María Rosa Lojo
Poemas que iluminan la noche oscura del ser y que consuelan en su intensa forma de preguntar y reflexionar. Nos complace ofrecerles cuatro poemas inéditos en versión bilingüe español-inglés del libro Los brotes de esta tierra de la poeta argentina María Rosa Lojo. El libro se publicará próximamente en Ediciones En Danza, Buenos Aires, 2022. Agradecemos en exclusiva para Abisinia Review la traducción al inglés de Brett Alan Sanders.
la campana perdida
Cuando era niña, tuve una campana con poderes mágicos.
Era mínima, de bronce y de juguete, pero sonaba de veras.
Había que ocultarla bajo la cama los días de tormenta.
—No la muevas, no despiertes al trueno, no atraigas el rayo,
no llames a la tempestad—
me decían.
Yo la colocaba en silencio entre los algodones de su caja.
De mí dependían el orden doméstico y el orden del mundo
—uno era igual al otro, uno estaba en el otro, bajo la misma ley—.
La noche entraba en el día.
Los sueños trepaban como la humedad por las paredes de la casa
No quedaba más que dormir, o leer.
—Bajo las mantas, entre los almohadones
un libro me contaba al oído
historias extraordinarias—
La tormenta cantaba lejos
con una voz delgada y transparente que nunca sería rugido
porque la campana continuaba recluida en su celda diminuta.
Cuando crecí dejé de creer en campanas mágicas.
Perdí la caja, perdí la casa de la infancia, perdí la memoria del lugar
donde la campana había dormido en un silencio obediente.
Ahora la busco, sin embargo.
Quiero tormentas milagrosas para cambiar el orden de un mundo equivocado.
Quiero trastornar los signos de los tiempos y los climas de la tierra.
Quiero golpear a las puertas del cielo con un timbal de ira y de justicia
dar órdenes al rayo y convocar al trueno
para que desgarren la manta de sueño de los días nublados
y alarmen a los poderosos
y alegren a los justos con la buena nueva.
La busco, sí,
ya que la sangre y el sudor y las lágrimas
ya que toda plegaria, toda pasión y toda muerte
han sido en vano.
the lost bell
When I was a child, I had a bell with magical powers.
It was tiny, bronze, and a toy, but it rang for real.
I had to hide it under the bed on stormy days.
“Don’t move it, don’t wake up the thunder, don’t attract the lightning,
don’t call the storm,”
they said to me.
In silence I placed it among the cotton balls in its box.
The domestic order and the order of the world depended on me
“one was equal to the other, one was in the other, under the same law.”
Night was becoming day.
Dreams climbed like moisture up the walls of the house
There was nothing left to do but sleep, or read.
“Beneath the blankets, among the cushions,
a book whispered extraordinary
stories in my ear.”
Far off the storm was singing
with a thin, transparent voice that would never become a roar
because the bell remained secluded in its diminutive cell.
When I grew up I stopped believing in magical bells.
I lost the box, I lost my childhood home, I lost all memory of the place
where the bell had slept in an obedient silence.
Now I search for it, nonetheless.
I want miraculous storms to change the order of a mistaken world.
I want to disrupt the signs of the times and the world’s climates.
I want to knock on heaven’s door with a kettledrum of rage and of justice
to give orders to the lightning and summon the thunder
so they might rip the blanket of dream off the cloudy skies
and with good news bring joy to the just.
Yes, I’m looking for it,
since blood, sweat, and tears
since all supplication, all passion, all death
have been in vain.
pampa traslúcida
En la llanura la vida es un manojo de hilos sueltos.
Una sombra que vuela como la flor del cardo, sin detenerse para siempre
en ningún sitio.
No hay nada que esperar en esta tierra
donde las casas son frágiles como castillos de naipes
y la voz de Dios se oye deformada y lejana
como si llegara a través de un gramófono muy viejo,
o de una radio que transmite mensajes en una lengua indescifrable.
El viento borra también esa voz.
El viento borra todas las memorias depositadas por un instante
sobre las sementeras y los pajonales,
como si nada pasara,
como si nada hubiese pasado nunca en ese país de los ganados y de las mieses
con ejércitos de niños pordioseros en las orillas de las ciudades.
Sin embargo, al atardecer, cuando el sol se derrite y gotea sobre el mundo,
la pampa se hace traslúcida como el vidrio de una ventana.
Se dejan ver
los yelmos inútiles y las espadas de óxido
los pies que se extraviaron en el falso camino de la Plata,
las espuelas nazarenas y las botas de potro
los fusiles, las lanzas y las carabinas,
las mantas con dibujos del sol y de la luna,
los uniformes azules y los ponchos rojos,
los anarquistas y los bandidos, los santitos ajusticiados.
Nadie duerme en el descanso eterno.
Los que nadie vio morir en ninguna parte
llegan en busca de su nombre y de su sepultura.
