Silvia Cerrato
Los desagradables
Andrés Mauricio Muñoz
Seix Barral, Colombia, 2023, 148 pp.
La fuerza de un torpe corazón inclinado a la prudencia
En esta novela Andrés Mauricio Muñoz sabe manejar con ritmo magistral muchas vidas y el gesto único de un personaje, ese mismo gesto de desengaño, de frustración delicado y profundo que rodea a tantos personajes de sus universos literarios. Recomendamos esta lectura y la hemos escogido en el Centro Cultural y Educativo Reyes Católicos, Centro de Titularidad del Estado Español en Colombia, para nuestro Club de Lecturas Clandestinas del mes de noviembre, lectura de referencia en la actualidad por la sutileza de encuentros, desencuentros y situaciones que involucran, inevitablemente, al lector con la humanidad del protagonista. Sergio Martín Jiménez, coordinador del Club, ya tiene agendada la presencia del escritor en el encuentro literario del 16 de noviembre de 2023. Agradecemos a las asesoras que coordinan la Biblioteca Digital eLeo para Acción Educativa en el Exterior del Ministerio de Educación y F.P. Español haber proporcionado a la plataforma esta novela (junto a El último donjuán) para que podamos disfrutar del autor los lectores de nuestra amplia red de oficinas y centros de todo el mundo a través del encuentro literario en foros de clubs de lectura o a través de préstamo individual.
……El comienzo de Los Desagradables presenta, con una pericia literaria poco común, la tortura que supone para Palomino un mundo infranqueable entre dos seres que continúan viéndose en el lugar de trabajo «entregados los dos a una espontaneidad evasiva» (pág. 24) tras la ruptura provocada por Sofía. Las inseguridades de un ser apocado, entregado a una soledad irremediable, contrastan convenientemente con los talentos y destrezas que ignora: «Las conversaciones las propiciaba esperando el momento, habiendo ubicado a la persona e identificado el instante preciso, para que su acercamiento no se juzgara como una intromisión» (pág. 19). El anonimato a veces regocija su habitual abandono y letargo existencial. Como Benjamín Constant, nuestro protagonista no espera nada, no pide nada, solo aspira a continuar viéndola, en su bodega laboral que había acondicionado como lugar de trabajo, para seguir existiendo en su aparente torpeza.
……Muchas partes de la novela parecen escenas de cine: la proeza que nunca se atrevió a contar a sus amigos, la de la existencia de Sofía y la lucha que tuvo que librar hasta que finalmente consiguió llevarla a la cama; la separación de ambos mientras sus presencias o ausencias se transmitían señales entre sí; la batalla campal familiar en la que todos parecían enemigos de todos; su propósito de no dejar rastro en su día a día; su duermevela constante; las burlas y encuentros con La Fierro; la suerte de equilibrio encontrado entre las celdas (podemos casi visualizar que no siente resentimiento, ni furia, a veces incluso alivio)… Podemos imaginar ante las cámaras momentos de esta narración que encierra, en tercera persona, cada suspiro, ademán y aflicción de Palomino.
……Otro talento de la novela va unido al acierto del lenguaje preciso en la construcción, logrando mostrar a cada paso ese disparate tan reconocible de nuestro quehacer cotidiano: «… le caía de sopetón el desaire de Sofía con todo su rigor, que podía implicar retirarle el saludo durante algunos días. Cuando eso sucedía, a Palomino se le desbarajustaba la mente» (pág.33)… «, lo acosaba a diario con una indiferencia tan hostil que bien podía catalogarse como agresión».
……La posibilidad de reunirse en Bogotá con la cofradía de amigos de un tiempo remoto que acaban de crear un grupo de whatsapp, los Desagradables, podría fortalecer un poco al protagonista a pesar de las burlas que le habían hecho en tiempos de la universidad por andar así por el mundo, «tan desgualetado» (pág. 31). Esa congregación de amigos le serviría de cobijo en un momento delicado, el de una vida regida por la incertidumbre. La arquitectura de ese encuentro, hilada con escrúpulo, muestra cierto perspectivismo cuando va de camino a casa de Edwin, no solo por la visión diferente que le ofrecen ahora las casas y jardines sino por la inquietud que siente al pensar qué tipo de imagen podría ofrecer de sí mismo (euforia, debilidad, naturalidad). Arquitectura que conduce a la aflicción de los que niegan a sus seres queridos la presencia, de los que eligen por necesidad entrar en otra vida antes de que otros penetren en la suya.
……La áspera contienda que había sostenido con su esencia pareció disiparse en su encuentro con Los Desagradables. Los devaneos de esta novedad lo relajaron casi sin darse cuenta y la ironía brillante que lo caracterizaba hicieron que olvidara la pesadumbre que trataba de ocultar. Él, que no se consideraba más que el administrador de una compañía de abarrotes, provocó risa en alguna de sus intervenciones consiguiendo evadir con gran habilidad el interés suscitado por el devenir de sus pasos profesionales tan diferentes a los de sus amigos que habían recorrido sendas exitosas para él inconcebibles.
……Según avanzaba el tiempo del encuentro irrepetible, Palomino sentía las experiencias de sus amigos como desplantes arrojados, no se daba cuenta de lo rápido que estaba bebiendo en ese encuentro pero sí de los desaires de descomunal vileza de Patricia Fierro que lo azotaron por completo. No entendía cómo había sido capaz de algo semejante, de seguirla a su apartamento del cuarto piso de la zona de Rosales, de seguirla con rabia a esa zona tan exclusiva de Bogotá, de abandonar su aire de desvalido para dejarse llevar por ese deseo irreflenable de curiosidad y encontrarse cada uno de los dos aferrado a su propio miedo.
……Pero para él no está todo perdido, tiene fe en el veredicto. La ternura irónica anterior al epílogo final muestra con gran maestría la originalidad de ciertos seres quijotescos movidos por una reacción inesperada en el momento trágico y el encanto que con ello nos envuelve. Quizá en el típico lugar del fracaso hay algo ganado. En aquella espera nuestro protagonista no se desgasta con facilidad, adquiriendo un rumor de esperanzas nuevas en forma de devoción por el misterio de la palabra…
Silvia Cerrato nació en Madrid. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid por la especialidad de Literatura. Trabajó en el equipo editorial del Diccionario de Salamanca de la lengua española de la Editorial Santillana en la redacción de lemas, sustantivos y siglas. Ha sido profesora de Lengua y Literatura española desde 1994 en Castilla La Mancha, Madrid, Tetuán (Marruecos), Ceuta y Bogotá (Colombia). Actualmente coordina la Biblioteca Digital eLeo para Acción Educativa Exterior del Min. de Educación y F.P. en Bogotá para el CCEE Reyes Católicos y ejerce en este centro como docente del Departamento de Lengua Española y Literatura.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de una obra en
material y técnica: hierro pintado,
del artista venezolano © Daniel Suarez