Written by 3:40 am Crítica, Ensayo

De la escritura y la montaña

Alejandra Flórez

 

A través de la narración de la experiencia de tres talleres de edición comunitaria en tres montañas de Colombia (el Nevado del Cocuy, El Tablazo y la Sierra Nevada de Santa Marta), Alejandra Flórez reflexiona en torno a la necesidad de rescatar los saberes ancestrales de hombres, mujeres y niños anónimos, así como la importancia de todo aquello que el ser humano desea contar. En este recorrido reflexiona sobre las falencias del sistema educativo hegemónico, la tiranía del imperio editorial comercial y la soberanía editorial como parte elemental en los programas académicos de creación literaria.

 

 

 

 

Y nos mostró en la palma un huesecillo de pájaro
como si en él hubiera alguna lección.
«Lección», José Manuel Arango.

 

En sus Cuadernos Emil Cioran nos cuenta que escribir es un alivio extraordinario y que publicar no lo es menos. Pero, lejos de aferrarse a la necesidad de ganarse el título de escritor por el hecho de haber publicado y participar de toda la parafernalia que la vida pública conlleva, Cioran apela a un proceso intimísimo que da cuenta de lo agobiante que puede ser la vida en comunión con tantas historias y letras, tantas elucubraciones e ideas, y de la necesidad de externalizarlas cuando nos poseen como las sombras de inmensos árboles en la noche.
……Esta dolorosa liberación no es ajena a ningún ser humano; a eso se deben, entre otras muchas cosas, las múltiples manifestaciones artísticas. Sin embargo, para abordar el tema de la escritura, que es el que hoy nos convoca, es importante mencionar la relevancia de la externalización de aquel peso que nos sobrecarga, porque si bien el mero acto de la escritura ofrece ya sosiego, la materialización de esa substancia que «estorba» —a saber, un texto escrito tangible, impreso o digital— constituye un acto que deviene en liberación.
……Entonces, si al modo de ver de Cioran, la escritura es salvación, el libro, la publicación como objeto en el que depositamos aquella incómoda plétora, se configura en emblema sagrado, en talismán que nos protege de la tentación del abismo, en ídolo al que encomendamos nuestras próximas letras y, a su vez, en el fruto por el cual nos reconocemos y seremos reconocidos.
……Y cuando hablo de publicación no me refiero a un documento formal, a un libro comercial, elegido y patrocinado por alguno de los grandes imperios editoriales con los que muchos escritores soñamos en nuestros años mozos. No. Esta es precisamente la quimera sobre la que intento reflexionar con mis estudiantes de los talleres iniciáticos de creación literaria, porque, dado que existe una pulsión indomable que nos ha llevado a enfrentarnos a este oficio a pesar de las particulares condiciones socioculturales de nuestro contexto, es absurdo que nos sentemos a esperar el profético llamado editorial de tan (muchas veces) inalcanzables instituciones.
……En el despertar de este enfrentamiento contra el mundo, muchos descubrimos que el oficio de la escritura es, entre otras cosas, subversión; pero subversión en el sentido más puro de la palabra, porque a través de su adopción subvertimos el orden de todo aquello que debería ser, de todo aquello que hegemónicamente se ha establecido como canónico y productivo, de aquellos elementos que actualmente se venden más en el mundo comercial de la literatura.
……En ese sentido, se me antoja ahora hablar de los temas que han resurgido tan sublimemente en mi acervo, gracias a la particular compañía de la montaña, en cuyos brazos he tenido la oportunidad de sumergirme, con la tarea de desarrollar un par de talleres de edición comunitaria, a fin de recoger y publicar algunos conocimientos particulares de sus habitantes. Más allá de las responsabilidades laborales, esta extraña coyuntura ha derivado, en mi caso, en un retorno a lo elemental, a aquellas imágenes poéticas poderosas y trascendentales que, en un comienzo, fueron lección, que me hicieron subvertir el orden de lo establecido y elegir el camino de las letras, aun cuando no fuera considerado el más pertinente.
……Porque, en un mundo que exige de nosotros la exacerbación del raciocinio y la dedicación casi absoluta a la producción económica, ¿qué podría ser más subversivo que dedicar un par de horas al día, aunque sea minutos, a tratar de aprender a escuchar a los árboles?

Cuando hemos aprendido cómo escuchar a los árboles, entonces la brevedad y la rapidez y la precipitación infantil de nuestros pensamientos alcanzan una dicha incomparable. […] Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es.

