Fernando Pessoa
Abisinia Editorial inaugura en Colombia y Argentina una colección de poesía dedicada exclusivamente a la lengua portuguesa, y la ha dado en bautizar con el nombre de la prestigiosa artista plástica Graça Morais. «Homenaje a la lengua y la pintura portuguesa».
…..La pintora Graça Morais se ha mostrado sorprendida y halagada por dicho homenaje y se ha comprometido a aportar sus obras para que sean las ilustraciones de las portadas de dicha colección, convirtiendo estas novedades en objetos artísticos que abrazan con armonía y lujo la palabra y el color.
…..La dirección de la colección está a cargo de la experimentada poeta y traductora Lauren Mendinueta, quien reside hace más de una década en Lisboa.
…..La Colección de Poesía Graça Morais abre sus puertas con «Poemas ingleses» de Fernando Pessoa, en este primer tomo bilingüe inglés-español traducido por Anabel Torres, se comparten tres conjuntos de poemas: «Antínoo», «Epitafios» y «Epitalamio»; el libro muestra una faceta poco transitada y traducida de la obra del autor portugués en Latinoamérica. Allí descubrimos una poesía con altas dosis de erotismo y sensualidad.
…..El volumen, reúne un conjunto de poemas que Pessoa consideró «muy indecentes y, por lo tanto, impublicables en Inglaterra», en palabras de la directora de la colección Lauren Mendinueta «puede ser considerado precursor de la llamada literatura queer».
…..La Colección de Poesía Graça Morais es posible gracias al apoyo a la traducción de La DGLAB / Cultura y Camões, IP – Portugal
ANTÍNOO
(Fragmento)
Fuera la lluvia caía helada sobre el alma de Adriano.
Antínoo yacía muerto
en el lecho y sobre su cuerpo desnudo
—ante la mirada de Adriano, traspasada de dolor—
se vertía la opaca luz del eclipse de la Muerte.
El joven yacía muerto y fuera el día parecía la noche.
Caía la lluvia como una atroz aparición
de la naturaleza: matar era su oficio.
El recuerdo del joven ya no lo deleitaba.
El deleite de antes estaba oscuro y yerto.
¡Oh, manos, que estrecharon las manos tibias de Adriano,
cuyo frío de ahora las encontraba gélidas!
¡Oh, cabellos, atados antes con cintas apretadas!
¡Oh, casi tímidos, audaces ojos!
¡Oh, cuerpo femenino-masculino desnudo
así como los dioses ante la humanidad!
¡Oh, labios, que en su rojo florecido solían tocar
el trono del deseo con un sin número de artes vivas.
¡Oh, dedos diestros en cosas que no se pueden decir!
¡Oh, lengua contra lengua, que hacía la sangre temeraria!
¡Oh regencia total de la lujuria entronizada,
suspensión derramada de la conciencia enfurecida!
Estas cosas son cosas que no volverán a ser.
La lluvia amaina y el Emperador
se hunde en el lecho. Asemeja una furia su dolor,
porque los dioses se llevaron la vida concedida
cegando la belleza que ellos mismos habían iluminado.
Adriano llora y sabe que toda época futura
lo está observando desde su destino;
su amor desfila sobre un escenario universal;
mil ojos no nacidos lloran su desconsuelo.
Antínoo ha muerto, ha muerto para siempre,
ha muerto para siempre y todos los amantes lo lamentan.
La misma Venus, amante de Adonis,
viendo muerto de nuevo a quien tan vivo estuvo
presta su antigua pena revivida para fundirla
en el dolor de Adriano.
Ahora Apolo está triste porque el ladrón
de su blanco cuerpo ha muerto para siempre.
Ningún beso esmerado sobre la punta del pezón
bajo el cual latía su corazón silente
restaurará su vida, para que abra los ojos y sienta de nuevo
la fuerza del amor galopando por sus venas.
Ningún ardor del joven provocará otro ardor.
Ahora no volverá a colocar las manos detrás de la cabeza,
entrelazadas, en aquella postura en que todo entregaba
sobre cuerpo desdoblado al que suplica.
La lluvia cae y él sigue tumbado
como un ser que ha olvidado todos los ademanes de su amor
y que yace despierto esperando su ardiente regreso.
