John Galán Casanova
«En la tradición antisolemne de Vidales y de las Gotas amargas de Silva, este libro de “mente cortopunzante” será una bocanada de aire fresco para la poesía colombiana», dice Andrea Cote sobre «El inmortal» de John Galán Casanova, libro publicado por Abisinia Editorial y Escarabajo Editorial en su colección de poesía Concierto Animal, Homenaje a Blanca Varela.
El inmortal
Ser inmortal es baladí; (…) lo divino, lo terrible,
lo incomprensible, es saberse inmortal.
J. L. B.
I
El genio de la botella
se me aparece
y dice:
¿qué prefieres, John Galán,
la inmortalidad o el Nobel?
Elijo el Nobel.
La inmortalidad
no paga las cuentas
de servicios.
II
Amigo editor:
seré
inmortal.
Por lo pronto,
si no como,
no sobrevivo.
III
Al paso que vamos,
mi cuarto de hora
será post mortem.
IV
Ya están tomados
tus espléndidos retratos
que no verás
en las portadas de las revistas.
No admirarás
tus vers.o.s. traducidos
al chino, árabe y portugués.
Ni leerás tus poemas
en Pregunta Yamid.
V
Entre más relegado, más importante.
Entre más importante, más mísero.
Qué alto he caído.
Lo inmortal
no quita lo patético
ni lo arribista.
VI
Para jubilarse,
al inmortal
le haría falta
una eternidad.
VII
El inmortal
madruga,
teme morir
antes de tiempo.
Madruga
a pedir peras al olmo,
a soñar despierto.
VIII
Soñé mi epitafio.
No tenía lápida
ni tumba.
Era una simple nota
pegada con cinta
y decía:
ESTOY EN LA BIBLIOTECA.
Esquizolandia
No soy nada
y soy de todo.
Río por fuera,
llanto adentro.
No soy padre
y mis padres
son mis hijos.
No soy gerontólogo
y los crío.
No soy el paciente
y soy paciente.
No soy enfermero
y sí.
No soy terapista
y hacemos terapia de lenguaje,
física y ocupacional.
Soy el depresivo antidepresivo,
el detective privado de la libertad,
el perdido
que sin cesar encuentra,
un agnóstico divino,
un principiante avanzado,
un mono buscando la cola,
un recluso contemporáneo más.
Soy psicólogo y no.
Desalmado y no.
Fui y seré escritor,
adolorido y no.
Vivo del silencio
y en la palabra yazgo.
Soy hermano de los mangos,
de la noche, de la euforia.
Igual caigo y me magullo,
igual soy sabroso y me devoran.
Me pudro cargado de semillas.
Mi cosecha es el fin de los tiempos.
Madre
I
Nos inclinamos
para secarte
y calzarte.
Te ayudamos
a maquillarte
y vestirte.
Cantamos, pintamos, leemos.
Jugamos, deambulamos, oramos.
Alisamos el ser
como un guijarro.
A esta curva
que nos regresa a la tierra
le decimos amor,
le decimos dolor,
le decimos la épica de los microactos,
lo atroz atroz,
lo atroz delicado,
lo atroz llevadero.
II
Ad portas
de la eternidad,
vital y vegetal,
la rica viejecita
tiene 43 plantas
floreciendo en el balcón.
III
Rocío su cabeza
con un atomizador.
En Girardot
la temperatura promedio
rebasa los 30 °C.
Luis Tejada vino aquí
a fines de 1924
buscando curar sus males
y a los quince días expiró.
Regamos a mamá
con agua helada
para que junto a sus 43 plantas
disfrute estas bodas
del cielo y el infierno.
IV
Aves del paraíso,
las heliconias
que trasplantamos
proliferan.
Los colibrís
las visitan.
Aves lactando aves,
feria de néctar y polen,
bienaventuranza,
summa cum laude
en jardinería.
V
Remontando
la ladera,
la silla de ruedas
mi madre y yo
somos una muda
una lenta
una sola sombra larga.
VI
Y el cielo azul,
el firmamento empozado
en sus gafas negras.
VII
A falta de sosiego,
a falta de luz
en las palabras
bueno es el tacto.
Ciegas aprendices,
las manos recorren
lunares y manchas,
tensiones y rasguños,
tendones y cartílagos.