……Mejor consejo no habría podido recibir de Herman Hesse, quien regresó de los confines de mi ya lejana adolescencia para recordarme que en el corazón de la montaña se halla todo, que es esa conciencia mineral, forjada con siglos de existencia y contemplación, la que guarda el secreto que recorre al árbol de pies a cabeza. ……Entonces ya solo importan mis palabras por el hecho de ser mías, de ser catarsis y liberación, de ser lección para todo aquel que se siente a escucharlas.
……Ya no quiero ser lo que la institución quisiera que yo fuera.
……Recuerdo así la primera vez que escuché decir a Margarita Valencia que la escuela nos había convencido de que el único discurso importante, el que valía la pena ser leído, era el hegemónico, el de la gente «culta», el de los «doctores» formados en las grandes academias, cazados con gran recelo por la sátrapa industria editorial. Eso cambió mi vida. Ya no volví a ser la misma editora de antes; ahora había entrado luz en aquel rincón en el que siempre había habitado esta sospecha: todo cuenta algo, todos tenemos algo importante que contar y siempre hay alguien que quiere y merece escucharlo.
……De cero a cinco mil metros de altura, hablamos de un aprendizaje vasto de casi cinco kilómetros de ascenso. Así de vasto es también el patrimonio epistemológico de los habitantes de montaña (es decir, de sus saberes), aun cuando sus nombres no figuren en publicación alguna ordenados alfabéticamente en APA. Igual proporción de dificultad acarreó la tarea de convencerlos del tesoro poseído, la importancia para la humanidad de conservarlo y la inmensa cantidad de personas que quisieran tener acceso a este. Desde las playas de Guachaca hasta las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta, encontramos a una comunidad que ha recibido mayor intervención y que a lo largo de muchos años se ha dado a la tarea (no sin grandes dificultades y desavenencias) de transmitirnos a los «hermanos menores» todo el conocimiento sobre el cuidado de la Madre Tierra. A una altura media de mil ochocientos, en la rocosa masa del Gualivá, nos recibe un par de familias que, en su afán por recuperar perdidas tradiciones ancestrales, se internaron a llevar una vida de respeto y autosostenimiento. Finalmente, y este es el punto en el que quisiera concentrarme, ya en las cumbres del páramo boyacense, la experiencia con un grupo de hombres, mujeres y niños pastores en Güicán de la Sierra, exigió del equipo del Makerspace Editorial (semillero de investigación-creación que acompaño hace más de dos años) toda aquella capacidad de escucha mencionada por Hesse y de compenetrarnos con las particularidades de su diario vivir, a fin de que pudieran comprender la importancia de su acervo y de recoger, resguardar y transmitir aquella lección que tienen para darnos.
……«Yo sé muchas cosas sobre el páramo y las ovejas, señora, ¿pero a quién que no viva por acá le puede interesar eso?». «De verdad es una lástima que todo esto que nosotros sabemos sobre el cuidado del agua y las ovejas se pierda. A los muchachos de ahora solo les interesa mirarle la barriga al celular». «Si nosotros a duras penas sabemos leer y escribir, ¿cómo así que vamos a escribir un libro?». Estas, entre otras muchas inquietudes del mismo tipo, fueron las protagonistas de las primeras jornadas. Luego, tras establecer una relación más cercana con el papel, con el lápiz o los colores en la mano, o simplemente con la palabra en su estado más puro desde la oralidad, logramos un primer acercamiento a la «escritura», ahora ya con la alegría del autorreconocimiento de cada uno de los participantes y el orgullo de saberse escuchados, valorados y leídos (tanto en el presente como a futuro).
……Es entonces cuando brota, como gota de agua en la roca —ya sea a unos pasos de la playa, del frailejón o de la nieve—, la literatura más pura, aquella que se despoja de intenciones vacías, que se desviste de perendengues innecesarios y aboga solo por la liberación, por el extraordinario alivio de la escritura:

 

Escritura

la noche, como animal
dejó su vaho en mi ventana.
por entre las agujas del frío
miro los árboles.
y en el empañado cristal
con el índice, escribo
esta efímera palabra.

José Manuel Arango

 

……José Manuel Arango lo sabía muy bien. Por eso se alejó del mundo y se internó en el monte a contemplar la montaña, mientras pasaba la mano por el lomo de su perro, creyendo acariciar a Dios, a quien pedía le concediera aquella «dura apariencia de montañas siempre». Su magnífica obra poética, así como los aportes a la literatura y poesía colombiana, dan cuenta de esta particular liberación del poeta antioqueño, en cuyos versos breves se condensa toda la sabiduría y belleza de aquella conciencia mineral de la que hablamos. Aquella que han alcanzado los habitantes de montaña que acompañamos en su proceso de escritura.
……En el caso de José Manuel Arango, las prolongadas conversaciones con el árbol, el corazón de la montaña, permitieron la transmutación del dolor en belleza. Solo de esta manera, un hombre iluminado y atormentado como él, como tantos otros poetas sublimes, pudo sobrellevar el insondable peso de la existencia y el caprichoso proceder de la aleatoriedad del universo, frente a la cual mucho y poco somos a la vez. Lo mismo ocurre —aunque lo divisemos en otros términos— con el pastor, cuyas palabras se subliman frente a un enorme frailejón de noventa años («abuelo de toda la vida»), cuando nos dice: «yo he vivido toda la vida acá, trabajo de sol a sol y soporto a cada rato los embates del helaje, y aun así todo me cuenta algo, todo me parece cada día más bonito». Y es precisamente la comprensión de esta dinámica del equilibrio, la alineación de ambos polos —a saber, el dolor de la fría crudeza de la vida en el páramo y la belleza del contexto, en el caso del pastor; y el polo analógico y el irónico, en términos de la poesía—, la que hace más llevadera la vida al compás del canto del río, a la sombra de la mata de plátano sembrada por el padre o el frailejón milenario heredado de los tatarabuelos, arropados por el olor a tierra que despiertan el granizo y la lluvia en el rastrojo.
……Bien lo cantó a los cuatro vientos el imprescindible Whitman, maestro y consejero de muchos cuantos que buscamos aproximarnos al silencio como máxima expresión de la poesía, cuando predicaba:

Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo,
los primeros los injerto y los multiplico en mi ser, los últimos los
traduzco a un nuevo idioma.

……Era en ese nuevo idioma que Hesse conversaba con los árboles y no en alemán, como muchos podríamos pensar. Es ese mismo con el que el pastor comparte el tinto de madrugada con el frailejón y los mojones de rocas levantados con el sudor helado de sus abuelos. Y es esa misma, quizá, la búsqueda que emprendo ahora yo como escritora y editora, aprovechando la grieta que se ha abierto en el mundo después de la pandemia y que me obliga a continuar siendo, pero de otro modo y desde otro lugar.
……Una vez comprendidas las primeras palabras (las del árbol, el frailejón, el agua o la roca), me siento abocada a promover el camino de las letras —de esta forma particular de escritura, tanto con mis estudiantes de creación literaria como con las comunidades y todas aquellas personas que encuentro a mi paso— como proceso liberador, como exploración y reconocimiento doloroso, pero también como rescate de la experiencia y el conocimiento adquiridos, como sanación y alivio; esto es: como lección.
……Entender que la palabra, la poesía, la literatura o aquella comprensión de la sabiduría del árbol y de la roca, son también patrimonio universal de la humanidad y que, para alcanzar la anhelada liberación mencionada por Cioran no es necesario elevar preces al firmamento para ser ungidos con el rótulo de escritores por las grandes editoriales, es también parte del crecimiento académico, personal y humano. Todos deberíamos poder elegir compartir ese acervo de letras con el mundo, buscar ser leídos y comprendidos por las personas que nos importan y que ellas puedan permitirse el reconocimiento de aquella humilde lección, a través de nuestro sagrado talismán, llámese libro, revista, folleto o fanzine.
……De este poderoso talismán que protagoniza las últimas líneas del documento, espero que puedan brotar muchas reflexiones, toda vez que en este habita el resultado de las múltiples fuerzas, caóticas y armónicas, que surgen a lo largo del proceso de lectura y escritura. Quizá, entre las ideas que más quisiera motivar con estas palabras, la más importante es la de la soberanía editorial, como derecho y deber que subyace en nosotros como seres humanos en este momento que atraviesa el mundo. Ni qué decir de como maestros en una escuela de artes, particularmente, de creación literaria.
……Finalizo entonces con la certeza de que es imprescindible indagar la forma en que estamos intentando rescatar esas historias que, provengan de donde provengan, merecen ser leídas y apreciadas; el lugar que le estamos dando al conocimiento y a la fuente de donde brota; así como la posibilidad de que todos podamos liberarnos a través de nuestras propias historias.
……En mi experiencia, en eso radica el misterio y la verdadera comunión de la palabra.

 

 

Alejandra Flórez. Estudió Filología y Lenguas Extranjeras-Alemán en la Universidad Nacional de Colombia y una Maestría en Estudios Literarios en la misma universidad, en cuyo proceso de tesis obtuvo una beca de investigación en Berlín con el DAAD. Actualmente, es docente de tiempo completo de Literatura, Creación Literaria y Procesos Editoriales en la Universidad Central. Asimismo, es editora de las publicaciones académicas de la Escuela de Arte y acompaña un semillero de investigación y creación, denominado Makerspace Editorial, en torno a las prácticas editoriales en el campo de las artes y la creación literaria. Ama el trabajo con la comunidad y generar tejido desde las prácticas artísticas y artesanales ancestrales con los procesos editoriales que acompaña. Tejido=Texto son el corazón de su poética y desde ahí quiere compartir su aprendizaje.

La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la obra
«Noche tramada»,
pintura sobre papel con acuarelas y lápices acuarelables, año 2019,
de la artista © Alejandra Carabante

 

año 2 ǀ núm. 13 ǀ septiembre – octubre  2022
Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , Last modified: septiembre 17, 2022

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