Bellos insomnes, brillan en una caja de cristal
excavada en el medio de la noche.
Luces malas, los llaman.
Avanzan en procesión por la pampa redonda.
Llevan sus propios huesos encendidos como cirios.
Desaparecen cuando llega el amanecer.
Desaparecen como si nunca hubieran existido
A esa hora en que la pampa se derrama en el cielo.
A esa hora en que el cielo es un abismo devorador de hierbas y de leguas.
Entonces camino por la superficie de la tierra azul,
alucinada por las grandes claridades
y el cielo es una tela incandescente hecha de puntos que titilan.
Son los ojos sin párpados de los muertos
los ojos que reflejan sus pupilas quemadas contra la bóveda del aire.
los ojos que nadie ve, que nadie recuerda,
porque ellos hacen la luz que nos ilumina.
translucent pampa
Life, on the plain, is a bundle of loose threads.
A shadow that flies like the thistle’s flower, not lingering forever
in any place.
There is nothing to hope for in this land
where houses are fragile like castles of cards
and the voice of God sounds deformed and distant
as if it were coming from a very old phonograph,
or from a radio that transmits messages in an indecipherable language.
The wind also erases that voice.
The wind erases all memories deposited for an instant
over the sown fields and the fields of stubble,
as if nothing were happening,
as if nothing had ever happened in this country of cattle and fields of grain,
with armies of child beggars on the shores of cities.
Nonetheless, as night falls, when the sun melts away and oozes across the world,
the pampa becomes translucent like the glass of a window.
Useless helmets and corroded swords
reveal themselves,
feet that were led astray on Silver’s false road,
coltskin boots and Nazarene spurs with thorn-toothed wheels
rifles, lances, and carbines,
blankets with drawings of the sun and the moon,
Unitarist-blue uniforms and Federalist-red ponchos,
anarchists and bandits, martyred little saints.
No one sleeps in eternal rest.
Those whom no one saw die anywhere
come in search of their name and their grave.
Beautiful insomniacs shine in a crystal box
excavated in the middle of the night.
Will-o’-the-wisps, some call them.
They march in a procession across the round pampa.
They carry their own bones lit up like votive candles.
They disappear upon the coming of dawn.
They disappear as if they had never existed.
At that hour in which the pampa spills into the sky.
At that hour in which the sky is an abyss, devourer of grasses and leagues.
Then I walk across the surface of the blue earth,
bedazzled by the great clarities
and the sky is an incandescent cloth made of dots that quiver.
They are the lidless eyes of the dead
eyes that reflect their burnt pupils against the vault of the air,
eyes that no one sees, that no one remembers,
because they make the light that illuminates us.
y esperaba la mano que me rehiciera
Y esperaba un amor que me borrase
y una mano que me rehiciera.
Esperaba una boca que colmase mi palabra inexacta,
mi don de pérdida.
Antes del nacimiento dije Dios
y fui parida con los ojos abiertos
y el llanto condenado a celebrar
sin entender.
Dios dije, Dios grité,
y el eco del grito sonó en los huecos de mí
que nadie alcanza,
en lo cerrado y hondo como un pozo
donde las aguas buscan el centro de la tierra.
Dije Dios y lo escribí con una mano y con la otra,
con palabras derechas y con signos torcidos
que miran hacia atrás.
Dije Dios Padre, dije Dios Madre,
luz oscura, hogar intemperie.
Dije hasta no decir,
soñando la mudez que todo lo conoce,
o el libro cuyas letras son olvido.
Dije Dios en voz baja
atada en la casa pequeña de los días
tropezando con puertas y paredes
sujeta a peso y número
anclada a la medida.
Dije Dios con temor, con vergüenza,
desviando la cara entre cálculos y ritos.
Dije Dios, dije deseo.
Y el deseo volvió contra mi suerte,
tejiéndome su malla sobre el cuerpo,
bailándome como la equilibrista en la cuerda,
ceñida del amor fosforescente que salta en el vacío.
Deseo, Dios dije.
Y esperaba el amor que me borrase
y esperaba la mano que me rehiciera.
and i was awaiting the hand that would remake me
And I was awaiting a love that would erase me
and a hand that would remake me.
I was awaiting a mouth that would complete my imprecise word,
my gift of ruin.
Before birth I said God
and was birthed with eyes open
and my cry condemned to celebrate
without understanding.
God I said, God I shouted,
the echo of my shout rang in hollows of mine
that no one reaches,
in what is closed and deep like a well
where waters seek the earth’s center.
I said God and I wrote it with one hand and with the other,
with straight words and with twisted signs
that look backwards.
I said Father God, I said Mother God,
dark light, inclement home.
I said to the point of not saying,
dreaming the muteness that knows all,
or the book whose letters are oblivion.