Pero todas sus artes y todos sus juguetes están hoy con
la Muerte.
Aquel témpano humano no puede despedir ningún calor;
ninguna llama podrá encender estas cenizas.
Oh, Adriano, ¿qué será ahora de tu fría existencia?
¿Cómo podrás seguir siendo el señor de los hombres y
el poder?
Su ausencia sobre tu visible imperio
cae como una noche.
Ora ni la mañana traerá la esperanza de nuevos regocijos.
Ora tus noches están viudas del amor y sus besos;
ora tus días carecen de una espera nocturna;
ora tus labios no tienen objeto para sus delicias:
solo les queda repetir el nombre que la Muerte une
a la soledad, el terror y el desconsuelo.
ANTINOUS
(fragment)
The rain outside was cold in Hadrian’s soul.
The boy lay dead
On the low couch, on whose denuded whole,
To Hadrian’s eyes, whose sorrow was a dread,
The shadowy light of Death’s eclipse was shed.
The boy lay dead, and te day seemed a night
Outside. The rain fell like a sick affright
Of Nature at her work in killing him.
Memory of what he was gave no delight,
Delight at what he was was dead and dim.
O hands that once had clasped Hadrian’s warm hands,
Whose cold now found them cold!
O hair bound erstwhile with the pressing bands!
O eyes half-diffidently bold!
O bare female male-body such
As a god’s likeness to humanity!
O lips whose opening redness erst could touch
Lust’s seats with a live art’s variety!
O fingers skilled in things not to be told!
O tongue which, counter-tongued, made the blood bold!
O complete regency of lust throned on
Raged consciousness’s spilled suspension!
These things are things that now must be no more.
The rain is silent, and the Emperor
Sinks by te couch. His grief is like a rage,
For the gods take away the life they give
And spoil te beauty they made live.
He weeps and knows that every future age
Is looking on him out of the to-be;
His love is on a universal stage;
A thousand unborn eyes weep with his misery.
Antinous is dead, is dead for ever,
Is dead for ever and all loves lament.
Venus herself, that was Adonis’ lover,
Seeing him, that newly lived, now dead again,
Lends her old grief’s renewal to be blent
With Hadrian’s pain.
Now is Apollo sad because te stealer
Of his white body is for ever cold.
No careful kisses on that nippled point
Covering his heart-beats’ silent place restore
His life again to ope his eyes and feel her
Presence along his veins Love’s fortress hold.
No warmth of his another’s warmth demands.
Now will his hands behind his head no more
Linked, in that posture giving all but hands,
On the projected body hands implore.
The rain falls, and he lies like one who hath
Forgotten all the gestures of his love
And lies awake waiting their hot return.
But all his arts and toys are now with Death.
This human ice no way of heat can move;
These ashes of a fire no flame can burn.
O Hadrian, what will now thy cold life be?
What boots it to be lord of men and might?
His absence o’ er thy visible empery
Comes like a night,
Nor is there morn in hopes of new delight.
Now are thy nights widowed of love and kisses;
Now are thy days robbed of the night’s awaiting;
Now have thy lips no purpose for thy blisses,
Left but to speak the name that Death is mating
With solitude and sorrow and affright.
Fernando Antonio Nogueira Pessoa. Lisboa, 1888-1935. Fue un poeta, escritor, crítico literario, dramaturgo, ensayista, editor y filósofo portugués, considerado como una de las figuras literarias más importantes del siglo XX. También tradujo y escribió en inglés y francés. Perdió a su padre a los cinco años. Dos años más tarde, su madre volvió a casarse con el cónsul portugués en Durban, Sudáfrica, donde Pessoa se educó en la lengua inglesa. En 1905 regresó solo a Lisboa. Estudió fugazmente letras y comenzó a ganarse la vida como empleado de oficina. Fundó varias revistas literarias. Su obra se define por el desdoblamiento en varios poetas inventados o «heterónimos», con biografías, ideas y estilos diversos, como los poetas Alberto Caeiro, Alvaro de Campos, Ricardo Reis, Alexander Search y Bernardo Soares. En 1934 apareció Mensagem, único libro que publicó en vida. Minado por el alcohol, Pessoa murió al año siguiente.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia, a manera de homenaje, fue realizada a partir de la obra «Mujer leyendo» del artista © Fernando Botero