…..De 313, la asignación de líderes saltó a 351 en los siguientes meses, luego a 401 y de esa cifra escandalosa a 413. Ahí nos detuvimos llevados por una razón bastante particular. ¡Pacifista! dejó de publicar la información de los nuevos líderes sociales asesinados, muy probablemente porque ellos también consideraron ese número como una insinuación al terror que persiste. Dejan plantado este jardín de las desolaciones.
…..Los últimos líderes sociales fueron asignados en su mayoría a poetas de diversas ciudades de Colombia a partir de una gira nacional de presentaciones de Yo vengo a ofrecer mi poema en los tres últimos meses de 2021. En este recorrido convocamos a los poetas participantes a leer en la Fiesta del Libro de Medellín, la feria del Eje Cafetero en Pereira, en la de Cali, en bibliotecas públicas e incluso en la plaza de Getsemaní de Cartagena de Indias, legendaria por ser símbolo de nuestra Libertad.
El corazón de esa sangre entre la sangre
¿Quién mata a los líderes? Para responder esta pregunta debemos ahondar un poco en el complejo panorama del conflicto armado colombiano, extendido en el tiempo por más de seis décadas, y que lamentablemente no llegó a su final tras la firma del Tratado de paz entre el Estado colombiano y las FARC-EP.
…..En relación al conflicto armado de por sí, más allá de la muerte de los líderes sociales, el análisis del Centro Nacional de Memoria Histórica muestra que las más de 2.000 masacres históricas en Colombia han sido perpetradas por los paramilitares con el apoyo de miembros de la fuerza pública, así como por las FARC-EP, el ELN y algunos otros grupos guerrilleros, quienes en su pugna diaria por imponer la supremacía en ciertos territorios han destruido pueblos enteros. Un ejemplo de ello: Vallecito, Sur de Bolívar, quemado en varias ocasiones.
…..Con el panorama de la añeja violencia entre Liberales y Conservadores en Colombia, el conflicto armado colombiano entre el Estado y las guerrillas, y la reciente violencia desatada por las disidencias de las FARC-EP, junto a la conformación de nuevos grupos paramilitares, volvemos de nuevo al corazón de esa sangre entre la sangre, derramada por hermanos que pelean en bandos opuestos por la tierra, su propiedad y el dominio sobre quienes las habitan. De ahí que las víctimas sean, por lo general, sus habitantes: los campesinos, las comunidades étnicas y los habitantes de los poblados rurales y los alrededores citadinos, especialmente aquellos que quieren cambiar las condiciones de vida para sus propios territorios.
…..Las muertes, tanto de líderes y lideresas sociales como de otros actores del conflicto se dan, como lo indica el Informe Final de La Comisión de la Verdad, en:
…..Una confrontación permanente entre quienes eran protegidos y abandonados, entre los que inventaron formas de defensa privada porque no había fuerza pública que los defendiera y los que, apoyados por el Estado, montaron y financiaron las Convivir, con el apoyo de los militares en terreno, y evolucionaron hacia aparatos violentos de masacres y desplazamiento; de campesinos que luchaban por la tierra en la incertidumbre de los títulos; entre narcotraficantes convertidos en paramilitares o parapolíticos y guerrilleros que determinaban quién gobernaba en los territorios y condicionaban al Estado local. Entre administradores de justicia corruptos y jueces íntegros y valientes. Entre proyectos económicos respetuosos del ser humano y otros devastadores de la naturaleza y de la gente[4].
…..Con ello vemos que confluyen facciones de la extrema derecha; facciones de la extrema izquierda. El de Colombia sigue siendo un territorio donde se cocina un caldo que lleva colmillos de tarántula. Lo rebulle un brujo más parecido a un demonio. Se lo dan a beber a sus ciudadanos. Ni siquiera quien se cree inmune se salva de tragar esa pócima de la guerra que intoxica, pues se anhelaba la terminación del conflicto, y como lo indica el Informe Final de La Comisión de la Verdad: «La paz que hicieron los ejércitos en La Habana dejó, sin embargo, la fractura que continúa en la sociedad. La controversia política normal quedó en Colombia empapada en dolores, odios y desconfianzas»[5].
