María Cecilia Salas Guerra
El llamado
Gregorio Uribe
Colección de Narrativa Felicidad Clandestina
Abisinia Editorial, Bogotá, 2024, pp. 152
A fuerza de sufrir, perdí los límites de mi cuerpo y me desmesuré irresistiblemente.
Michaux
En Nueva York, un hombre de mediana edad está conminado a obedecer al llamado que décadas antes se le había anunciado como una cita ineluctable. Las búsquedas de su vida, las aventuras, los logros y las declinaciones, habían discurrido, muchas veces, sobre ese telón de fondo que no le abandona, ¿como si se tratara acaso de una segunda piel, de una idea fija, de una fascinación, de un credo, de una justificación, de un duende, de una posesión, de una causa última después de haber cuestionado todas las ideologías y todos los ideales? Un llamado que, como una larva pertinaz, agujerea su pensamiento, fermenta sus emociones, oscurece y agudiza su mirada.
…..Ha llegado el momento de atender al llamado. Y es toda la trayectoria vital de este hombre de mundo, músico y practicante del «evangelio según Schopenhauer», la que se agolpa en este ahora. Cortar el sufrimiento de vivir. Zafarse de la estéril búsqueda de sentido. Reafirmar o relativizar los argumentos con los cuales otros, mucho antes que él, se abismaron en el absurdo y en la ausencia de sentido per se, otros, dígase Albert Camus, Fiódor Dostoievski, Juancho Polo Valencia, Soren Kierkegaard, Friedrich Nietzsche….
…..Ese hombre, anónimo pero aferrado al yo monologante de principio a fin, escucha el llamado, se somete a él, y se debate al mismo tiempo en brutales contradicciones. Por un lado, es terriblemente lúcido, iluminado casi, crítico audaz, sabedor del sinsentido, espíritu meticuloso que desearía conjurar el azar, héroe del nihilismo, soldado de obediencia maquinal, dado a la autoflagelación y cautivo de la hiperconsciencia sin tregua, hasta llegar a cierta ebriedad que produce el sentimiento de indignidad; Narciso al borde de la fuente que le devuelve la imagen de un «frágil jorobado de inferioridad darwiniana… el menos apto de los seres vivos» (76). Por otro lado, es un espíritu que busca la poesía a medida que se abandona en la espiral que lo conduce al infierno. De igual modo, está dotado no solo de refinado humor y de exquisita ironía, sino de un sentido de la elegancia, gracias al cual no está dispuesto a permitirse ninguna distracción que pueda malograr su estilo:
…..Mi llamado lleva consigo solemnidad y no podía ensuciarlo con manchas de mala planeación, pequeñas mentiras, ni trucos baratos. [Más aún] confiaba en que el universo me seguiría mostrando el camino para dar dignidad y elegancia al último de mis actos. (pp. 99-100)
…..Esta magnífica novela —cuidada hasta el último detalle por su autor, y depurada en su lenguaje gracias a la labor que con maestría llevan a cabo Stephany Rojas Wagner y Freddy Yezzed en Abisinia Editorial— nos muestra, entre otras cosas, que un escritor es quien tiene una manera particular de mirar las cosas, al tiempo que conquista una expresión artística para esa manera de mirar. Y en el caso de Gregorio Uribe la mirada y la expresión se afinan en la curiosidad, en el asombro y en la sensibilidad de niño, en el cultivo de sí y, muy especialmente, en el ritmo, y en el espíritu musical que lo constituyen. Y también nos muestra su novela, que, como lo dice Piedad Bonnett, «Lo terrible es el borde, no el abismo»:
…solo desde el borde se ve la luz primera
el blanco-blanco
que nos crece en el pecho.
Nunca somos más hombres
que cuando el borde quema nuestras plantas desnudas.
Nunca estamos más solos.
Nunca somos más huérfanos.
…..Dichas estas palabras,
Me gustaría que nos hablaras acerca de tu novela El llamado y de tu disco Hombre absurdo. En primer lugar, ¿podemos decir que comparten una misma semilla? Y en segundo lugar, ¿cuándo de literario-filosófico hay en el disco, y de musical en la novela?
Ambos son hijos de una misma crisis. Dentro de esta, el disco podría ser descrito con la siguiente frase del psicoanalista Donald Winnicott: «Los artistas son personas impulsadas por la tensión entre el deseo de comunicar y el deseo de ocultar». Aquí la metáfora y el mito hacen de espada y de escudo a la vez. En cambio, la novela comienza con el impulso de convertirme en un detective forense y describir una a una las pruebas y hechos que partieron mi vida en dos.