I said God in a whisper
bound in the small house of days
tripping into doors and walls
subject to weight and number
anchored to measure.
I said God with fear, with shame,
diverting my face between calculations and rites.
I said God, I said desire.
And the desire turned against my fortune,
weaving its netting over my body,
dancing me like the funambulist on her rope,
encircled by phosphorescent love that jumps into the void.
Desire, God I said.
And I was awaiting the love that would erase me
and I was awaiting the hand that would remake me.
el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán
…………………………………………………………………………Mateo, 24, 35
¿Qué palabras son ésas, de qué están hechas?
Pasan las constelaciones, se deshacen como una estela de caracol bajo la lluvia,
pasan los soles, gastados como usinas,
pasan los dinosaurios, las sirenas, los dragones, los glaciares, los cíclopes:
polvo fantástico, polvo de huesos, igualados en una vasta demolición.
Sin embargo esas palabras prometen quedar
cuando las bibliotecas sean solo ceniza de árboles, sin una huella de tintas,
cuando todas las gargantas humanas sean cuerdas oxidadas bajo la tierra,
cuando los planetas giren en el vacío como teatros helados, sin voces,
sin aplausos,
sin memoria de un drama remoto y concluido.
¿Caerán como semillas esos verbos sobre la tierra seca?
¿Crearán otros bosques, otros ríos, otros animales condenados al sueño
y al exceso?
¿Resucitarán a los muertos, como quien vuelve a arrancar de un surco de vinilo
una olvidada melodía?
¿Pasarán en limpio, en letras resplandecientes, el incompleto borrador
de esta vida,
sucio de tachaduras y recortes?
Sin embargo mis vísceras, mi cuerpo, mi deseo, desobedientes a mí,
siguen obstinados en una imitación minúscula de cristo,
escribiendo palabras para que no pasen, sobre la pantalla que titila.
Como si esas palabras estuviesen destinadas a sobrevivir a los mundos,
como si los muertos pudiesen leerlas en bibliotecas inconcebibles,
como si contuviesen la arquitectura oculta de un cosmos destruido
que renace y se multiplica.
heaven and earth shall pass away, but my words shall not pass away
…………………………………………………………………………Matthew 24:35
What words are those, what are they made of?
Constellations pass away, they dissolve like a conch-shell stele beneath the rain,
suns pass away, worn out like power plants,
dinosaurs, mermaids, dragons, glaciers, cyclopes pass away:
dust of fantasy, dust of bones, equalized in a vast demolition.
Nonetheless those words promise to remain
when libraries are only ash of trees, without a trace of ink,
when all human throats are rusted cords beneath the earth,
when planets rotate in the void like frozen theaters, without voice,
without applause,
without memory of a remote and finished drama.
Will those verbs fall like seeds on the dry earth?
Will they create other forests, other rivers, other animals condemned to dream
and to excess?
Will they resurrect the dead, like someone returning to pull a forgotten melody
out of a groove of vinyl?
Will the incomplete draft of this life be cleaned, free and clear,
in resplendent letters,
tarnished with erasures and trimmings?
Nonetheless my viscera, my body, my desire, disobedient to me,
continue obstinate in a minuscule imitation of christ,
writing words, on the flickering screen, so they won’t pass away.
As if those words were destined to outlive worlds,
as if the dead could read them in inconceivable libraries,
as if they held the hidden architecture of a destroyed cosmos
that is reborn and multiplies.
De Los brotes de esta tierra. Inédito,
Traducción al inglés de Brett Alan Sanders.
María Rosa Lojo (1954) es una poeta, narradora e investigadora argentina. Doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, alcanzó la categoría de Investigadora Principal en el CONICET; es docente universitaria y directora del Centro de Ediciones y Estudios Críticos de Literatura Argentina en la Universidad del Salvador (Argentina). Fue electa miembro correspondiente de la Academia Norteamericana y Miembro de Honor de la Real Academia Gallega. Su obra poética, traducida a varios idiomas, incluye cuatro libros de microficciones líricas compiladas en Bosque de Ojos (2011), El Libro de las Siniguales y del único Sinigual (2016), álbum ilustrado con imágenes de Leonor Beuter y Los brotes de esta tierra (en prensa, 2022). Recibió, entre otros, el Primer Premio de Poesía de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 1984, el Primer Premio Municipal de Narrativa de Buenos Aires, el Premio de Cuento y el de Novela del Fondo Nacional de las Artes, el Premio del Instituto Literario y Cultural Hispánico de California, el Premio Kónex, el Premio Internacional de Poesía Antonio Viccaro (Canadá). Su trayectoria fue reconocida con el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (2018), el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2020) y la Medalla Europea de Poesía y Arte Homero (Bruselas, 2021).
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de:
En el hijo se puede volver (fragmento)
Técnica mixta: Pintura acrílica y barro
de © Jorge Lopez