…..Con cada nuevo líder o lideresa social asesinado nos volvemos a preguntar: ¿Vivimos en un territorio ausente de cualquier bondad? ¿Cualquiera que piense diferente es un enemigo? ¿Cuántos niños y niñas vamos a llevar a la guerra? ¿Ampliaremos las procesiones de las madres, las hijas, las hermanas y las parejas de los hijos, padres, hermanos y compañeros desaparecidos en el conflicto? ¿A qué lista sumaremos los jóvenes asesinados en ejecuciones extrajudiciales? ¿A qué fosas comunes lanzaremos los cadáveres de los jóvenes sacrificados en los valles, las costas, las selvas, las montañas? ¿A cuántos indígenas, afros y demás miembros de las comunidades minoritarias habremos de llevarnos al monte para que sirvan de esclavos de los cabecillas de los guerrilleros o paramilitares? ¿A cuántos soldados habremos de dejar sin sus piernas? ¿A cuántas mujeres más tendremos que ver abusadas, mancilladas y humilladas? ¿Cuáles poblados, resguardos indígenas y comunidades negras veremos arder? ¿A cuántas familias desplazadas tendremos que ver llegar a las grandes ciudades? ¿Quiénes serán los exiliados del mañana, los secuestrados, los que lloran a sus víctimas? ¿A cuántos seres humanos veremos flotar sobre los ríos? ¿Hasta qué número se elevará la «pavorosa» lista de líderes y lideresas sociales asesinados? ¿Cómo habremos de reparar a las familias de tantas víctimas?
…..Asistimos a una debacle. Necesitamos liberarnos de la mortandad, la exclusión, el racismo, la discriminación, la xenofobia. El odio es una prolongación de la mezquindad que sembraron los conquistadores, se expandió con la colonización de los pueblos y aún subyace, trasladada de generación en generación, en quienes gobiernan empoderados por una supuesta luz divina. Las malas prácticas aún subyacen más de doscientos años después, perduran dentro de la tierra calcinada, la aridez que volvió a los ríos, piedras, a los seres humanos, bueyes, autómatas dejados al viento, el agua y el hambre; lo triste, lo complejo, lo desolador.
…..Para entender esta ruina necesitamos salir de las grandes ciudades, abrirnos a escuchar, congraciarnos con el otro, revelar un poco de empatía, caminar los pasos recorridos en los zapatos de aquellos que se han sacrificado por sus luchas. Como lo indica el Informe Final de La Comisión de la Verdad: «Ojalá Colombia toda escuchara un día a las miles de víctimas que fueron secuestradas por las FARC, el ELN, las demás guerrillas y los paramilitares. Ojalá prestara atención a los relatos de la degradación humana de las mujeres cuyos secuestradores despojaban de todo derecho a quienes les negaban la comunicación con sus hijos e hijas pequeños, las desposeían de la más mínima privacidad, las mantenían entre la incertidumbre de ser asesinadas en una operación de rescate y el pánico por las noticias de fusilamiento de quienes intentaron huir»[6].
…..Reivindicamos sus palabras, nos sumamos a su petición y las hacemos extensivas: «Estamos convencidos de que hay un futuro para construir juntos en medio de nuestras legítimas diferencias. No podemos aceptar la alternativa de seguir acumulando vidas despedazadas, desaparecidas, excluidas y exiliadas. No podemos seguir en el conflicto armado que se transforma todos los días y nos devora»[7].
En los márgenes de esta laceración anida la esperanza
Con el Acuerdo de Paz, las marchas y el río que ahora fluye por las calles, muchas personas abrieron los ojos a la montaña de cuerpos, los gritos, el mutismo reinante en el silencio mismo del silencio. En medio de esta pelea de perros que se rapan los huesos, reclaman para sí las lomas de los mismos lugares que se tornan desolados, los líderes y lideresas sociales se terminan volviendo un objetivo de persecución, de crimen, canto a la degradación más profunda de lo humano.
…..Frente a ese trasfondo devastado, queremos dejarlos con estos poemas escritos desde la herida. Algunos pueden tener aún la sangre caliente, el aroma del instante que marca la rabia y atenta un poco contra lo poético, o ser una crónica versada del asesinato. Tal vez sea el momento, como bien lo expresó Nelson Romero Guzmán, de alejarnos del poeta contemplativo, del poeta cultor del ideal estético, aquel que busca la perfección del verso, y darle paso a una poesía que intente congraciar la estética con el mensaje, el grito, la desolación, y apele a esa otra función que le es orgánica, más allá del culto a los sentidos. Dicho esto, debemos aclarar que Morir es un país que amabas está conformada por poemas trabajados, revisados y que, en medio de la guerra, van en busca de mostrar con la mayor belleza posible, la crueldad más brutal, el desaliento y también la resurrección de aquellos líderes y lideresas sacrificados, cuya posta descansa en las manos de los jóvenes que dejan las huellas sobre sus huellas.