…..Si tuviese que catalogar al disco dentro de un género musical, llamaría a este «cumbia existencial». Prácticamente todas las canciones están inspiradas en algún escrito o reflexión filosófica. Entre estos se encuentran «Notas del subsuelo», el concepto Nietzscheano de la muerte de Dios y «El mito de Sísifo». Por contraste, la novela no es una novela musical, sin embargo, en ella hago referencia a algunos procesos de las canciones del disco a la largo de la crónica.
En el relato, ¿qué lugar tienen la ironía y el humor, considerando la densidad del asunto del que se trata, y considerando la hondura del monólogo?
Recuerdo sonreír —e incluso reír— durante el proceso de escritura. En aquellos momentos no sabía si se trataba de algún chiste interno y nada más. Gracias a los comentarios de algunos lectores, he podido constatar que sí se perciben aquellos cortos descansos dentro del libro. Pienso que cuando se escribe de un tema tan denso, de una manera tan cíclica y exhaustiva, por ratos se precisa burlarse del personaje y de su situación para no odiarlos a ambos. Detrás de todo el universo hay una gran carcajada y es importante acercarse a ella cada vez que sea necesario.
Cómo llegas a construir la figura femenina de Manu —que por momentos evoca al personaje de Eva, en el relato de Mark Twain—, y la imagen del duende, ese «vil inquilino» de la mente, que nos recuerda a Jekill y Hyde (Stevenson), o a William Wilson (Poe)…?
Manu existe. No la tuve que crear. Estaba ahí e inconscientemente me ayudó a dramatizar al personaje principal por su contraste. La crisis del protagonista es intensificada al verse en yuxtaposición a un ser casi angelical que le recuerda, sin quererlo, que hay maneras más bellas de pasar por este mundo a las que él, trágicamente, no tiene acceso
…..El duende existe. Debe de ser una mezcla de figuras arquetípicas de la infancia entre películas, cuentos y mitos. El duende no es simplemente un personaje malévolo, es más una constante tentación faustiana y jocosa que se encarga de no dejar a quién lo posee conectar con lo divino e irracional. Hay algo juguetón y casi divertido en él y su ambiente natural, el bosque, le provee de un espacio para nunca mostrarse del todo, ya que asoma su cara por entre los troncos y se desliza ágilmente entre las ramas.
El disco y la novela están hechos, les has dado vida y ahora se recrean y pertenecen a los lectores y a quienes escuchan tus canciones. ¿Cómo lees en este momento o qué relación tienes con los autores que te acompañaron mientras componías ambas piezas, dígase Camus, Schopenhauer y Nietzsche, entre otros?
No he vuelto a visitarlos. Tengo un cariño inmenso por sus escritos pues a ellos llegué más en busca de empatía que de respuestas. No estoy seguro si ahora no me llaman o si temo entrar en ellos nuevamente. Vengo creando unos cimientos de vitalidad en los últimos años que parece que no me dejan bajar de nuevo al sótano donde habité una gran parte de mi vida y aunque no tengo claro hacia dónde me dirijo, sé que voy en ascenso. Así que de momento prefiero dejar abiertas las puertas a nuevas lecturas que vayan llegando a mí sin una agenda o propósito tan claro como cuando me acerqué a ellos. Sospecho que hoy puedo ver aquellas relaciones como una etapa lejana gracias a plasmarlo todo en este libro.
Otraparte, junio 7 de 2024
María Cecilia Salas es autora de La escritura del desasosiego, una poética del pesar en Fernando Pessoa (Editorial Universidad de Antioquia, 2009) y Marguerite Duras, Escribir la parte de sombra (Shangrila, 2022). Coautora de Del saber de la genealogía a la moral del poder (L Vieco, 2008), El ensayo latinoamericano, revisiones, balances y proyecciones (Universidad Nacional de Cuyo, 2010), De la imagen y la literatura. Una comprensión estética (Universidad Nacional de Colombia, 2013), Pensar el arte hoy, el cuerpo (Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2015), La omnipresencia de la imagen, Estudios interdisciplinares de la cultura visual (Global Knowledge Academics, 2017) y Arte, imagen y experiencia. Perspectivas estéticas (Universidad Nacional de Colombia, 2021). Escribir, olvidar y regresar. Historias en borrador (Universidad Nacional de Colombia y UPB, 2022).
La máscara que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de la serie Legado de razas,
modelado en caolín, horneada a leña,
del escultor ceramista ©Mauricio Pablo D’ Amico