Con imperfectas manos
moldeamos tu torso.
Con aceite de almendras
preservamos tu lozanía.
VIII
10 p. m.
Las prótesis en el vaso.
50 mg de trazadona,
cuatro gotas de pasiflora
y dos de rivotril.
Buenas noches, madre.
Somos tus hijos.
Los dedos
de la mano nudosa y trémula
que te sostiene.
IX
¿Despiadado yo?
¿Y la enfermedad y la vejez?
¿La vida, la muerte?
La corona de Cristo
despunta en el balcón
y en su lecho
mamá es un cuerpo en pena.
Despiadada la existencia,
despiadada la poesía.
X
¿Cuánto tiempo más así?
Horas que parecen días,
días que parecen noches.
Parí y crie.
Até y desaté.
Amé y desamé.
Soy fanática de tu obra, Señor.
Alabo
el trinar de las aves,
su vuelo, tus cielos.
Entrelazo las manos
y giro los pulgares
a la par del universo.
Agradecida, agotada, maltrecha,
reclamo tu atención.
Ahora que soy inflexible jaula,
exímeme,
gradúame de agonías.
Con tu venia
batiré las alas
y haré mutis
más allá del sol.
Padre
Papá es un sobreviviente,
un héroe del quirófano.
Le quitaron la tiroides,
la laringe,
parte del esternón, de la tráquea
y media clavícula.
Perdí la voz, pero aún puedo escuchar boleros,
le escribió a su amigo promotor de tríos.
Papá no es un robot
pero tiene voz de robot.
Respira por un hueco en el pecho
y habla mediante una laringe electrónica.
Podrá haber perdido la voz,
pero no el don de mando.
Pone a zumbar la laringe,
da cátedra, polemiza,
recita a Neruda, a García Lorca,
y evoca noches
con la orquesta de Lucho Bermúdez
en el Grill Candilejas.
Mi padre no se rindió.
En tres hospitales
luchó como un león amputado,
cableado, canalizado.
De visita
al Centro de Memoria,
antes de la primera cirugía,
dibujó su mano
entre otras manos
y añadió:
Carlos en momentos difíciles.
Flaqueó pero no claudicó.
Un día de cólicos y escalofríos
escribió:
mira el estado tan deplorable en que estoy.
La adversidad le dictó:
La energía
que unas veces relucía
se fue acabando.
No era mía
era prestada
había que devolverla.
Papá
siempre quiso el mundo a sus pies
para bailarlo.
No es un robot ni un zombi,
es un bailarín consumado.
A sus 84 años
baila la música de Lucho
a todo dar
en el salón comunal.
Danza, descansa,
deja que le crezca la panza.
El héroe de la voz biónica
no es un robot ni un zombi,
es masa multiplicada
por el cuadrado
de la velocidad de la luz.
John Galán Casanova. Bogotá, 1970. Poeta, ensayista, traductor, coordinador de talleres literarios. Ha escrito: ALMAC N AC STA, Premio Nacional de Poesía Joven Colcultura 1993; El coraz ´n portátil (1999); AY-YA (2001); Árbol talado, Premio Internacional de Poesía Villa de Cox (España, 2010) y LI poemas para Li (2013). Es autor de la biografía Luis Tejada. Vida breve, crítica crónica (2005). Tradujo El tiempo que me escribe, de Affonso Romano de Sant’Anna (2012), Once poetas brasileros (2013) y Orillas de América Literaria. Poesía brasilera contemporánea (2020). En 2018 se reeditó su obra poética en el volumen Envío vers.o.s. OBRA RE-UNIDA 1993-2018. Literato de la Universidad Nacional, ha enseñado en Los Andes y en la Javeriana. Coordinó el club de poesía de la biblioteca Luis Ángel Arango y el taller de creación de la Casa de Poesía Silva. En julio, pandemia y paro mediante, editado por Escarabajo de Colombia y Abisinia de Argentina, aparecerá El inmortal, su sexto libro de poemas. Fotografía por Dominik Fuchs.
La composición que ilustra este paisaje de Abisinia fue realizada a partir de un fragmento de la obra Paesaggio infinito della costa del Peru de © Jorge Eduardo Eielson. Agradecemos a Martha L. Canfield, presidenta Centro Studi Jorge Eielson, Florencia, Italia.