…..Este es nuestro mensaje para intentar ponerle freno o por lo menos visibilizar un conflicto en el que el 80% de las víctimas han sido civiles no combatientes. Debemos pronunciarnos por lo que está sucediendo en nuestro territorio. Tal vez no sirva de mucho ante los ojos de quienes promueven y realizan estos asesinatos, pero deja una constancia: las víctimas no están solas. Un proyecto como este genera memoria. Ante tanta barbarie hay que llamar a lo simbólico.
…..Este esfuerzo y estas palabras, tienen sentido si logran viajar más allá del territorio de los poetas, sus propias lecturas y su círculo. Que las personas que quisieron, admiraron y siguen los pasos de todos los líderes y lideresas que dejaron su espíritu de lucha, su valentía, su anhelo de cambio como ruta, sepan que, más allá de las lágrimas entregadas al desconsuelo, hubo un grupo de poetas en distintos puntos de Colombia y el mundo que se solidarizaron y vistieron el cuerpo de las víctimas.
…..La pandemia nos dejó esa rasgadura en la carne. En medio de los peores momentos se agudiza la desprotección hacia las personas más vulnerables, crecen aún más las desigualdades, las inequidades y los abandonos, mientras aquella facción de la sociedad que tiene su economía resuelta continúa habitando el territorio con indiferencia.
…..Clamamos para que se tome conciencia del desangre que nos atraviesa, que se tolere la visión del mundo de cada quien, se respete la individualidad, las formas libres de pensamiento, que aceptemos a quienes piensan distinto y entendamos que un país lo conforman todos los estamentos de su sociedad; por eso mismo, somos los ciudadanos quienes construimos su destino y, por tanto, los responsables de sus acontecimientos.
…..Acompañemos en su dolor a las víctimas, a sus familias, honremos su memoria y propendamos por una convivencia pacífica en los territorios, para que podamos evitar que se sigan perpetrando los asesinatos a líderes y lideresas sociales.
…..El Informe Final de la Comisión de la Verdad indica: «Nos acostumbramos a vivir en “modo guerra” aunque la inmensa mayoría de nosotros no tengamos fusiles»[8]. Tenemos, eso sí, el poder de la palabra, y con ella pretendemos ayudar a cambiar las circunstancias. Toda palabra es un vehículo hacia la transformación y dependiendo de la forma en que la usemos, genera una realidad que ayuda a construir o destruir el mundo. Como lo dijo Francis Scott Fitzgerald: «Puedes acariciar a la gente con la palabra».
…..Si la presente antología sirve para dibujar las orillas de los ríos que siguen transportando cuerpos y que este óleo de la devastación sea recordado como el punto más bajo al que jamás podemos volver, habremos logrado ser testimonio, construir memoria, abrir las mejillas a la herida. En los márgenes de esta laceración anida la esperanza.
Bogotá, Colombia – Praga, Bohemia, República Checa
Marzo 17 de 2024
- Diario La República (2021, febrero 10). Se habla mucho de ellos, pero ¿qué es y qué hace un líder social. https://www.larepublica.co
- Ibídem.
- Ibídem.
- Convocatoria a la paz grande. Declaración de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (p. 38). (2022). Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición. https://www.comisiondelaverdad.co
- Ibídem (p. 50).
- Ibídem (p. 22).
- Ibídem (p. 13).
- Ibídem (p. 50).
Eduardo Bechara Navratilova nació en Bogotá, Colombia, en 1972. Es hijo de un padre de origen libanés y una madre que escapó de la antigua Checoslovaquia. Estudió Derecho y Literatura en la Universidad de Los Andes, Bogotá, y tiene una Maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Temple, Filadelfia, EEUU, donde fue profesor de Escritura Creativa y Escritura de Negocios en 2009 y 2010. En 2016 fue galardonado con el premio Andrés Bello, por la Fundación Andrés Bello con sede Madrid, España, por su obra narrativa completa. Sus últimos libros de poesía son: Paracaidistas de Checoslovaquia (Nueva York, 2020), Metamorfosis II: Los animales de la culpa (Bogotá, 2020), Las prisas de la ruina (Bogotá, 2021). Sus últimas novelas publicadas son: El juego de María (Bogotá, 2015) y Túneles de París (Bogotá, 2021); el libro de crónica Mendigo por un día (Córdoba, Argentina, 2012); y el libro de cuentos Las maravillas de Alicia (Bogotá, 2017). Es director de Escarabajo Editorial, que ha publicado más de 130 títulos en 15 años de fundada.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra del poeta, ensayista, cronista y artista plástico venezolano Leonardo Gustavo Ruiz ©